Sin ton ni son, nos enojamos con mi esposa, y esa noche no aceptó mis caricias yo marcaba 100, porque ella estuvo merodeando por el dormitorio antes de meterse en la cama, solo lucia un hilo dental negro que dejaba ver sus abundantes bellos púbicos mas dorados que los rayos del sol, por atrás sus duros glúteos rosaditos invitaban a besarlos, pasarles la lengua, como todas las noches lo hacía
Sus senos blancos y firmes sobresalían por las copas del ceñido sostén también de color negro, Alicia sabía que el contraste del negro con su piel blanca me excitaban de sobre manera.
Media hora después se quedo dormida y yo completamente arrecho con la verga extremadamente crecida lubricando la cabeza que esta vez no penetraría la rica y deliciosa cueva de Ali.
Me levante y me dirigí al salón y a oscuras inicie una sesión de masturbación como lo hacía cuando era soltero, solo que esta vez completamente desnudo y recostado sobre la fina alfombra persa, comencé a acariciar todo mi cuerpo notando muy rápidamente que donde pasaba mi mano mi piel se regocijaba sintiendo una deliciosa sensación de placer.
Me acaricie partes que nunca pensé me brindarían placer, no fue así ellas también respondía generosamente a mis caricias y cada momento estaba a punto de tener un orgasmo el que controlaba con el deseo de seguir experimentando el resto de mi cuerpo.
Dos horas después y cuando acariciaba con mi mano izquierda mi virginal ano, un travieso dedo sobrepaso los límites permitidos e ingreso suavemente por ese conducto nunca antes tocado, mientras mi mano derecha acariciaba enérgicamente a Manolito, mi ano respondió violentamente y envió al cerebro una orden en respuesta el cerebro dispuso se produjera el orgasmo más maravilloso de toda mi vida, nunca antes había tenido un placer, tan largo, profundo, abundante, maravilloso arrancándome gritos desesperados de placer que no puede contener.
Lamento por la alfombra quedó impregnada del abundante semen que eyacule, cuyas machas y pese al tiempo transcurrido aún están ahí claro que yo las noto porque se lo que paso.
Desde esa noche las cosas cambiaron para mí y para Alicia, que días después arrepentida pedía la disculpara pidiéndome que le hiciera el amor.
Yo había encontrado la verdadera forma de ser feliz.
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