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Categoría: Confesiones

NALGADAS

"Unos azotitos en las nalgas nos ponen."

 

Venimos de una cena de trabajo, hace mucho calor, nos vamos a duchar. Lalo ya se ha quitado la ropa. No está gordo, tampoco flaco, pero desnudo como le estoy viendo, todo bronceado, menos la parte blanca que cubre la malla, con la polla morcillona, larga y gruesa pero caída, me doy cuenta que me sigue gustando a pesar de los años de vivir juntos.

Me acerco, me apetece darle un azote en el culo , lo hago , ni fuerte ni flojo, una nalgada juguetona. Y ¡ zas! la pija se le levanta y endurece un poco en un acto inconsciente, luego se le baja pero mas consistente. ¡ Le ha puesto el azote!

Miro el espejo del dormitorio. Lalo, mi marido, desnudo. Yo ,todavía con la tanga y el corpiño de aros que me levanta bien altas las tetas, el blanco de las prendas contrastando con mi piel morena. Los aros de plata, el maquillaje con las cejas bien delineadas y las pestañas con el rímel que destacan más la negrura de mis ojos, la boca con los labios glotones rojos, las sandalias con plataforma alta. Estoy buenorra y excitante.

Le vuelvo a dar otro azote, un poco más fuerte, pero sin pasarme. Y ...de nuevo la pija se alegra. Y a mí, me entra un principio de calentura perversa.

- Me parece que usted necesita que le pongan en su sitio- suelto con voz ronca, marcando las palabras, como profesora exigente.- ¡Estese quieto! Y no diga ni una palabra.

He empezado un juego y mi marido lo sigue. Se queda parado, con sonrisa perversa, la verga más dura, a media altura. Me acerco a él, quiero sentir su piel pegada a la mía. Le agarro la polla envolviéndola con todos mis dedos. Tiro muy lento hacia atrás para desencapullarla.

Le lamo la tetilla izquierda, tiene el pezón duro. Se lo muerdo, sé que le gusta sentir ese pequeño dolor cuando mis dientes aprietan. Se endurece mas. Lo noto en la mano que le empuña. Mirándole como una tigresa a su presa, me giro pegada a su cuerpo desnudo hasta llegar a la otra teta. Le vuelvo a morder el pezón. Me doy cuenta que ha cerrado los ojos.

Le vuelvo a dar otro azote, más fuerte, quiero que le duela un poco. Le he soltado la pija. Me escupo en la palma para recuperar el miembro , ahora duro como una piedra. Bien agarrado muevo mi puño adelante y atrás. Le vuelvo a morder la tetilla.

Mi mano libre busca el valle de su culo, el índice lo recorre apretando, me entretengo en el ojete. Otro azote rápido, sonoro.

Yo estoy mojada, me ha calentado el juego, le araño las nalgas. Da un respingo que lo pega más a mí. Le vuelvo a dar otra nalgada.

-¡Túmbate!- le ordeno.

Lo hace , queda en el suelo con la polla tiesa. Me gusta y excita lo que veo. Me mira ansioso. Me quito la tanga, pongo un pie a cada lado de sus caderas y empiezo a bajar flexionando las piernas. Llego hasta que su cipote entra en contacto con mi concha empapada.

Está bien, pero es cansada la postura. Agarro su arma, la coloco en mi puerta y aprovecho para que entre, mientras me apoyo en las rodillas. Estoy tan húmeda que desliza por mi vagina hasta que los labios de mi vulva pegan con la base de su polla. Me gusta estar así, empotrada en mi macho, sintiendo mi feminidad como la funda de un sable, como un guante que acoge la mano y el brazo.

- Estese quieto.- le vuelvo a ordenar. Quiero ser yo la que controla, la que dirige el polvo.

Empiezo a moverme como un péndulo, bien clavada, notando la pija hasta dentro. De pronto me paro, mi marido me mira ansioso, quiere que siga. Yo me suelto el sujetador, me lo quito y dejo mis tetas al aire. Tengo los pezones duros, erectos. Respiro hondo y vuelvo al va y ven.

Me chupo los dedos de ambas manos, la izquierda la llevo a los senos, me pellizco los pezones. La derecha la bajo hasta tocar mi clítoris. Está ansioso de mimos.

Me retuerzo los pezones , me acaricio el clítoris, echada hacia atrás, moviéndome a un lado y a otro , con la pija clavada en lo mas profundo. Mi calentura ha ido creciendo, me toca llegar al orgasmo. Me inclino y agarro las tetillas de mi marido, aprieto, su polla roza ahora la pared delantera de mi vagina. Y empiezo un sube y baja, lento al principio, aumentando la velocidad del pistón a medida que voy subiendo la montaña del placer.

Ahora mi marido culea haciendo que los choques de los pubis sean mas y mas fuertes.

- ¡ Correte cabrón!- le grito, mientras mis movimientos se van volviendo espasmódicos.

Siento una descarga de íntimo flujo y me vengo como una ola rompiendo en las rocas, no paro, sigo y sigo hasta que puedo volver a respirar tranquila.

- Te has corrido tú también, gatita.- dice mi marido mientras me acaricia suavemente los pechos y con dulzura hace que me incline para poder besarme.

- Ha sido muy fuerte. Ese roce final ha hecho que me haya soltado. A vos ¿ te ha gustado?

- Si, aunque ahora tú estas en deuda y aprovechando estos días que estamos solos, alguna vez seré yo el que te mandaré .

Me muevo hasta que sale la verga, todavía dura, me tumbo a su lado, me pasa el brazo por los hombros y me acurruco sobre su pecho. Bajo mi mano, unto mis dedos en los resultados de nuestro polvo, y los chupo. El sabor es fuerte pero me gusta.

-¿ Quieres probar el cocktail de tu leche y la mía? Es muy sabroso ...y muy nuestro.

- Dale, pero prefiero tomarlo de tus labios- y me besa.

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