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Al día siguiente de nuestro primer encuentro esperé a Natalia en casa toda la mañana, pero ella no apareció hasta la hora de la comida. La pregunté que como se había retrasado tanto, que tenía ganas de follarla, a lo que ella me contestó que paciencia, que no siempre tenía disponibilidad, que tenía que ser cauto para no levantar sospechas.
Yo no entendía nada, ¿Qué sospechas?, se trataba de que ella viniera a mi casa y follábamos como conejos, sin más, no entendía por qué ahora era diferente. Años después me daría cuenta de que no era cosa fácil cuadrar los encuentros, pero eso es otra historia.
Con ese ansía adolescente esperaba el aviso de Natalia que no se hizo esperar.
Un día estando en la piscina con los amigos recibí una llamada de Natalia diciéndome que estaba sola en su casa y que si me apetecía podría pasarme por la tarde.
Tras recibir la llamada de Natalia salí corriendo literalmente hablando de la piscina, fui a casa y me pegue una ducha para estar presentable ante Natalia. A las cuatro en punto estaba llamando al timbre. Natalia vivía cerca nuestro, a unos cinco minutos andando, vivía en una séptima planta, en un piso de tres habitaciones con salón comedor. Cuando me encontraba a punto de llamar al timbre un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, ¿Qué nueva experiencia iba a vivir ahora en casa de Natalia?, no me dio tiempo a pensar nada más, Natalia abrió la puerta y de un tirón me metió para adentro.
- ¡Chiquillo, tienes que ser más rápido para no levantar sospechas!
- ¿Qué sospechas, si no me ha visto nadie? – le dije excusándome-
- Nunca se sabe, no quiero que la gente del barrio comente.
- ¡Ok, perfecto!, por mi parte a partir de ahora discreción absoluta –contesté demostrando seguridad en mí mismo-
Aclarado el tema de la discreción Natalia me invitó a entrar en el salón, nos sentamos en el sofá y empezamos a hablar de cosas triviales, de que si hacía calor, de las vacaciones que nos quedaban todavía, etc…, yo, como no podía ser de otra manera, observaba el picardías transparente de color negro que llevaba Natalia a juego con unas medias del mismo color rematando el conjunto con unos zapatos negros con un taconazo de quince centímetros.
¡Qué buena estaba!, estaba vestida para follar. Natalia seguía hablando y en un momento de la conversación me preguntó si quería tomar algo, a lo que yo comenté que tomaría una cerveza. Natalia se levantó y con paso decidido fue hasta la cocina a por unas cervezas, dejándose ver parte de su precioso trasero. ¡Qué movimiento de caderas, que contoneo llevaba!, yo, a esas alturas ya estaba palote y no podía hacer mucho para esconder mi abultada entrepierna.
- ¿Quieres algo para picar? – preguntó pícaramente-
- No, gracias, me apetece comer otras cosas…
- ¿te gusta la ropita que me he comprado para ti? –se movía haciendo girar sus tetas provocativamente-
¿Que si me gusta?, le había comentado que me gustan las mujeres en lencería y se había vestido así para mí, estaba viviendo un sueño del que no quería despertar.
- Claro que me gusta, ¿no ves como estoy ya?
- Sí, se te ve que estas con muchas ganas, trataré de aliviarte un poco.
Natalia desabrocho mi pantalón, agarró mi erecta polla y empezó un movimiento masturbatorio intenso;
- ¿Quieres chuparme las tetas? – preguntó con voz angelical
- ¡Claro que sí!
Mientras Natalia me hacía una soberana paja, yo me entretenía en masajearle las tetas, sacándoselas de su sujetador de encaje negro, ¡que tetazas!, cada vez me gustaban más esas dos protuberancias mamarias que besaba sin cesar, metiéndome todo el pezón en mi boca. Después de un rato de magreos le dije;
- ¡Quiero follarte el culo!
- Cariño, eso no me pidas, te haré lo que quieras, pero por el culo me duele mucho.
- Natalia, pero es que me pone mucho ese culazo que tienes, si lo intentamos te prometo que no te haré daño.
- ¡Te he dicho que no!, confórmate con lo que te hago, que no es poco creo yo ¡mi alma!
Y así, de esta manera zanjo el tema de darle por el culo, en el fondo tenía razón, estábamos follando como queríamos, me estaba llevando al séptimo cielo y yo la exigía cada vez más. No, no iba a estropearlo, me quedaría con las ganas de darle por el culo, pero ahora me la iba a follar, me follaría su coño hasta dejarlo enrojecido.
Natalia se tumbó boca arriba en el sofá y retirándose la tira de la braga me invitaba a que la penetrase, yo, como un mancebo sumiso acerque mi polla a la humedad de su coño y con un solo empujón se la clavé todo lo que pude. Natalia al sentir tal embestida dejo escapar un gemido mezcla de placer y de dolor y, mirándome a los ojos me dijo;
- ¡Fóllame fuerte!
- Natalia, te voy a follar duro, deprisa, rápido, ahhhh…
Cogí las piernas de Natalia y besando sus preciosas piernas envueltas aún en sus delicadas medias las levante y las puse por encima de mis hombros. Empecé un ritmo frenético, rápido, ella acompañaba mis embestidas, yo notaba como los huevos chocaban en el agujero de su culo, desde esta posición tenía una privilegiada visión del movimiento de sus enormes tetas que no hacía más que acrecentar mi excitación;
- ¡Date la vuelta! – pude decir con voz excitada
- Ahh, ahh…, te he dicho que por detrás no…, ahhh… - Casi no podía hablar-
- No te la voy a meter por detrás, ¡date la vuelta por favor!
Natalia por fin accedió y, girándose en el sofá puso su culo a la altura de mi polla. Yo con paciencia, antes de metérsela, acaricié su húmedo coño con los dedos y poco a poco noté como Natalia se relajaba y me ofrecía su culo con mayor facilidad. Cogí mi polla con la mano y con un movimiento perpendicular restregaba mi polla contra su coño para lubricarla pero sin llegar a penetrarla. A Natalia este amago de penetración la volvía loca;
- ¡Métemela, por favor, fóllame, quiero que me rompas el coño! – decía desesperadamente-
Yo no le hacía caso y seguía con la polla restregándole la entrada de su coño, de vez en cuando separaba sus labios con mi glande dejando escapar los jugos de su cueva húmeda por la excitación que tenía, pero sin llegar a penetrarla. Cuando noté que no podía más, metí la mano por debajo y empecé a frotarle su clítoris, en movimientos circulares. Natalia empezó a jadear cada vez más fuerte, y yo, sin previo aviso la penetre de un empujón, su coño no opuso resistencia, Natalia era mía, ensartada por mi polla y moviendo los dedos acariciaba su coño a la vez que la embestía sin piedad. Natalia ayudándome con las embestidas empezó a mover el culo, hasta tal punto que al final era ella la que me estaba follando a mí, otra vez era ella la que llevaba la voz cantante y yo detuve mis acometidas y parado como un tótem puse mi falo a su servicio para que sólo con sus movimientos alcanzara un intenso orgasmo.
- ¡Ahhhhh!!!!, ¡para, para!!! –gritaba entre jadeos-
- ¡Córrete Natalia, no te pares! – le ordené-
Aunque no hacía falta que le dijera nada, Natalia me utilizó, usó mi polla a modo de consolador, yo era una estatua inmóvil que ponía mi duro miembro al servicio de mi señora, y ella consciente, no dudó en utilizarlo.
- ¡Cariño que cosas me haces!
- Yo no he hecho nada, has sido tu solita
- Pero tú no te has corrido, esto no puede ser, ¡ven que te la chupo!
- No quiero que me la chupes, quiero follarte
- Cariño me acabo de correr, tenemos que esperar un poquito, ¡que ya tengo una edad chiquillo!
- No Natalia, quiero follarte el culo.
Esperaba su negativa por respuesta, pero Natalia comprensiva como era ella, o porque quizás todavía estaba excitadísima por el orgasmo que la acababa de recorrer el cuerpo me dijo;
- No me gusta Mikel, ya te lo he dicho, pero quiero que disfrutes como lo he hecho yo, sólo te voy a pedir que si me duele mucho pares, ¿de acuerdo?
- Vale Natalia, te haré caso, tú me guías, no te haré daño.
Natalia se levantó del sofá y me dijo que fuéramos a su habitación, que allí estaríamos más cómodos. Una vez en la habitación cogió de la mesita de noche un bote de vaselina;
- ¡Toma!, úntate bien de vaselina y échame un poco en el culo.
Sumisa, se dio la vuelta y colocándose a cuatro patas encima de la cama me ofreció su culo para que lo embadurnase con el ungüento que me acababa de dar. Abrí el bote y eché a lo largo de la polla y en la entrada de su ano. Poco a poco introduje mi dedo índice en su brillante ano lubricado, Natalia hizo un pequeño gesto de dolor y acto seguido empezó a frotarse el coño, mientras, comenzaba un cada vez más ligero mete saca en su culo. Natalia se iba dilatando y cuando observe que ya no sentía nada de dolor introduje otro dedo, ella no se resistía, al contrario, parecía disfrutar, momento que aproveche para apuntar con mi miembro en la entrada de su culo.
- Natalia te la voy a meter
- ¡Métela cariño!, ahhhh, despacio, despacio…
Y a golpe de cadera, poco a poco, fui metiendo mi polla en su casi virgen culo, ¡qué sensación!, tenía el culo estrecho, receptivo, notaba como las paredes de su culo abrazaban mi erecta polla, Natalia bajó la cabeza y gemía con la boca pegada a la almohada. Comencé con mi movimiento pélvico sujetando su culo con mis manos, ahora Natalia era mía, no se resistía, estaba a mi merced. En mi privilegiada posición controlaba todos los movimientos, incrementaba la velocidad de penetración a mi gusto, Natalia gemía de placer, pero resistía mis continuas embestidas cada vez más fuertes, tal era mi excitación que no tardé en correrme.
- ¡Natalia me corro!
- ¡Córrete cariño, córrete en mi culo!
Era perfecto, como un sueño, estaba a punto de eyacular en su precioso culo, tenía su permiso, le había roto el culo y encima me dejaba correrme en él. Cuando note que me iba a correr acelere el ritmo y a punto de eyacular la penetre lo más hondo que pude y me quedé unos segundos parado, regándole en lo más profundo de su culo. Ella gritaba, pues a la vez que yo se estaba corriendo por el dedo que se estaba haciendo mientras la ensartaba por el ano. Cuando note que ya no tenía ningún espasmo, caí derrotado encima de la espalda de Natalia con la polla todavía en su interior, ella apretaba el ano como para terminar de ordeñarme. Cuando desapareció la rigidez de mi erección salió de su culo como un corcho de una botella, momento que aproveché para ver los chorros de esperma saliendo del culo como la espuma de una cerveza que rebosa de un botellín. ¡Qué imagen!, no la olvidaré en mi vida.
- Anda chiquillo, ve a por un poco de papel y límpiame, que no veas como me has dejado.
Corrí al baño y cogí un poco de papel higiénico con el que limpie toda la lefa que le salía del culo a Natalia.
- Joder Natalia, que a gusto me he quedado, acabo de cumplir una fantasía, muchas gracias.
- No me des las gracias cariño, tú también me lo has hecho pasar muy bien, a partir de ahora mi culo será solo para ti, podemos hacer lo que queramos, siempre y cuando sea nuestro secreto.
Después de decir esto nos besamos como dos adolescentes febriles. Natalia era una diosa del sexo, no ponía barreras al placer, era mi maestra, mi guía, con ella experimente nuevos mundos en el sexo, mundos de placer y de lujuria, de pasión desmedida.
Pero estas son otras historias que contaré más adelante….
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