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Categoría: Confesiones

Mis machos del campo: Sigue la historia

Con el tiempo me voy poniendo cada vez más insaciable y morbosa. La relación con Carlos es muy buena en todo sentido, acepta y le encantan mis encuentros con los chicos, al principio cada vez que iba sola al campo me pedía que le cuente con lujo de detalles las fiestitas sexuales, después sin que los chicos sepan puso cámaras por toda la casa, yo las activo antes de los encuentros y grabo todo, después le llevo el cd a casa y Carlos lo mira con deleite conmigo recostada en su vientre mamándole la pija, confieso que me encanta saber la calentura que le despiertan ¨mis películas porno¨. Muchos veces pasamos horas, el mirando como cojo, chupo pijas y me hacen de todo y yo mirando de reojo y chupándosela. Él es mi macho y lo sabe, yo soy una perra reputa que le encanta ser cogida y sometida de todas las formas posibles, hemos inventado juegos tan morbosos con los chicos que mantienen firme el deseo de ellos por agarrarme cada vez que pueden.



Las visitas al campo generalmente son a mitad de semana, aunque a veces no aguanto las ganas de tener a mis machos y salgo cuando la calentura me desborda. A veces la hora y media que tardó en llegar se me hace eterna por el deseo de llegar a que me cojan por todos lados.



Tiempo atrás un día que había terminado mi tarea con los papeles de Carlos estaba recaliente y decidí salir para el campo, ya era casi de noche y amenazaba llover, Carlos me pidió que no vaya pero me entendió, con la condición que sea prudente al conducir. Al principio iba despacio, pero la ansiedad por coger me desbordaba, así que iba demasiado rápido en el camino de tierra quería salvarme de la tormenta inminente y llegar al campo y coger con mis chicos sintiendo el ruido inspirador de la lluvia sobre el techo de chapas.



Unos kilómetros antes de llegar, al costado del camino pase un campamento de una cuadrilla de máquinas cosechadoras con sus obreros, que al verme pasar me gritaron toda clase de obscenidades, cosa que me encanto, les toque unos bocinazos y los salude con la mano sonriéndome. Seguramente se habían detenido por la amenaza de tormenta. Pocos minutos después de pasar por ese lugar se desato la tormenta y un aguacero terrible, bajé la velocidad pero estaba oscureciendo y casi no veía, en una curva perdí el control y fui a parar fuera del camino en un lodazal que se había formado. Tarde unos minutos en reaccionar, tome el teléfono para llamar a Carlos o a los chicos para que me fueran a buscar, la señal siempre era débil o inexistente en la zona y no pude comunicarme, me baje de la camioneta sin saber qué hacer, me estaba mojando toda y moría de frio y de miedo, estaba lejos del campo y salvo la cuadrilla de máquinas cosechadoras no había nadie en kilómetros a la redonda, ya estaba oscuro y pasar la noche solita ahí me pareció aterrador, decidí ir bajo la lluvia hasta el campamento a pedir ayuda, tal vez ellos pudieran remolcar mi camioneta del lodo con algún tractor.



Camine más de media hora, hasta que vi la luz de la casilla del campamento, llegue empapada, aterida de frio y embarrada. Había perros que al verme arrimar ladraron con pocas ganas, escuche las risotadas de los obreros dentro del tráiler, me arrime a la puerta y golpee, no puedo describir la cara de sorpresa de los cinco hombres al verme en el estado que me encontraba. Me hicieron pasar me dieron un café caliente y me ofrecieron pasar a la pequeña ducha del tráiler, mientras me desnudaba escuchaba algunas risas y murmullos del grupo, apenas salía un hilo de agua, me duche largo rato, por suerte el agua salía tibia y me saco el frio terrible que tenía encima. Uno de ellos golpeo la pequeña puerta y metió su mano con una toalla, una camisa y un pantalón limpios. Me seque y me puse la ropa lo mejor que pude, cuando salí todos me clavaron la vista, uno de ellos me ofreció su lugar en la mesa, les conté lo que me había pasado y uno de ellos respondió riendo, desgracia con suerte, la tormenta la trajo aquí, los otros rieron y yo me sonroje más de la cuenta. “No tenga miedo –dijeron- somos todos buena gente, aunque eso sí… hace semanas que andamos por el campo sin ver a nuestras novias, amantes o esposas”.



Entendí perfectamente que quiso decir, reaccione rápido para que no se pongan nerviosos… sabía que estaba en sus manos, sola, con cinco hombres calientes, en el medio de la nada, con una lluvia torrencial afuera y me encantaba que me cojan varios machos así que hable clarito para ellos y respondí, “soy una mujer grande se lo que quieren, puedo dárselos pero con la condición que no sean bruscos o violentos conmigo, si me tratan bien los complaceré a todos, sean buenos conmigo y yo seré mucho más buena con ustedes”. Yo sabía muy bien cómo manejar machos alzados y además ya había evaluado la situación. Lo que menos esperaban era la respuesta que les di, ya los tenía semicontrolados y disfrutaba eso, además me había calentado pensando en lo que vendría. Los hombres se hacen mucho los machos, pero cuando una mujer toma la iniciativa se cohíben y son ellos los temerosos, de modo que me pare sobre la mesa y empecé a bailarles despacito mientras me quitaba la ropa, iba mirando a los ojos a uno por uno y los notaba cada vez más calientes, cuando quede toda desnuda me tire sobre la mesa con las piernas abiertas y con voz sensual les dije… “querían una puta, acá la tienen” ¡Todos me manoseaban y uno se acomodó como para cogerme, lo pare en seco y les ordene que se desnuden todos, “quiero ver pijas” les dije y ahí sí, me monto el primero, pero no alcanzo a meterla y acabó, empezar a sentir leche tibia me estaba poniendo fuera de mí, “quien sigue?”, pregunte gimiendo, ahí empezó a cogerme otro mientras yo tome a dos de la pija y tirada sobre la mesa empecé a mamárselas y ahí se desato la fiesta, me tiraron en el piso sobre un colchón de una plaza que no daba lugar para coger cómoda, yo gritaba sin parar alentándolos… “vamos!! Para esto quieren una puta?? Vamos, denme pija papitos, quiero pija por todos lados”.



Mientras uno me cogía, alguno trajo una crema y me dio vuelta, me puso en cuatro patas y me la dio por el culo, mi mayor deleite era ese, otros me manoseaban y un par se acomodaron de alguna forma adelante y me hacían mamarles las pija, no me daba cuenta cual era cual, solo sé que estuve mamando leche y sintiendo la pija de alguno de ellos en el culo. Se ve que era verdad que hacía rato que no cogían porque me llenaron de leche por todos lados, cuando terminaron de cogerme todavía era temprano, yo me puse la camisa prestada y los veía satisfechos y agotados. Trajeron un poco de fiambre y gaseosa, me pareció que estaban atemorizados porque nunca hubieran esperado una reacción así de una mujer desconocida. Yo me estaba poniendo cada vez más alzada y quería más y más pija, no les di detalles de mi vida ni de mi viaje, cuando me preguntaron el nombre les dije que me digan perra, puta, yegua o lo que se les ocurra, que para ellos ese era mi nombre, uno grito: “esta es una hembra carajo!!!”. Ahí mismo me alzo en hombros y me llevo a un camastro de dos plazas que estaba al fondo del tráiler -debía ser el del jefe- allí me estuvieron cogiendo sin parar, por suerte estábamos en medio de la nada, porque a sus embestidas bestiales yo respondía con alaridos de placer más aun bestiales. Tuve pijas por todos lados pero les pedía por el culo y la boca quede bañada y llena de leche.



No sé cuándo me dormí. Sentí llover toda la noche y que cada tanto alguno se ponía a mi lado me acomodaba y me cogía, no sé si soñaba o era verdad, pero pase una noche de película. Mi destino era ser perra de cualquier grupo de machos que me tuviera a su alcance. El próximo relato les cuento como siguió la cogida de los obreros y su puta.


Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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