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Categoría: Incestos

Mientras el marido roncaba

Ella, Juana, peinaba canas, él, Felipe, estudiaba F P. Ella, con un marido alcohólico y maltratador, pasaba más ganas de polla que una adolescente en celo, él era un adolescente en celo.



Andrés, el marido de Juana, dormía la borrachera en el sillón grande de la sala de estar, Juana, estaba sentada a su lado. La mujer sintió el ruido de la llave en la cerradura de la puerta del piso. Soltó el cinto de su bata de casa azul. Abrió las piernas. Se recostó en el sillón. Cerró los ojos y se hizo la dormida. Su coño que estaba rodeado por una espesa mata de pelo negro, estaba al aire, junto a una de sus grandes tetas con su inmensa areola negra y su pezón grande y desafiante. Felipe, moreno, alto y fuerte, llegó a la sala, y al ver el coño y la teta de su madrastra, pilló un empalme del 16, que era lo que le medía su gorda polla, 16 centímetros. Felipe pensó que su padre y su madrastra se emborracharan juntos. De pie, detrás del sillón que estaba enfrente del de sus padres, sacó la polla y mirando para el coño y la teta de su madrastra, comenzó a menearla. Juana sentía el ruido que hacía el vaivén de la mano de su hijastro meneando la polla. Puso las manos detrás de la nuca y abrió más las piernas. Felipe vio sus dos tetazas y la raja abierta mostrando un poquito de sus labios. Estaba viendo el Paraíso. Salió de detrás del sillón y se lanzó a tumba abierta. Fue junto a su madrastra y le puso la polla en los labios. Juana abrió la boca y se la chupó. El culo y el coño de Juana se abrían y se cerraban pidiendo polla, polla que no iban a catar, ya que al ratito, Felipe, se corría en la boca de su madrastra. Juana se tragó la leche.



Andrés, roncaba.



Felipe, guardó la polla y se fue a su cuarto. Juana, al irse Felipe, metió dos dedos en el coño y pensando que eran aquella gorda polla, se masturbó hasta correrse.



Desde ese día, Felipe traía loca a Juana. Cada vez que lo veía le subía una corriente por la espalda y acababa rascando el coño. Se estaba matando a pajas. Tenía que follar a su hijastro fuese como fuese. Urdió un plan que no debía fallar.



Era martes. A Andrés le había traído dos botellas de Albariño y borracho como una cuba, roncaba en el sillón de la sala de estar. Juana se fue a la habitación de Felipe y tecleó en el ordenador: "Comida de coño, video" Pinchó en: "Comida de coño para una rubia sexy". Sólo le quedaba esperar a que su hijastro llegase de FP, que la pillase, y todo iría a pedir de boca. Pero ocurrió que se fue calentando. Se olvidó de Felipe. Se fue quitando ropa y sin darse cuenta estaba desnuda y llegando al orgasmo.



-¡Hostias, que me corro!



Felipe, detrás de ella, le dijo:



-Por mí no te cortes.



Mira si se había olvidado de él, que le metió tal susto que le cortó el rollo.



-¡Felipe!



Felipe supo que iba a mojar en el momento en que su madrastra no cogió ninguna prenda de ropa en el suelo para taparse.



-No sabía que te iba el porno, Juana.



Juana, paró el video.



-A veces hay que desahogarse.



-¿Me desnudo y te ayudo a desahogarte?



Juana no se iba a hacer de rogar.



-Desnuda.



Felipe se quitó la camisa, los zapatos, el pantalón y los boxers. Su polla ya estaba empalmada. Se acercó a su madrastra, la besó y le cogió las tetas.



-¿Quieres que te la coma?



-¿Sabes comer un coño?



-Yo también veo porno.



-Vamos para la sala de estar.



-Allí está mi padre.



-Por eso. Quiero que el hijo puta sienta el olor de mi coño cuando le meta los cuernos.



-¿Eso va por la mala vida que te da?



-Y por los cuernos que me metió él a mí.



Felipe, caminando detrás de su madrastra y viendo el movimiento de su tremendo culo, no se pudo resistir. Al llegar a la sala, la agarró por la cintura y le metió la polla entre las piernas. Su polla rozando los labios empapados, iba soltando aguadilla. Juana, a escasos centímetros de su marido se dobló y Felipe le clavó la polla en el coño. Felipe estaba tan caliente que se corrió encima de las nalgas de su madrastra a los pocos minutos.



Cuando acabó de correrse su hijastro, Juana, dándose la vuelta, le puso a su marido el coño peludo y mojado delante de la nariz, y le dijo:



-Huele esto, cabrón.



Andrés, roncaba.



Juana se sentó en el sillón. Se recostó. Puso las manos detrás de la nuca. Abrió las piernas, y le dijo a Felipe:



-Toda tuya.



Felipe besó a su madrastra. Le comió las grandes tetas. Chupó y lamió areolas y pezones al tiempo que se las magreó bien magreadas. Luego fue a por el coño y el culo. Lo primero que hizo fue lamer todo el jugo que lo empapaba, y después lamerle y follarle el culo con la lengua. Para pasar a lamer sus labios. Le folló la vagina con la lengua, y cuando llegó al clítoris, al hacerle el tornado, se vino.



-¡Me corro, cariño!



Juana se corrió en la boca de Felipe, que gozó bebiendo de ella y sintiendo sus gemidos y sus temblores de placer.



Al acabar de correrse, le volvió a poner el coño al lado de la nariz a su marido.



-Huele una corrida de verdad, desgraciado.



Andrés, roncaba.



Felipe, empalmado, se sentó en el sillón, Juana, dándole la espalda, puso su ojete sobre la polla de su hijastro. Felipe se la fue metiendo. Después fue Juana la que lo folló, a su aire, mientras se masturbaba. Juana pensó que haría correr a su hijastro. No contaba que podría tener un orgasmo anal, pero lo tuvo, Juana tuvo su primer orgasmo anal.



-Ay, que me viene, ay que me viene! ¡Me cooorro!



¡Que corrida echó! Puso perdido el sillón y sus sacudidas hacían moverse a Andrés en el sillón. Fue un milagro que no despertara con las sacudidas y los gemidos de gusto de Juana, pero no despertó.



Andrés, roncaba.



Al acabar de correrse, sacó la polla de culo. Se dio la vuelta y la metió en el coño. Mirando a su hijastro, le dijo:



-Joder, qué morbo tiene hacerlo así.



Juana, follando a Felipe, lo besó y le dio las tetas a chupar... Cuando sintió que su hijastro no tardaría en llenarle el coño de leche, lo folló buscando su orgasmo. Les llegó al mismo tiempo. Corriéndose ella en la polla de su hijastro y Felipe dentro de su coño. Juana, besó en la boca a su marido, y después le dijo:



-¿Te llega el olor de mi coño, cornudo?



Andrés, roncaba.



Se agradecen los comentarios buenos y malos.


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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