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Categoría: Confesiones

Mr T y yo (1)

T es un chico muy solitario, aunque quien no lo conoce no entiende el porqué. A sus 23 años mide 180, pesa 75 kilos y es moreno, fuerte, atlético. Desde joven se ha afeitado con cuchilla a diario, pero el bello, endurecido por los años, le hace entrever una pequeña sombra en forma de barba en su rostro. Tiene ojos pequeños, pero de un color verde muy intenso. Por fin había logrado el puesto de profesor que tanto había ansiado en sus años de carrera, porque le proporcionaba un sueldo francamente bueno y tiempo suficiente como para seguir investigando en sus hobbies. Reune todos los requisitos para que cualquier mujer le preste toda su atención.

Pero T no comprende al mundo o, tal vez, el mundo no le comprende a él. Es muy independiente, siempre pensando en sus cosas. Hasta la historia que ahora os voy a relatar hacía años que no encontraba a alguien que le agradase al estar a su lado y, como no encontraba placer en el sexo sin conocer a la otra persona, tras varias experiencias había perdido la fe en encontrar quien le hiciese feliz.

Ayer fui a una de sus clases en el instituto. Le vi frente a mi, tan sabio, tan guapo... me enamoré al instante. He de decir que tengo su misma edad, tan solo asisto a clases porque necesito la información para utilizarla en mi trabajo.

Después de clase acudí a su lado para presentarle mi caso. Su voz es grave, ¿sabeis? Tan profunda que retumbó en mi pecho nada mas oirle, lo que me produjo un escalofrío muy agradable.
Tras hablar con el parecía que ya se iba, había sido todo tan impersonal... Entonces corrí tras él y le pedí alguna recomendación de algún libro. Necesitaba saber algo más sobre aquel hombre que veía ante mí. Me dijo uno, pero yo ya lo había leído. Me dijo otro, pero sucedió lo mismo. ¡Parecía ser, que T y yo teníamos los mismos gustos! Debí intrigarle, porque me citó para tomar un café algo más tarde.
Fue increíble. Parecíamos compenetrados en todo. Era como si el estuviese pensando ya en lo que yo iba a decir y a mi me pasaba lo mismo con él. Esta noche he quedado para cenar con él aquí mismo, en casa.

He decidido llevar ese vestido azul que tiene un escote generoso y es entallado, con lo que realza mi figura. Sandalias de tacón y... ding dong.
Ha venido con una camisa azul que deja entender los anchos hombros que esconde.

-quieres una copa?
-si por favor, pero déjame servirte a ti. Las botellas están en ese mueble de ahí?
-si, voy un momento a mi cuarto, creo que he dejado encendida la luz.
He ido a mi cuarto a respirar hondo. No me lo creo. Estoy con el hombre más maravilloso del mundo! Pero al entrar en mi habitación he visto el horror. Con las prisas de saber qué vestirme tengo todo el cuarto lleno de camisetas, camisas, vestidos... incluso mi ropa interior de color está esparcida por la cama!
Qué horror cuando he sentido unos pasos que se detenían tras de mi.

Me he girado y ahí estaba él, con dos copas en las manos mirando hacia mi habitación pero con una amplia sonrisa en la cara.

-Bueno! Vaya leonera! Que ha pasado, un huracán?
-esto.. lo puedo explicar... hace tiempo que no tengo una cita y... la verdad es que no sabía que vestirme y... bueno... has llegado pronto y...
Mientras seguía sonriendo me dice -Toma, bebe.
Con los nervios he tomado la copa y al beber parte del vino tinto se ha deslizado por mi mejilla.

El pasa su mano por mi mejilla para secar las gotas. Suavemente, muy suavemente...sus manos son grandes, pero tan suaves como una pluma...
Avergonzada he bajado mi cabeza levemente, no podía seguir mirando esos ojos que me llamaban hacia él. Nunca he querido ir muy lejos en la primera cita, además, tenía tan poca experiencia... que iba a pensar de mí.

-Valla valla, -dice el.- Parece que no eres tan segura de ti misma como me demostraste ayer, eh?

Y ha acercado un poco mas su cuerpo hacia mí mientras sigue con su mano en mi mejilla.
Levanto los ojos, y le miro fijamente. Su verde mirada se mezcla con la de mis ojos azules, desafiante, semi entornados, pues nunca nadie me había llamado cobarde antes.

Y sin darme tiempo a reaccionar acerca su boca a la mia y me besa. Primero con la boca cerrada. Se separa una décima de segundo para mirar mi expresión de asombro y lo repite, pero esta vez agarrando mi cuerpo por la espalda con firmeza con su brazo izquierdo mientras desliza su mano derecha por mi mejilla hasta enredarse con mi cabello castaño. Mientras el beso dura va moviendo levemente mi cabeza haciendo que mis labios se entreabran a la misma velocidad que los suyos para que finalmente nuestras lenguas choquen con una sincronización perfecta. Menudo estallido de emociones. Nuestros corazones, al estar acelerándose nos hacían suspirar y tomar aire de manera que parecía que se nos iba la vida en ello.

Nuestras piernas, enredadas como un ovillo de lana comienzan a guiarnos al interior de la habitación. Yo estoy mucho más confiada, le vendería el alma al diablo con tal de con estar esa noche con mi hombre.Él andando hacia delante, yo hacia detrás. Su mano comienza a deslizarse por mi espalda, poco a poco hasta llegar a mi trasero mientras sus labios se ladean para empezar a bajar por mi cuello. Mis piernas tocan el borde de la cama y nos agachamos hacia ella, yo debajo suyo, sintiendo su peso sobre mi frágil cuerpo, y a la vez sin sentirlo, porque parece que ya estoy muerta y estoy levitando al cielo. Sus manos siguen por mi espalda, abrazándome, sintiéndome, y sus labios repasan cada centímetro de mi cuello comenzando a bajar por el escote. Yo, extasiada, estiro mi cuello para dejarle hacer mientras con mi brazo agarro la ropa interior que nos rodea con los puños, con fuerza, para intentar apartarlo, pero con la emoción en lugar de dejarlos a un lado abrazo al hombre que tengo encima con ellas en mis manos. A duras penas consigo respirar de la emoción que siento, con lo que mi pecho sube y baja a velocidades que nunca jamás lo había hecho. A él parece excitarle.

T ese chico tímido antes descrito tampoco se había hallado antes en tal situación. Nunca nadie le había echo sentir como lo estaba haciendo yo. Al verme con mi 170 de estatura, mis largas piernas, mi pecho abundante y mi estilizada figura en clase, se había fijado en mi, pero no fue hasta que estuvimos hablando cuando sintió la extrema necesidad de hacerme suya.

Ahora me está mirando, sonreímos y mis manos se elevan para desabrocharle la camisa mientras él desliza los tirantes de mi vestido. Al ver su fuerte torso frente a mi cara no me reprimo a besarlo. Desde su cuello, con lentitud, como el había echo poco antes conmigo voy bajando por su piel, sin llegar a tocarle los pezones pero rodeando la aureola con mis labios. El continúa con mi vestido de seda, haciéndolo deslizar por mi cuerpo hacia los pies mientras yo me incorporo poco a poco para poder seguir besando su torax y acariciarle con mis manos la espalda. Cuando sus manos vuelven a mi espalda para soltar mi sostén negro, en ese momento es cuando mi lengua alcanza sus pezones y juega con ellos, sintiendo los latidos acelerados de su corazón.

El en vaqueros, yo con tan solo mi braguita estamos unidos y sabemos qué es lo que el otro quiere en cada instante.

Cuando me suelta el sostén que oprimía mis endurecidos pechos me recuesta y a horcajadas sobre mi me mira de arriba abajo. Sus manos se apoyan en mi estrecha figura y van subiendo, lentamente, por mis costados hasta agarrarme el pecho. Esto me produce gran placer, con lo que hecho mi cabeza hacia atrás y encurvo mi espalda dejando mas cerca de el, si cabe, mis senos para que juegue con ellos, tal y como ya está haciendo. Mis manos, que desesperadas me piden actuar se dirigen a los botones de su vaquero y lo desabrochan, permitiéndome ver como su pene, más grande y grueso de lo que jamás había visto se eleva sobre mi ombligo. En un espasmo de goce por su jugueteo con mis pechos el cae sobre la cama a mi lado, lo que me permite quitarle completamente los pantalones y él, con ansia de seguir teniéndome con él me rompe mis humedecidas braguitas.

Ahora somos él y yo. Las dos partes de una misma naranja, en su estado más natural. Sudorosos y húmedos, enloquecidos por el placer de tenernos. Le tengo a mi lado pero antes de que el tome la iniciativa soy yo ahora la que se sienta a horcajadas. Pero no aún sobre su miembro, no. Lo hago sobre sus abdominales. Él siente mi humedad y se sonríe. Sabe que me encanta y veo cómo eso le hace excitarse más. Ahora soy yo la que deslizo mis brazos por su costado y le agarro los suyos deslizándolos hacia la cabecera de la cama. El es mas fuerte que yo y podría evitarlo si quisiera, pero se deja llevar por mi. Mientras guío sus brazos, mi cuerpo, debido a que estoy completamente lubricada ya se desliza por sus abdominales hasta el punto en que su pene erecto se topa con la entrada de mi vagina. Aun no. Sabemos que podemos hacerlo durar.

Jadeantes nuestros cuerpos suben y bajan sin cesar al ritmo de la respiración. Eso hace que nuestras partes se rocen y se intuyan. Me vuelve loca. No puedo más. No puedo más. Le necesito, le quiero conmigo por siempre. Me deslizo un poco más, y al principio con un poco de dolor, por ser su pene mayor y más grueso que ninguno que hubiese sentido antes le dejo entrar en mi. Su cadera y la mía se mueven al compás. Pero la emoción hace que nuestros cuerpos vibren de modo que su pene llega hasta puntos en mi que nadie había descubierto nunca y el los siente también, porque con cada jaleo mío, con cada pequeño grito que se desgarra de mi garganta, se oye un eco de su voz diciéndome que siga, que siga que me ama y que me amará así por el resto de los días de nuestra vida. Me elevo de nuevo a horcajadas sobre él e inclino un poco mi cuerpo hacia atrás. Eso hace que mi clítoris quede más a su vista y él me da placer con sus suaves manos. Entonces, en un grito conjunto, explotamos de pasión. Siento su esencia en mi. Nuestros fluidos se mezclan y salen de mí como lava de volcán
Me recuesto sobre él. Con nuestros cuerpos aún desnudos. Agotados. Pero sabiendo que tras esa experiencia nada ni nadie podrá separarnos ya jamás.
Datos del Relato
  • Autor: Amazona
  • Código: 4168
  • Fecha: 01-09-2003
  • Categoría: Confesiones
  • Media: 6.33
  • Votos: 27
  • Envios: 3
  • Lecturas: 2147
  • Valoración:
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