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Categoría: Confesiones

Mon... Mónica. Un pecado sin remordimiento

Empezaré por describirla. Se llama Mo... Mónica, tiene 35 años. No diré que es preciosa o que es una mujer de bandera. Más bien es normal, guapa a su manera. Es rara la vez que la he visto con el pelo suelto pues siempre lleva coleta, coleta de pelo casi liso hasta más abajo de los hombros y morena. Su piel es blanca, no pálida, pero se nota que no ha tomado el sol "por gusto" en bastante tiempo debido seguramente a su trabajo. Mide al menos 1.65 m y es bastante delgada. Su figura es la de una mujer con poco pecho, hombros fuertes, vientre plano, ombligo sexy, caderas no muy pronunciadas pero con el culo, aunque "canijo" bien definido y en su sitio. Sus piernas... Es lo que más me gusta de Mo... Mónica, largas, firmes, blancas y suaves... Incluso me gustan las leves arañas vasculares que tiene detrás de la rodilla y los muslos. En definitiva es una mujer normal que no llama la atención a primera vista pero que en este tiempo que he venido fijándome en ella cada vez me parece más excitante.



Por mi parte diré que soy normal, soy un poco más joven que ella, alto, varonil, moreno y me considero guapete. Yo me llamo...



Bien, los antecedentes:



Mo... Mónica se divorció, y los que la conocen en la barriada dicen que fue ella la que cometía los supuestos adulterios que terminaron con su pareja. No es por juzgarla, pero simplemente creo que ese fue el punto de inflexión en nuestra relación.



He de decir que nos veíamos a menudo, tanto antes como después de su divorcio. Al divorciarse, cuando nos veíamos, teníamos más tiempo para hablar de nuestras cosas y aunque no siempre hablábamos de sexo era normal entre nosotros, ya que, debido a nuestra confianza de muchos años, ya sabíamos que tanto ella como yo somos muy activos sexualmente hablando, pero, tras su separación parece que ella se había "soltado la melena" y hablábamos más de la cuenta ya que las conversaciones subieron de tono.



Dicho esto, creo que la primera vez que me di cuenta que Mo... Mónica me atraía fue un día en el cumpleaños de uno de sus hijos al que fui invitado. Ella llevaba puesto un chaleco de manga larga, como de lana, pero muy muy fina, en Sevilla decimos de "entretiempo", de un color de entre verde oscuro y azul, con un escote de pico de esos que si los estiras se lo podría poner en los hombros... No sé si me explico, el caso es que como ella tiene poco pecho y yo soy un poco más alto que ella, me di cuenta que cuando se apoyaba en el mostrador para pedir bebidas y me colocaba en cierta posición a su lado, se le veía a la perfección todo un pecho... Me impactó. Realmente tenía poco pecho pero era precioso. Tenía más forma cónica que redonda, imagino que por el empuje hacia arriba del sujetador blanco que llevaba, y, apuntando hacia arriba, un pezón de dimensiones medias color rosa claro, casi del mismo color que la carne y de forma puntiaguda, aunque no del todo "empitonado". A mi desde luego me encantó. No pude verlo el tiempo que yo hubiera querido pero en las 5 o 6 veces que la pude acompañar al mostrador sin levantar sospechas con ella o con el resto de adultos lo pude ver en su mayoría.



Joder con la Mo... Mónica!!! ¡Pues va ser que me pone!!! ¡Y mucho!!! -Pensé yo...



Lo deje pasar por unos días...



Tras dos o tres semanas de aquello coincidimos a solas, pero esta vez en su casa. Hablábamos de cosas sin importancia. Ella llevaba ropa de calle, pero cuando nos quedamos solos y sabíamos que seguramente iba a ser durante toda la tarde, ella entró en su dormitorio. No dejó de hablar conmigo, y como con normalidad cerró la puerta. Manteníamos la conversación perfectamente ya que su cocina está cerca del dormitorio. En menos de dos minutos salió. Hacía calor y supongo que decidió ponerse algo más... cómodo. El conjunto era de tela muy fina, y parecía gastada como de muchos lavados. Era de cuadros de colores pastel, amarillos, rosas, verdes y azules. La parte de arriba era una camiseta de tirantes que le quedaba muy suelta y un poco por debajo de su ombligo. Llevaba nudos hechos en los tirantes, imagino porque le quedaba grande. La falda no era del mismo conjunto pero era corta como a la mitad del muslo y también le quedaba muy suelta y era como de la misma tela gastada que la camiseta. Supongo que era la ropa que se ponía en casa para limpiar o estar cómoda...



Yo me quedé mirándola de arriba a abajo. Le quedaba muy bien y estaba preciosa. Supongo que pudo adivinar mis pensamientos por mi cara de asombro durante esos instantes así que, intenté disimular diciendo haberme asombrado por su rapidez para cambiarse.



- Ya... Me dijo ella sonriendo de manera pícara.



Seguimos hablando del tema anterior con normalidad, pero hubo un momento en el que ella se inclinó para guardar un trapo en un cajón de la cocina y.... ¡Joder!!! ¡No llevaba sujetador!!!



Pude ver de nuevo sus pechos al completo y con todo detalle y, además, esta vez los dos a la vez, sueltos y durante al menos 30 o 45 segundos y no solo una vez sino 7 u 8 veces más ya que se inclinaba e intentaba acomodar los cajones para ordenarlos y poder guardar todo lo que había en la encimera.



Lo confirmé, Mo... Mónica tenía unos pechos preciosos y deliciosos, poco desarrollados, sí, pero extremadamente bellos. Además debido a la fina tela de la camiseta, se le marcaban perfectamente sus rosados y puntiagudos pezones en ella... ¡Madre mía!!!



Ella seguía hablando como si nada mientras yo no podía contener mi erección. Tengo que decir que llevaba vaqueros y que quizás, por eso, creo que no lo notó en ese momento ya que yo estaba ahí, alucinando con los pechos de Mo... Mónica y la presión de mi paquete palpitando en los vaqueros.



La cosa no terminó aquí, no, no señor. M... Mónica preparó café y mientras lo hacía ya estábamos hablando de sexo. No recuerdo de qué exactamente pero sí que recuerdo que no paraba de pensar cómo ponerme para que no se me notara el empalme que tenía mientras la miraba de perfil, de arriba a abajo, ya, que con la luz de la ventana de la cocina tras de ella, se transparentaba el conjunto y se dejaba ver bastante bien toda su silueta... ¡Qué pechitos!!!! ¡Qué culo!!!! ¡Y que piernas!!!!



Ufff...!!!!



- ¿Qué te pasa, estás como ido? Me preguntó mirándome sin dejar de estar de perfil.



- Nada... Estoy bien... Ahora el café me espabila...



Respondiendo esto me rasqué de manera inconsciente el paquete y ella se dio cuenta puesto que llevó su mirada hacia mi abultada entrepierna y la mantuvo ahí durante casi dos segundos. Levantó las cejas y volvió a mirar la cafetera aparentando normalidad, pero creo que pudo observar mi erección. Yo por mi parte disimulé, o intenté hacerlo al menos, sacando el móvil del bolsillo. 



Seguimos conversando aunque noté por su parte que de manera forzada hasta que el café terminó de pasar. Lo preparé yo y le pedí la leche suponiendo que tenía en el frigorífico, pero ella me dijo que tenía que cogerla del mueble bajo que estaba en frente. Abrí la puerta y no la vi, así que ella se agachó estirando la mano para cogerla. Cogió la leche, sí, pero sigo pensando que con su antebrazo desnudo rozó de manera intencionada mi paquete, tanto para alcanzarla como para ponerla en la encimera enfrente mía.



Mientras echaba la leche en el café la miraba de perfil y creo que miraba con el rabillo del ojo hacia mi paquete mientras vigilaba la cantidad de líquido en su café. Se tomó el café y ella volvió a sus quehaceres domésticos. 



Yo no podía dejar de mirarla con lascivia, solo podía pensar en quitarle la ropa y comerme esos pechos. Estaba tan caliente que notaba como el líquido pre seminal estaba mojando la punta de mi pene y los calzoncillos. ¡Qué calentón!!!



Lo último fue cuando se puso a tender. Su lavadora estaba junto a la ventana en un lavadero al final de la cocina. Yo la veía agacharse de perfil y darme la espalda para tender. ¡Al inclinarse para tender en la ventana se le levantaba la falda!!! Desde donde yo estaba podía verle el culo desnudo perfectamente, pero no podía distinguir si llevaba tanga o no, ya que por mucho que me reclinaba en la encimera no podía verlo bien y un movimiento más sospechoso me hubiera puesto en evidencia. Imagino que terminó de tender en cuerda más alejada y ya no se inclinaba tanto, así que decidí hacerle una broma. Le tiré uno de sus cigarrillos al suelo y le pregunté si me lo recogía con la voz más pícara que pude:



- Uy!!! Se me ha caído... ¿Me lo... Coges???



Ella se volvió, miró el cigarrillo en el suelo, me miró de manera traviesa y me preguntó:



- ¿Que te cojo? ¿El cigarrillo? O...?



Sonrió, se agachó a recogerlo y mientras se levantaba para dármelo juraría que de nuevo quiso mirar mi paquete, pero para mi decepción se limitó a coger su mechero de la encimera, a encenderlo y a ponerlo en el cenicero mirándome a los ojos. Seguidamente se volvió "contoneando" su feminidad y siguió tendiendo.



Yo me limitaba a mirarla y mientras estaba de espaldas me acomodaba mi prepucio mojado en los apretados vaqueros. Terminó de tender y la llamaron por teléfono. Yo aproveché para ir al baño y desahogarme, no podía más.



Casi no atinaba a cerrar la puerta corredera de su baño de lo nervioso y caliente que iba. ¡Me saqué como pude el miembro del pantalón y madre mía como estaba!!! ¡Lo tenía tan duro que me dolía el prepucio que rodeaba a mi descubierto y húmedo glande, literalmente me salía del pellejo!!! 



Empecé a masturbarme de pie, enfrente del water, pero enseguida me di cuenta que la ventana que se encontraba justo encima del water y con lo cual, enfrente mía, daba justo debajo de la lavadora situada en el lavadero. Evidentemente, si ella seguía poniendo la lavadora, me vería, la cabeza solo, pero me vería que estoy de pie, frente al water y tardando mucho...  Y encima no podía cerrarla, ya que la ventana era de las típicas ventanas que se componen de varias de láminas de cristal que giran arriba y abajo para cerrarse y abrirse. No sabía qué hacer, si cerrarla y levantar sospechas o arriesgarme a terminar rápido mientras ella seguía hablando por teléfono... Mientras intentaba pensar colgó el teléfono y como me temía empezó a poner una lavadora. Yo veía su cabeza moverse arriba y abajo poniendo la lavadora y parecía no verme así que me arriesgué y terminé en menos de tres minutos. ¡Menuda corrida!!! 



No pude evitar soltar un suspiro de alivio que ella no pudiera oír. Noté como dejó de moverse y pude ver como intentaba apoyarse en la lavadora para observar por la ventana, pero al parecer no llegaba, así que me retiré del water para limpiarme sin que me viera, tiré de la cisterna y cuando me disponía a lavarme la cara y las manos cuando escuché que entraba gente en la casa. Ya no estábamos solos así que salí del baño y me encontré con las visitas, que para mi sorpresa, eran todas mujeres de su círculo de amistades y M... Mónica se había cambiado!!! Se había puesto ropa de andar por casa más "discreta", sujetador y bragas ya que se le notaban perfectamente con la ropa que llevaba ahora.



Desde ese día la miraba de forma muy distinta e intentaba quedar con ella a solas siempre que podía. Nuestras conversaciones de sexo estaban cada vez más subidas de tono. Casi todas las veces que coincidimos siempre intentábamos ponernos calientes mediante nuestras ya típicas charlas.



Ella me comentaba cosas como que se acaba de depilar, que no se había dejado nada y, que lo tenía extremadamente suave y sensible. Me explicaba cómo le gustaba practicar el sexo oral, que había estado con 5 o 6 hombres a la vez, que el ginecólogo le había dicho que tenía el coño como una rosa, que le gustaba masturbarse en la ducha con agua muy caliente...



Ufff!!! ¡Qué caliente me ponía!!!



Se me viene a la mente un día que no sé por qué motivo, la visité en su casa temprano y estaba recién levantada. Tenía puesto una camiseta de pijama de manga larga, de color rosa oscuro y con un dibujo de una jirafa blanca, en la cual, se le marcaban las tetas con sus pezones perfecta y maravillosamente empitonados. El pantalón era como de chándal de color verde kaki. Estaba preciosa. Recuerdo ese día porque mientras se estiraba como para desperezarse y echar su morena melena un poco despeinada hacia atrás, se le subía el chaleco dejando ver su vientre sexy y plano y el bendito pantalón verde kaki, sin elástico y con el típico agujero de haberse perdido el cordón para sujetarlo, ¡se le bajó hasta el punto que pude ver su pubis totalmente depilado!!!! No llegué a ver su sexo por cuestión de 2 o 3 centímetros. ¡Qué hermosura de visión!!! Ella se dio cuenta, pero lejos de correr a taparse, terminó de estirarse y, tranquilamente y sonriendo de manera pícara, me dijo textual:



- Uy! ... Se me cae el pantalón. Es que esta noche he dormido desnuda, sin nada, y he dormido de a gusto... A partir de hoy lo voy a hacerlo siempre... ¿Qué te parece?



Esto último me lo dijo mirándome directamente a los ojos y adoptando la típica postura de levantar una cadera, poniéndose de lado y dejando caer un brazo mientras apoyaba el otro en su cadera.



En mi cabeza rondaba la sensación de tumbarme con ella en su cama desnuda y calentita debajo del edredón... Acariciar su espalda.... ¡Ufff!!!



Me empalmó en menos de 10 segundos...



Se me ha olvidado comentar que cada vez que sabía que podía verla, y me era posible, intentaba ponerme un pantalón de chándal azul claro que tengo. La idea era subir el pantalón lo máximo que podía dejando marcado mi pene en la pernera, estilo torero, poniendo mi slip a un lado y dejando tanto pene cómo testículos fuera del mismo. De ese modo solo tenía la tela fina de chándal apretando el tema y al ser de color un poco claro... Lo tenía estudiado para que ella se fijara. Me lo ponía siempre que podía, pero esta vez como hacía frío aún y podía ponérmelo con un chaleco que disimulaba el remange del pantalón de mi casa a la suya, decidí ponérmelo ese día para ir a verla. Fue buena idea...



Dicho esto, es comprensible que no hubiera manera posible de disimular mi erección estando de pie frente a ella y, por supuesto Mo... Mónica clavó su mirada en mi paquete durante al menos 5 o 6 segundos.



Su reacción me tomó totalmente por sorpresa. Levantó su mirada para mirarme a la cara con una sonrisa durante unos 2 segundos y seguidamente me dio un abrazo. Me abrazó con su mano derecha y la izquierda la dejó caer, creo que de manera estratégica para rozar moderadamente mi súper inflamado pene. Mientras lo rozaba, estoy seguro que Mo... Mónica pudo notar que tenía la punta ya húmeda debido a la fina tela del pantalón de chandal. El abrazo duró unos 4 o 5 segundos y mientras lo hacía exclamaba un "ay" cariñoso. Me soltó y mientras volvía a su posición original, volvió a rozar levemente la punta de mi húmedo pene, a la vez que no dejaba de mirarme con cierta lascivia.



Me dejó muerto. En menos de 60 segundos me había puesto cachondísimo. Pensaba que esta era la mía, pero no... Llamaron al porterillo antes de poder seguir con lo que fuera a pasar... Ella contestó, me advirtió que subía visita y escuché como salía para abrir una cancela y accionar el ascensor. Yo por mi parte acomodé mis partes como pude dentro de mi ropa interior y coloqué mi pantalón de manera correcta. Saludé a la visita y tuve que marcharme con el súper calentón que llevaba. Es más, tenía que coger el transporte público para hacer un recado, y tras dejar pasar dos buses porque no se me bajaba el empalme y no quería dar el espectáculo ni dentro del autobús ni en la parada al levantarme decidí ir a descargar, y vaya que si descargué menuda corrida...



Situaciones como estas eran nuestro día a día. La última que puedo contar ocurrió un día laborable de invierno.



Lo tengo muy presente porque ella se puso el chaleco escotado entre verde y azul que describí anteriormente. Me preguntó que si la acompañaba. No recuerdo dónde pero había que coger el transporte público, íbamos a estar solos ¡y llevaba ese chaleco!!! Ni me lo pensé. 



Estoy casi seguro que ella sabía el porqué de que me gustara ese chaleco. Recuerdo que hacía frío, yo con jersey gordo y vaqueros, y ella con ese chalequito... El caso es que tenía las manos heladas y en cierto momento se lo comenté. Ella sin pensarlo dos veces cogió mi mano y la puso entre su vientre y el famoso chaleco. Me quedé de piedra. Ésta viene fuerte -Pensé yo.



- ¿Mas... calentito? Me miró con esa sonrisa de niña mala que toda mujer sabe que a cualquier hombre le pone.



Me sorprendió gratamente lo suave y calentita que sentía su piel.



- ¡Por supuesto! Respondí. -¿Pero y la otra?



Su respuesta fue guiarme para poner mi mano en su espalda debajo del chaleco y tomar una postura de abrazo.



Yo le seguí el juego. Subí mi mano hasta su nuca por dentro del chaleco y empecé a acariciarla a la vez que acariciaba la parte más baja de su vientre con mi otra mano, intentando, poco a poco, llegar a su seguro depilada zona púbica.



- ¿Tu cómo empiezas? 



Yo sabía perfectamente que lo que quería preguntarme era sobre cómo suelo empezar un coito.



- Haciendo que te corras - Dije en tono afirmativo y mirándola a los ojos.



Hubo un silencio por parte de los dos mientras manteníamos las miradas. Estábamos muy cerca uno del otro. Notaba el pantalón a punto de estallar de solo pensar que su mano posada en mi muslo subía lentamente. Pero por desgracia, no creo que estuviéramos así más de un minuto ya que, al estar sentados en el autobús, era una postura incómoda y al intentar corregirla creo que los dos nos dimos cuenta al mirar alrededor que alguien conocido nos pudiera ver, así que decidimos, sin palabras, seguir sentados correctamente e iniciar una conversación "decente". 



Yo no paraba de acomodarme el miembro totalmente erecto, evidentemente para que Mo... Mónica lo notara y ella se limitó a apoyar de nuevo su mano en mi muslo y a acariciármelo. El trayecto terminó y nos tuvimos que bajar.



Lamentablemente no hubo más ese día... Ni hasta el día de hoy, por eso el motivo de este relato:



Me gustaría que Mo... Mónica lo leyera, sobre todo esto último, esto que no tuve oportunidad de responderte:



¿Qué cómo empezaría?



¿Recuerdas ese vestido negro de tirantes, con una franja ancha de color blanco a la altura del vientre que te sueles poner sin sujetador?



Te imagino descalza, con ese vestido, de espaldas a mí, con tu coleta recogida...



Empezaría por besarte desde la nuca al cuello para luego pasar a los hombros, mientras, mis manos te rodearían desde atrás para acariciarte el vientre sobre el vestido. Deslizaría los tirantes por tus suaves hombros a besos hasta hacer caer lentamente el vestido al suelo, dejándote totalmente desnuda salvo un sensual tanga. Me agacharía para recoger el vestido y apartarlo. Mis manos te recorrerían lentamente desde los tobillos a la nuca. Muy lentamente... Te abrazaría fuerte, pegando mi pecho a tu espalda. Mi mano izquierda subiría desde tu bajo vientre hacia tus pechos. Mientras, mi mano derecha bajaría desde tu abdomen hasta tus suaves ingles, para lentamente, buscar sobre la fina tela de tu ropa interior, tu clítoris y la ya húmeda entrada de tu vagina. Acariciaría tus pechos de uno en uno, recorriéndolos suave y firmemente, dejando tus erizados pezones rosados para el final, repitiendo el movimiento hasta que mi mano derecha logre arrancarte el primero de los orgasmos que terminaría de inundar el último trozo de ropa interior que seguidamente te quitaría. 



Una vez te hubiese tenido totalmente desnuda, temblorosa y jadeante, te daría la vuelta, te miraría a los ojos y te besaría. Pero no te besaría con amor o cariño, no. Te besaría con pasión, con deseo. Empezaría a devorar tu cuello, bajando con ansia hasta tus pechos, tus deliciosos y deseadísimos pechos, los cuáles, haría míos acariciándolos, devorándolos, tocándolos, mordiéndolos... Hasta que mis manos recuerden el camino de tus caderas a tus firmes nalgas y decidan apretarlas con fuerza, casi con rabia. Mi boca, de nuevo se posaría en la tuya, pero solo para despedirse ya que de seguro pronto emprendería un viaje hacia más allá del sur de tu ombligo. Me arrodillaría ante tu sexo. Te miraría de nuevo a los ojos, pero solo por un instante, y solo para comprobar el grado de excitación reflejado en tu tembloroso rostro justo antes de empezar a devorar con dulzura y delicadeza todo tu sexo hasta que te tiemblen las piernas y caigan tus brazos y manos rendidas en mis hombros al hacerte alcanzar un nuevo y placentero orgasmo dentro ya de tu propio éxtasis de placer, hasta que no puedas soportarlo más y tus muslos traten de aprisionar mi cabeza para intentar pararme.



Tras esto, volvería a ponerme de pie, terminaría de desnudarme, te rodearía y volvería a abrazarte, dulcemente, volvería a besarte con delicadeza y pasión. Te tumbaría en la cama, delante de mí, ofreciéndote la oportunidad de poder elegir la forma de continuar con esta aventura del placer.



Imagino que tiras de manera suave pero firme de mi antebrazo hacia tu lado en la cama, mientras yo, observaría tu maravillosa y natural belleza desnuda. Me guiarías a tumbarme detrás tuya y a seguir besando y mordiendo con cariño tu cuello y espalda, mientras, con tu mano libre buscas con habilidad el calor de mi pene. Te darías la vuelta buscando el esperado pero breve reencuentro de nuestros labios y lenguas. Me acariciarías con pasión mi cuello, mi pecho, mi abdomen... Marcando el camino que recorrerían casi de seguido tus labios. Me mirarías con lujuria y picardía mientras me practicas una pasional y lenta felación mientras yo lucharía por poder soportar el encierro en el manicomio del placer que tu lengua y labios provocarían en mi pene y testículos convenientemente depilados para la ocasión hasta que, al no poder soportarlo más, te agarraría por tu casi suelta coleta y te guiaría para tumbarte boca arriba en el centro de la cama. Te acomodaría la almohada mientras te beso en la boca y el cuello y te miraría con deseo. Te susurraría con decisión y suavidad "voy a hacerlo ahora" y te penetraría por fin... Nos follaríamos sin descanso. Con pasión, con lujuria y rabia y hasta que no podamos más ninguno de los dos y caigamos rendidos.



Sería nuestro secreto. Seria nuestro único pecado, pero nuestro único pecado sin remordimiento. ¿Te atreverías a hacerlo realidad?



Yo sí. ¿Y tú? Solo tienes que llamarme. Estoy seguro de que sabes quién soy.


Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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