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Mirandole la minifalda

~~Se dio otra ducha rápida para refrescarse. Se puso una mini falda pantalón plisada de color amarillo, muy amplia, que dejaba ver y no ver cuando ella quería y con la que había obtenido resultados extraordinarios, además, le permitía meterse mano sin necesidad de subirla ni sacársela. Al ponérsela notó como el pliegue central se ajustaba a su entrepierna y un escalofrío de gusto recorrió su cuerpo.
 Sobre el busto una camiseta sin mangas, muy corta y ajustada.
 Preparó su bolsa de playa. Toallas, radiocasete, crema solar, cigarrillos, cerillas, algo de fruta, su pequeño vibrador Lady Finger , el consolador de asiento, los prismáticos de largo alcance, la cámara de vídeo con zoom especial y cargada con un cinta virgen de cuatro horas de duración, el trípode, un par de revistas porno y los últimos números de Gente Libre y Contactar con. , a éste último quería darle un repaso con detenimiento, pues habían unos anuncios interesantes y ya era hora de cambiar de aires. Puerto de la Cruz le quedaba corto demasiado serio y tranquilo para sus necesidades y hacía tiempo que quería cambiar de territorio.
 Bajó al garaje para coger su Kadet descapotable.
 Metió la bolsa en el maletero y adaptó la ventosa de su consolador preferido al cuero del asiento. Estiró el cable colocando el mando acelerador de las vibraciones en el asiento lateral al suyo Como se sentía ardiendo, comenzaría por él. De la guantera sacó un tubo de vaselina y poniendo un par de centímetros sobre la yema del índice, se la aplicó a lo largo de los labios vaginales y luego, metiéndose el dedo, en el estrecho conducto, tan adentro como pudo, se lubricó a conciencia para facilitar la penetración. Repitió la operación dos o tres veces, pues aquel modelo lo había traído de Ámsterdam y era descomunal ¡VEINTICINCO CENTÍMETROS NADA MENOS!. Y cuando lo usaba notaba como le acariciaba la matriz. Con cuidado, mientras con la mano izquierda tomaba la costura de la entrepierna de la falda pantalón y la apartaba para dejar libre el paso, inclinando el cuerpo un poco hacia delante, apuntando el blando glande de látex del consolador a la entrada de su hambrienta boca sexual, fue sentándose lentamente, mientras sentía como aquel dardo la penetraba llenándola por completo, casi desgarrándola. Su diámetro era tal, que los primeros instantes le producía un intenso dolo, pero luego el placer de sentirse totalmente repleta por el era inigualable. ¡Aoooohhhuuaiiiii!. No pudo evitar que de su garganta saliera un alarido de placer. Fue moviéndose hasta que se sintió cómoda y con aquel mango bien colocado, bien metido hasta el fondo, a fin de que produjera los mejores resultados. De momento así ya estaba bien, aunque le dolía.
 Conectó el arranque y con el control remoto abrió la puerta del garaje camino del Sur.
 Se dirigió hacia la autopista y al llegar a ella, con un hábil gesto y abriendo al máximo las piernas sin que ello entorpeciera una conducción segura, colocó la falda de tal manera que, al adelantar a cualquier vehículo, el conductor podría verle la ingle, la parte superior de la rajita y el vello púbico. Aquellos rizos negros, sedosos y brillantes que ella tanto cuidaba, concienzudamente recortados para que formaran un perfecto y minúsculo triángulo y de los que tan orgullosa estaba.
 Uno tras otro fueron picando . Al adelantar, se mantenía por espacio de unos segundos a la altura de la ventanilla, con la radio a tope para llamar la atención y cuando los tenía bien cachondos, pisaba y se colocaba delante manteniendo el mínimo de distancia para que intentaran adelantarla sin conseguir hacerlo. Por el retrovisor veía sus caras excitadas y como algunos le hacía gestos de que parara, mientras otros se relamían de gusto como indicándole que estaban dispuestos a chuparle aquella deliciosa maravilla hasta la última gota. Luego dejaba que la adelantaran y volvía a efectuara la misma maniobra un par de veces, hasta que se alejaba riendo, dejándolos bien calientes.
 Después de dejar a unos cuantos atrás, sintió la necesidad de aumentar su placer. Metió la mano entre las piernas y notó que estaba bien húmeda, con el dedo activó el interruptor y la vibración ondulante del consolador se puso en movimiento. El ronroneo del vibrador le llegaba hasta las cervicales y lo sentía en los huesos de la pelvis, el suave movimiento de torniquete, ondulante, le provocaba una excitación sublime. Se relamía de placer sintiendo como todo su órgano sexual estaba a tope. Estas sensaciones y el saberse al volante del coche observada por los camioneros, fueron suficientes motivos para que se abandonara al placer y dulcemente los orgasmos se sucedieran uno a otro, llenándola de satisfacción en tres ocasiones durante todo el recorrido, hasta llegar a aquella apartada y solitaria playita del Médano, más allá del hotel Atlántica Playa donde tan buenos ratos había pasado. Paró el coche, abrió la puerta y un agradable estremecimiento recorrió todo su cuerpo cuando, sin desconectar el interruptor, lentamente se fue saliendo del consolador sintiendo las vibraciones y los movimientos ondulantes a lo largo del conducto uterino. Miró entre sus piernas para recrearse en la visión de su sexo totalmente abierto y ver, así, unos buenos centímetros de su interior. Con dos dedos de cada mano lo mantuvo así para disfrutar del espectáculo de sus cremas inundando el conducto y derramándose sobre el asiento de cuero de su coche.
 La playa estaba solitaria. Rosamary se dirigió al lugar habitual que tan buenos resultados le había proporcionado en otras ocasiones. En el centro de la caleta, que no tendría más de unos treinta metros de anchura por unos cien de longitud, se elevaban unas dunas con algunos matorrales entre los cuales había un espacio de unos tres metros de diámetro. Desde allí dominaba toda la playa y podía, si así lo deseaba mirar sin ser vista, o dejarse ver aparentando desconocer ser observada.
 ¿E Ma1l? ¿Incluir email en relato?Categoria: Hetero(generales)Hetero (infidelidad)Hetero (primera)Hetero (polvazo)Hetero (Flechazo)Sexo con madurasAutosatisfaccionParodiaSacó la gran toalla de la bolsa y la extendió, cubriendo gran parte de la reducida superficie con ella. Luego extrajo la crema, el Lady Finger (ahora recordaba que había dejado el consolador de asiento sobre éste ? Bueno ? Se dijo, ? Igual alguna o alguno se anima y se masturba mirándolo y pensando lo que haría con él ?), los prismáticos, una de las revistas porno. Dejándose puestas los tenis , se saco la falda y la camiseta quedando completamente desnuda y empezó a ponerse crema. Estaba de pie y ocupada en extender una buena cantidad de protector cuando oyó el ruido de un motor que se acercaba. Rápidamente se sentó quedando completamente invisible a los ojos de quién quiera que fuese. A los pocos minutos el sonido de las puertas al cerrarse denunció que, quien hubiera llegado, había decidido quedarse. Unos segundos más tarde, aparecieron dos figuras que al acercarse resultaron ser una pareja.
 Vaya ? Se dijo Rosamary ?Hoy va de pares ? El, era un hombre relativamente mayor, tendría unos cuarenta o cuarenta y cinco años, rubio, con una ligera curva abdominal y con muestras de haber tomado el sol excesivamente sobre su blanca piel. Ella era una mujer de algo así como treinta y tantos pocos, morena de pelo largo, hasta sobre los hombros. Se dirigieron hasta un lateral de la caleta, donde se instalaron, y después de mirar a su alrededor y cerciorarse de que no había nadie se desnudaron, y colocando una manta de coche sobre la arena se tendieron en ella. Al poco, de una bolsa playera que traían consigo, él sacó una botella de aceite solar y empezó a aplicárselo sobre los hombros, el pecho y los muslos. Por gestos le indicó a la mujer si quería que le pusiera a ella, a lo que esta accedió. Solícito el hombre le untaba el aceite por los hombros, pero cuando quiso hacerlo sobre los espléndidos pechos de la mujer, ésta quitándole la botella de las manos le indicó, (también por señas, por lo que Rosamary dedujo que él era extranjero y ella española), que aquella parte lo hacía ella y empezó a aplicarse una buena ración de aceite. El hombre estaba absorto contemplando como las manos de la mujer acariciaban aquellos senos medianos y redondos de oscuros pezones y Rosamary pudo observar como el pene se le empezaba a mover. La mujer levantó los ojos y mirándolo fijamente, siguió dándose aceite voluptuosamente. Luego, dándole la botella al hombre y haciéndole señas de que siguiera por la espalda, se tumbó boca abajo. El le vació una buena cantidad de aceite en medio de la espalda y empezó a esparcirlo con ambas manos, muy suavemente, despacio, bajando las manos desde las axilas, por los lados, hasta las caderas. Así un buen rato hasta que algo debió notar, ya que al llegar a las caderas de nuevo, pasó a los globos de las bonitas nalgas. Ella no se movió y él, después de un par de pasadas tomo más aceite rociándolo sobre ellas y se aplicó, en un fenomenal masaje, sobre éstas y los muslos que, poco a poco, se fueron separando.
 De pronto se paró y dirigiéndose a la mujer la hizo entender que él también necesitaba aceite y sentándose le volvió la espalda. Al hacerlo Rosamary pudo ver que estaba completamente empalmado y que poseía un miembro fenomenal, de unos veinte centímetros y bastante grueso aun que sin exageración, con una buena bolsa en la que se alojaban unos espléndidos testículos. Tomando los prismáticos los reguló para apreciar mejor aquellos atributos y al verlos tan cerca, el coño y la boca se le hicieron agua . La mujer se puso a darle el aceite por la espalda pero luego se levantó para ponérselo mejor en los hombros y al colocarse delante, pudo apreciar aquella magnífica asta de palpitante carne. Se arrodilló y empezó a acariciarla con las dos manos, los huevos, toda la caña y lentamente fue agachándose hasta poner sus labios sobre la enrojecida cabeza. La lengua jugó por unos momentos con aquella semiesfera de reluciente piel y luego la hizo desaparecer entre los labios. Primero la punta, luego una tercera parte y por fin. ¡Entera!. Lo que sus ojos estaban viendo parecía increíble pero era verdad . Aquellos, por lo menos veinte centímetros de erecta verga, cabían en la boca de la mujer que no ocultaba sus gestos y gemidos de placer al sentir como el glande se incrustaba en su garganta. Se había colocado de tal manera que ofrecía una perfecta visión a Rosamary, que, sin pérdida de tiempo, extrajo la cámara de vídeo y acercando la imagen con su potente zoom, comenzó a filmar tan superior mamada.
 Los labios de la mujer se acoplaban al diámetro de aquel palo de carne de una manera perfecta y sus mejillas se hundían por efecto de las fuertes succiones a que lo estaba sometiendo. Buscando la manera de extraer la mayor cantidad de cremoso semen, chupaba con fuerza arrancando gemidos de placer al hombre, que se retorcía de gusto y desde donde ella se encontraba podía oír, a la perfección, los chasquidos de sus fuertes chupetones Con el zoom cercó la imagen al máximo, hasta que en el recuadro del visor solo cabía la succionante boca y mientras seguía mirando, de manera inconsciente dos de sus dedos se anidaron, juguetones, en el interior de su cuevita.
 Pronto el hombre empezó a dar muestras de la inminente corrida y como quiera que la mujer debió sentir la avenida de la caliente leche, sus mejillas se hundieron en su cara aun más, señal inequívoca de que estaba chupando con toda sus fuerzas, y metiéndose toda la caña en la boca, clavó el glande en su garganta. El, gritó con todas sus fuerzas y Rosamary pudo disfrutar espléndidamente del maravilloso espectáculo. El, cogía la cabeza de su pareja, mientras su culo saltaba con cada avenida clavando más y más su verga en aquella boca. La garganta y el cuello de la chica se movía como consecuencia de las contracciones al tragar, sin cesar, toda la dulce crema con que aquellos testículos la estaban obsequiando, y sintiendo una gran envidia por el placer del que. Aquella mujer, estaba disfrutando, tuvo que conformarse con clavarse los dedos hasta el fondo.

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