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Mis machos del campo: Siguen las confesiones

Toda la noche siguió lloviendo con intensidad, no sé qué hora era cuando desperté, estaba desnuda y pegoteada de leche por todos lados, uno de los hombres estaba acostado a mi lado en cucharita, rodeándome con sus brazos, no me costó desprenderme de el para levantarme. Fui a revisar mi teléfono para ver la hora y había un mensaje de Carlos preguntándome como estaba, note que había una línea de señal y le respondí que no se preocupe, que estaba bien, pero ya no tenía batería y que si no respondía era por falta de señal. No aclare nada más porque ya tendría tiempo de contarle personalmente mi experiencia con los desconocidos de la cuadrilla.



Fui al baño me lave la cara y con un trapo limpio me despegue los pegotes de leche que tenía en el cuerpo y las piernas. Me puse encima una camisa de los hombres, hacía mucho calor allí adentro, estaba muerta de hambre avance hacia la cocina ubicada en el frente del tráiler pasando por las camas marineras (cuchetas) de los otros cuatro hombres que dormían plácidamente, encontré una jarra con café y unos trozos de pan casero que devore rápidamente. Ya no tenía sueño, mire un rato la torrencial lluvia por una de las ventanas y luego aburrida fui a ver como dormían los muchachos, al arrimarme, uno de los que dormía en la cama de arriba había despertado, me dijo: Buen día amor, me sonreí y antes que le responda ya me había tomado por debajo de los brazos y me subió hasta su cama, el lugar era estrecho, así que me acomode sobre el como pude y empezamos a besarnos, tenía un pecho lampiño y mi delirio era chupar pezones masculinos, así que empecé a lamérselos y en el acto note como se calentaba y se la paraba la pija, el la tomo con la mano y me la ensarto profundamente, le pedí que abra las piernas y yo cerré las mías y sin dejar que se escape la pija de mi concha, le dije: ahora te voy a coger yo papito. Me movía lentamente sobre él, no solo quería hacerlo gozar, también quería que sepa quien mandaba, ya que el por la posición debía dejar sus piernas y cintura inmóviles y la que hacia todo el trabajo era yo, ambos empezamos a gemir y dar algún grito, mientras lo cogía con mi cabeza apoyada en su pecho vi cómo se empezaron a incorporar los otros hombres, uno de ellos dijo riendo: empezó temprano la fiesta. Yo no podía más que gemir y moverme, ellos se pararon al costado de la cama mirándome muy de cerca, ya que la cama donde estaba era la de arriba. Me miraban con tanta calentura que me volvía loca, tome del pelo a uno de ellos y empecé a besarlo en la boca como poseída, en realidad quería chupar una pija, pero por la altura de la cama ninguno podía llegar con la suya hasta mi boca, de todos modos me fui besando con todos mientras seguía cogiendo al que estaba debajo mío.



Uno de los hombres dijo: yo me subo y le doy por el culo, uno de los otros lo paro y le dijo que la cama no resistiría a los tres y se rompería y caería, el hombre se quedó parado, pero tomo un jabón, se lubrico los dedos y me abrió las nalgas y me metió primero un dedo y después dos por el culo. En ese momento enloquecido empecé a moverme y a gritar como poseída, tenía la concha y el culo con carne de hombre, solo me faltaba la pija en la boca, así que me conforme con los besos y lengüetazos en la boca que les daba a los otros. Era indescriptible el placer de estar cogiendo y al mismo tiempo tener de espectadores casi pegados a mí a cuatro machos recalientes, así que entre alaridos de placer acabe varias veces, cuando sentí la leche tibia en la concha di un aullido que tapó el sonido de los truenos que retumbaban. En ese momento uno de los ¨espectadores¨ dijo: bueno Eduardo, ahora nos toca a nosotros, me saco de encima del llamado Eduardo y me llevo hacia la cama grande del fondo del tráiler, yo iba alzada en todo sentido, alzada por esos brazos fuertes y alzada de ganas de seguir cogiendo. Se tiro en la cama conmigo encima y me ensarto la pija en el acto, uno de los otros ahora sí pudo acomodarse detrás mío y metérmela por el culo, gozaba como una loca y empecé a pedir pija en la boca, se la chupe tan fuerte a uno que lo hice acabar en seguida y trague toda la leche, el segundo que se arrimó duro más, yo sentía los empellones de los dos que me estaban cogiendo y mamaba con avidez, no sé cuántas veces acabe, pero ellos tres lo hicieron casi al mismo tiempo. Trague toda la leche de la pija que chupaba y sentí al mismo tiempo los chorros tibios en el culo y la concha. En ese momento me afloje toda y me deje caer sobre el que estaba debajo de mí y ahí quede sintiendo como dentro de mí esas dos pijas se iban poniendo fláccidas. Sé que nunca poder expresar el estado de placer y satisfacción que sentía. Con los chicos en el campo gozaba como una perra, pero estos cinco hombres rudos y grandotes me habían dado la mejor cogida de mi vida.



De a poco nos fuimos incorporando, pase por el baño y nuevamente me saque los pegotes de leche y fui a la mesa de la cocina, sentía mucho calor, así que me quede desnuda, ellos se sentaron conmigo, uno arrimó tazas de café, estuvimos en silencio largo rato, hasta que uno de ellos pregunto: quien sos, que haces sola en estos lugares desiertos? No quería decir nada sobre mí por temor a lo que podría pasar si un rumor de algo como esto llegaba al pueblo o a alguno de los campos vecinos. Les pedí que me entendieran, que prefería mantener todo en secreto, les había dado lo que querían y lo había pasado excelente con ellos, pero esta sería la primera y única vez que pasaría. El que parecía ser el jefe me ofreció que siguiera la campaña de cosecha con ellos, podría hacer de cocinera y de hembra de todos. Me causo gracia la oferta, pero le respondí que tenía trabajo y obligaciones, que estaba en pareja y que eso era todo lo que iban a saber de mí. Noté en sus caras el disgusto por la respuesta, les dije que entendía que estar solos meses enteros, sin mujeres y trabajando de campo en campo, yendo por caminos solitarios era angustiante, que la había pasado increíble con ellos, pero que debía irme en cuanto pare la lluvia. El que me había cogido primero dijo: muchachos, la señora se portó como una reina, nos cogió y mamo a todos, ya está, tal vez algún día volvamos a encontrarla y cogerla de nuevo, a lo que respondí: porque no? Los otros se rieron asintiendo.



A media tarde paro la lluvia, me vestí con mi ropa que ya estaba casi seca, bese con lengüetazos a los tres que quedaban, que al hacerlo aprovecharon a manosearme entre risas y montada en un tractor con los otros dos fuimos a buscar mi camioneta. Con el inmenso tractor no costo mucho sacarla del fango, por suerte la chapa patente estaba cubierta de barro, así que no tendrían forma de identificarla e identificarme. Una vez que estuvo sobre el camino la puse en marcha, me baje, les di las gracias y un beso profundo a cada uno.



Por el espejo retrovisor vi las caras tristes de los hombres saludándome con la mano. Puse música y lentamente retome el barroso camino hacia el campo donde estaban mis chicos.


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