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Parece invisible el mar que a lo lejos se difumina en el claroscuro del anochecer. Por la ventana una luna nos mira e incendia con su lupa de sensaciones exaltadas. Hay música, tibia, hermosamente caótica; alas de ángel arañando las ventanas con sus ondas sónicas.
Tú te inclinas, muestras tus piernas, tu short pequeño, tus tacones altos. Agitas tu cabello y hay pequeñas esporas perfumadas que acarician mis pulmones desde adentro. Tu blusa es color blanco, transparente; se ven tus pezones grandes y rosáceos, duros, amamantadores. Yo estoy sentado y te observo.
Las sombras se mecen despacio en el suelo, sobre la cama, la sombra de tus nalgas que basta para hacerme delirar: síndrome de lo posible, holograma de lo que se materializa, fantasía que se encarna despacio en las suaves líneas de tu cuerpo. Tus labios se humedecen, comienzas a acariciar tus pechos. Te sabes deseada, me incitas, me cierras el ojo, coqueta; de repente es como si tuvieras catorce años, inocente y sexy, despertando a un cielo que se estremece en tu entrepierna que ya intuyo húmeda. Te excita excitarme, así te vas acercando y mueves tu culo sobre mi bragueta, presientes mi dureza, me vives, me conmueves.
La luz de la lámpara hace que tu blusa sea un mero velo; sujeto tu cuello, jalo tu cabello y sacó mi verga, dura, la introduzco en tu boca sin darte receso. Llevo la orquesta, tus ojitos se humedecen, pero yo continuo, bombeo y bombeo. Me gusta verte así, hincada frente a mí: llena de deseo y consideración. Paso mi glande por tus ojos, por tu nariz, por tu cuello, por tu garganta. Meto de nuevo mi miembro en tu boca, ya parado frente a ti dirijo mis movimientos con fuerza y determinación. Te levanto y te aviento de cara contra la cama. Tu culo queda frente a mí, tus braguitas son rosas y pequeñas, las arranco, las rompo con mis manos.
Somos animales, amor, somos ángeles que cayeron a la lava del infierno. Te digo. Eres mi puta, eres la diosa que inyecta estrellas en mis venas. Te digo. Y te penetro duro, durísimo, por el culo. Bombeo y bombeo, bombeo y bombeo. Mi pubis rebota contra tus nalgas; me gustan tus nalgas, el espectáculo. Estoy prácticamente acostado sobre ti, cogiéndote fuerte, fuertísimo, susurrando palabras a tus oídos que también lamo, que también beso, que también declaro míos.
Después eyaculo, simplemente, inundando de semen tu precioso culito. Volteo a ver la ciudad a través de la ventana del hotel, es un monstruo engullendo a ingenuos con ideales estúpidos. Sonrío porque tú eres real, eres una mujer empinada en esta cama, con mi semen escurriendo. Pienso en todas las ilusiones vanas que nos vende el sistema, en todas esas ilusas ideas de progreso y porvenir. Yo estoy aquí, yo siempre estoy aquí, en este aquí que se estira y se afloja. Contemplo tu espalda y tu nuca, eres hermosa, lo eres.
Te volteo y abro tus piernas con fuerza, comienzo a lamer tus labios vaginales, tu clítoris. Estás inundada, me alegro, me refresco con tu sustancia como si fuera un elixir para mi alma. Chupo y lamo, mordisqueo. Acaricio tus piernas, embisto con mi lengua, subo a tu ombligo. Beso y muerdo tus pezones por encima de la blusa. No te la quiero quitar, al contrario, te pido que te pongas también tus gafas. Me gusta verte así, excitada, con las gafas puestas y abierta de piernas para mí. Beso tu boca, envuelvo mi lengua en tu lengua, recorro tus labios, te doy suaves mordisqueos mientras mi mano derecha te masturba con la destreza con la que un asesino profesional apuñalaría a una niña pequeña. Sigues húmeda, así que te penetro; mi verga se va hinchando en tu anterior, se pone cada vez más gruesa, los nervios se exaltan. Pero tu agujero negro me traga, me devora, me absorbe. Me dejo ir, te bombeo con rabia y fuerza, con odio y coraje. Aprieto tu cuello, te cojo una y otra vez…
Cuando me voy a venir te pongo de rodillas para venirme sobre tus gafas y tus labios; así quiero que me recuerdes, preciosa, como aquel que derramaba su semen sobre tus labios, el que deja su semen resbalando por tu garganta, el que se viene sobre esas mismas gafas que necesitarás para leer este relato.
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