"Al ver su deseo al mirarme le coquetée a un negro quien me dio la mas divina..."

Soy una chica de largo pelo negro, ojos verdes, y un cuerpo escultural gracias al ejercicio. También soy muy exhibicionista y me gusta que me miren, por lo que uso hilos dentales diminutos en la playa.

Un fin de semana fuí con un grupo de amigas a la playa, todas mujeres muy lindas. Olvidé algo en la camioneta y fuí a buscarlo, sintiendo como los hombres me miraban con deseo y las mujeres con odio y envidia. La camioneta quedé aparcada entre un camión cava y otra camioneta de vidrios muy oscuros. El hombre que cuidaba estaba sentado en una silla alta, ubicada detrás de mi camioneta, donde podía ver todo el estacionamiento. Era un negro mandingo enorme, muy alto y musculoso, que me miró con deseo. Quise jugar con él y ponerlo en aprietos, y le coquetée preguntandole si no hacía masajes, pues me dolía el pie.

El bajó y me dijo que me sentara en la puerta de atrás de la camioneta. Asi lo hice y el tomó mi pie y empezó a masajearlo. Tenía unas manos deliciosas, empezó a acariciar mis dedos y coqueteandole le dije que quería un masaje terapeútico, no erótico. El rio y me dijo: es lo que hago. Un masaje erótico sería mucho más sensual. ¿Cómo sería?, pregunté. El tomó mi pie y lo llevó a su boca y empezó a chupar mis dedos. Aquello me tomó por sorpresa, era delicioso y me excité mucho. Me acosté y el empezó a masajear mis pies deliciosamente sin dejar de chupar muy suave y delicadamente mis dedos. Era tan intenso que casí lo golpeo con mi pie libre, entonces sin detenerse lo colocó sobre su pene y prosigió. Al ver que no me resistía empezó a acariciar mis piernas, mis muslos, y bajando de un golpe mi hilo, empezó a estimular lujuriosamente mi bien depilada vagina con su boca.

Me tapé el rostro gimiendo de placer y el me quitó el sostén y empezó a estimular mis pezones, tuve un fuerte orgasmo, pero el prosiguió, pronto tuve un nuevo orgasmo más intenso, y luego otro. Ya no podía más, pero solo le decía para, para, por favor.

El separó mis piernas aún más y me haló hacia el borde, y allí deslizó su enorme sexo en mi vagina. Nunca antes me sentí tan llena, tan completa, y volví a acabar. Era delicioso. El me hizo el amor mientras estaba muy sensible y al el acabar tuve un nuevo orgasmo, tan intenso que me abracé a el desesperada, y lo bese con lujuria.

Al recuperarnos me sacó de la camioneta y poniendome de espalda me poseyó por desde atrás dandome dos nuevos orgasmos, y me dijo: Veo que tu trasero aún es virgen, quiero ser yo quien te lo desvirgue.

Al separarnos tomé lo que había ido a buscar, y salí de allí casi corriendo, pensando en lo divino que había sido, y pensando que no lo vería más.

Al llegar mis tres amigas me miraron riendo y me preguntaron: ¿De verdad es rico tirar con un negro?, Josie fue a buscarte porque tardabas mucho y te vio. Les conté y todas deseaban probar aquello, estábamos solas y nuestros novios se habían ido a otro lugar ese fin de semana. Me propusieron que lo invitara con unos amigos a cenar.

Marián de pronto me dijo: Laura, ve a lavarte al mar, el semen del negro te esta saliendo de la vagina. Todas rieron y yo me sentí muy avergonzada.

Me lavé y fui con Keyla a la camioneta y le dije al negro que queríamos invitarlo a cenar y que llevara 3 amigos.

Esa noche se volvió una vacanal, con licor encima, todos tiramos con todos. Mi negro me desvirgó el ano, pero luego recibí por allí las pollas de los otros tres negros. Usábamos preservativos, menos yo y Cruz cuando tirábamos.

No volví por allí en meses, pero el día que lo hice no resistí las ganas de buscarlo. Ahora soy su amante, pues es casado, y de vez en cuando tengo sexo con los otros tres hombres.