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Categoría: Maduras

Mi vecina Maria

Todo empezó siendo un dia normal, pero quien me iba a decir a mi que iba a pegar uno de los mejores polvos de mi vida.



Veía a aquella mujer como una vecina mas, una señora mayor que vivía en mi edificio y nada mas. Jamás lo mire las piernas, ni el culo, tampoco las tetas y si digo la verdad, las veces que subíamos en el ascensor, ni le mire la cara, pero ese dia, descubriría el cuerpo de una mujer insatisfecha, y tan insatisfecha a sus 65 años, treinta años mayor que yo.



Yo venia de pasar una tarde en la discoteca, de intentar ligar algo para pasar esa noche en cama ajena, pero no había salido bien. Iba pensando en mis cosas, fantaseando en un par de chicas que estuvieron a punto de …, pero que nada de nada y mi excitación era evidente, hasta el punto que mi "petit enfant" estaba despierto. Al llegar al portal de casa, coincidí con "Maria" y ambos nos miramos mientras esperábamos que le ascensor llegase, no era habitual mirarnos, pero ese dia fue asi. El ascensor tardo varios minutos en llegar, fueron los mas largos que jamás había vivido. Nuestras miradas coincidieron y ambas bajaron hacia el suelo. Ella mirando mi "petit enfant" y yo mirando su escote.



Al entrar en el ascensor, nuestras manos, a la par fueron a tocar los botones del piso al que cada uno íbamos. Las manos se rozaron y como un resorte, nos volvimos a mirar. Ella de nuevo a mi "pequeñito" y yo a sus pezones, pues estos se notaban a través del vestido de ella.



Una pequeña tos por mi parte y toque el botón de su piso, instintivamente, dos mas arriba del mio. No dije nada, ella tampoco lo hizo. Mientras el ascensor subia, el silencio era sepulcral, y la tempera ambiente ascendía. El tamaño de sus pezones crecia como el del tamaño de mi pene. Un piso, otro, otro, ¿Qué estaba haciendo? Iba directamente y sin saberlo a la casa del placer.



Llegamos a su rellano, salimos los dos del ascensor, y yo me situé detrás de ella junto a la puerta de su casa. No dijo nada. Abrió la puerta y pasamos los dos. Al cerrarse la puerta, como un resorte en ella, hizo que se girara velozmente, se me tirase al cuello y cerrase mi boca con la suya. Sus labios jugaban con los mios, su lengua buscaba la mia, sus manos me cojian por la nuca apretándome contra ella. Nos costaba respirar, jadeábamos. Mis manos recorrían su cuerpo. Palpaba su culo, era mas firme de lo que me podía imaginar para una mujer de su edad. Su vestido era ligero y no me costo levantárselo para llegar a sus bragas y meter mi mano dentro de ellas.



Ella ya estaba desabrochándome la camisa con una mano y con la otra los pantalones. Estaba luchando por liberar a mi polla. Aun estábamos en el recibidor de su casa y ya estábamos así.



Con mi mano dentro de sus bragas, descubrí una gran mata de pelo. Como me puso eso. Estaba chorreando de placer, sus jugos la habían lubricado tanto, tanto que me era muy sencillo meter, no uno, sino tres dedos a la vez dentro de ella. Entraban y salían rápidos, mojados, oliendo a sexo. Ella arqueaba un poco las piernas para permitirme mejor mi faena. Y su mano ya tenía a mi polla agarrada, sobándola, castigándola con un placer bestial.



 



 



Ese fue el momento en el que, aun en silencio, con solo los jadeos como música de fondo, nos dirigimos al salón, al sofá. Allí ella se sentó y ataco con la boca a la polla que había dejado de ser un "petit enfant" para pasar a se un "enfant terrible". Comenzó a chuparme a polla de una manera, diría yo casi inexperta, pero con el paso de los segundos, de un lametazo y otro y una chupada y otra, dejo de ser inexperta a ser de maestra. Creo yo que fue el tiempo que tardo en recordar como se hacia. Su marido habia muerto hacia seis años y desde entonces, nada de nada. Eso me lo contó después.



Las venas de mi polla, parecían que iban a explotar, estaba dura como jamás, o eso creo yo, yo que se, estaba sintiendo con lujuria el placer de una mamada de una mujer de 65 años. Ahora su boca saboreaba la cabeza de mi "hermanito" y sus manos masajeaban las pelotas. Mis brazos estirados hacia abajo, habían sacado por el escote del vestido las tetas, eso hacia que estuvieran elevadas y sujetas y no vencidas por la fuerza de la gravedad. Los pezones eran enormes, duros como garbanzos. Yo los pellizcaba y eso le gustaba a ella.



En un momento dije; -me voy a correr si sigues así-. Y entonces ella paro en seco. Se abrió de piernas y dijo; - ahora te toca a ti. Cómeme como no lo han hecho nunca, no se lo que se siente.- me agache, tenia los pantalones en los tobillos, era ridículo, pero aquella mata de pelo, me llamaba y no quería perder el tiempo. Mis manos separaron aquellos grandes labios vaginales y mi lengua comenzó el mejor baile que jamás había echo en un coño. Bebía los jugos de placer de aquella mujer. Me recreaba en el gran botón en que se había convertido su clítoris. Una mano recorría su pierna mientras la otra masajeaba una teta. Las manos de ella empujaban mi cabeza contra su sexo. Tenia la sensación incluso de que se habría mas de piernas para meterme dentro de ella.



Sus jadeos iban en aumento. Si vos entrecortada; - si, si, siiiiii, mas, mas, maaaaaaaaassss, no pares, no pares cabrón, ahora no, sigue sigue .- repetía y repetía la gran frase una y otra vez.



Me saco la mano de su teta y ella empezo a pellizcarse los pezones, momento en el que aproveche y con un dedo y sin dejar de comerle el coño, acariciaba la entrada de su ano.



.- Aaaaaaaaaaaaaahhhhhhh, me corro, me corro, me co co co rroooooooooooo.- dijo entre convulsiones y tras dejarme la cara llena de su corrida. Dio un gran suspiro y me dijo; - ven que te voy a comer la cara, que tienes que estar riquisimo.- y tras tirarme en el sofá, me lamió la cara, el cuello, bajo por el pecho, jugo con mi ombligo, sus manos masajearon de nuevo mis huevos y se metió otra vez la polla en la boca.



Mi polla no había bajado de intensidad, seguía dura y envenada. Los latidos de mi corazón se podían sentir en el glande.



Me estaba lubricando mi polla, para hacerse un nuevo regalito. Me estaba usando. Mientras me la chupaba, utilizo un dedo para estimularse el culo. Jugaba entre ese virgen agujero y su chocho, restregándose los restos de la gran corrida que había tenido. Un dedo, ese mismo un poco mas adentro. Entre respiración y respiración se decía a si misma , .- Maria como estas disfrutando, cuanto te has perdido.-



Yo "timido" le dije; - quiero correrme dentro de ti- a lo que respondió; - cuando quieras.- se incorporo y se puso de rodillas en el sofá; - házmelo por aquí que aun es virgen.- y se señalo el ano.



Me situé detrás de ella y primero le envestí el coño. –Noooooooooo.- grito y sintió como mis envestidas hacían que sus tetas bailasen colgando por su escote. Su vestido cubría su espalda y mis pantalones seguían en mis tobillos. Mis dedos jugaban en su ano. Lo estaban preparando para recibir un tamaño considerable de carne por el. Iba a recibir a mi "enfant terrible" .



Tres minutos así fueron suficientes. Saque mi polla de su coño y la encare a la entrada de su culo. Inicie la penetración suavemente. Primero el glande, poco a poco. Adentro, fuera, dentro fuera, dentro fuera y poco a poco iba aumentando el recorrido. Ella se quejaba un poco, pero era casi imperceptible, suspiraba. Dentro fuera, dentro fuera, el recorrido de mi polla era ya casi por completo. Pare un instante con mi hierro metido dentro, a tope. Solo un instante, el suficiente para sentir de su voz – hijo puta, me estas matando de placer, haz que me corra otra vez.- y entonces mi vaiven iniico un ritmo ascendente.



si , si , si si, me gusta, me gusta, sigue, sigue , sigue.- decía ella.



toma, toma polla, toma polla dura..- le decía yo, notando como en breve una explosión de leche iba a inundarla.



Con un brazo se sujetaba al respaldo de sofá y con la mano del otro, se metia los dedos dentro del coño y se acariciaba el clítoris. Su ritmo iba en aumento, su respiración, sus jadeos. Yo aumentaba mi ritmo. Mis envestidas eran intensas, fuertes ….



si, si , si …. Toma toma toma… Dame dámela toda… Me voy a correr, siiiii…



y yooooooooooo…-



nuestras voces su unían, nuestros jadeos también, el ritmo era perfecto y



yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa- gritamos los dos a la vez.- yaaaaaaaaaaa



Ralentizando yo mi ritmo y ella el suyo. Mis manos acariciaban sus nalgas y ellas se acariciaba su vulva. No perdimos la postura hasta que mi polla perdio su volumen, lo que fueron unos minutos. Minutos en los que ninguno de los dos dijo ni una palabra.



Después nos incorporamos los dos. Nos miramos a la cara y sin decir nada no arreglamos la ropa. Me acompañó hasta la puerta. Un simple beso en la mejilla y un hasta mañana.



Ese fue el primer polvo de una lucha de sexo entre una mujer de 65 años y un joven de 35, el primero de unos encuentros muy, pero que muy interesantes. Si quieren que se los cuente, solo tienen que pedírmelo.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 9
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