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Categoría: Confesiones

NALGADITAS DE CARIÑO

NALGADITAS DE CARIÑO

La gente suele creer que el placer en el amor debe darse en un ambiente romántico saturado de ternura, caricias y palabras suaves; en especial las mujeres vivimos fantaseando con un galán que nos corteje siguiendo rituales de refinada seducción; nos escuche, nos hable al oído palabras tiernas y nos vaya elevando, elevando hasta la entrega total. Eso es cierto; pero también es cierto que algunas veces reaccionamos como animales en celo cuando se nos trata con cierta rudeza. Una nalgada bien plantada puede ser el estímulo que inicie una sesión arrebatadora de pasión desenfrenada.
Les voy a contar algo que me sucedió con mi novio. Él no es lo que se dice un gran amante; a decir verdad su comportamiento en la cama deja mucho qué desear: Algunos besos, tocamientos y caricias que elevan el calor; prisa para todo como si lo vinieran persiguiendo. A medio desnudar abro las piernas en posición misionero, a medio humedecer los labios de mi vulva y el canal vaginal, entra en mi cuerpo diez minutos, entra y sale en su carrera hacia el orgasmo y termina cuando yo apenas empiezo a calentar motores para el inicio de los míos. Cuando se retira, exhausto por el esfuerzo y su cuerpo le pide un descanso, yo sigo sola. Afortunadamente he aprendido a masturbarme rico, acariciando todo lo que dios me regaló para mi uso y regocijo personal. Dos, tres …cinco orgasmos, los que mi cuerpo necesita; me visto un tanto desilusionada y cada quién a lo suyo.
A pesar de todo yo lo amo, qué sería de nosotras las mujeres si no tuviésemos alguien a quien amar con sus cualidades y virtudes, sus vicios, sus carencias y debilidades, sus estados de lujuria, arrepentimiento, coraje y tristeza.
Un día alguien vino a calentarme la cabeza. Me dijo: Vi a Heriberto muy acompañado de tu amiga Janelly
-Mira, esa Janelly no es mi amiga, es mi enemiga y en cuanto pueda le voy a poner en su madre para que se le quite la costumbre de andar robando cariños.
No dije nada, Heriberto me fue a buscar al trabajo y me llevó lonch como lo hace a menudo. Reaccioné con frialdad; tenía mucho coraje; primeramente con Janelly porque la odio. Siempre me ha caído mal; desde luego yo también a ella y no pierde oportunidad de hacerme pasar un mal rato. Sabe que Heriberto es mi novio y se le resbala sólo para hacerme enojar. Bueno, no estaba enojada, estaba emputada que es el grado más alto de enojo al que puedo llegar. Pero mi enojo; mi emputamiento no era sólo con Janelly sino también con Heriberto al que estaba decidida a no abrirle mas las piernas aunque me muriera de la calentura. Él noto mi molestia, hizo algunas preguntas pero no tuvo respuesta, Como no le hice caso decidió irse.
Ese mismo día en la tarde cuando salí de trabajar, abordé mi automóvil pero no arrancó. ¡qué mala onda! ¿Qué hago?. No tuve más remedio que llamarle para que viniera en mi auxilio. Dejamos el coche en un taller y me llevó en el suyo. Esto dio ocasión de hablar un poco pero yo seguía hermética. Pasaron los días y mi coraje no terminaba. Se me hacía tan difícil perdonar una infidelidad con aquella morra del demonio. Algo sin embargo estaba sucediéndole a mi cuerpo, la falta de sexo con Heriberto me traía muy nerviosa. Húmeda todo el día, pensando sólo en el color, tamaño y forma del pene de cada chico que me lo daba a desear imaginándolo por debajo del pantalón.
El sábado no aguanté más y fui a buscarlo para reclamarle, decirle el por qué de mi enojo; sacarle algunas palabras de arrepentimiento y compromisos de no repetir, como premisas para intentar una reconciliación. Desde luego él lo negó. Dijo: ¿cómo crees que me va a gustar esa pinche morra horrorosa?. Está bien fea, no te llega ni a los talones mi vida, tú eres hermosa, tus labios son carnosos, tus chiches me vuelven loco y tus nalgas más. Déjame decirte algo; estoy bien caliente, hace días que traigo el palo parado todo el día y tú enojada conmigo. Hoy tengo ganas de cogerte. Yo necia en decir que no tenía ganas y me negaba a aceptar a pesar de que mis pantaletas chorreaban los flujos que soltaba mi vagina ardiente. Fuimos a comer a un lugar que se llama La Salsita. En una ciudad americana. A los mexicanos nos gusta ir a lugares en donde venden alimentos sazonados con chile y salsas originarios de México. Ya era tarde, había poca gente y buscamos una mesa algo separada para estar solos y poder platicar mejor. Comimos con buen apetito, bebimos una cerveza y el otro apetito, el más urgente, el más insaciable buscaba cauces de salida, pero no podíamos ponernos de acuerdo. Yo seguía insistiendo en que no quería coger más con Heriberto. Ya nos íbamos pero antes de subir al carro me dijo: Mira lo que está allá y señalaba al cofre. Como soy muy curiosa me agacho para revisar debajo del coche para ver que hay y paro las nalgas. De pronto siento una nalgada puesta ahí con toda la mano y toda la fuerza de un hombre joven, sano y robusto. La nalgada me saca de onda y me saca jugo a chorros de calentura, me incorporo para buscar un besito y en lugar de eso me dice: ¡ven acá cabrona! ¿cómo que no quieres coger?, ahora vas a ver.- Uno de mis mayores atractivos son mis tetas; las tengo grandes apezonadas en color rosadito. Cuando me excito se paran las puntitas y se ponen duras, sensibles a los besos, los chupetes y pequeñas mordidas. Pues bien: Me agarró las tetas, las aprieta con presión dolorosa y me arranca ayes de dolor con oleadas de placer. Yo sólo quería un besito para entender que la reconciliación se había dado, pero me jala de los cabellos, con sus manazas; me toma del cuello, me acerca y de un tirón me baja los pantalones hasta las rodillas, arranca mis pantaletas y expone mi panocha; prenda consentida por todo el placer que me regala cada día. La cuido como un tesoro. Siempre está limpia, muy rasuradita, oliendo rico por si tengo la fortuna de que mi novio llegue ahí a lamer, oler o lo que quiera hacer cuando estoy excitada. Su verga babeaba en toda su viril dimensión. Déjenme decirles que la posición de perrito es mi favorita porque me da la sensación de ser dominada, nalgueada, cabalgada. Si coge mis cabellos y los lleva hasta su pecho como la rienda a un animal, me hace venir en sólo diez minutos porque siento que en esa posición le doy a mi amante las mas fuertes sensaciones calientes, las que lo harán derramarse en mis entrañas y bañar mis nalgas con su leche espesa, blanca, resbalosa y ardiente. Por si fuera poco. Volteo y veo al cocinero que nos estaba mirando, después llegaron otros dos. La presencia de extraños me excita más y empiezo a pedir como enajenada. ¡méteme la verga por favor!, ¡por favor Heri, ¡métemela ya,yaaa! Y él me decía. ¡No!, ahora te haré sufrir cabrona, ¿no que no quería coger?, ahora te esperas. Si quieres verga pídemela, ¡pídemela¡ Deya Deya pídeme la verga. Me untaba la punta en las inmediaciones del ano, presionaba un poco intentando entrar por ahí y me pregunta: ¿quieres por el culo?. No mi amor, por ahí no, métemela en la vagina, ¿qué no ves que la necesito?. ¡Entra ya! Por favor. Yo imploraba pidiendo a gritos ser penetrada. Me la pone entre los labios, la siento ahí y trato de empujarme para que entre pero él se retira. Le digo: Heri por favor entra ya, ya mi vida que estoy a punto de correrme, dámela Heri….Heri, lindo, entra en mi vagina pronto, por favor, te lo suplico. De pronto la siento adentro, era tanta mi lubricación e hinchazón vaginal que la tremenda verga de Heriberto entró como mantequilla. La sentí en lo profundo, la gocé como nunca antes. Me empiné más, apoyé mis manos en el coche para parar más el culo y las nalgas favoreciendo el acoplamiento a fondo. Ya no podía pensar, ni hablar ni nada. Abandonada a mi placer, estaba a punto de llegar en forma nunca jamás sentida. Las mujeres sabemos cuándo un orgasmo va a ser fenomenal. Es una sensación de contracciones vaginales preorgásmicas seguidas de oleadas de placer intenso en la espalda, tetas, culo y desde luego en la zona vulvar. Las piernas tiemblan, se doblan por la tensión, la piel se enchina y libera gotas de sudor. Cuando sentí que venía grité como loca: ¡Yaaaaaaaa!, ¡Heri yaaaaa me voy lindo!, ¡me voyyyyy cielo!. Fue una descarga, oleadas de placer en brazos, piernas, espalda, nalgas y de pronto contracciones vaginales; liberación de flujos que corren hacia abajo por las piernas, concentrando sensaciones en el bajo vientre que palpita, chorrea, aprieta, se convulsiona y se queda ahí “una eternidad”. Cuando acabé de venirme sentí de nuevo el entra y sale de la carne en mi cueva y el sube y sube hacia otro orgasmo. Entonces pude hablar: Sigue mi amor, me viene otro, sigue por favor no pares, sigue Heri, sigue y él sudaba y se esforzaba por cogerme como animal pensando ya en su propia corrida. Me decía: Deya que rico es cogerte así, me gustas mucho, no hay nada como tenértelo adentro y venirme adentro de ti. Deya, Deya, ya me voy; me voy a venir linda- Yo dije: nos vamos los dos cariño, ya, dame todo, todo, todo, todiiiiito cariño me voooooooooy y me dejé ir otra vez sin reservas, a grito pelado, mientras los mirones que contemplaban la escena casi se venían de la calentura.
Cuando Heri se corrió volvió a la compostura y me ayudo para que yo recuperara la mía. Si por mi fuera yo hubiera seguido; estaba tan excitada por la presencia de extraños mirando que la verdad no me habría importado estar ahí un rato más. No me importó que nos vieran, que estuviésemos en plena calle que Heriberto me pegara otras cuatro nalgadas y me jaloneara las tetas como si quisiera arrancármelas, no me importó que me insultara, me dijera cabrona, puta y quién sabe cuántas cosas más. Al contrario, cada que me jalaba, me nalgueaba o me insultaba, parece que me decía ¡córrete!, ¡vente otra vez!, cada vez con más fuerza.
Ahora que hemos asimilado la experiencia, alternamos la rudeza con la ternura, la violencia con los arrullos y hemos aprendido a gozar el sexo y el amor hasta los linderos del cielo. Nunca más me volveré a quejar de que mi amado Heri es un mal amante. Todo es cuestión de saber hacer las cosas y hablarlas para irlas tanteando hasta los límites de nuestras potencialidades corporales. O no?

Autores: Deya y Fer.5-XI-03
Datos del Relato
  • Autor: Fernando
  • Código: 5442
  • Fecha: 24-11-2003
  • Categoría: Confesiones
  • Media: 5.59
  • Votos: 39
  • Envios: 5
  • Lecturas: 5398
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
La Naufraga...
invitado-La Naufraga... 28-11-2003 00:00:00

Lo que relatas en este cuento es cierto, por un lado ¡¡¡cuanto mas deseas aquello de lo que te contienes!!! y ademas, siempre es bueno y dejar libre la imaginacion y no quedarse solo entre rosas y tules, cuando un poco de rudeza bien administrada puede hacerte saltar de placer.

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