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Habíamos acordado con mi esposo que iríamos al antro con dos de sus compañeros, pero claro, ellos llevarían a sus parejas. Solo uno es casado, el otro cambia de novia constantemente. Por cuestión de discreción a uno lo llamaré Omar, al otro Julián. Aclaro, Omar es el que está casado, Julián es el soltero.
Para ese sábado, mi esposo me pidió que me llevara puesta una minifalda que me queda a medio muslo, con pantimedias de color natural, sin ropa interior y una blusa de tirantes, procurando tampoco llevar sostén, sólo que para entrar al antro, me pusiera mi chaqueta de piel y no ser tan evidente, para lo cual estuve muy de acuerdo. Y no es que sea muy linda, pero cuando me arreglo, no hay caballero que no me vea cuando paso a su lado.
De los dos amigos de mi esposo, Omar que es el casado, su esposa es una señora como de 40 años de edad y ya tiene dos hijos que no son de él, y la verdad, él, cada vez que tiene oportunidad y me ve sola, no deja de piropearme, siento que le gusto.
Acordamos pasar por ellos a la altura del metro universidad a eso de las 8 de la noche y sí, justamente cuando llegamos al punto acordado, estaban ya listos, solo que estaban solos, nadie había llevado pareja y bueno, la excusa clásica, no quisieron venir conmigo, así es que mejor para nosotros, vamos a divertirnos de lo lindo.
Llegamos al antro y en seguida, quien nos atendió nos ofreció una mesa, pero estaba hasta el fondo del lugar, ya no había ninguna cerca de la pista, de tal forma que no nos quedó de otra que ubicarnos en ese sitio. Detrás de mi estaba mi esposo, pero me di cuenta de reojo que Omar no me quitaba la vista de las piernas, sé que le gusta mucho verme las piernas. Pasaba el tiempo y como era lógico, el calor se sentía bastante pesado y tuve la necesidad de quitarme la chaqueta, solo que al hacerlo, sentí los pezones muy erectos. Creo que se me veían muy claramente.
Al ver la necesidad que tenía Omar de estarme viendo, procuraba acercarme un poco a él o bien, cada vez que pasaba a su lado, le acercaba mi cuerpo, tratando de ser muy responsable, puesto que a mi esposo, a veces le encabronan algunas actitudes mías.
Por momentos sentía que Omar acercaba mucho sus manos por debajo de la mesa con la única intención de poder rozarme los muslos, y cuando lo entendí, le seguí el juego. Para que mi esposo no se diera cuenta de este juego que había comenzado con su amigo, trataba de abrazarlo y acercarme demasiado a él, y claro, mi esposo se sentía confiado y seguro de mi.
Después de algunas copas, me dieron ganas de ir a bailar y en algunas ocasiones mi esposo estaba de acuerdo, pero cada vez que él no quería, sus amables y dispuestos amiguitos, no dudaban en invitarme a hacerlo; de hecho, el primero en sacarme a bailar fue Omar, y mi esposo estuvo de acuerdo. Justo en uno de esos bailes se me acercó mucho al oído para decirme que estaba preciosa, que esa blusa me quedaba divina y que el hecho de haberme rozado tantas veces las piernas ya lo tenían bastante excitado. Que hiciera lo posible por estar más cerca de él que de mi esposo, jajajaja.
Cuando regresábamos a nuestro lugar, me tuve que detener porque una pareja no nos permitía el paso, algo habían tirado y justo en ese momento se pusieron frente a nosotros. Por la inercia, Omar se pega detrás de mi y de manera premeditada mete su mano por debajo de mi falda hasta agarrarme las nalgas, me dice, se discreta, no hagas nada, si no tu marido se va a dar cuenta y se va a encabronar contigo y conmigo.
La verdad es que con las copas, el ambiente, el calor y esas manoseadas ya estaba yo también, bien calientita. No dije nada, al contrario, cada vez que podía me acercaba tanto a él que mi esposo se comenzó a dar color.
Fue al baño mi esposo y me dice Omar, quieres que se duerma un rato? Y nosotros nos podemos divertir, le dije, pero no inventes, no va a querer irse y dejarme sola. Me dice, no te preocupes, espérame un segundo. Se fue y me quedé sola con Julián. En seguida llegó mi esposo y seguimos bebiendo. Cuando llegó Omar me dijo, distrae un segundo a tu esposo; entonces lo saque a bailar y de regreso, seguimos tomando. No habían pasado ni 30 minutos y me dice mi marido, sabes que? Me duele tremendamente la cabeza, yo creo que mejor nos vamos.
Salimos del antro y Julián se ofreció a pagar la cuenta. Cuando pedimos al Valet parking el coche, Omar fue quien se ofreció a manejar, pues mi esposo estaba completamente noqueado. Subimos al coche, pero no fuimos a casa, tomó en dirección a Tlalpan y ya estando en la calzada se metió al primer hotel que encontró. Yo ya entendía cuál era la situación y la verdad es que me deje llevar.
Pagó un cuarto y Omar recibió la llave, me tomó de la mano, me llevó hasta la habitación y Julián me tomó de la otra. Entramos, Julián prendió la tela y Omar me recostó en la cama, me quitó las zapatillas y me abrió de piernas. Solo me levantó la falda y sin quitarme las pantimedias me lamió la panocha, estaba ya muy mojada. Cuando me di cuenta, Julián estaba frente a mí con su verga bien parada y pelada, sin pensarlo mucho, la tomé con mi mano y me la llevé a la boca. La tenía bien babosa, pero bien sabrosa, su líquido pre seminal sabía rico.
Después de unos momentos, me levante, me quite la ropa, Omar me puso en cuatro patas y me dejó su verga dentro de mí de una sola estocada, mientras tanto yo seguía mamándole la verga a Julián. Cambiaron de posición ellos, yo me quedé igual. Cuando se la mamé a Omar se vino en mi boca e hizo que me tragara todo su semen. Julián se vino dentro de mi el muy cabrón.
Nos cambiamos y nos fuimos. Nos llevaron a casa y me ayudaron a cargar a mi esposo. La velada estuvo deliciosa y acordamos que se volvería a dar, solo que ahora son ellos quienes van a decidirlo, yo como su puta estaré a su disposición. El cornudo de mi esposo sigue pensando en que le dieron bebida adulterada y que mejor iríamos a otro antro.
Besos.
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