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Monos o Angeles 2

- Le dije al conserje que era su novia recién llegada de los Estados Unidos y que quería darle una sorpresa. Richard se separa de la puerta y se encamina decididamente hacia ella, tendiéndole la mano de manera espontánea. Ese movimiento inesperado la distrae y, con la misma mano, él le arranca la pistola. - Vaya si me la dio. Pero no basta con saber artes marciales, Patty. Richard va hacia un sillón, guarda la pistola en el bolsillo y se sienta soportando la mirada furiosa de la joven. -¿Por qué está tan enojada conmigo, si ni siquiera sabe quien soy? - Por eso, porque no sé quien es y porque me vigila, me sigue, me espía. Porque todos se confabulan para proteger a Soria; usted, Ponce y hasta los subversivos.Malditos; si él ya estaba listo para contarme todo! - Mire Patty, no dramatice todo. Yo no la vigilo; la estoy cuidando.soy su sombra. Y me alegro que usted tomara la iniciativa, ya estaba harto de depender de sus horarios y movimientos. - Y ¿Quién le pidió que se convirtiera en mi sombra? - ¿Quién puede ser sino Finn? Con todos sus laureles, él sospecha que usted no es lo suficientemente dura para la acción y recién acaba de confirmarlo. - ¡No soy tan estúpida como ustedes creen! Tengo mis contactos aquí y sé que anoche usted lo salvó a Soria. El iba a hablar porque cree que si dice toda la verdad, ya los subversivos no estarán, tan ansiosos.pero usted lo arruinó todo. ¿Donde lo tiene? - En la mesita de luz. Aun furiosa, Patty cruza a grandes trancos la habitación y se sienta en el brazo del otro sillón, frente a Richard. - Usted lo salvó y después él desapareció. -¿Debo suponer que lo adivinó o eso también se lo contó su espía de la oficina de Ponce? - ¿Cómo sabe.? - Usted se pisa solita.Nadie que no fuera de la oficina de Ponce puede saber lo que pasó anoche. - Bueno. Sumé dos más dos y uní las noticias de los diarios. - ¡Muy inteligente, perspicaz y visionaria.; lo leyó en los diarios que van a salir esta tarde! Ella se para y se planta frente a Richard, midiéndolo fríamente con la mirada. - Mr. Green, tal vez yo no tenga su experiencia mafiosa, pero hace más de dos meses que estoy en Buenos Aires con un sólo propósito. Conozco gente en la policía, en la Fuerzas Armadas y a periodistas. Estoy buscando a Farrant sólo porque está vinculado a algo que hace más de veinte años quiero saber que es. Soria lo sabe y justo ahora usted lo ayuda a escapar. Richard se levanta y con la misma frialdad que ella, recorre provocativamente con sus ojos el cuerpo turgente de la mujer. - El muchacho de Ponce le debe de cobrar muy bien esa información.Pero usted esta muy bien equipara como para pagarle con generosidad. Ella intenta abofetearlo, pero él le aferra las muñecas, dobla sus brazos por detrás del cuerpo y la aprieta contra el suyo. Se miran duramente a los ojos pero finalmente ella baja la vista y habla sumisamente. - No le estoy diciendo que trabaje para los subversivos, pero estoy diciendo que no quiere que él hable. Farrant tampoco lo quería. Suélteme, por favor! - ¿Qué pudo averiguar sobre Farrant? El la suelta y mientras ella se restriega las muñecas, va hacia una mesita y sirve dos whiskys. - No se haga el tonto. usted me está cuidando para que lo encuentre y sabe que está en la Argentina, pero estoy segura que desea encontrarlo por motivos distintos a los míos. El se acerca, le da el vaso y se sientan. -¿Está segura que él esta aquí? -Lo vi hace dos días. Traté de seguirlo pero lo perdí entre la gente o él me despistó, no sé. En cuanto a usted, sé que los diarios van a decir que está aquí buscando a un americano desaparecido. Yo también, así que debe ser el mismo, no? - Y usted que está buscando, además de Farrant? - A otro americano que desapareció aquí, pero hace veintidós años. Richard se pega una palmada en la frente, como si de pronto se le hubiera aclarado todo. - Claro.Qué estúpido.cómo no asocié los nombres! El viejo sigue siendo un zorro. Discúlpeme. Usted es la hija de Robert Owen. - Ahora que lo sabe ¿Puede contarme por qué nuestro gobierno siempre ha negado la verdadera historia de la muerte de mi padre? El se para, la ayuda a levantarse y la lleva hacia la puerta. - Espere, no es conveniente hablar de eso dentro de esta habitación. Rato después y caminando del brazo como cualquier otra pareja, deambulan a la sombra de los coposos árboles de la plaza San Martín. - Aquí podemos hablar tranquilos. ¿Qué tengo que ver yo con nuestro gobierno, según usted? - ¿Acaso no es agente de él? Pero si vino a detenerme sáqueselo de la cabeza. A mi padre lo mataron en Tucumán; el telegrama de la Casa Blanca decía escuetamente que había muerto en acción. pero yo sé que no es así! - Mire Patty, ya le dije que no soy agente de ninguna agencia de nuestro gobierno. Alguna vez, hace mucho tiempo, trabajé para el FBI, pero ahora soy investigador privado, trabajo como usted para Finn y él me mandó para cubrirle las espaldas. Ahora, me parece que hay dos asuntos diferentes que se están mezclando; por un lado Farrant y por el otro su padre y tal vez, todo sea un error de apreciación suya: déjeme contarle hasta donde yo sé. Su padre estaba con Farrant en un grupo especial antiguerrillas de la CIA en Tucumán y quedaron aislados en medio del monte, el contacto radial se perdió y no hubo rastros de ellos durante una semana. Finalmente, el Ejército los encontró y su padre no fue hallado. Si bien la misión era secreta y en cierto modo ilegal. ¿Por qué supone que lo asesinaron? -Su versión parece redactada por la CNN, pero estoy casi segura que usted no sabe la verdadera misión del grupo, lo que sí sabe es como proceden nuestros gobiernos cuando hay conflictos en Latinoamérica; siempre están con el ganador porque ellos determinan quien será. Cuando el ERP llegó a considerar posible la escisión del noroeste argentino, la misión era evaluar la verdadera situación en esa parte del territorio y favorecer al más posible vencedor. Concretamente, ese apoyo inicial era de diez millones de dólares en efectivo que llevaba el grupo y toda la ayuda bélica y logística posterior al triunfo. Diez millones de dólares es mucha plata, ahora y hace veinte años. Mucha tentación, especialmente si nadie sabe que los tiene. Hubo demasiadas casualidades; el equipo de radio que era nuevo, de última generación, muy potente y eficaz, no funcionó y mi padre desapareció. Nunca admitieron que hubiese muerto, nunca hubo cadáver y el coronel Soria era el jefe de los comandos que, sospechosamente, tardaron una semana en encontrarlos en una zona perfectamente delimitada y conocida por ellos. - Así que usted cree que lo mataron por los diez millones de dólares - Tan claro como el agua. Mi padre era un sargento con experiencia en Vietnam, con una ética y moral militar, verticalista y consciente del valor de una misión como esa; en cambio Farrant y Clarck eran muy jóvenes y ambiciosos. y no eran militares; eran chicos traviesos y soberbios de la CIA con permiso para jugar al juego que quisieran y sin reglas. Pudieron haber sido influenciados por los guerrilleros y decidieron compartir los diez millones. - Y usted. ¿Trató de verlos en estos años? - Con Clarck tuve dos contactos y en el último, creo que trató de matarme. Pero antes, hace como ocho meses, estuve con él en Iowa. parecía aterrado o confundido. Empezó a decirme algo sobre una chica Mariana, que resultó ser la mujer de Farrant y luego se calló de golpe, como si se le hubiera escapado algo que no debería haber contado. Creo que esa mujer es parte de todo el asunto. imagínese a una chica joven y bonita usando su cuerpo en medio del monte para convencer a dos a dos jóvenes inexpertos y fatuos de que su jefe esta cometiendo un error político. Por eso creo que llo asesinaron. Tengo que hablar con Soria, exceptuando a Clarck y Farrant, él sabe mejor que nadie los que pasó en ese operativo. Tenga cuidado, cuando lo vi en la calle iba con el tal Garrido; tienen que estar juntos en esto. - ¿Usted conoce a los Garrido? - Sólo sé que son delincuentes mercenarios. Cuando llegué aquí fui a verlos, pero se negaron a recibirme. bueno, en realidad, fue su hermana la que me sacó casi a patadas. - Fueron los que nos atacaron anoche. cuídese usted también. - ¿Puedo quedarme con usted hasta que salgan los diarios? Petrini, un periodista amigo, me apostó que los delincuentes de anoche, hoy le harían una visita de cortesía a usted. Si son los Garrido, quiero estar allí. - ¿Y cuanto sabe ese Petrini? - Es sólo un periodista al que le gusta desenterrar basura y a veces contribuye a taparla, por eso está muy conectado. Me ayuda con algunos datos y si yo descubro algo nuevo, se lo digo a él. ¿Me quedo? El asiente silenciosamente y tomándola del brazo, camina nuevamente hacia la calle Florida. - Vamos a tomar un café mientras esperamos la salida de los diarios. Minutos después, están sentados a la mesa de un café en la amplia vereda de la avenida Córdoba, cercanos a un puesto de diarios y al hotel de Richard. Al poco rato llega un camión distribuidor de diarios y descarga varios paquetes. Patty se vuelve ansiosamente a Richard. - Y. ¿Qué estamos esperando? El se levanta y yendo hacia el kiosco, compra un ejemplar de La Razón. Vuelve a la mesa y se sienta, aun con el diario plegado y Patty se lo arrebata, desplegándolo sobre la mesa. - Ya que me lo quitó, al menos léamelo. Ya veo que la foto de Soria está en la tapa. - “El ex coronel Soria, jefe de los comandos que actuaron en Tucumán durante el Proceso Militar, fue atacado esta madrugada por un grupo fuertemente armado. En el tiroteo, fue muerto un agente de la Policía de Seguridad y heridos otros dos. De acuerdo con la información suministrada por ese organismo, el coronel Soria salvó su vida gracias a la intervención del ciudadano estadounidense Richard Green, antigua amigo del coronel, quien se encontraba acompañándolo al momento del ataque”. – Patty hace una pausa y mira a Richard. – Ahora viene lo mejor. El Sr. Green, investigador privado, se hallaría en la Argentina en una misión secreta que guardaría relación con las antiguas funciones del coronel Soria. Este medio ampliará la información, pues ya consiguió ubicar al Sr. Green y uno de nuestros cronistas se encuentra en el Hotel Libertador, donde tratará de obtener mayores precisiones sobre la identidad de los atacantes. bla. bla. bla” y sigue. Patty deja de leer con una expresión radiante en el rostro y levanta en un brindis su vaso de gaseosa. - Como anzuelo, impecable. lo mandaron al frente con pito y matraca, como dicen por aquí. “¡Vengan. vengan todos, entrada libre y gratuita!” Sencillamente adorable. Si esto no nos lleva directamente al fondo del asunto, nada lo hará. - Su amigo Petrini probablemente crea cada una de las palabras que escribió. - Pero es la verdad. ¿O no? - Sin serla totalmente, se aproxima bastante. ¿Quiere comer o beber algo más? - No. no, gracias, será mejor que volvamos a su hotel a esperar las novedades! Cinco minutos después, entran al cuarto de Richard y mientras él se quita los zapatos y se acomoda en un sillón, Patty va hacia la ventana, en tanto consulta su reloj. - Bueno, ya son más de las cuatro, no creo que se demoren mucho. - Paciencia Patty. en general, la gente no reacciona como uno quisiera. tranquila. Una hora y media después, Richard está recostado en la cama leyendo el diario, en tanto que Patty, impaciente, se mueve de un lado a otro del cuarto. - Son casi las seis. ¿Qué están esperando? Richard la observa por sobre el diario y sonríe socarronamente. Cercanas las diez de la noche, él se ha dormido con el diario sobre el pecho y Patty, que lo mira furiosa desde uno de los sillones donde ha comidos unos sandwiches de miga, se levanta violentamente y camina hacia la ventana, hablándose más a si misma que al propio Richard. -¿Cómo puede dormir en un momento así? – Volviendo junto a él, le quita el diario – Tan vez esos tarados no lean ni los diarios! Pasadas las once, Patty va hacia el bar, prepara dos vasos de whisky y acercándose a Richard, lo despierta. - Rick.Rick.despìerte, por favor. – El abre los ojos y ella le tiende el vaso. – Son más de las once. ¿Qué hacemos? - Solo esperar. a ellos les toca mover. Toma un sorbo del vaso y, alcanzando los cigarrillos, convida a Patty; luego se calza los zapatos y levantándose, mira pensativamente las luces de la ciudad por el ventanal. - Quizá no mordieron el anzuelo y estén esperando nuestro movimiento. No sé. Su monólogo se ve interrumpido por dos golpes secos a la puerta. Richard se aproxima a ella y, sin abrir, interroga. -¿Quién es? -Mister Green, traigo un mensaje para usted. Richard abre la y ve en el pasillo a un joven alto y fornido, con el cabello muy corto y embutido en un sobrio traje negro. Se lo nota nervioso y envarado. - Soy del Movimiento y he sido designado por el Segundo Jefe. Richard lo interrumpe tomándolo del brazo y forzándolo a entrar, cierra la puerta tras ellos. - Comencemos por el principio. ¿En nombre de qué Movimiento dice usted que viene? - El Movimiento de Restauración Nacional, señor - Eso tiene olor a fascismo. Y, ¿Quién es el Segundo Jefe? El muchacho se recompone y recita. - El Segundo Jefe, don Mariano Soria, requiere su presencia en el comando, señor. - Ahora parece que va aclarando. Ese Mariano Soria; ¿Es hijo del coronel? - Así es, señor - De acuerdo muchacho, tranquilo, relájese. - Richard sonríe y le palmea cariñosamente el hombro.- No se preocupe; vamos a ir con usted. - Con su permiso, señor. En el Comando Superior está prohibida la presencia de mujeres. - ¿Pasan videos porno, es un club gay o qué? Ella viene o yo no voy. - Es que el Segundo Jefe ordenó. - Usted acata sus órdenes, no yo. – Toma su saco de la silla y a Patty del brazo.- Vamos todos a ver a su precioso comandante! Abre la puerta y, empujándolo, salen los tres. El joven los conduce al estacionamiento subterráneo del hotel, suben a un auto que los espera con el motor encendido y salen por la calle Maipú, sin advertir que desde el fondo oscuro, otro coche los sigue. Luego de un viaje de más de media hora, el auto se adentra en una calle arbolada y flanqueada por lujosas mansiones, deteniéndose en una de ellas. El joven militante se apea y, abriendo la portezuela, los conduce por un engravillado sendero que atraviesa el cuidado jardín, sin advertir la llegada silenciosa del otro coche que, con las luces apagadas se detiene cerca de la esquina. Cuando llegan ante la imponente puerta de roble, esta se abre, evidenciando que los están esperando y al penetrar en el vestíbulo, los reciben dos hombres vestidos de forma similar al joven. Uno de ellos cierra la puerta y enfrenta a Richard. -La señorita no puede seguir. Patty se da vuelta hacia Richard, interrogándolo con una mirada entre curiosa y temerosa. Este la toma por los hombros y la aprieta suavemente, como para infundirle una tranquilidad que ni él mismo siente. - Quédese tranquila Patty, no le va a pasar nada. Creo que no estamos con quienes esperábamos pero no son peligrosos, tan sólo un poco tocados. Tal vez sea importante para nosotros.Sigamos adelante El hombre abre una puerta interior e indica a Richard que lo siga. - Mister Green, por favor. Precede a Richard por un largo corredor con muchas puertas a los lados y, al final del mismo, se detiene frente a una de dos hojas. El cancerbero las abre aparatosamente y, haciéndose a un lado, lo invita a entrar. Richard lo hace y se encuentra sorprendido con una escena casi medieval; en el enorme salón decorado con banderas argentinas atravesadas en diagonal por una banda roja, hay tres largas mesas en forma de U y sentados a su alrededor, unos veinte hombres hablan animadamente. Todos visten ropas oscuras y llevan un brazalete rojo en el brazo izquierdo. Uno de ellos, alto fuerte y buen mozo, se levanta de su silla al verle entrar y se dirige a él, tendiéndole la mano con una amplia sonrisa. - Soy Mariano Soria. ¿Usted quiere ver a mi padre, no? - ¿El está aquí? - Por supuesto. ¿Dónde sí no? Sígame por favor. Dando media vuelta, lo conduce a una puerta a la izquierda y ambos entran a un dormitorio. Richard ve al viejo coronel que duerme acurrucado fetalmente en la cama y observa que aun lleva la misma ropa de la noche anterior. Mariano va hacia él y lo sacude. - Viejo. levantate viejo! El coronel se estremece y se sienta en la cama. Mira confuso a Mariano y se desliza hacia el borde. - ¿Mariano? - Quedate tranquilo viejo, soy yo. Se da vuelta hacia Richard y señalando a su padre, comenta con amargura. - Aquí tiene a su famoso coronel Soria, el más heroico jefe de comandos del Ejército! Con gesto rabioso, se dirige a una cómoda sobre la que hay una bandeja con un botellón de cognac y copas. Llena una a medias y se la alcanza a su padre, el que la toma entre sus manos temblorosas y bebe ávidamente, desparramando la mayor parte del líquido por su mentón sin afeitar. Mariano se planta frente a Richard. - ¿Le gustaría ganarse cinco mil dólares, Mister Green? - ¿Haciendo qué? - Aunque no lo conoce personalmente, tiene datos sobre usted y confía en su capacidad. dice que es un americano derecho. ¿Sabe? El tiene un nombre, prestigio. Es todo lo que tiene y lo que ha tenido siempre; como muchos militares que creen en aquello de que Dios y la Patria han de demandarle sus faltas al honor. Somos realmente pobres. él nunca metió la mano en la lata, como decimos nosotros. Cualquiera de esos niñitos bien del salón puede comprarnos a los dos juntos envueltos para regalo y le sobraría plata. ¿Usted cree que eso me gusta? -Todo eso está muy lindo, muy teatral, muy melodramático, pero. ¿Por qué su padre está como está? Después de lo de Tucumán, él empezó a cambiar. Se metió más para dentro, pero lo que lo terminó, fue Malvinas. Militarmente, cuando los generales se las tomaron en serio en un cóctel de Llanero Solitario, Stallone y los mesíanicos de Apocalipse Now, enviando a la muerte segura a tanto chiquilín mientras ellos estaban cagados en las patas, no aceptó la locura del hecho. - ¿Y su padre fue la excepción? - Si. y hubo muchos oficiales que, como él, protegieron a sus hombres y casi no tuvieron bajas. Lo que lo acabó, fue el después, cuando los hicieron volver a escondidas, casi en puntas de pie y por la puerta de atrás, en vez de reconocer que, mal o bien, habían peleado solitos por la patria. Pero aun le faltaba el mazazo final, cuando luego de los estúpidos interrogatorios de Inteligencia, se enteró de la muerte de Gustavo, mi hermano mayor, recién ascendido a Capitán. Fue dado por desaparecido en Two Sisters, ignominiosamente innominado entre la nieve, la turba y los riscales del monte. Desde entonces, pasa por períodos de una lucidez extrema o cae en estos ataques de catatónia o autismo. En todo caso. ¿Acepta los cinco mil dólares por hacerle confesar a mi viejo donde está la plata de la CIA? Richard mira al viejo coronel. Este se sonríe y murmura algo incomprensible, mientras de su boca se desliza un fino hilo de baba - ¿Dónde y cómo encontró a su padre? - No lo encontré, vino sólo. no sé cómo. Ya estaba como ahora, tembloroso y con esa expresión idiota en la cara. el super comando; mírelo! Se oye golpear a la puerta y entra el joven que lo fuera a buscar, quien susurra algo al oído de Mariano. - No lo sabía. tráiganla ahora mismo!. Dígame Green, ¿Usted está aquí sólo por el dinero? - ¿Y usted que cree? - La chica. ¿Quién es la chica? En ese momento se abre la puerta y entra Patty, quien pasea sus ojos por el cuarto hasta que ve al coronel; cruza decidida la habitación y se planta frente a él. - Coronel Soria, soy Patty Owen, la hija del sargento Owen quien. – Su voz se entrecorta al ver la cara del coronel que le sonríe bobaliconamente y con ojos bizqueantes. - ¿Rick.este hombre está muy enfermo! - No se preocupe, yo soy el hijo y no lo hago. Señorita Owen; esta es la más inesperada sorpresa! Después de tanto tiempo, los varios aspìrantes a la fortuna de la CIA comienzan a reunirse. Ella y yo tuvimos que esperar a crecer, pero. ¿Y usted, Green? Se escuchan gritos confusos y la puerta se abre de un violento golpe. Enmarcada en la abertura se recorta la silueta de una mujer alta, atlética y hermosa, con una Uzzi en la mano.Camina hacia el centro de la habitación apuntando a todos y, dirigiéndose al coronel, le levanta la cabeza tirándole de los cabellos. Mariano aprovecha su leve distracción y salta hacia la cómoda. Elena Garrido reacciona como un enorme gato y, tras interceptarlo, le golpea la cara con el revés de la mano, derrumbándolo aparatosamente. Luego abre el cajón de la cómoda y saca de él una pistola que guarda en su cintura. Anda nuevamente hacia el viejo y tomándolo del brazo, lo incorpora, conduciéndolo hacia la puerta, desde donde los vuelve a amenazar con el arma, despliega una encantadora y burlona sonrisa y cierra la puerta. Mariano se precipita nuevamente hasta la cómoda y abriendo un segundo cajón, revuelve entre la ropa y extrae un enorme Magnum. -¡El viejo va a contar todo. va a largar hasta las tripas el cabrón.todo, todo! Abre la puerta y Richard lo acompaña. En el salón todos están contra la pared y Raúl Garrido les apunta con una ametralladora, cubriendo a su hermana que se aleja por el corredor arrastrando al coronel. Mariano está como loco e, ignorando la amenaza de Raúl, se abalanza detrás de Elena. Esta se da vuelta y utiliza a Soria como escudo al tiempo que Mariano, casi sin apuntar, descarga su revolver. En el mismo momento en que Elena comenzara a arrastrarlo por el corredor, el coronel recobró su lucidez. Justo a tiempo para ver en forma ralentada, como en un sueño, a su hijo Mariano correr hacia ellos disparando su Magnum descontroladamente. Casi al instante sintió el impacto en el pecho. El era experto en armas. Por eso, supo. Conocía la munición del 357 y supo que ese era El disparo. el último. el final. Y entonces fue como si se hubiera activado un mecanismo que comenzó a proyectar toda su vida a una velocidad increíble pero con una claridad y nitidez perfectas. Y se vio a sí mismo en el arbolado barrio de Palermo Viejo. El picadito en el potrero, el juego de las escondidas, las figuritas, el dinenti, la billarda. ¡qué juegos boludos! Pero, qué lindo era ser chico en esa época. Después vino la secundaria en el La Salle, con sus rabonas y las primeras citas con las chicas de la calle Córdoba, frente a Obras Sanitarias. Más tarde fue el Colegio Militar y los días de salida, presuntuosos de sus capas y espadines pavoneándose por la Avenida Santa Fe y deslumbrando a las chicas del Petit Café. Luego y como era de rigor, vino el noviazgo con la hermana de otro oficial. Y el casamiento, con fiesta en el Círculo. Con los ascensos, vinieron los hijos; Gustavo y Mariano. Mas tarde vino lo de Tucumán; para él y su flamante grupo Comando fue una dura experiencia en tener que pelear contra los hombres de Santucho, un subversivo loco pero muy inteligente y con unas bolas enormes! Después se metió la CIA y enquilombó todo, ya no se sabía si un uniforme garantizaba estar del lado de los buenos. ¡Qué desperdicio de juventud y talento. y ese asunto de los dólares que desde que se lo contara a Mariano lo volviera loco de ambición! A él nunca le interesó el dinero y menos manchado con sangre. Pronto lo olvidó; es decir, la Guerra de las Malvinas se lo hizo olvidar. Cuánto dolor.qué hecatombe. qué inútil fue todo. Una locura desde el principio hasta el mismo vergonzoso final, volviendo con el rabo entre las piernas, de noche y a escondidas. Sólo Borges había considerado que les había tocado en suerte una época extraña en un tiempo que no podían entender.Nadie lo pudo ni lo puede entender.todo tan absurdo, como la muerte de Gustavo Y encima, tras los ignominiosos interrogatorios de la Jefatura Dos, lo “plancharon”, reduciéndolo a una ignota oficina sin relevancia en el “elefante blanco” del Comando en Jefe. Después vinieron los radicales y lo sacaron de circulación en forma definitiva. A partir de entonces sólo había vivido de recuerdos, hermosos y dolorosos. y vio crecer la ambición de Mariano, obsesionado y obsesionándolo a él. Ahora parecía llegar la paz. El brazo que lo sostenía en duro petral lo soltó y el sintió que se deslizaba hacia el suelo con una liviandad descarnada del cuerpo. Volvió a cerrar los ojos, pero ya no había imágenes, sólo, como en un eco lejano, las palabras de Ferrer. “Moriré en Buenos Aires, /será de madrugada./ Guardaré mansamente las cosas de vivir,/ mi pequeña poesía/ de adioses y de balas./ Mi tabaco y mi tango,/ mi puñado de spleen./ Me pondré por los hombros/ de abrigo toda el alba, mi penúltimo whisky quedará sin beber./ Llegará tangamente/ mi muerte enamorada./ yo estaré muerto en punto/ cuando sean las seis” Intentó tragarse la noche en una inútil boqueada que le diera un poco más de vida. “Hoy que Dios me deja de soñar,/ a mi olvido iré por Santa Fe./ Sé que en nuestra esquina vos ya estás,/ toda de tristeza hasta los pies./ Abrázame fuerte que por dentro / oigo muerte, viejas muertes, / agrediendo a lo que amé. / Alma mía, vamos yendo. / Llega el día. / No llorés.” Una oscuridad, blanda y profunda se empeña sutilmente en adormecerlo y él se rinde a ella con un placer casi erótico.con voluptuosidad. “Moriré en Buenos Aires. / Será de madrugada, / qué es la hora en que duelen / los que saben morir. / Flotará en mi silencio / la ninfa perfumada, desde el verso que nunca / te pude yo decir. / Andará tantas cuadras / y allá, en la plaza Francia, / como sombras fugadas de un pensado ballet, / se me irán los recuerdos / por una calle blanca, / repitiendo tu nombre / en puntitas de pie.” Entreabrió los ojos con párpados que pesaban tanto como el plomo en su pecho.sintió frío.mucho frío. En medio de una niebla rojiza, vio a Mariano corriendo hacia él pero, extrañamente, de su boca abierta no salía sonido alguno. Cansado, cerró los ojos por última vez. “Llegará tangamente / mi muerte enamorada. / Yo estaré muerto en punto / cuando sean las seis.” Al ver caer a su padre, Mariano suelta el revolver y llegando hasta él, lo toma por la ropa y lo sacude frenéticamente. -¡Hijo de puta. no me cagués de nuevo. no te podés dar el lujo de morirte sin decírmelo, viejo de mierda! Elena aprovecha que él está arrodillado frente a ella para apuntarle a la cabeza, mirando interrogativamente a su hermano. Este menea la cabeza negativamente y, acercándose, le habla al oído en voz baja. Ella asiente con una sonrisa y aproximándose a Patty, que observa todo paralizada, la toma por un brazo y la lleva consigo hacia la salida. Raúl la cubre con su arma y salen los tres. Richard es el primero en reaccionar y, recogiendo el Magnum de Mariano, salta sobre este y abriendo la puerta, sale impulsivamente hacia el vestíbulo para encontrarse con Raúl que descarga todo en peso de su arma en la cabeza, desmayándolo BUENOS AIRES, 17 de septiembre de 1996 2 hs Lentamente, Richard va recobrando la conciencia. Luego de varios parpadeos para enfocar su vista, ve arrodillado frente a él a un desconocido que le ayuda a incorporarse y mantener un precario equilibrio. - Carajo que le pegaron fiero; lleva casi una hora desmayado! Bueno. ahora usted está mejor y el coronel Soria muerto, así que mi misión terminó. ¿Se lo dice usted al jefe o lo hago yo? - Usted debe ser el agente de Ponce, supuestamente mi ángel guardián. ¿Por qué no los detuvo? El hombre se frota la nuca mientras sonríe nerviosamente. - Ahora resulta que también es cómico. eso es más fácil decirlo que hacerlo. A mí también me la dieron; una mujer se acercó a mi auto preguntándome una dirección cerca de aquí. Era sospechoso pero no lo suficiente. Como parecía no entender, tuve que salir del coche para indicarle y ver lo buena que estaba más de cerca y entonces, alguien me golpeó en la nuca. qué boludo, no? - Qué es eso de que su misión está terminada? Ellos secuestraron a una extranjera en sus narices o. eso no le corresponde? - A menos que me lo ordenen. Mire jefe; mi trabajo era darle cobertura a usted mientras buscaba a Soria. Usted ya lo encontró y lo perdió, los Garrido desaparecieron y yo hice lo único que podía; avisar a la policía. Ya no hay apuro, a esta hora los Garrido deben estar lejos de Buenos Aires y disparando como locos. Sosteniendo a Richard de un brazo, se encamina hacia la calle. - Usted no entiende. ¿No ve que los Garrido querían al coronel y como está muerto, se llevaron a la chica para ver si sabe algo de la conexión entre ellos y el Ejército? - Mire, don. Usted debe de saber algo sobre eso de la necesidad de no saber. Yo sólo obedezco órdenes. Seguramente usted tiene razón, pero. ¿Quién soy yo para decidirlo o discutir mis ordenes?.Mi asignación era. - No se haga problema. no le voy a complicar la vida. Después de todo, lo que esta en juego es sólo la vida de una chica inocente, pero desconocida. - Entienda mi posición; fue usted el que trajo a la chica, no yo. Y yo no sabía que hubo un secuestro hasta que usted me lo dijo, así que sólo informé que los Garrido habían matado a Soria. -Error. a Soria lo mató su hijo, tratando de matar a los Garrido; pregúnteselo a él. -¿Usted podría esperar a la policía y explicárselo? -Pareciera que me está cargando o es boludo. Por lo menos de la cara y espérela usted. Yo voy a tratar de ver a su jefe; algo me dice que debe de estar en su oficina. - La gente común cree que nosotros también dormimos de noche, pero Ponce. parece que no durmiera nunca! - Gracias por nada, eh. Qué sea feliz. Richard le da una palmada en el brazo y se aleja en la oscuridad. BUENOS AIRES, 17 de septiembre de 1996 4 hs Richard está instalado en un sillón de la oficina de Ponce y este está sentado sobre la punta del escritorio. - Ya dimos el alerta, Green, pero ellos nos llevan una buena ventaja y si se perdieron en la provincia, va a ser difícil encontrarlos. - ¿Así de simple? - La provincia de Buenos Aires es muy grande, enorme; un país de Europa entraría enterito y nos sobraría terreno. Además, no sabemos hacia donde huyeron ni en qué. muchas pistas no hay.; de paso: usted no aparecerá en lo de hoy. Lo hizo para ayudarnos y se lo agradezco. - ¿Adónde cree que la llevarán y para que? Ponce se encoge de hombros, impotente. Baja del escritorio y camina hacia la ventana mientras mira hacia la oscuridad. - Usted me desorienta. creí que era a Farrant a quien buscaba; no me complique la vida. – Vuelve al escritorio y se sienta en el sillón giratorio.- No sé dónde se la llevaron. Por supuesto, tenemos agentes en otras provincias y cuando aparezcan los Garrido, lo sabremos. - Yo sé que fue culpa mía, eso no me lo tiene que decir; ella era mi responsabilidad pero quiero saberlo tan pronto como usted. Manténgame informado. -No se culpe inútilmente; ellos son profesionales del delito y lo hubieran hecho cómo, cuándo y dónde les diera gana, con usted o sin usted de por medio. -Eso me hace sentir aun más culpable. Yo se la entregué a domicilio y si ellos, como profesionales, desechan lo emocional, ¿Qué chance tiene usted con toda su organización contra eso? - Escúcheme Green, si no le satisface nuestra manera de actuar, lleve esa historieta a sus hábiles amigos de la Embajada! Richard se pone de pie con enojo y le responde con la misma acritud, en el gesto y en la voz. - Pareciera que le estoy haciendo perder el tiempo. - Sinceramente? Sí. Ante esa respuesta, Richard se da vuelta, dirigiéndose a la puerta. - Green. el agente Juárez no terminó su misión. Richard vuelve junto al escritorio y apoyando sus manos en él, sigue con su actitud beligerante. - ¿Y eso que significa? - Para serla sincero, usted metió la pata pero nos ayudó a encontrar a Soria, aunque fuera cadáver.Ahora, siga buscando a Farrant. - ¿Y el pacto? - Para mí, terminó; salvo que algo nuevo valga la pena y nos interese. Toma unas carpetas y desentendiéndose ostensiblemente de Richard, se pone a revisar su contenido. Dándose por aludido, este abandona con rabia la oficina. BUENOS AIRES, 17 de septiembre de 1996 16 hs. En la redacción del diario que publicó la noticia, está Richard conversando con Petrini, el informador de Patty - . y esa es toda la historia, Petrini. Cumplí con el mismo trato que hizo con Patty. ahora quiero información para encontrarla. Petrini pone cara de soñador y se recuesta en su sillón. - ¡Qué pedazo de mina es esta chica Patty!.Ella es tan. tan.usted sabe! - No sé cuanto alimenta sus ratones, pero cualquier cosa que signifique para usted, considere que está punto de desaparecer. está en peligro. Petrini chasquea los dedos y se incorpora. -¡Denodada!. sí, eso es. No encontraba la palabra para definirla aparte de sus encantos naturales. que flor de mina! – Se pone serio súbitamente. Discúlpeme, no soy tan tarado. Por lo que sé de los Garrido, podrían haber ido a refugiarse en Rosario. Creo que allí tiene una pantalla y un aguantadero. Tengo un contacto; un “buche” como le decimos nosotros. ¿Va a ir a buscarla? Saca una tarjeta de su saco, escribe en ella y se la entrega. Richard la guarda sin mirarla, mientras Petrini y le tiende la mano. -Ahora va en serio; encuéntrela, es una buena chica. BUENOS AIRES, 17 de septiembre de 1996 17 hs Richard desciende de un taxi frente a la Embajada, en Palermo. Al admirar la belleza del parque público que la rodea, no puede dejar de menear la cabeza con pesar ante el dudoso gusto de los arquitectos al diseñar ese monolítico bunker, en reemplazo de la bellísima residencia anterior. Tras identificarse y transponer las poderosas rejas y, ya con su tarjeta de visitante, se dirige a la oficina de su amigo Willy. Al abrir la puerta, este que está hablando por teléfono, le hace señas para que entre y se siente. Termina la conversación rápidamente y le estrecha la mano con efusividad. - Caray viejo. parecés un fantasma! - Deberías haberme visto anoche. - ¿Ponce te está haciendo problemas? -Es al revés, la gente que se los está haciendo a él me los está haciendo a mí. - . pero, como siempre, tu amigo Willy te tiene buenas noticias. Tengo una pista sobre tu amigo. - ¿Farrant? - ¡Mierda. sí!.pero esperaba otra reacción; después de todo aquí viven treinta y cinco millones de tipos, viejo. - No creas que no lo aprecio, dámela. Pero creo que Farrant tendrá que esperar. - ¿Las cosas están tan mal como para cambiar las prioridades?.Bueno, el caso es que uno de nuestros informantes, vio a tu hombre en Córdoba. La identificación es positiva, pero después desapareció misteriosamente. ¿Está definitivamente fuera de tu asunto? - Qué sé yo. ustedes conocen el caso Owen, de manera que no tengo que decirte quién es Patty ni que hace aquí; el punto es que se entrecruza con Farrant y anoche la raptaron los Garrido. - ¡Mierda! secuestrada, eh?.También se corre el rumor que anoche los Garrido difuntearon al coronel Soria. ¡Está relacionado? Richard se para y apoyándose en la pared, saca un cigarrillo y lo enciende mientras sonríe con ironía. - No me imaginaba que la CIA tuviera problemas para confirmar rumores cuando generalmente es quien los fabrica. - ¿Entonces es cierto? - Como que yo estuve allí y por eso estoy aquí. ¿Cómo puedo conseguir algo sobre los Garrido? Willy sirve dos cafés de una jarra térmica que hay sobre su escritorio y le indica a Richard que se siente. - Te dije.te pedí que te mantuviera alejado de Ponce y su gente, pero no me escuchaste. A los Garrido no les gusta la gente que se codea con la Policía de Seguridad. Ya los viste en acción. Son duros. muy duros, por eso sobrevivieron todos estos años. No me gustaría tener un pleito con ellos; te lo aseguro! - Ponce también me lo dijo. - Rick, no te conozco como un cobarde pero, por Dios, usá la cabeza.Si me tenés paciencia, voy a contarte algunas cosas. Tu madre será uruguaya y por eso hablás el español a la perfección y sin acento, pero ahí se terminan todas tus ventajas. Cuando vine aquí, hace doce años, había hecho unos cursos sobre temas latinoamericanos y pensaba que todos eran iguales y, sí; hay un patrón común que los hace previsibles en reacciones, amores y odios. Sin embargo, me encontré con que la Argentina está definitivamente fuera de Latinoamérica; es única, singular e imprevisible. Toda su historia es una cadena de traiciones desde el mismo momento en que los españoles acriollados rechazaron a las invasiones inglesas. Eso les dio la idea de independizarse y luego de haberlo conseguido, comenzaron a pelearse entre ellos, por ambición o por ideas, en la búsqueda de una estructura de nación y crecieron los rencores entre provincias, que aun subsisten. Pero el gran cambio se dio a finales del siglo diecinueve; se abrió la inmigración y, realmente, el país arrancó. Una mentalidad totalmente europea signó al argentino y tal vez por eso haya tal desarraigo a los símbolos patrios y a musitar sin convicción su himno nacional. El argentino es manso porque viene de los burgos europeos y su sumisión al amo es casi ancestral; depender de los caprichos de un patrón, tanto en el campo como en la industria, fue casi un hecho natural. Algunos, los menos, trajeron consigo el anarquismo y el comunismo, creando los primeros sindicatos, pero en general, esas ideas no prendieron en gente que sólo quería trabajar y comer todos los días. Recién a finales de los años sesenta y como en casi todo el mundo de esa época, unos grupos de jóvenes adhirieron al romanticismo subversivo, especialmente en círculos intelectuales. Los argentinos son simpáticos y soberbios, talentosos y pedantes, guapos pero no valientes. en suma; un cóctel de todo lo mejor y todo lo peor de los europeos, mezclado con una pizca de suspicacia aborigen. Cuando un argentino triunfa en el exterior, es “nosotros”, pero si fracasa, es “él”. Después tenés las clases dirigentes; los militares, que se creen los padres fundadores y el reaseguro moral de la nación. Cuando ellos o sus sostenedores intelectuales consideraron subjetivamente que el país estaba en peligro, se pusieron sus capas de super héroes y acudieron al rescate de la patria desvalida. También están los políticos; como en nuestro país, siempre hubo dos partidos mayoritarios, dos líneas de pensamiento. Los conservadores, representantes del capital tanto del campo como de la industria y los radicales, supuestamente de centro izquierda, excelentes en retórica y dialéctica, con elevadas ideas populares pero que, en la práctica, demostraron ser los tipos más incapaces para gobernar al país: golpistas, falaces y totalmente despegados de la realidad y el pueblo. En la década del cuarenta surge Perón, que plantea una tercera posición populista. Con las arcas y los graneros llenos, pisa fuerte en la Europa hambreada y, en el país, abre las puertas de la salud, el trabajo, la vivienda y la educación al pueblo marginado. Claro que, cuando las arcas están exhaustas y el mundo ya puede prescindir de la Argentina, la situación interna cambia y el miedo político lo hace entrar en el autoritarismo. Perón cae y recomienza el ping-pong histórico entre gobiernos militares y civiles. En los setenta, Perón vuelve pero ya es muy viejo; él y sus estructuras. El desconcierto es general, porque resurgen con virulencia la subversión y el terrorismo y, cuando el viejo muere, los militares toman la manija, pero esta vez deciden pasar el peine fino; no existiendo un frente, cualquier civil en cualquier parte del territorio puede ser un guerrillero: las ideas y los ideólogos no se pueden identificar y eso obliga a eliminar a los generadores; realmente fue una masacre por ambos bandos, pero ganaron los militares Tras cartón, se viene la guerra de Malvinas y, apremiados por todos lados, llaman a elecciones que ganan los radicales quienes, además de otro fracaso, agregan a la confusión popular un nuevo elemento, totalmente erróneo; confundir imagen con identidad. Tras su fracaso político y económico, ganó el peronismo como única alternativa válida. -Y entonces, todo vuelve a empezar, supongo. - No, esta vez, no. No sé si por una suerte de iluminismo, intención o simplemente azar, anticipándose a lo que sucedería en el mundo, el nuevo Presidente dejó de lado las ideas básicas del movimiento peronista y se alineó junto a las estructuras del neo-liberalismo, desregulando la economía, privatizando lo que era privatizable y daba pérdidas al Estado – es decir, casi todo – y llevó la inflación a términos internacionalmente tolerables. - Me parece un cambio saludable ¿Cuál es el problema entonces? - Te diría que muy parecido al de Europa del Este. Esos cambios le movieron el piso a más de uno; los partidos políticos, aun el oficial, desnudaron lo frágil y caduco de sus ideas y estructuras; los sindicatos, su falta de capacitación dirigencial; los industriales y el campo, su apego al status-quo que los enriquecía sin hacer nada y, al fin, el pueblo todo. Gente que se había acostumbrado a que durante decenios, el Estado los mantuviera, cubriendo sus necesidades e incapacidades con millones de puestos públicos dentro de una burocracia perversa, venal en todos los niveles que a medida en que se agigantaba, se comía su propia cola. A nadie le gusta que le pisen los callos; las nuevas reglas hicieron surgir a la luz una ineficiencia y corrupción que siempre existió, que formaba parte del ser nacional, conocida pero indetectable y mucho menos comprobable. Se desnudaron flaquezas y se destronó a líderes de sus pedestales de barro. Ojo. esa nueva dirigencia también había sido formada en aquella cultura y no renegó de sus principios; se roba tanto o más que antes, pero sólo es un grupo reducido y esos teje y manejes propiciaron la inversión extranjera, la radicación de industrias y un relativo bienestar del pueblo con una moneda fuerte, artificialmente, pero fuerte. - Como análisis político me parece una pieza magnífica, pero. ¿Qué tiene que ver con los Garrido? -Nada y todo. Con matices, se está volviendo a la época del caudillismo provincial. Estos de ahora también se niegan a dejar sus cotos de caza y toda arma es válida para enfrentar a un enemigo común; el cambio. Se utiliza desde la difamación personal y familiar hasta el uso de multimedios para confundir a la opinión pública. También se volvió al viejo matonismo. Aprovechando la fragilidad de la seguridad y los nuevos códigos de procedimiento judicial, se mata, se secuestra, se roba y se promueve el caos, como si la verdadera democracia flaqueara sólo por ese lado. Entonces, gente como los Garrido son los chicos mimados de muchos de estos perjudicados.Son muy duros y tienen apoyo. Conocen el país y están organizados. ¿Qué chance tendrías frente a ellos? -Necesito lo mismo que tienen ellos; organización, apoyo y contactos. Si necesitara conectarme con gente que los conozca. ¿Podría hacerlo? -Poder siempre se puede, pero vas a terminar por cruzarte en nuestro camino, lo que no siempre es bueno. Cuando la subversión fue derrotada, muchos no identificados se dispersaron y volvieron a sus papeles de ciudadanos honestos; otros se auto desaparecieron, estableciéndose en el exterior, como la mujer de Farrant. Los cerebros que sobrevivieron, también huyeron al exterior y, con la democracia volvieron al país casi como héroes, infiltrándose en los partidos políticos, los sindicatos, la cultura y en los medios de comunicación; no es raro ver en televisión a notorios ex guerrilleros, perorando sobre los valores de la democracia con si ellos la hubieran inventado. Nosotros tenemos la pista de algunos, pero no podemos actuar antes que lo hagan ellos y, si le les damos suficiente soga, terminarán por colgarse no sólo a sí mimos, sino que nos arrastrarán con ellos. Mantenemos un equilibrio muy delicado pero, de cualquier manera, esa es mi teoría. - Con más razón, Willy. todo esto es casi tenebroso y yo estoy solo. En recuerdo de los viejos tiempos, te pido que me ayudes. Los dos sabemos que será extraoficial. dame una lista, algo con qué empezar. Maldiciendo por lo bajo, Willy saca una agenda del cajón y escribe en una hoja sin membrete de la embajada. Luego se la tiende a Richard. -Esto es lo que necesitás. no quisiera terminar mis días en Kabul o algo así. Usala con discreción, porque tampoco quiero ver como te llevás vos mismo al matadero. Esto no es Estados Unidos y estás realmente solo. BUENOS AIRES, septiembre 17 de 1996 20 hs Richard atraviesa el amplio lobby del hotel y se dirige a la conserjería, El empleado le entrega las llaves de su habitación junto con un sobre amarillo. -¡Qué causalidad Mr. Green. ha llegado este fax y tiene una llamada en este momento! - Gracias.la tomaré desde aquí. Mete apresuradamente el sobre en el bolsillo trasero del pantalón y, dirigiéndose a un juego de sillones cercano, toma un teléfono y espera la conexión. - Green al habla. Bueno. bueno. Cálmese Petrini y dígamelo despacio. Ahá. ¿Dónde?. un momento. – Saca un papel del saco y toma nota – En quince minutos estoy allá. No se mueva y observe todo

Datos del Relato
  • Categoría: Fantasías
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