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-Despierta Flor -Su dulce y autoritaria voz me despierta, sacándome del ensimismamiento profundo del sueño-. Hoy te toca descanso. Ve desperezándote que hasta van a hacerte las tareas de la casa. Te va a gustar la sorpresa. Date una ducha rápida y espera desayunando desnudo.
Me levanto de la cama, alterado por Su despertar, por Su melodiosa voz que me penetra tomando el mando de lo que le pertenece. Abro le grifo de la ducha hasta que el agua caliente empieza a salir. Entro en la bañera y, de pie, noto la humedad que se reparte por todo el cuerpo, desde la cabeza a los pies. Me nito feliz, tranquilo mientras empiezo a enjabonar todo ese cuerpo, levantado espuma por cada centímetro de mi cuerpo, del cuerpo que le pertenece. Enjabono los huevecillos y la pollita, que toma consistencia al notar la suavidad del gel y del agua que la envuelve. Derramo más jabón en las manos, retiro las nalgas y me esmero en dejar limpio y perfumado cada rincón, buscando la entrada del culito e insistiendo para dejarlo preparado, aunque no sé muy bien para qué. A Usted le gusta así y me esmero para dejarlo como le guste tener a Sus propiedades, cuidadas.
Con la toalla, suave, aún perfumada por el suavizante, seco la cabeza, el cuello y el cuerpo, dejándolo un poco húmedo pensando que así el aroma del gel penetrará mejor por los poros.
Me dirijo a la cocina y, después de preparar un café con leche empiezo a beberlo mientras terminan de hacerse las tostadas que cubro con deliciosa mantequilla. Me como las dos, a la vez que termino el café con leche. Me dispongo a recoger cuando vuelvo a oír Su voz.
- No Flor, no recojas. Hoy no te toca a ti hacerlo. Ya te he dicho que hoy vas a tener quien lo haga. Espera sentado.
Vuelvo a sentarme, desconcertado ante los cuidados de mi Ama. La espera se hace larga, aunque solo han pasado unos minutos. Suena el timbre de la puerta. No me atrevo a abrir así, desnudo. Miro alrededor buscando algo que ponerme rápido, pero solo hay unos trapos de cocina. Vuelve a sonar el timbre. Tardo en reaccionar.
- ¿No abres Flor? -me pregunta, dejándome ver Su sonrisa que me envuelve y me toma-. No es bueno hacer esperar a las visitas. Tendremos que corregir eso - me levanto, lleno de vergüenza, desnudo, en el lugar que me corresponde. Cojo el móvil y me dirijo a abrir. Muevo la hoja de madera, situándome detrás, ocultándome. Empiezo a asomar la cabeza.
- Así no Flor. Eres muy descortés. Atiende a la visita como se merece. Y deja de esconderte.
La visita no entra, no dice nada. Abro del todo la puerta y aparezco rebajado ante ¡Laura! Me invade la vergüenza, el ridículo. Pienso en que alguien pueda pasar en ese momento, en el espectáculo que ofrezco, desnudo ante alguien que no conocen. Por suerte no pasa nadie. Me aparto y dejo que Laura entre. Deja caer un tenue saludo. Pasa por delante mío, con la falda dejando ver sus nalgas cubiertas por una bonita braguita granate.
-Bien Laura, ya sabes lo que tienes que hacer. La casa bien limpia. No tienes que tocar nada con las manos. Ponte los guantes y aplícate -deja el bolso en el suelo, al lado de la puerta que ya está cerrada. Sin decir nada, entra en la cocina y empieza a buscar por los armarios los útiles y productos de limpieza-. Ponte un cinturón Flor, coge cuerdas y deja los juguetes cerca - me dirijo a la habitación. Saco un cinturón, las cuerdas y los juguetes -. Espera, coge otro cinturón - ya con todo en las manos, salgo al salón y lo dejo todo en el sofá. Me pongo el cinturón envolviendo la cintura y espero a que me indique si desea algo más -. A cuatro patas. Vamos a ir preparando tu día de descanso. Ponte la ropa que has traído Laura- se desnuda delante mío, aunque solo puedo ver la ropa que se desliza y cae a Sus pies, descalzos. Primero la faldita, apartándola con un pie a un lado. Deja caer también la blusa, sin necesidad, transparente, rosa claro -. Recoge las dos prendas con la boca y déjalas en el sofá, Flor - primero cojo una con los dientes, arrastrando la falda, me apoyo con las manos en el sofá y la dejo como puedo, luego la blusa, resbalando por las baldosas y la dejo al lado de la falda. Cuando vuelvo a los pies de Laura, veo una prenda de gasa, transparente que empieza a subirse por las piernas y que le llega más arriba de las rodillas-. Bien, Laura, presta atención. Ponle a mi Flor el collar, el tapón bien metido - mientras Laura se mueve para buscar lo que le ha pedido mi Ama, continúa dando instrucciones a mi compañera-. Coge las cuerdas y las pinzas - el tapón empiezan a entrar en el culo, presionado por las manos de Laura. Duele un poco, aunque sé que pronto estará cómo acogido dentro. Me coloca el collar rosa, dejando la hebilla detrás -. Las pinzas en los pezones, bien apretadas- me pongo de rodillas para facilitarle en trabajo. Empieza a dar vueltas al tornillo para que la primera presilla empiece a presionar en el pezón hasta que un pequeño gemido sale de mi garganta -. No te quejes tanto Flor, puedes soportarlo mejor - y Laura la presiona un poco más. Hace lo mismo con la otra presilla y deja que la cadenita caiga libre, dando unos ligeros tirones a los pezones -. Ata una cuerda en cada rodilla, dando la vuelta, estira un poco hacia delante y las unes al cinturón - se agacha, noto cómo desliza la primera cuerda por la rodilla, rodeándola y la deja en el suelo. Coge otra cuerda y da también una vuelta a la otra rodilla, se coloca a un lado y da un pequeño tirón que me hace adelantar la pierna unos centímetros y ata la primera cuerda al cinturón. Pasa al otro lado de mi cuerpo y otro tirón coloca la pierna a la altura de la primera, sujetándola también tensa a la tira de piel-. Con otra cuerda, Laura, átala a los hombros, que pase por los omóplatos, pero no por el pecho, solo la quiero por detrás y que dé la vuelta a los hombros, ¿está claro?.
- Sí Señora - le responde sin decir nada más. Vuelve a agacharse con otra cuerda en la mano, envuelve un hombro, pasa la cuerda por detrás y une el otro extremo al hombro opuesto. Noto la tensión de la cuerda en la espalda y en los hombros.
- Creo que esto va a quedar muy bien, jejeje. Ahora, una cuerda a cada codo, las tensas hacia atrás y también al cinturón-. Ya sin levantarse del suelo, estira el cuerpo y llega hasta las cuerdas. Coge una, ata un extremo al codo, con otra hace la misma operación. Desde uno de mis costados, tira de la primera hacia el centro del cuerpo y la une fuerte a la cintura. Desde el otro costado, pasando las piernas por encima de mi cuerpo, sujeta el otro codo al cinturón -. mmmm, Con unas cuerdas cortas, una a cada muñeca y de ahí a cada hombro. Vamos Laura - antes de que pueda darme cuenta la tengo la primera muñeca con una vuelta de cuerda. A los pocos segundos la otra y unidas las dos a la que envuelve los hombros -. ¿Cómo estás Flor?, ¿te sientes cómodo?
- Señora, me siento muy bajo. No creo que pueda moverme, hacer nada.
- De eso se trata, de que no puedas hacer nada. Por eso tienes hoy a Laura contigo. No te preocupes, ella se cuidará de ti. En cuanto a lo de no poderte mover, ya lo veremos - unos instantes después continúa dando instrucciones a Laura -. Sujeta el collar a la cintura también Laura, con la cabeza gacha -. Pasa un extremo por la pequeña argolla del colla, estira de ella y, haciéndome bajar la cabeza, la sujeta al cinturón. Cuando va a incorporarse, mi Ama la interrumpe -. Aún no hemos terminado Laura. Ata los huevecillos de mi Flor, pasa la cuerda por el culito y, bien tensos, sujétalos al cinturón, esta vez por la espalda - desde atrás, entre mis piernas, sin rozarme con las suyas, coge los huevecillos, los aprieta primero con las manos. Parece que disfruta y con un movimiento que me parece ágil ya los tienes envueltos y apretados. La pollita, dura, baja por la tirantez que le está aplicando, y queda bien sujeta al cinturón, apretando a la vez que tapón que entra unos milímetros más -. uuufffsss Flor, ese tallo parece que está bien recto, como me gusta que lo tengan mis Flores. Bueno, ahí estás, bien limitado, folladito y pinzadito. Indefenso sin poder hacer nada. Preparado para lo que quiera hacerte a través de Laura. ¿Verdad Laura?
- Sí Señora, para tratarle y hacerle lo que Usted desee.
- Eso es. Pero ¿no habrías pensado que tú te ibas a quedar así? - no puedo ver la expresión de Laura, aunque sí oír la risa de Usted al ver su expresión de sorpresa.
- Señora, ¿no es bastante con tener que limpiar la casa de este pervertido? - parece enfadada, además de sorprendida.
- Verás perra. Por mucho que te fastidie hoy es un regalo limpiar la casa de tu jefe. No es algo que puede hacer cualquier perra. ¿No crees? - se oye una tímida afirmación -. Pero este regalo no viene solo. Y para que lo disfrutes más, vamos con la sorpresa. Ponte el otro cinturón, por encima de esa prenda que tanto te desnuda - pasan unos segundos y mi Ama sigue con ella -. Bien, con una sola cuerda, date dos vueltas en un muslo y otras dos en el otro, separadas las piernas treinta centímetros. Que la cuerda entre los muslos solo tenga ese largo. Y no tardes perra -. Oigo el movimiento de sus gestos, la cuerda rodeando sus muslos, sin poder levantar la cabeza para ver cómo está quedando envuelta por las ataduras. Solo veo el suelo y sus pies -. Lo mismo con los tobillos -. Se agacha lo que le permite la limitación de la cuerda de los muslos. Dobla las rodillas y veo aparecer sus manos enguantadas de látex. Dos vueltas de cuerda en un tobillo, unos treinta centímetros de cuerda y rodea con ella el otro -. Con otra cuerda, hazte un collar, que quede suelta y lo que sobre lo atas al cinturón con el cuerpo ligeramente inclinado -. Ya incorporada, mueve muy levemente en cuerpo por los gestos del collar que se está haciendo. Al cabo de unos segundos oigo cómo le dice que ya está -. Ya solo falta una cosa. Une una cuerda al cinturón, por delante, pásala entre las piernas, que te roce el coñito, por encima de la cuerda de los muslos y la unes al collar de Flor. Vamos - ufffasss imagino que voy a estar siguiéndola en todo momento, sujeto a la cuerda que acaba de describir mi Dueña cómo tiene que sujetarla. En estos pensamientos noto ya las manos de Laura buscar la pequeña argolla y acto seguido sujetar bien la cuerda -. Pues ya puedes empezar con tus tareas Laura. Piensa que cada vez que Flor se quede retrasado tirará de la cuerda y te va a rozar el coñito. Haz una foto de ese culito con la cuerda Flor y envíamela. Le voy a hacer un buen uso.
Los pasos de Laura son cortos, limitados por las cuerdas que le dejan poco margen de movimientos en las piernas. Le sigo torpemente, intentando acompasar el movimiento de las mías con los de los brazos, con todas las extremidades bien sujetas a diferentes partes de mi cuerpo. A la vez, procuro seguir los lentos pasos de Laura, notando constantes tirones en el collar, transmitidos a su vez a ligeras presiones sobre el cubierto coñito de Laura, cubierto por las braguitas.
- Que torpe que eres Flor - dice Laura -. No paras de darme tirones - se detiene y empieza a limpiar las cuatro cosas que hay en el fregadero. Permanezco aún moverme detrás de ella, a cuatro patas, la cabeza agachada sin poder ver nada.
- Acabo de enviar la foto a vuestra compañera. Espero que se alegre cuando la vea, jeje. Ahora le toca a tu maridito.
- Señora, se lo ruego, no se la envíe. Él me ha visto con esta... pieza que llevo puesta. Me reconocerá - su voz denota preocupación, nerviosismo.
- Lo sé. Segura que ni se da cuenta. Porque lo tienes satisfecho, ¿no?
- Si Señora. Se está quedando vacío más veces que nunca. Siempre que él quiere. Y cuando le provoco yo - unos segundos de silencio -. ¿Así lo desea Usted, no, Señora?
- Así es. Pero lo de vaciarle en tu coñito de perra, ¿cómo lo lleva?
- Señora, cada día quiere hacerlo, follarme el coñito. Está sorprendendido del tiempo que hace que no lo abre. Alguna vez me ha dicho que si no le dejo follarme el coño que prefiere no tener sexo.
- Y lo que tiene contigo, ¿es sexo?
- Realmente no, Señora. Es complacerle, estar haciendo que se vacíe constantemente.
- Y eso ¿por qué?
- Señora, Usted me lo indicó así.
- Pero lo haces porque quieres. Porque te sientes muy puta. Y por otro motivo. Pero ese quiero que lo digas tu.
El silencio llena la cocina, solo interrumpido por los cuatro platos y el agua que cae en el fregadero. Laura no para de moverse, le noto nerviosa.
- ¿Y bien?
- Porque le supliqué que me hiciera sentir humillada quedándome preñada de alguien que no sea él. Le rogué sentir la vejación de que se diera cuenta de mi embarazo y que tuviera la certeza de que no es suyo. De sentirme rebajada sabiendo, conviviendo con él como una puta, porque cuando eso pase, eso es lo que seré para él.
- Mmmm. Eso es. Aunque lo de puta... Si solo folla tu coño mi Flor. Mejor dicho, solo él se derrama dentro. Porque sabes que nada de folleteo. Siempre bien dura, a punto de reventar. Solo notar tu calidez. Y ya está, cuestión de segundos y fuera. Así que muy puta, no lo tengo claro - Laura se mueve unos pasos. Me pilla desprevenido, absorto en la conversación. Los tirones en su coño le recuerda que estoy atado a ella y que tiene que moverse lentamente. A no ser que sea eso lo que está buscando -. Fíjate como son las cosas, mi Flor es más puta que tu. Se la han tirado ya no sabe cuántos hombres. Ha perdido la cuenta. Eso es una puta. ¿no crees?
- Sí Señora - la voz parece triste -. Así es.
- Y así va a seguir. Porque tu embarazo, si llega, solo puede ser de él. Aunque a lo mejor es tan inútil que ni eso puede darte.
Los movimientos de Laura son más lentos. Barre el suelo de la cocina, despacio, con cuidado.
- ¿Y tú, cuánto hace que no te corres, Laura? Porque Flor lo hace a menudo. Hay días que más de una vez. ¿Cómo lo soportas? ¿Por qué?
Decididamente hoy desea que se sienta humillada, que diga en voz alta lo que es, cómo se siente.
- Me cuesta soportarlo Señora. Cada vez más estoy tentada de dejarme ir, de dejar que salga el ansia retenida. Pero entonces recuerdo que es Su deseo y solo pienso en obedecerla y ser fiel a ellos.
- Y por lo que has dicho antes, ¿no?
- Sí Señora. Por sentir la vergüenza de llegar a casa embarazada de otro.
- Y sabes que si te corres. Eso no pasará. ¿Qué harás en casa cuando lo vea tu marido? Si lo ve claro.
- Agachar la cabeza - su voz parece resignada -. Callar a los reproches de mi marido y de quien sea que se entere.
- Pero es eso lo que quieres. Sentirte poca cosa, perra. Te recuerdo que estamos ante la galería. Que ya todo es público. Y con eso vas a tener que vivir. Eso te hace más mía. Ahhhh, tienes que saber que ya tiene tu maridito la foto.
El suspiro de Laura se oye profundo, tenso. No dice nada.
- ¿Cómo te sientes?
- Resignada. Asumiendo que es el resultado de mis súplicas. Y excitada - parece que esto último le cuesta decirlo.
- Me gusta Laura, me gusta. Hazle una foto a Flor, cuerpo entero, tomada a su misma altura. Sin que se le vea la cara. Otro recuerdo para vuestra compañera - se coloca en mi costado, retirándose lo que le permite la cuerda que me tiene sujeta a ella. Hace la foto y se la envía a Usted -. Bueno, parece que alguien a quien conocéis se lo puede pasar muy bien. Espero que no reconozca este cuerpo desnudo. Esta la utilizare si en algún momento hacéis algo que no me guste. La enviaré a tu maridito y con más detalles a vuestra compañera. No te levantes Laura. Ponte en cuatro, con el culito delante de la cabeza de Flor - la cuerda se tensa, estirando de mi collar, entrando en los labios del coño de Laura, protegidos por la braguita.
- Señora, no pretenderá... - dice Laura, interrumpida enseguida por mi Ama.
- Calla, perra. Pretendo lo que quiero. No va a pasear su lengua por ti. Eso es algo que no puede hacer. Móntala perro, fóllala para mi, para la galería como lo que sois, dos perros que se mueven por instinto - como puedo, con esfuerzo, consigo ponerme de rodillas. Las cuerdas de las rodillas me obligan a permanecer inclinado. Los brazos doblados, casi en posición canina, colgando por delante de mi cuerpo. Muy despacio avanzo, clavando las rodillas en el suelo, con movimientos inseguros, temiendo caer bruscamente sobre la espalda de Laura. Con la pollita recta, dura, horizontal, rozo la tela de su braguita y la cuerda que aparece entre sus nalgas. Justo en ese momento, pierdo en equilibrio y caigo sobre Laura. Se mueve por lo inesperado del peso. Aunque el cuerpo sigue inclinado, las ataduras impiden otra posición -. ¡Qué torpe eres Flor! - dice mi Ama. Aparta la braguita por una ingle, Laura, y ayúdale a encontrar tu agujero. Nos ha tocado un perro torpe - en un instante una mano busca mi pollita y la lleva a la cálida entrada de su coño. Laura jadea empujando las nalgas contra mi pollita que entra despacio, envuelta de la humedad de su coño. De rodillas, casi sin tocarla, empiezo a mover como puedo las caderas, metiendo y sacando con torpeza la pollita en Su sexo -. No te muevas Flor. Que esa puta perra mueva el culo y se folle sola. Menuda puta está hecha, no sabe ni lo que tiene que hacer - parece que Sus palabras excitan a Laura, incluso que le pica y empieza a mover el culo, hacia delante y atrás al principio, en círculos después, excitándome tanto que enseguida me vacío en su interior, moviendo los brazos y las manos cual perro me siento. Parad. No os mováis hasta que la pollita salga sola.
Así me encuentro, en esa posición canina, apoyado en las articulaciones traseras, con los brazos colgantes ante mi cuerpo, sobre la espalda de Laura, con la pollita metida en el coño que lo acoge como un guante. Poco a poco, se va desinflando, encogiéndose hasta que por la propia flacidez queda fuera, colgando, pequeñita.
- ¿Crees que con esa cosita alguna vez me dejarás preñada? - me suelta Laura, que ya se empieza a mover justo en el instante que ha notado que salía la pollita. Se coloca bien la braguita y empieza a incorporarse -. ¿Sabes, Flor? - hace tiempo que ya no pronuncia mi nombre, que no lo menciona. Aunque tampoco me parece extraño -. Estaba pesando, lo curioso que sería quedarme embarazada de ti. De alguien que no deseo, que ni siquiera me atrae. Llevar tu embarazo como una parte que no tendría nada que ver contigo.
- Laura - interrumpe mi ansiada Señora Mundo -, ¿qué crees que sentirías?
- Creo que sería una sensación muy intensa. Algo tan humillante que no habría forma de describirlo. Se añadiría a la vejación de saberme, quizás, despreciada.
- Pues yo creo que, para ti, sería patético. Saber que nada podrías hacer por los "reproches", por las miradas acusadoras. Y encima de alguien que es, ¿cómo dijiste?, un pervertido que, además, es tu jefe. Por el que no sientes nada y por el que, seguramente, sientes repugnancia. Pero, ¿sabes?, eso es lo que te hace tan baja, con tan poca estima, que seas usada por quien decido y de la forma que decido. Incluso, no sé si lo has pensado, pero hasta tu marido te puede ya estar viendo así - un silencio helador nos invade -. Piensa que tu marido ya tiene que estar pensando que es un cornudo, que algo tienes que tener por ahí. Porque ¿cuánto hace que no te ve correrte?, no ya el tiempo que hace que no te folla, si no verte correr - Laura empieza a decir algo, pero Usted le interrumpe -. Calla. Me alegra que no lo hayas pensado. Porque es parte del plan, de mi plan. Tienes que sentir todo eso que dices de este momento. Notar cómo sus dudas calan en ti y te hacen estar rebajada, que la vejación por lo que él pueda pensar calan dentro y de ti y llevan más allá de donde habías imaginado. Ya ha empezado, hace días, lo que me suplicaste que querías sentir, vivir. ¿Qué opinas, Flor?
- Señora, solo opino que estamos donde queremos estar. Y que es por complacerla, porque se sienta feliz. Y porque Usted sabe que todo va dentro de nosotros. Y que deseamos entregárselo para que se sienta plena.
- ¿Ves, Laura? Ahí tienes la diferencia. La sencillez de Flor. No te has dado cuenta, pero tú ya has empezado el camino para serlo. Solo porque ahora ya sabes que tu vejación en tu casa ha empezado, porque lo has hecho para mi, porque lo he deseado así y porque no quieres marcha atrás - el silencio vuelve a aparecer unos instantes -. Lame las gotas, perro, bien limpio antes de que friegue Laura - deposito las patas delanteras en el suelo, me agacho, notando tirones por todas las extremidades, huevecillos también, y paso la lengua por las baldosas hasta que encuentro mi propia leche. Doy varios lametazos hasta que no siento la viscosidad y me quedo a cuatro patas. Friega el suelo, Laura, excepto el trocito que ha limpiado mi Flor -. Vuelve a moverse, espacio, limitada aún por las cuerdas que dejan poca separación entre sus piernas. Le sigo de cerca, casi pegado a su culo, procurando que los tirones sean pocos y suaves. Con el cubo lleno de agua, detergente incluido, empieza a escurrir le fregona y a pasarla por el suelo, caminando hacia, lo que me obliga a hacerlo también aunque a cuatro patas, mas lento si cabe que ella, moviendo el tapón presionado por la cuerda que empuja los huevecillos hacia atrás. Las extremidades traseras, retroceden torpes, frenadas por las cuerdas que continúan atadas a la cintura. Las delanteras, dobladas, se arrastran intentando darme agilidad. Casi no hay tirones entre el collar y el coño de Laura, aunque sí tropezones de sus piernas con mis hombros que casi hacen que se caiga un par de veces. Llegamos a la entrada del salón y se detiene unos segundos para mirarlo y hacerse una idea de lo que tiene que limpiar.
- Corre las cortinas y levanta la persiana Laura. La casa necesita más luz. Y de paso, estaréis en dos galerías, ésta y la que hay al otro lado de las ventanas. Paséate por la casa y deja todas las ventanas igual, sin cortinas ni persianas.
Poco a poco, con pasos inseguros, fastidiada por las cuerdas que la limita y los breves tirones que se suceden en Su coño, va dejando las ventanas libres de nada que impida que entre la luz y la visión de lo que hay dentro. Me doy cuenta que es ella la que más expuesta está a la vista. El estar de pie, aunque levemente inclinada hacia delante, permite verla a cualquiera que se asome desde el edificio de enfrente. Cuando ya ha dejado libre la ventana del salón, se dirige a mi habitación, dejando la ventana también libre de cortina y persiana. Se dirige a la otra habitación y hace lo mismo, con la diferencia de que esta da a un patio de luz y las ventanas de los vecinos queda mucho más cerca. Hasta ahora no oigo ningún comentario ni súplica de Laura porque pueda haber alguien que pueda verla. Se gira y volvemos al salón. Allí vuelve a darle indicaciones.
- Sube la tela del culito y déjala enrollada en el cinturón - lo hace, dejándolo a la vista, cubierto por la braguita -. También por delante - deja salir un suspiro de resignación y lo hace quedando su pubis a la vista, aunque protegido por la braguita -. Baja las braguitas y déjalas debajo del pubis y de las nalgas. Baja la prenda deslizándola por los hombros y la enrolla también en la cintura.
- Señora - aquí si que habla, intentando exponer su preocupación - pero así...
- No digas nada. Sé que te preocupa que Flor pueda verte, pero no lo hará. No puede levantar la cabeza, jejeje.
- Señora, pero si se asoma alguien... - la noto apurada - de cintura para abajo es más difícil que me vean, pero las tetas quedan por encima de las ventanas.
- ¡aahhh, es eso. Tú hazlo. Tienes que ser exhibida. Te hará sentir humillada, avergonzada mientras haces las tareas de una casa que no es la tuya - sin decir nada más, desliza la prenda por los hombros y la deja bien enrollada en la cintura. Imagino los pechos expuestos, con el collar de cuerda y el de cadenita que sujeta los pezones con los lacitos -. Inclínate sobre la mesa, bien doblada y mete en el culo el palo de la fregona. Lo que sobre, lo apoyas en el suelo. No puedo ver cómo lo hace, aunque oigo sus tímidos quejidos. La fregona ya está a mi lado, tocando en suelo. El palo sube hasta que lo pierdo de vista -. Date diez azotes en cada nalga, fuertes que se sonrojen como tú. Mientras los da, Flor, coge el palo y fóllale el culo con él - uffffssss lo que debe estar sintiendo en estos momentos Laura. Empieza los azotes en una nalga, justo en el momento en que inicio su follada anal, con movimientos rápidos, metiendo y sacando el palo unos centímetros, imagino. Se van sucediendo los azotes, a la vez que los primeros gemidos de Laura. No sé si por los azotes, la follada anal o por las sensaciones que debe estar sintiendo. A lo mejor es todo junto. Vuelven los azotes en la otra nalga y continúo moviendo el palo en su culo. Nuevos gemidos. Mueve las piernas de forma inconsciente hasta que termina de azotarse. Paro también con su enculada. Me llega sus suspiros profundos, diría que excitados -. Incorpórate y sigue limpiando. Voy a descansar un rato.
No ha dejado de recoger y limpiar, de moverse por toda la casa. Me duelen las rodillas, los brazos. La humillación ha crecido por momentos. Realmente como un perro faldero, más limitado aún por las cuerdas y por poder mirar únicamente el suelo. Tropezando constantemente con las piernas de Laura, estirado en todas las extremidades, huevecillos y el tapón abriendo todo el rato el culo.
- Parece que la estás dejando bien limpia - de nuevo Su voz me embriaga y despierta el ansia permanente de complacerla -. Pero creo que te has dejado algo. ¿Cuándo piensas limpiar los cristales?
- Por favor Señora, si me acerco a ellos sí que van a poderme ver. No me atreveré a salir de aquí por temor a lo que pueda pasar.
- Hazlo. Estoy segura que si te pasa algo lo vas a disfrutar. Igual que vas a hacerlo exponiéndote a los vecinos - insiste Laura un poco más, pero ante Su continuada negativa lo hace. Se pone de puntillas ante la venta para llegar con el trapo húmedo del limpiacristales, estirando de mi collar y metiendo la cuerda en los labios de su coño. Hasta que oigo un "joder" que sale de la boca de ella.
- Me están mirando Señora. Desde el edificio de enfrente. Se lo suplico, permita que me retire de aquí.
- Ni hablar, sigue. Eso te pasa por provocadora - un segundo después añade -. ¿Quién te mira? Pon la cam que lo vea y acércalos con el zoom.
- Un tío Señora... ahora se asoma también una mujer. ¿Los ve?
- Acércalos más perra. Ahí. Parecen interesados. Presiona las tetas contra el cristal.
- Señora...
- Hazlo. Les estás dando el espectáculo. Sigue limpiándolo con las tetas bien pegaditas. Así quería tener, humillantemente expuesta. A lo mejor deciden hacer algo contigo, jejeje.
- Por favor Señora, se lo ruego...
Pasan unos segundo antes de que llegue Su respuesta.
- Como te estas portando bien, retira las tetas del cristal. Pero... abre la puerta del balcón y quédate delante - el suspiro de alivio de Laura se convierte en una exclamación. Temerosa de que tantas pegas pueda aportar algo más, en unos pocos pasitos, llega a la puerta, la abre y se queda ante ella, ofreciendo una visión que los vecinos del edificio de enfrente no esperaban -. mmmm, que reacción tan interesante. Describe a Flor lo que hacen.
- Se han puesto de lado, solo les veo de cintura para arriba. Ella se ha inclinado. Él está acercando las caderas al culo de ella. Uffffass parecen que están follando.
- Eso están haciendo perra, eso hacen. Túmbate panza arriba perro. Las piernas de Laura te protegen de que puedan verte. Pero pronto lo van a hacer - me dejo caer primero de costado y, poco a poco, consigo dejar la espalda contra el suelo. Las patas traseras levantadas, dobladas constantemente. Las delanteras sobre mi pecho, levantadas y dobladas también. Me noto perdido, sin voluntad, nuevamente rebajado ante la inminente mirada de alguien con quien seguramente me he cruzado en alguna ocasión -. Gira a mi perro Laura, que el culo quede a la vista desde la puerta - las manos enguantadas de látex me coge las piernas por las pantorrillas y gira mi cuerpo hasta que queda a la vista desde el exterior -. Bien, así. Ponte entre sus piernas, mirando al exterior, Laura. Deja de enfocarles y deja la cámara que pueda veros bien - el móvil queda en el suelo, a una distancia desde la que se me ve el cuerpo entero -. Sin dejar de mirar fuera, baja y acóplate al tallo de mi Flor -. Miro la pantalla del móvil y veo cómo las nalgas de Laura empiezan a aparecer en la imagen, igual que sus manos que cogen la pollita, la mueve ligeramente buscando la entrada del coño y se la mete despacio. De nuevo el calor de su interior recorre mi cuerpo, entregadas las sensaciones a Usted, rendido a entregarle cada suspiro, cada sentimiento -. Vamos Laura, empieza a cabalgar sobre el tallo de mi perro -. Apoya sus brazos en mis patas traseras. Empieza a subir y bajar sobre la pollita despacio, limitada por las cuerdas que no le deja separar las piernas, lo que hace que la presione más aún, dándome un placer más intenso -. ¿Así es cómo cabalgas? Si no lo hacer mejor vas a aburrir a las galerías, perra -. Se apoya con más fuerza en mis piernas, empujándolas hacia atrás y empieza a subir y bajar con mas energía, imponiendo un ritmo que hace que me corra al instante, jadeando como el perro que me siento, que sé que soy para Usted -. Para - se detiene despacio, incapaz de parar con la celeridad que le pide.
- Se lo suplico Señora, permita que me corra. Tanta frustración, tanta privacidad de orgasmo me tiene loca.
- Por eso no te lo permito, perra. Porque tu forma de estar y vivir toda esta humillación es esta. Privada del máximo placer. Quédate así, sentada sobre mi perro, tocándote la tetas, estirando de las cadenitas - los suspiros de Laura son de desesperación, de placer perpetuo, de los estiramientos que sus pezones están ofreciendo a las dos galerías. Pasados unos cortos minutos, nuevas indicaciones le llegan a ella -. Saca el tallo. Ponte de rodillas, piernas abiertas lo que te permita las cuerdas. Recoge la leche que sobra con la mano y a la boca. Mmmm así. Tienes que tener a los curiosos echando chispas. Otra vez puta - vuelve a pasar la mano por el coño, impregnada de leche y la lame, metiéndose los dedos en la boca para dejarla limpia -. Recoge más leche y úntala en las tetas, guarrilla. Mmmm, eres una auténtica puta. ¿Y los espectadores de tu galería?
- Solo miran Señora. Han terminado de follar.
- Con tu espectáculo pronto volverán a hacerlo, jeje. Ponte de pie, de espaldas a la puerta, mete un dedo en el coñito, mójalo bien y mételo en el culo, que puedan apreciarlo bien. Con la otra mano, date unas nalgadas.
En esa posición puedo ver la cara de Laura, inclinada hacia delante. Su expresión lo dice todo. Desde la humillación que le invade al placer que se mezcla con el brillo de sus ojos. Los azotes empiezan a oírse. Deduzco que el dedo ya debe de estar dentro de su culito, moviéndose hacia dentro y fuera. Mueve ligeramente la cabeza, abriendo la boca que toma aire, que deja escapar unos débiles suspiros. Continúan los azotes ante el balcón.
- Lo mismo cambiando las manos. Hay que nivelar el fuego en las nalgas. ¿Has pensado cómo salir del edificio sin que te aborden? - la voz de mi ansiada Señora Mundo suena provocadora-. Deberías empezar a encontrar la forma. Pronto te vas y debes hacerlo como una persona decente. Pero con esas marranadas que haces, más de uno estará haciendo guardia. ¿No crees, perra?
- Espero que no Señora, que todo se quede aquí.
- Yo no estaría tan segura. Pero ya lo veremos. Para. Pon bien a mi perro, en cuatro - con esfuerzo, consigue dejar a cuatro patas, ayudada por los inútiles gestos que intento hacer -. Quítale la cuerda que te une a su collar. Retira a un lado la cuerda que le tapa el tapón y déjalo ahí, ante la puerta mientras te vistes. Hazlo delante del balcón, quiero que vean cómo vas vestida por si quieren buscarte -. Ya no estoy unido a Laura por la cuerda que pasa entre sus piernas. Sus dedos hurgan entre la cuerda del culo y deja el tapón a la vista. Noto algo menos de presión. Aunque continúo sin tener libertad de movimientos. Veo la ropa de Laura. La deja en el suelo y le pide permiso para retirarse el collar y la cuerda que le hace estar levemente inclinada.
- Mmmm... no, te lo quitas en el coche. Quítate solo la de los tobillos, la de los muslos te la quitas cuando llegues a tu casa.
- por favor Señora, si no quito la de la cintura no puedo quitarme la prenda que llevo puesta.
- Lo sé. Por eso debes vestirte con ella enrollada en la cintura. Te desmejorará, pero te hará sentir ridícula.
Laura empieza a vestirse, primero la faldita, que veo cómo sube por sus pies hasta las pantorrillas. Pierdo la visión. Aun mantengo forzosamente la cabeza gacha. Se desata la cuerda de los tobillos. Recoge la blusa del suelo y en unos minutos oigo cómo le dice que ya solo tiene que ponerse los zapatos para salir.
- Bien, antes de irte. Trae una esterilla y déjala al lado de Flor. Agua en un plato y comida en otro plato. No queremos que se muera de hambre, ¿verdad? - sin respuesta Laura va a la cocina. Llena un plato con agua y otro con fabada, espesa, hecha una bola y los deja juntos, en uno de mis costados. Se dirige a la habitación y trae una esterilla que deja en el suelo, extendida a mi lado -. Vas a estar todo el día así, Flor. Vas a empezar a moverte como mi perro. Tú vas a seguir ante dos galerías, como una mascota huérfana y pública. Puedes moverte por la casa, por las estancias que quieras. Pero... solo puedes desaparecer de ese sitio, del balcón si te estas moviendo. En el momento que quieras parar, vuelves a tu sitio, con el culo hacia el exterior. Ya puedes irte Laura. Móvil conectado y cam puesta en todo momento. Quiero ver lo que pasa y tenerte controlada en todo momento. Si alguien quiere algo de ti, se lo das. Excepto folladas por el coño. Eso solo es para el tallo de mi Flor. Para tu embarazo. Aunque con las corridas que te he regalado de mi perro, ya deberías estar preñada. Lo dicho, al final hasta para eso será inútil. Venga Laura, vete ya o tu maridito se pondrá nervioso. Y más si te ha reconocido, bueno a tu culo, con la foto tienes. Debería hacerlo, porque es de lo poco que puede probar de ti últimamente, jejeje. Ahhh y cuando llegues a casa, te quedas solo con esa prenda tan preciosa que tienes -.Sus pasos me indican que se dirige a la puerta, que recoge su bolso, que abre la puerta -. Coge las llaves de Flor, Laura. No te había dicho que mañana tienes que venir a desatarlo. Y a saludar a tus nuevos admiradores, jejeje - no dice nada. Coge las llaves del recibidor. Cierra la puerta. Me quedo solo, ante la mirada de no sé cuántas personas a través de la cam y de no sé cuántas, tampoco, en los balcones. Ni siquiera sé si aún están los vecinos del edificio de enfrente.
Me duelen todas las extremidades. El cuerpo entumecido. Dudo que pueda aguantar así tantas horas. Aunque tampoco puedo hacer nada por evitarlo. Me siento infinitamente rebajado. Tengo la impresión de que son más las miradas que me observan desde el otro lado de la calle, mirando un culo con algo negro que se adivina que entra en él. Estoy unos minutos sin moverme. Hasta que me decido desaparecer de aquí un rato. Intuyo que mis movimientos se ven igual que los de un torpe perro. Me doy cuenta que gesticulo con cada movimiento. Me paseo por el piso, clavando rodillas y manos cada vez más acompasados. Tanta humillación me hace sentir orgulloso. Estoy como desea mi Ama. Como Ella ha dicho, un perro público.
- Te dije que se iba a convertir en tu forma de vida. Que no ibas a tener descanso. Y no lo vas a tener porque simplemente tu sumisión, con todo lo que comporta, se va a convertir en tu rutina. Nada de estar limitado a cuatro espacios. Abertura de tu condición en todos los ámbitos. Pronto saldrás a la calle, iras a cualquier sitio y siempre habrá alguien que te reconozca y sepa que debajo de lo que lleves hay un sumiso, un degenerado con no oculta su apariencia decente. Ahora esta galería va a dejarte. Pero sigues con la otra. Si la curiosidad te pica, puedes girarte dos minutos y mirar si tienes seguidores. Te dejo esa libertad de decisión. Quizás más tarde vuelva a estar por ti. Que tengas un buen y perruno día, Flor.
Me siento perdido. Cuando sé que no está Usted, vivo desprotegido. Pero me corresponde acostumbrarme y estar pendiente de Sus deseos. De vivir las situaciones y sentimientos que desee Usted para Su perro. Solo, ante el balcón, sé que la vejación que vivo, que este estado de constante uso y exhibición se ha convertido ya en mi nueva forma de vida. Nada ya de vidas paralelas. Y se la entrego a Usted. Mejor dicho, me siento orgulloso de que mi Dueña tome lo que le pertenece y lo dirija y amolde según Sus deseos.
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