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¡Pervirtiendo a Silvia…El inicio!
El viernes por la mañana. Silvia acudió a la cita con Andrés, él la cito en el centro de la ciudad para comprarle las prendas que debería usar esa misma noche para encontrarse con su amigo. Por la tarde cuando volví del trabajo, me di cuenta que todo cuanto había hecho al vestirla para su amante…
No tenía la más mínima comparación con la forma que de ese día en adelante seria vestida para satisfacer al exigente amigo de Andrés. ¡Quien desde el primer encuentro! Dejo muy en claro lo que deseaba hacer de mi joven esposa.
Silvia estaba sentada en el sofá. Se veía preocupada y nerviosa, le di un beso en la mejilla y le pregunte si había salido a la cita con Andrés.
Silvia bajo la mirada y con palabras entrecortadas respondió.
__ Si… fui a la hora que me pidió. ¡Solo que estoy muy nerviosa… y… tengo miedo!
__No. Solo que… creo que los gustos de ese hombre… pueden ser muy morbosos. Tengo miedo de aprender cosas que después… ¡ya no quiera dejar de hacerlas! Pero… si me lo permites… iré a cambiarme, me pondré las ropas que tengo que llevar esta noche y entonces quizá puedas compartir mis temores y darme algún consejo.
Ella se levanto y dirigió sus pasos a la recamara. Yo encendí el televisor y la espere pacientemente, lo único que podía imaginar… ¡era que Andrés le hubiera comprado algún vestido muy sexy! Sin embargo al verla regresar… ¡comprendí cual era el temor de Silvia!
Los minutos pasaban lentamente. Sentí deseos de ir a ver que sucedía en la recamara, pero me contuve y logre esperar su regreso. Cuando la puerta de la recamara se abrió… me levante del sofá como impulsado por un resorte, sentí una corriente eléctrica recorrer todo mi cuerpo.
Silvia estaba vestida de una forma muy provocadora. El solo mirarla resultaba un afrodisiaco natural, de inmediato mi verga se puso dura, enmudecí por la sorpresa, ella camino lentamente, detuvo sus pasos estando a escaso un metro de mí, esbozó una sensual sonrisa antes de preguntarme con palabras cargadas de sensualidad.
__ ¿Te gusta cómo me veo? ¡Justo a esto tengo miedo! A sentir placer por vestirme de esta forma y no querer dejar de hacerlo, pero no es solo eso… ¡también siento temor por algo que Andrés me dijo de Pablo su amigo! El… parece tener gustos sexuales muy especiales… diferentes a todo cuanto he experimentado con Andrés.
__Yo… deseo hacerlo. ¡Entregarme por completo a esa nueva experiencia! Solo quiero pedirte que… si me gusta lo que aprenderé a partir de esta noche… ¡no me prohíbas seguir adelante! ¿Puedes prometerlo? ¡Además… recuerda mi propuesta! ¡Puedes buscar quien quiera cogerme estando tú presente! ¡Solo inténtalo! Si después de hacerlo no te gusta… ¡no volveremos a hacerlo! ¡Es justo que tú recibas algo a cambio de darme tu consentimiento para coger con otros hombres!
Silvia termino de hablar. Sin embargo aún tarde varios minutos antes de reaccionar y darle mi respuesta, no pude evitar recorrer su cuerpo y acariciarlo con la mirada de forma morbosa, ¡quizá no deba decirlo! ¡Pero de verdad… daba la impresión de estar frente a una diosa de la lujuria!
Tenía puestas unas zapatillas negras, con un gran tacón de plataforma, unas medias negras de red las cuales le llegaban justo a la mitad de sus muslos, las medias estaban sujetas por un porta ligas negro de finísimos y sensuales encajes. Curiosamente… no llevaba una tanga sexy, esta ocasión tenía puestas unas pantaletas negras, de una tela muy ligera, quizá satén o seda, en ese momento no pude distinguirlo. Las pantaletas eran ligeramente grandes. Es decir… cubrían completamente sus vellos púbicos y sus nalgas.
Sin embargo no dejaban de ser sexys. El sostén de la misma tela y color que las pantaletas, de media copa, las cuales apenas cubrían los pezones, dejando al descubierto la mitad de sus aureolas color canela. Llevaba el cabello suelto, las uñas pintadas con color rojo al igual que sus sensuales labios.
Cuando logre salir del impacto visual. La cuestione sobre lo que llevaría sobre esas prendas sexys, su respuesta fue la que menos me esperaba.
Silvia caminó hacia la cocina. Resulta sorprendente como camina con tanta seguridad llevando esas zapatillas altas, hasta ese momento me di cuenta que la tela de las pantaletas se ajustaba muy bien a su cuerpo, marcando llamativamente los contornos de sus nalgas y de su monte de Venus.
De igual forma… el sostén daba la impresión de estar adherido a sus pequeñas tetas, sus pezones se marcaban con claridad, daba la impresión que deseaban escapar de la presión de la tela.
__ ¡Ningún vestido cubrirá mi cuerpo! ¡Tengo que ir así como me ves ahora! Bueno… en realidad… si llevare una prenda más… si me permites… volveré a la recamara y me pondré esa prenda.
Solo logre mover mi cabeza afirmativamente, confieso que aun siendo ella mi esposa… me tenía como hipnotizado por su apariencia, me sentía torpe y bueno… ¡también me comportaba con torpeza!
No pasó mucho tiempo para verla volver a la sala. Las sorpresas continuaban, ahora se había puesto una camisa blanca a rayas, la llevaba sujeta a su cuerpo con un cinturón de alguno de sus vestidos. Los botones estaban separados milimétricamente.
Sin embargo… cuando caminaba… la separación entre botón y botón, era tanta que se podían ver con claridad las prendas de lencería.
__ ¡Es de Andrés! Me la dio para ponérmela. Sin embargo me dejo muy en claro que… ¡Pablo me pedirá quitármela cuando esté a su lado! Y yo tendré que obedecerlo en todo. La cita es a las 9 de la noche en el parque Juárez. Al parecer estaremos solo unas horas en algún motel y después me llevará de regreso a donde yo le diga.
Silvia sonrió con picardía y como respuesta… se despojo rápidamente de la camisa y me sugirió hacerle las fotos solo con la lencería, rápidamente fui por mi cámara y tome varias fotos. Al terminar volvió a ponerse la camisa y salimos de casa para cumplir con la cita.
La noche comenzaba a caer. Silvia caminaba tomada de mi brazo, no sé quién de los dos estaba más nervioso… ella o yo. Ella por sentir las miradas descaradas y morbosas de los hombres o yo por saber que esa noche Silvia daría un paso adelante por el camino de la perversión.
Abordamos un taxi de sitio un par de calles lejos de casa. Unos 40 minutos más tarde llegamos al parque Juárez, lugar donde Andrés la entregaría a su amigo Pablo. Deje que Silvia se alejara lentamente por uno de los pasillos del parque, mientras yo me quedé sentado en una banca observándola.
Había algunas parejas sentadas en las bancas, besándose apasionadamente y algunas… siguiendo el andar de Silvia, quizá preguntándose qué hacia una chica sola, caminando por ese lugar que parecía ser solo para parejas disfrutando de caricias y besos, cobijados por la penumbra ante la falta de una iluminación completa.
Repentinamente reconocí a Andrés, caminaba hacia ella, pero estaba acompañado de otro hombre quien supuse era Pablo el amigo. Al estar de frente los mire saludarse con un apretón de manos, charlaron unos cuantos minutos después Andrés se alejo dejando a Silvia sola con Pablo.
Repentinamente y de forma atípica comenzó a llover. Era extraño, no había nubes, el cielo estaba despejado, sin embargo la lluvia arreció en escasos minutos, yo corrí alejándome del parque, buscando algún lugar donde cubrirme, cruce la avenida y entre a un centro comercial.
A lo lejos parecía que el parque había quedado completamente solo. No lograba ver a nadie así que pensé que ellos se habían marchado al motel, la lluvia fue disminuyendo su fuerza, ahora solo caía una ligera llovizna. La gente comenzó a salir del centro comercial, yo aborde un transporte público y fui al centro de la ciudad, fui directo al hotel y pague una habitación.
Esta ocasión las horas pasaron rápidamente. Ya eran las 12 de la noche, la lluvia había concluido; ahora la temperatura había bajado y se sentía un aire fresco. Me recosté en la cama y encendí el televisor, lo único que no lograba apartar de mi mente.
Era la imagen de Silvia. Parecía como si la tuviera ahí frente de mí, vestida solo con la lencería, caminando de forma sensual. Despertando mi deseo sexual, esta ocasión no ocupe mi mente imaginando lo que estaba haciendo en ese momento, solo deseaba mantener fresca su imagen, grabarla para siempre en mi cerebro.
Unos discretos golpecitos en la puerta me hicieron levantarme apresuradamente. Abrí y ahí estaba Silvia. No había bebido licor, al ver su semblante comprendí que había resultado una buena experiencia, se veía alegre y satisfecha, entro y se sentó en el sillón, sin perder el tiempo se despojo de la camisa de Andrés.
__ ¡Solo lo pregunte al administrador! Al parecer ya nos conoce muy bien. ¿Sabes? ¡Estoy muy caliente! Supongo que viste cuando Andrés me dejo con Pablo. Pues justo cuando comenzó la lluvia… ¡algunas parejas se alejaron rápidamente del parque! Nosotros nos quedamos ahí, Pablo me tomo de la mano y caminamos un poco, la camisa estaba tan mojada que se pego a mi cuerpo y se transparento completamente.
— ¿Estás nerviosa?
__Si. ¡No puedo negarlo!
— No tienes porque estarlo Silvia. Ante todo soy un caballero y no hare nada que no desees. Esta ocasión solo quiero conocerte un poco, quiero ver… Hasta donde estas dispuesta a obedecer Incluso… no voy a cogerte, solo lo hare cuando sepa que estas dispuesta a cumplir mis caprichos.
— ¿Sabes? La camisa está muy mojada. ¡Puedes quitártela y caminar solo con lo que llevas debajo! Prácticamente estamos solos en el parque. ¡Demuéstrame que eres una mujer segura de sí misma! Y no una jovencita insegura.
__ Al escucharlo. Mi corazón comenzó a latir con fuerza, no sabía que responder o cómo reaccionar, en realidad no estábamos solos en el parque, algunas parejas se habían quedado y se besaban apasionadamente, quizá aprovechando que había pocas personas.
No me atreví a quitarme la camisa, tampoco a pronunciar una sola palabra, Pablo se detuvo y se paró frente de mí, me tomo de la barbilla y fue claro al decirme.
— ¿No quieres hacerlo? En ese caso… prefiero que aquí quede el asunto, llamare a Andrés y volverás con él.
__ Miré afligida en todas direcciones. Como ya te dije, ¡había algunas parejas ocultas en lugares obscuros! Respiré profundamente y venciendo mis temores… solté los botones de la camisa y me despoje de ella, Pablo la tomó y la puso en su hombro, me tomó de la mano y seguimos caminando.
La lencería estaba empapada. Por mi cuerpo resbalaba el agua de la lluvia, sentía que mis piernas se me doblaban, no sé si las parejas me miraban o simplemente seguían en lo suyo. No tuve valor de mirar hacia donde estaban, solo seguí caminando tomada de su mano y con la mirada agachada.
— ¿Lo ves? ¡No ha sido tan difícil hacerlo! Si alguien esta mirándote. Sin duda se preguntaran como fuiste capaz de hacer algo tan morboso, ¡quizá se pregunten si sus mujeres lo harían! Esta es una de mis prácticas… ¡exhibir a mis mujeres! Mostrarlas en público, por supuesto. Siempre en lugares donde no haya menores de edad y sobre todo, en lugares que ya conozco y de alguna forma estoy seguro que no pasara nada malo.
__ Por momentos tenía la impresión, que caminaba en una nube y que en cualquier momento podía caer. Pablo no dejaba de hablar. ¡Quizá tratando de darme la tranquilidad y la seguridad necesaria para seguir adelante!
Por fin salimos del parque. Ahí ya fue un poco más difícil caminar sin preocupación alguna, algunos autos pasaban rápidamente por la calle, me mortificaba que me vieran caminando semi desnuda. Afortunadamente llegamos a su auto, sin embargo antes de subir abrió la cajuela y extrajo un paraguas, lo abrió y me cubrió para que no siguiera mojándome. Lo que me dijo enseguida… hizo que mi cuerpo fuera presa de un temblor atípico.
No sé si por el frio que ya sentía, o por el miedo a hacer algo tan morboso como lo que me pidió.
— ¡Antes de subir al auto! ¡Despójate de la lencería, te ves hermosa pero ya está empapada!
__ Nuevamente me comporte con inseguridad. Al notarlo se apresuro a decirme.
— ¡Si lo haces rápido… nadie lo notara! Aun sigue lloviendo, todo está de tu lado. Quítate las prendas y sube al auto.
__ Volví a mirar en todas direcciones. La calle estaba vacía así que rápidamente me despoje del sostén, seguí con el liguero, Pablo me pidió le entregara las prendas que ya me había quitado, solté las medias del liguero y rápidamente las baje me quite las zapatillas y se las entregue junto con las medias.
__ Por último… me quite las pantaletas al mismo tiempo que lo hice con el liguero. Entre rápidamente al auto y me acurruque en el asiento trasero. Pablo fue a la cajuela a dejar la lencería mojada igual que mis zapatillas, cuando subió, lo puso en marcha y encendió la calefacción, nos alejamos lentamente por la avenida.
— ¿Te sientes más tranquila?
__ Si.
— ¿Fue tan difícil como parecía?
__ No. ¡Solo que nunca antes había hecho algo semejante! ¡Te pido un poco de comprensión y paciencia! Estoy dispuesta a obedecerte… ¡solo dame un poco de tiempo por favor!
— No te preocupes. ¡Te daré todo el tiempo que necesites! Ahora estoy seguro que eres la chica que tanto he esperado. Has obedecido y me agrada que así sea, iremos a mi casa, no voy a cogerte, solo quiero hacer algo más antes de llevarte de regreso.
— Ahora voy a hacerte algunas preguntas. ¿Qué edad tienes? ¿De verdad eres casada? ¿Hace cuanto tiempo? ¿Cuántos hombres te han cogido? ¿Qué edad tenias cuando te metieron la verga por primera vez?
__ Pablo no perdía de vista la calle, mientras esperaba mis respuestas. El interior del auto ya estaba con un clima agradable, no pude ser tan segura al responder como lo hubiera deseado, mis palabras eran entre cortadas y con cierta timidez.
__ ¡Tengo 20 años cumplidos! Si soy casada desde hace 2 años. Después de mi esposo… me ha cogido Andrés y dos amigos suyos. Yo… tenía 16 años cuando me cogieron la primera vez.
— ¡Interesante situación! 16 años… cuéntame cómo fue. ¿Quién te cogió y donde fue? ¿Te gusto?
__ Fue un amigo de mi papá. Ellos jugaban al beis bol los fines de semana, una tarde yo no quise quedarme con papá, decidí regresar a casa sola, yo… había visto varias veces a los jugadores cuando se ponían el uniforme, ellos prácticamente se desnudaban, solo se dejaban puesta la trusa. En especial me llamaba mucho la atención su amigo de papá, pues siempre le veía con curiosidad el bulto entre sus piernas.
__ Creo que en algún momento el se dio cuenta que yo lo miraba, pues esa tarde se despidió del grupo y se marcho, yo… no sabía que él me estaba esperando a un par de calles, donde yo esperaba el transporte, cuando llegue ahí estaba dentro de su auto.
__ Bajo y me ofreció llevarme a casa. Trate de oponerme… ¡pero termino convenciéndome! Al subir al auto, apenas nos alejamos un poco… él… ¡puso su mano en mi pierna! ¡Sentí miedo y quise protestar! ¡Pero no pude hacerlo, me quede inmóvil y en completo silencio! Entonces él… sin dejar de mirar al frente… bajo la mano y la metió por debajo de mi vestido.
__ Lo levanto hasta dejar descubiertas mis pantaletas. Tomó los elásticos de la prenda y la bajo lentamente. Me hizo levantarme un poco para que pudiera quitármelas, yo seguía sin poder decir nada, fuimos a su casa donde vivía solo, ahí… solo me levanto el vestido… separó mis piernas y me metió su verga.
__ ¡Fue doloroso! En ningún momento se detuvo pese a mis suplicas. ¡No sentí nada placentero! Después de cogerme… me vestí y me llevo a casa, desde ese día no volví a verlo, pues decidí no volver a acompañar a papá al juego.
— ¡Qué pena! Desperdiciar un momento tan delicioso. ¿Tu esposo sabe de ese capítulo de tu vida?
__ No.
— ¡Ya casi llegamos! Te repito… esta ocasión no voy a cogerte, solo hare algo más.
__ Llegamos a una casa en una colonia muy alejada de la ciudad. Muy al sur casi a la salida de Puebla, era un fraccionamiento privado, las casas se veían muy bonitas. Pulso un botón del auto y una puerta eléctrica se abrió en ese momento, ya dentro de la cochera me pidió bajar.
__ Me invito a tomar asiento en la sala, mientras el volvía al auto y regresaba con mis prendas mojadas.
— Voy a ponerlas en la secadora.
Minutos después regreso, traía un pequeño frasco en la mano izquierda y en la derecha una bolsa que parecía de piel, puso ambas cosas sobre una mesa y me pidió ponerme de pie.
— ¿Dime algo? ¿Tu esposo es buena persona?
__ Si. ¡El es un buen esposo y lo amo mucho!
— ¿Sabe que otros hombres te cogen?
__ No.
— ¿A qué se dedica?
__ El es agente de ventas y viaja mucho tiempo.
— Eso explica todo. Ahora… voy a poner una regla sobre la mesa, quiero que hagas un ejercicio, vas a señalarme con el dedo índice el tamaño de la verga de tu esposo y después el tamaño de la verga de Andrés.
__ Sentí un poco de vergüenza, pero fui sincera con Pablo al señalar el tamaño de tu pequeña verga y también el tamaño de la de Andrés.
__ La de mi esposo mide hasta este punto y la de Andrés… hasta este punto.
— Demasiado pequeña la de tu esposo. 8 centímetros. Andrés es sobre saliente. 17 centímetros. Ven, vallamos a otro lugar.
__ Pablo tomo la bolsa, el frasco y me tomo de la mano, pasamos por un estrecho pasillo que nos llevó a un patio trasero de la casa, cruzamos un jardín y al final entramos en una habitación, ahí solo había una cama de las que hay en los consultorios médicos. Una mesa de madera y un mueble donde había un aparato reproductor de música.
__ La cama era muy bajita, así que no me fue difícil subir cuando me pidió hacerlo.
— ¡Sube a la cama y recuéstate boca abajo! ¡Separando las piernas lo más que puedas y tus manos ponlas a los costados! ¡Así está perfecto! Ahora… no te muevas, solo relájate y escucha lo que voy a decirte, cuando te pida una respuesta dámela, de lo contrario… permanece en silencio.
__ Me coloque tal y como me lo pidió. Repentinamente la cama comenzó a subir lentamente después de que Pablo presionó un botón lateral, cuando quede a una altura considerable, volvió a presionar el botón y la cama se detuvo.
— ¿Sabes? Llevo mucho tiempo buscando a una chica como tú. Joven, con ganas de experimentar cosas nuevas, sin problemas, alguien… que esté dispuesta a convertirse en un instrumento de placer.
— Sin prejuicios o pudores. De mentalidad abierta, complaciente en todo.
__ Poco a poco fui relajándome. Escuchando sus palabras, lo escuche alejarse para encender el reproductor de música, se escucharon notas de música instrumental, muy relajante, Pablo no dejaba de hablar, repentinamente sentí un liquido aceitoso caer sobre mi espalda.
__ De inmediato sus manos comenzaron a recorrer mi espalda, untando el líquido en cada centímetro de mi piel, sus manos resbalaban conforme mi piel quedaba cubierta. Podía sentir como resbalaban y bajaban cada vez más. Hasta que llegaron a mis nalgas.
__ Sus dedos resbalaban entre mis nalgas y buscaban afanosamente hurgar en mi ano, por mero instinto yo lo apretaba y él… aumentaba la presión sin dejar de hacerlo hasta que logro que uno de sus dedos entrara completamente.
__ Mi excitación fue aumentando paulatinamente. Cuando toda la parte trasera de mi cuerpo estaba impregnada de aceite, me ayudo a dar la vuelta.
— ¡Ahora darás la vuelta!
__ Ya estando de frente, separé mis piernas y volví a poner mis manos a los costados, ahora el aceite cayó directamente en mis tetas. De ahí comenzó a untar en todas mis partes, primero las tetas, dando ligeros apretones a mis pezones, los cuales rápidamente se pusieron duros.
__ Lentamente fue bajando, hasta que llego a mi sexo. Mis vellos quedaron embadurnados y resbalosos, bajo hasta mis pies dejando al último mi chocho, quizá tratando de aumentar mi excitación.
— ¿Sabes? Voy a hacerte unas preguntas más… ¡no quiero una respuesta apresurada! Quiero que lo pienses muy bien antes de responder, más bien… no quiero una respuesta esta noche. ¿Te gustaría convertirte en un juguete sexual? ¿Estarías dispuesta a ser exhibida cuando se te pida? ¿Estarías dispuesta a participar en una orgia?
__ Mientras Pablo me hacia las preguntas. Su dedo ya estaba entrando en mi chocho, acariciaba mis paredes vaginales y apretaba con suavidad mi clítoris, el cual ya sentía palpitar de deseo; pude responderle en ese momento, pero tenía que obedecerlo y guarde silencio.
__ Todo mi cuerpo estaba impregnado por ese aceite, sus manos resbalaban y me hacia estremecerme de placer. Repentinamente se aparto unos centímetros y ahí… ¡delante de mí! Se desnudo, dejando al descubierto un gran trozo de carne erecta, gorda y con las venas hinchadas, como si estuvieran a punto de reventar. El tamaño de su verga… era por lo menos unos 5 centímetros más larga que la de Andrés, y también… más gorda.
— ¿Te gusta mi verga? ¡Es aún más grande que la de Andrés! Sin embargo… solo vas a probarla cuando estés completamente segura de poder complacerme en todo. Así que voy a darte mi número telefónico y cuando estés segura de todo… ¡vas a llamarme y a decirme que serás mi esclava sexual! ¡Qué aceptaras complacerme en todo cuanto te pida! ¡Qué serás una mujer obediente! ¡Si lo haces… volveremos a vernos! Vendremos a este mismo lugar, te ataré a una cama y vendaré tus ojos. Y antes de cogerte… te hare llegar al clímax y tendrás varios orgasmos sin que hayas tocado mi verga.
— Ahora te vestirás y te llevare de regreso a donde tú me lo pidas.
__ Pablo salió de la habitación y regreso minutos después, traía mis ropas incluida la camisa de Andrés. Me ayudo a bajar y me vestí delante de él. Yo estaba muy caliente, estuve a punto de suplicar que me cogiera, pero no me atreví. Mi cuerpo sigue impregnado por ese aceite, tú puedes comprobarlo ahora.
__ Si.
__ ¡Si es verdad! No te lo dije… ¡porque tenía miedo de molestarte! Y la verdad… no fue nada agradable y no volví a verlo, así que no quiero volver a tocar ese tema, ahora tú eres mi esposo y eso es lo más importante. ¿Sabes? Dejare pasar una semana antes de llamar a Pablo. Así que… ¡hagamos realidad mi propuesta! Busquemos quien me coja delante de ti.
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