Catalina
Por Marcos Urbina
Allí estaba yo, sentada con mi buen mozo esposo negro cenando en un restaurante italiano en el centro de Barquisimeto. Estaba oyendo su propuesta para la Comisión de Planeación para el nuevo proyecto de la ciudad de los Crepúsculos.
Después de tres años de matrimonio María se había vuelto mas exquisita y ahora era muy bonita. Cuando usaba lentes, la montura hacía que luciera mas inteligente. Varias veces le pedí Marcos que vigilara su dieta y fuera a un gimnasio.
Si no hubiera sido porque tuvo que regresar a la universidad para estudiar una maestría, creo que nunca hubiera disfrutado de ese gimnasio de la universidad. La presión de tener ya treinta y nueve años, y estar rodeado siempre de bonitas mujeres estudiantes, lo hacía consciente de esta necesidad.
Había una dama alta vestida de rojo, al otro lado, sentada en el bar, la cual me excitaba mucho y me llamaba la atención. Dicho bar tenía con un mostrador de madera de brillo oscuro y metal rechinante bien cuidado. En el momento que me miró, me vinieron a la mente pequeños pensamientos sucios que daban vueltas alrededor de mi cabeza. Estaba bien en forma; de cuerpo delgado, piel pálida y un maravilloso pelo marrón. Parecía tener mas de veinte años y lucía un vestido rojo con medias negras. Sus largas piernas hacían círculos alrededor de la barra de madera en donde se apoyan los pies llamando la atención como la cinta de colores en un caramelo, y lo hacía a propósito. Sus ojos me miraron en cierta forma salvaje y cuando se sirvió su trago, comencé a mojarme entre las piernas. Es difícil saber si esto fue ocasionado por la pantimedia que yo usaba o si fue por mis pensamientos sucios. Me acomodé en mi asiento, sin cruzar las piernas y así ajustar la pantaleta un poquito porque lo que en un principio fue humedad ya había mojado todo y el agua bajaba por entre mis piernas.
Fue cuando la vi ponerse de pie en el bar en donde estaba sentada y luego caminar en mi dirección. Seductivamente me sonrió cuando pasó por nuestra mesa hacia los baños de damas. Miró hacia atrás como invitándome a seguirla a través del congestionado lugar. No tardó mucho tiempo cuando ya le estaba diciendo a mi marido que tenía que ir al baño de damas: caminé siguiendo la misma dirección. Sólo quería saludarla o decirle la forma como podía comunicarse conmigo. No esperaba nada mas.
Cuando entré al baño las luces estaban apagadas así que lo primero que hice fue preguntar si había alguien allí. Fue el momento en que una mano me agarró por el brazo y me jaló hacia la oscuridad. Quien haya sido me hizo girar con fuerza para dar la vuelta, colocando su mano alrededor de mi estómago y sosteniéndome por la espalda contra ella mientras me tapaba la boca con la mano. Tomé bastante aire para gritar pero la mano me tapó la boca antes de que pudiera hacer cualquier cosa.
Luego sentí el aire tibio y el roce de la piel en el lado derecho de la cara cuando oi una voz: - Te lo voy a hacer en uno de los baños que están allí. Un perfume de los mas finos flotaba en el aire, la mano en mi boca ya no apretaba tanto, mas bien suave, y pude sentir sus pequeños pero firmes senos presionando contra mi espalda. Le hice señas moviendo la cabeza hacia arriba y hacia abajo.
Retrocedió dando marcha hacia atrás hasta que entramos en un baño. Su brazo alrededor de mi estómago ya había bajado hasta el medio de mis piernas. Su mano me levantó la falda en forma violenta y agresiva. La que me tapaba la boca se movió hacia mi seno izquierdo apretándolo lascivamente. Tan pronto como entramos al baño las luces se encendieron y pudimos oir a otras mujeres entrar. No perdió tiempo: doblándome hacia delante, para hacerme inclinar me hizo abrazar los fríos tubos del inodoro. Creo que no quería que la mirara porque cuando volteaba hacia atrás me jalaba el cabello y torcía mi cabeza de nuevo hacia delante. Entonces se dobló detrás de mi, levantándome la falda roja y negra por encima de mi trasero. Sentí su boca presionando contra la pantimedia y sus dientes se quedaron allí. Oi un sonido cuando la pantimedia se rompió rápidamente y me di cuenta que le había hecho un hueco. Sus manos buscaron el hueco y agarró la pantimedia para, con un movimiento muy rápido, romperla y abrirla completamente. Se oyó el eco de un sonido en el baño cuando se razgó. Luego me rompió mas la pantaleta y sentí cuando me golpeó al soltarse la goma alrededor de mis muslos. Luego sentí su lengua hundirse en mi cuca con fervor y desesperación. Los labios estaban concentrados en darme placer y con las manos me masajeaba los senos. Sin darme cuenta yo me estaba mordiendo el brazo para evitar gritar gozando de placer. Incliné la cabeza hacia el inodoro y levanté el trasero un poco mas para que ella pudiera tener el mejor acceso a mi culo. Mis caderas rotaban de gusto sin poder controlarme y luego los dientes apretaron mas el brazo hasta que sentí el sabor a sangre.
Inclinarme fue algo bueno porque me permitió ver entre mis piernas. Fue así que miré sus manos acariciandose la cuca arrodillada mientras me daba placer desde atrás. Su vestido rojo estaba levantado sobre las caderas y también las medias hasta arriba. Ella tenía unos dedos que brillaban mientras se movían en círculos sobre mi cuca bien razurada. Ya el orgasmo me invadía y me daba vergüenza porque lo mas seguro era que la bañara con el chorro de ballena que le iba a disparar. Ya se lo iba a decir, pero en ese momento entraron otras personas al baño. Dios mio, no quería que nadie nos oyera y nos descubriera. Llegué al clímax con tanto ruido y tremendo orgasmo que yo temblaba y sentía que las rodillas se me ponían débiles. Estuve jadeando por lo que pareció mucho tiempo pero ella no se detuvo: siguió con su faena. Entre mis dientes y el brazo que tenía mordido se me escapó un grito y también ella se quejaba de placer en el momento en que la boca cambió de posición y se dirigió hacia arriba sobre mi hueco mojado, obligando a su lengua a entrar y salir desde el fondo de la cuca. Esta acción me llevó hacia el siguiente nivel y pude sentir como se me me venía de nuevo otro orgasmo. Entonces clavó los dedos dentro de mi para abrirme el culo y su lengua comenzar a aventurarse dentro del ano.
Otra vez acabé: impresionada cuando sentí su boca que me tapaba el culo como sello, obligando la saliva entrar al culo como si fuera un enema. Ya tenía todos mis jugos dentro de su boca cuando comenzé a temblar por el palcer en el culo al lograr el orgasmo. Lo que sentía era un gran éxtasis. Allí me encontraba yo, con el cabello hecho un desastre, una teta colgando fuera del brassiere y los jugos que bajaban de entre las piernas. Oi cuando se abrió la puerta de nuestro baño para cerrarse luego con rapidez. Me levanté lentamente, todavía atolondrada por los dos orgasmos que tuve seguidos. Me di vueltas pero ya no estaba. Rapidamente me enderezé y abrí la puerta del inodoro.
Habían cinco mujeres mirandome. Dos de ellas susurraban en voz baja, otras dos miraban detenidamente y otra se quedó parada, como paralizada por completo. Siempre me pregunto:
- ¿Tengo tanta capacidad para adivinar las cosas? Se nota que busco impusivamente los placeres que dan las otras mujeres?
© 2003 M.A. Gill-Branion
End of Story
TRADUCIDO POR MARCOS URBINA
Traduttore_traidore
Catherine
by M.A. Gill-Branion
There I was sitting with my handsome black husband eating dinner in a fancy Italian restaurant in the Gaslamp Quarter of San Diego. I was listening to his Planning Commissions' proposal on the “City of Villages” project. After three years of marriage Grey had become more distinguished. When he wore glasses, a logical frame dr*ped his intelligence. I asked Grey on several occasions through the years to watch his diet and work out. If it was not for him returning to college to finish his Master’s Degree I do not think he would have ever joined the fitness center on campus. I think the pressure of being thirty-nine years old, and frequently surrounded by younger women, made him self-conscious.
The only real excitement for me was the tall lady in red, across the way, sitting at the dark cherry wood and brass trim bar. The moment she looked at me, naughty little thoughts danced around in my head. She was slimly fit, with freckled pale skin and gorgeous red hair. She looked to be in her mid-twenties and wore a sleek red dress with black fishnet stockings. Her long legs circled down around the wooden barstool like the stripe on a candy cane, which really did it for me. Her eyes looked at mine with wild intent as she stirred her drink
I started to get moist between my legs; it was hard to tell if it was caused by the sheer pantyhose I wore or if it came from my dirty thoughts. I squirmed in my seat, uncrossing my legs to adjust my thong a little because what was once moist had became wet and was running down between my thighs.
That is when I saw her stand up from the bar and start walking in my direction. She seductively grinned when passing our table on her way towards the restrooms; she looked back at me invitingly as she elegantly made her way through the busy place. I soon found myself telling my husband I had to go to the ladies room and was off in the same direction. I just wanted to say hello or to give her a way of contacting me. I was not expecting what happened.
When I entered the women's restroom the lights were off. I started to ask if anyone was in there when a hand grabbed my arm and yanked me into the darkness. Whoever it was twisted me around, placing her arm around my stomach, holding my back pressed up against her while placing a hand over my mouth. I drew a deep breath to scream, but her hand was there before I could do anything.
I felt warm air and skin brush the right side of my face as her voice said, "I'm going to do you in one of those stalls over there."
A scent of Shalimar perfume lingered in the air, the hand around my mouth was soft, and I could feel small but firm breasts pressing against my back. I signaled yes by moving my head up and down.
She marched me straight back into the farthest stall. Her arm around my stomach had moved down to between my legs. Her hand pulled up my skirt aggressively. The hand around my mouth moved to my left breast squeezing it lustfully. As soon as we entered the stall the bathroom lights came back on and we could hear other women enter the restroom.
She wasted no time, bending me forward, leaning me over to brace the cold pipes of the toilet. I guess she did not want me to look at her because when I tried to turn my head she would pull my hair and yank my head forward again.
She bent down behind me, lifting my red & black Catholic plaid skirt over my bottom. I felt her mouth press against my hose where I was tingling and her teeth nibbled there. I heard a snapping sound while feeling my hose rip and I quickly realized she had made a hole. Her hands found their way to the hole, where she gripped the hose and in one swift motion, tore the hose wide open. When she ripped them it echoed in the restroom.
She tore my thong off me and I felt it pinch me as it snapped off around my thigh. I felt her tongue plunge into me feverishly. Her pace was as a humming bird’s sonnet and her lips paid special attention to my pleasure while her hands fondled my breasts. I found myself biting my arm to stop from moaning aloud in ecstasy. I bent my head down towards the toilet moving my rear up more to give her better access. My hips gyrated; I just could not help myself. My teeth bit into my arm more as I began to taste blood.
Bending over allowed me to see between my legs so I watched her hand play with herself as she knelt on her knees tasting my pleasure from behind. Her red dress was hoisted up over her hips and her stockings were thigh high. Her glistening fingers moved in a circular motion over her shaven vagina. My orgasm was swelling up in me with my embarrassment because I was a squirter who was about to soak her with a whale of a gush. I started to tell her, but I could hear others in the restroom. God, I did not want anyone to hear us.
I climaxed so hard that I trembled and my knees got weak. I gushed for what seemed a long time, but she continued to work through it. A moan seeped out from between my teeth and my arm. I heard her moan in pleasure as she moved her mouth up above my wet spot to ream me, forcing her tongue in and out of my bottom. This action took me to the next level and I could feel myself about to orgasm again. She plunged fingers inside of me as her tongue continued its anal venture. I came again; shocked to feel her mouth create a seal with my bottom, forcing fluid like an enema into it. She had caught all of my juices in her mouth when I squirted, saving it for my bottom when I climaxed again. The feeling was pure ecstasy.
There I was with my hair a mess, a breast hanging out of my bra, and juices trickling down. I heard our stall door open and close quickly. I stood up slowly, still woozy from two orgasms in a row. I turned around, but she was gone. I quickly straightened myself out while opening the door to the stall. There were five women looking at me. A couple whispered, a couple stared, and one stood frozen. I kept wondering, "Am I so predictable? Is it so obvious I seek the impulsive pleasures of women?"
© 2003 M.A. Gill-Branion
End of Story
La verdad es que me ha parecido estimulante, hasta me he mojado al leerlo, serán las ganas de que algo así me pasé. Te felicito.