Viernes 13 de Marzo de 2010. Tarde.
Mi obsesión con mi madre ha ido incrementándose. Cada vez que voy a la cama me la imagino con atuendos sensuales, poses sugerentes, gestos provocativos… Y cada vez que la veo no puedo evitar sentir excitación. Un morbo que lleva mis latidos a un ritmo acelerado.
Pensar en ella constantemente se ha convertido en un deleite, pero también en una tortura. Pensar que es inalcanzable, lejana, imposible… prohibida. Eso me detiene, pero a la vez me motiva.
¿Será por eso, porque es la mujer más prohibida a la que un hombre puede acceder, su propia madre? No lo sé, sin embargo eso no era suficiente para disuadirme. Mis hormonas le estaban dando una paliza a mi cerebro.
Era tarde, mi madre estaba lavando ropa y estaba concentrada en lo suyo. Yo en mi cuarto, tratando de distraerme. Estaba haciendo tarea de matemáticas y física. Mientras estaba pensando en el problema, mi mente empezó a divagar, pensando varias cosas, y de repente volví a imaginármela. Esta vez en topless, usando sólo una tanga negra, tacones y bisutería.
Esa imagen era fantástica. Tímida, pero atrayente. Sus ojos y su cuerpo me invitaba a poseerla. Según dicen, el lenguaje corporal dice más que más que el lenguaje hablado.
Volví en mi después de esa imagen tan agradable. Mi corazón latía rápido y ya no estaba concentrado en mi tarea. Trataba de seguir en ella, pero la imagen de mi madre seguía en mi mente.
Debía hacer algo para distraerme, pero la obsesión era inmensa.
Recordé que ella estaba lavando ropa, así que decidí aprovechar la oportunidad. Siempre pensé en qué clase de lencería usaba ella. Bueno, era hora de averiguarlo.
De manera sigilosa fui a su cuarto asegurándome de que no entrara a la casa e ingresé a él. Empecé a buscar el buró donde guarda su ropa, viendo que estaba en la entrada de la habitación.
Con nerviosismo, pero emocionado, empecé a buscar en su cajón algo que me ayudará a sobrellevar esa obsesión. Buscaba en sus cajones, y sólo encontraba lencería típica de madre, nada que alentara a mi lívido. Pero entonces, en la parte de hasta atrás del cajón encontré la veta de oro. Todo tipo de lencería súper sensual, y entonces tomé unas pantaletas para observarlas bien. Negras, g-string, algo que usaría una mujer muy sensual.
Eran impresionantes; de seda y encajes, sin usar, el g-string muy delgado, diseñado para que las nalgas luzcan como deben hacerlo.
Pude quedarme todo el día admirando esa ropa, pero sabía que mi madre podría entrar y cacharme en la movida. Decidí guardarme esas pantaletas. Ordené todo como estaba y salí del cuarto.
Esa noche usé esas sensuales bragas para mastubarme con ellas, pensando en el mujerón que es mi madre.
Martes 23 de Marzo de 2010. Hora de la comida.
Estábamos en la comida, recién mi madre estaba sirviendo los platos y yo sólo podía pensar en lo mamazota que era. Imaginándola en lencería provocativa con ese par de poderosas piernas que despertaron mi interés en ella.
Si no estuviera comiendo, me la hubiera jalando pensando en esas piernas… pero debía controlarme. Pasó la comida de manera normal, mi padre tovadía no llegaba. Entonces mi madre empezó a cuestionarme sobre mis calificaciones:
- ¡¿Y cómo vas en la escuela?! – Me dijo interesada en mis calificaciones.
Reaccioné un poco sorprendido, no porque fuera mal, al fin y al cabo era buen estudiante. Reaccioné un poco nervioso porque en ese momento estaba fantaseando con ella.
- ¡Esteeee… bien, voy bien! – Dije algo nervioso.
- ¡¿Bien, estás seguro?! – Mary añadió un poco incrédula.
Mi reacción hizo que ella dudara de mis palabras. Vaya, si te están preguntando sobre tus notas y tú contestas de esa manera tan nerviosa y tajante, es obvio que dudes.
Para evitarme broncas, me levanté y fui a mi mochila para sacar mi boleta y se la mostré a mi madre. Su incredulidad pasó a felicidad al ver mis buenas notas:
- ¡Will, estas son buenas calificaciones, felicidades! – Me dijo muy orgullosa.
- ¡Gracias mamá! – Respondí algo apenado.
Y es que realmente seguía nervioso porque tenía en mente a mi madre en cuatro siendo penetrada por mi verga:
- ¡Esto se merece un regalo. Dime, ¿qué quieres?! – Me dijo de manera muy alegre.
¿Que qué quiero? De ser sincero, que en ese momento que se desnudara muy sensualmente, me bailara restregándome su suculenta carnosidad y termináramos cogiendo sin descanso alguno. Pero obviamente no podía pedir eso:
- ¡Realmente no se me ocurre nada mamá! – Dije un poco decepcionado por la situación.
- ¡Bueno, ya se te ocurrirá algo, pero sí recibirás un abrazo de tu madre! – Recalcó ella de felicidad.
Y es que ella me abrazó con todas sus fuerzas feliz por mis notas. Ese movimiento me tomó por sorpresa. Casi no podía disimular mi erección. Es lo más cerca que estaba de rozar mi cuerpo con el de ella. Y entonces decidí aprovechar este momento. Decidí aprovecharlo para de manera muy sutil toquetearla.
De reojo empecé a verle el culo, que estaba rebozante ante mis ojos. Mi corazón empezó a latir rápidamente. Estaba emocionado por tan increíble oportunidad. Lo más cercano a gozar de ese cuerpo prohibido.
Lentamente bajé mi mano izquierda hasta su cadera, y con mis dedos empecé a rozarla sútilmente. Era una jugada muy audaz y riesgosa. Pero no me importó. Mis dedos estaban rozando ese culo de proporciones pornnográficas perteneciente a mi madre. Mi erección empezó a descontrolarse a tal grado que tuve que hacer a un lado mi cadera para que mi madre no se diera cuenta mientras seguía explorándola con las yemas de mis dedos.
Sin embargo, creo que ella se dio cuenta de lo que estaba haciendo ya que sentí como detuvo su abrazo efusivo.
Ella me separó de manera amable pero tajante y me observó nerviosa y con preocupación:
- ¡¿Estás bien Will? – Me dijo un poco preocupada.
- ¡¿Bien, claro que sí?! – Respondí con una sonrisa - ¡¿Por qué?! – Añadí con incredulidad fingida.
- ¡Es que… Sentí algo contigo. ¿Estás seguro?! – Me dijo preocupada y algo apenada.
Yo sabía que ella había sentido mi erección, no lo podía evitar y ella se dio cuenta de ello, así como no pude evitar verle el escote de su blusa que hizo que mi erección se pusiera a mil. Ella se dio cuenta y me soltó la bomba:
- ¡Sé que estás en una edad en donde tienes dudas e inquietudes, pero soy tu madre. No puedes verme así. Si tienes dudas con gusto te las respondo, pero tienes que confiar en mí primero. ¿OK?! – Me dijo nerviosa y algo molesta.
Se había dado cuenta de que tenía una erección por su culpa. Pero lejos de intimidarme o incomodarme, decidí seguirle el juego:
- ¡Sí mamá, no te preocupes, estaba pensando en otra cosa. No te preocupes! – Le dije fingiendo nerviosismo y pena.
- ¡OK. Sabes que te quiero y que estoy para ti en todo lo que necesites. Sólo quiero que tengas las herramientas necesarias para que no cometas errores! – Me dijo algo calmada pero preocupada por mi actitud.
- ¡Si, no te preocupes! – Añadí.
Mi madre se limitó a sonreírme de manera amable, se sentó y siguió comiendo. Yo hice lo mismo, aparentando como si no hubiera pasado nada. Sin embargo, pasó. Y es que el hecho de que mi madre se percatada de mis deseos sexuales hacia ella hacían que esta fantasía se elevara a otro nivel. Ya no solamente era yo el que estaba consciente de ello. Ahora mi madre también lo sabía… y eso era aún más excitante.
Sábado 18 de Abril de 2010. Medio día.
Mi madre estuvo todo el día limpiando la casa, mientras mi padre estaba arreglando su carro. Yo no podía dejar de pensar en ella, pero tampoco me la podía pasar todo el día jalándomela en fantasías. Así que también estuve limpiando mis cosas. Ese día pudo ser normal, hasta que mi madre me dio un aviso:
- ¡Will, me voy a meter a bañar. Si me buscan por teléfono les dices que me hablen más al rato! – Me dijo gritándome desde el baño.
Y entonces mi corazón se desbocó. Una oportunidad para darle forma a mis fantasías. Hasta ahora lo único que tenía de mi madre en mi mente eran sus piernas, pero verla desnuda me ayudaría mucho para saciar mi sed sexual.
Y entonces decidí avanzar un paso más. Espiarla mientras se duchaba. Espere unos minutos y me aseguré que mi padre estuviese ocupado. Tomé aire y como un ninja entré al cuarto de mis padres y me dirigí a la puerta del baño. Escuchaba como caía el agua y era sacudida por los movimientos de mi madre, a la vez que ella tarareaba una canción romántica.
Tragué saliva y lentamente abrí la puerta del baño dejándola emparejada detrás de mi para salir rápido por cualquier situación. Me oculté detrás de una saliente de la pared y decidí ver de reojo y por fin las puertas del Nirvana se me abrieron, mi madre totalmente desnuda.
A unos cuantos metros de mí estaba la mujer prohibida dueña de mis chaquetas. Decidí arriesgarme y observar más a detalle tan hermoso panorama.
Ella se duchaba en una regadera con puertas traslúcidas, de espaldas a mí, pero por fin podía admirar ese cuerpo desnudo, con siluetas de bronceado en sus pechos y nalgas, lo que la hacían verse más natural y apetecible.
Un cuerpo que a pesar de su madurez estaba como quería. Una mujer madura lista para cogerse sin descanso alguno. Ella no se había dado cuenta de mi presencia disfrutando de su relajante baño que se había ganado.
Y entonces para mi sorpresa se agachó para lavarse sus piernas alzando ese culo apetecible que se cargaba.
Y no pude evitarlo. Ante tal escena lentamente bajé mi cierre y empecé a masturbarme ante el cuerpo desnudo de mi madre.
Era un sueño hecho realidad. Tanto tiempo pensando en él y por fin podía verlo. La escena superaba cualquiera de mis expectativas.
Yo me la jalaba, observándola detenidamente mientras ella se acariciaba dejando que el agua escurriera por toda su humanidad. Cada gota de agua recorría su curvatura madura y femenina. Cada hebra de cabello mojado la hacían verse mejor, pero a pesar de toda la escena, aún no podía verla al 100%.
Y entonces sucedió, mis peticiones fueron escuchadas. Mi madre se dio vuelta mostrándome toda su humanidad en su máxima expresión.
Por fin podía verla desnuda, por fin mis fantasías tendrían una forma definida y no una invención mía. Ahí estaba mi sabrosa madre totalmente encuerada ante mis ojos. Senos copa C, algo caídos por la edad, pero muy apetecibles, con pezones de color bronce de tamaño ideal.
¡Quería hacerme una rusa con esas tetas maternas! Su sobrepeso la hacían verse muy deseable. No sé, era más excitante que las modelos plásticas del internet o del porno.
Su sexo adornado por vello púbico negro, recortado para darle forma y que lejos de ser matapasiones despertaban y endurecían más mi verga. Y sus muslos rodeando esa vagina, esos muslos que dispararon todo.
Ella no se había dado cuenta de mi presencia, pensé que sí porque se había volteado, pero no. Mis jalones empezaron a incrementarse mientras mi madre seguía bañándose. Yo me enfocaba en esas tetas y en esa vagina coronada por ese vello, pensando en infinitas posibilidades.
Mi masturbación fue tan intensa que no pude contenerme, viniéndome en el piso del baño de mis padres mientras contemplaba tan hermoso escenario.
Estuve un poco agitado, pero mi satisfacción no pudo ser ya que escuché un ruido abajo. Era mi padre que había entrado a la casa. Medio limpié el semén del suelo y salí rápidamente cerrando con cuidado la puerta detrás de mí.
No sé si mi madre se dio cuenta o no, pero finalmente había logrado un avance. Por fin la había visto desnuda. Estaba extasiado. Mis fantasías tendrían forma y fondo.
Pensé que mi deseo quedaría hasta ahí y que las oportunidades ya no serían mejores… pobre ingenuo. No tenía idea de lo que nos esperaba a ambos.
Sigo vivo. Sólo que he tenido bastante trabajo. Ya está la cuarta parte para que la lean y comenten. Gracias por estar al pendiente.