[Continuaré con la historia a petición de los e-mails recibidos.]
Me he despertado esta mañana junto a él. Es sábado y como tal tenemos el día entero para poder estar juntos. No me puedo creer aún lo que sucedió ayer, sólo sé que estoy abrazada a un hombre musculoso y.. perfecto. Y él sonríe como si hubiese pasado la mejor experiencia de su vida. Necesito una ducha. Quiero que la primera imagen de mi que tenga al despertarse sea una vez que estoy limpia y preparada para él.
Enciendo el agua caliente. Entro en la ducha y comienzo a sentir el agua tibia deslizarse por mi cuerpo. Mi cuerpo reacciona al agua templada como lo hace habitualmente: la piel de los brazos se me pone de gallina, comienzo a tener escalofríos, y mis pezones se endurecen un poco. Ha sido una noche muy especial y un poco de masaje en el cuello no me vendría mal. Levanto mi castaña cabellera como recogiéndome un moño con las manos y dejo que el agua se deslice por mi cuello.
Comienzo a lavarme los genitales. Cada vez que paso mi mano para limpiarme recuerdo las experiencias de la noche anterior y me siento alguien especial, como con más poder, más fuerte de lo que me haya sentido nunca.
De improviso, la cristalera de la cabina de ducha se abre de par en par. Ahí está T. Al parecer me ha sentido al levantarme de la cama y ha estado ahí, entre el vaho, mirándome mientras me duchaba a través del cristal medio ahumado.
Con el susto mi cuerpo se apoya contra la pared de la ducha, alejada de la puerta de cristal, soltando mi cabello mojado que cae ahora sobre mis hombros. Las gotas de agua salpican el exterior del baño con un sonido como el de la lluvia.
T no está completamente desnudo, sino que lleva una toalla amarrada en la cintura. La toalla no puede ocultar su excitación.
-Hola-dice él.
Yo, que poco antes tan poderosa me había sentido no le dejo seguir hablando. Sin tocarle, me asomo de nuevo bajo el chorro de agua que cae verticalmente. Estoy a pocos centímetros de su cuerpo, frente a frente el uno del otro, con el agua sobre mi, y levanto el cuello dejando que el agua salpique mi rostro y siga resbalando sobre mis pechos y mi cintura. Pero ralentizo los movimientos. Me acaricio el cuerpo lentamente: el cuello, los costados, la cintura, el pecho, los brazos. Él sonríe, le gusta, le encanta. Es entonces cuando él entra en la ducha junto a mí. Su cuerpo, unido al mio, es el que acaricio con dulzura ahora. Elevándome de puntillas acerco mi boca a su oreja y le susurro: creo que eres todo para mi. Y le mordisqueo el lóbulo de la oreja.
Desprendiéndose de su ya mojada toalla anuda mis muñecas con ellas mientras me dice: confía en mi, déjate llevar, déjame hacer.
Eleva mis brazos anudados sobre mi cabeza y los engancha sobre el mango de la ducha. Está a la altura perfecta, pues aún puedo apoyar mis pies, cada uno a un lado, en unas jaboneras bajas que tengo en mi cabina de ducha.
T, que sigue con su cuerpo junto al mío, me besa tan apasionadamente como el día anterior. Sus músculos, rociados con agua, brillan bajo la luz de las lámparas y me excita la idea de ser presa de tan maravillosa bestia.
Vuelve a besarme el cuerpo poco a poco, esta vez bajando hacia mi pubis. Nunca he dejado a nadie besarme tan abajo, no creo que deba ser agradable para mi pareja, así que jamás lo he permitido hacer. Le pido que no lo haga, que nunca antes he hecho algo similar. él me mira con sus profundos ojos y repite: confía en mi. Es tu premio por todo lo que me estas dando.
Cuando le he dejado obrar, os aseguro que nunca jamás he sentido algo así. Besándome, acariciándome, sin llegar en ningún momento a penetrarme. Es pura mezcla de ternura y violencia. No reprimo gritar de placer, aunque mi voz la apaga el agua caliente que aún cae sobre nosotros. Le digo: entre en mi, te lo ruego, ven conmigo, mi amor, ven, por favor, por favor, por favor. Vuelve a mirarme a los ojos, y aún atada por las muñecas le rodeo con mis piernas por la cintura y me penetra una y otra vez. Esta vez sin dificultad alguna, al compás, como un solo ser.
Nuestros pezones se acarician en el abrazo y el eyacula en mi. No hay problema en que lo haga. Desde joven tomo la pastilla anticonceptiva. Se lo dije anoche.
Somos realmente felices. Aún nos queda un largo día para compartir.
....se que te ha de molestar leer los mails de personas con muy poca educacion y que te ofenden, pero que eso no te detenga para seguir escribiendo, es la pura envidia la que les corroe y si tu texto es bueno o malo, no es asunto de ese mal educado que te mando el comentario, y si te sigue molestando, dile como decimos en mi pueblo "si no te gusta...pues picatelo"......solo te molestan porque no pueden escribir como tu.....