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Mi vecino

~~Hola de nuevo, soy Audrey, perdón por no haber escrito en tanto tiempo, pero es que he estado haciendo otras cosas, trataré de escribir más regularmente.
 Cuando tenía 16 años, mi cuerpo ya estaba más desarrollado de lo normal, yo me comparaba con mis amigas y compañeras de clases y notaba claramente la diferencia del tamaño de sus pechos con los míos. También notaba como los hombres me miraban cuando creían que yo no me daba cuenta. Uno de los que más se fijaba, era mi vecino.
 No era guapo ni tampoco feo, pero algo en él me atraía.
 Así que un día, cuando me paseaba por las escaleras de mi edificio, choqué accidentalmente con mi vecino. Debido a que él era mucho más grande que yo, salí volando y caí en el piso, raspándome contra el piso.
 Él, muy apenado, se acercó a mí rápidamente, me tomó entre sus brazos y me cargó, llevándome hasta su casa, donde me puso en un sillón en la sala y después, fue en busca de un poco de alcohol, para sanar mis heridas.
 Ya estando ahí, el dolor se me fue poco a poco, y mi vecino regresó con un frasco de alcohol para aplicarme.
 Era bastante sutil en eso de la medicina, y yo lo disfruté, pues generalmente hubiera sufrido bastante, pero no con él. Y el sentirlo tan cerca de mí, poniéndome alcohol en las rodillas, con su cabeza rozando mis pechos, provocó que yo me relajara mucho, y que al mismo tiempo, me excitara bastante ; mis pezones fueron la primera seña de que yo estaba caliente, y mi vecino, no tardó en darse cuenta, por lo que comenzó a acercar cada vez más su cabeza a mis pechos, haciendo que yo me deshiciera por dentro. Mi vagina se había humedecido levemente, pero sus toques hacían que cada vez escurriera más y más fluidos.
 Él nunca me volteó a ver, y yo me conformé con echar la cabeza para atrás del sillón, disfrutando de la excitación que me provocaba.
 Comencé a sobar su cabeza, jalándola fuertemente hacia mis desarrollados pechos adolescentes, que dejaban ver mis hermosos pezones.
 Y los dos comenzamos a gemir levemente, disfrutando del momento.
 Mis pechos se había hinchado y mi vagina escurría y justo cuando me disponía a tener un orgasmo delicioso, mi vecino apartó su cabeza de mis pechos y alejándose rápidamente, dijo : NO, NO AUDREY, ESTO NO PUEDE SER, ERES TAN SOLO UNA PEQUEÑA DE 16 AÑOS, NO PUEDO HACER ESTO.
 Lo miré fijamente y entonces me puse de pie y así, con él viéndome fijamente, comencé a bailar muy sensualmente, como lo había visto en algunos programas, donde las señoras poco a poco se iban desnudando.
 Realmente no tenía idea de que era lo que estaba haciendo, pero la sensación de mi vagina y mis pezones, me hizo continuar, cada vez más rítmicamente, con más sensualidad y entonces, vi como comenzó a levantarse un pequeño bulto de su pantalón.
 Me quedé viendo fijamente, mientras acababa de desabrochar los botones de mi blusa, y la lanzaba muy lejos.
 Seguí con mi sujetador negro, de una tela excitante, de color blanco y de igual manera los mandé a volar.
 Bajé mis pantalones rápidamente, moviendo mis caderas hacia los lados mientras lo hacía, tratando de provocar a mi vecino, y esto surgió efecto, puesto que cada vez su bulto se hacía más grande.
 Cuando me quedé simplemente en calzones, de pronto, todo cobró sentido y me arrepentí totalmente de lo que estaba haciendo, mi vecino tenía razón, yo era apenas una niña y entonces, me dispuse a vestirme de nuevo y salir corriendo, pero mi vecino me tomó fuertemente y me dijo : AH NO, NO TE VAS A IR AHORA, YA QUE ME CALENTASTE, TE VAS A ENCARGAR DE ENFRIARME.
 Y me tomó fuertemente entre sus brazos, intentando besarme ; intenté resistirme, pero él era más fuerte y conforme él me dominaba más, yo me sentía más atraída a seguirle el juego y finalmente, decidí hacerlo y le devolví el beso.
 Me quedé inmóvil frente a él, luciendo mi hermoso cuerpo adolescente, con mis pechos durísimos de la excitación y entonces, esperé a que me dijera que era lo que debía hacer.
 Me miró unos momentos y me pidió que me desvistiera por completo.
 Quitarme mis braguitas me dio pena al principio, pero finalmente lo hice.
 Y entonces, se abalanzó sobre mí, quitándose rápidamente su pantalón y descubriendo el hermoso aparato que tenía.
 Me dijo que lo mirara de cerca por unos momentos y me puso de rodillas frente a él.
 Lo tomé entre mis manos, sintiendo cada centímetro de aquel pedazo de carne, disfrutándolo al máximo.
 Y entonces, él me cargó, se sentó en el sofá conmigo entre sus brazos y entonces, enderezando su pene, me dejó caer rápidamente sobre su verga.
 El dolor que me provocó fue inmenso, no podía soportarlo más, intenté zafarme, pero no pude, por alguna razón me sentía pegada a él.
 Comenzaron a escurrirme las lágrimas del dolor y entonces, él me tomó de los hombros y me dijo que subiera y bajara, para que el dolor se fuera.
 Al principio no sabía como hacerlo, pues al moverme un poco, sentía como si mi vagina se desgarrara, pero mi vecino, finalmente me dio ánimos de seguir haciéndolo y poco a poco descubrí la forma correcta de hacerlo y como él me había dicho, el dolor se fue y todo fue alegría y placer.
 Salté rápidamente sobre él, el deseo se había apoderado de mí y yo simplemente no podía parar de hacerle el amor.
 Mis pechos rebotaban contra mi cuerpo, de arriba a abajo.
 Continuamos así unos cuantos segundos más antes de que él me sacara del ensarte y entonces, me dijo que me pusiera de cuatro patas, que era hora de que descubriera cosas nuevas. Y yo, cegada por la calentura, acepté sin saber lo que me esperaba.
 Comenzó a pasar su lengua mojada por todo mi ano, sentí una sensación extraña de placer y repulsión a la vez, mis nalgas se pusieron duras y mi vagina continuó escurriendo muchos líquidos de un olor peculiar.
 Y entonces, mi vecino, me tomó suavemente de las caderas y de un certero golpe, incrustó su pene dentro de mi ano.
 En ese momento estallé en un orgasmo delicioso, que me hizo olvidar todos los dolores que había tenido.
 Un ensarte delicioso, y comencé a moverme como puta, rápidamente de un lado a otro, engullendo con mi ano todo ese hermoso pene que me hacía gemir y gritar como loca.
 Era algo tan delicioso que casi no podía respirar de la excitación que me provocaba.
 Los dos nos movíamos conforme a sus embistes, los cuales, cada vez se fueron haciendo más fuertes.
 Y de pronto, él volvió a cortarme el placer que sentía, pues sacó su miembro de mi ano.
 Me puso de rodillas nuevamente y dirigió su miembro hacia mi boca.
 Me dijo que lo lamiera hasta sacarle un liquido blanco.
 AL principio me negué, pues ese pene tenía jugos míos, además había estado en mi ano.
 Y al ver mi incertidumbre, mi vecino no dudó ni un segundo más y de una estocada me metió todo el miembro hasta el fondo de mi boca.
 Me hizo soltar un gemido ahogado por la carne.
 Y entonces, comenzó a embestir mi boca.
 Me lo metía hasta el fondo, sin dejarme descansar ni un segundo, yo apenas y podía seguirle el juego, pero de pronto, sentí como una sustancia caliente salía disparada de aquel pene y pasaba directamente por mi garganta.
 Tosí, pues casi me ahogaba tan descomunal venida en mi boca. Y cuando intenté hablar, vi como este líquido blanco escurría como agua de mi boca.
 Mi vecino me echó la cabeza para atrás y así me obligó a tragármelo todo.
 Me miró sonriente y me dijo : A VER CUANDO VUELVES A VENIR, NIÑA.
 Y se fue, dejándome sola, ahogada en orgasmos y dolor.
 Me gustaría que ustedes también me escribieran relatos a mí, ya saben como soy, por favor, mándenmelos.

Datos del Relato
  • Categoría: Varios
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