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Categoría: Incestos

Mi tío, su novia y yo - Parte I: El amigo de mi tío

Ha pasado un poquito de tiempo desde que te escribí la última vez, mi amor, porque he estado vuelta loca entre la escuela y el trabajo, pero ya falta poco para terminar con este semestre y aún mejor, será mi último semestre en la facultad. Y aunque se que voy a extrañar muchas cosas de mi universidad, ya quiero que lleguen las vacaciones. Mi tío Pablo y Karen, su novia, de la que te he platicado que me encanta tanto como mi tío, ya me están esperando para pasar unos días  en su casa por la navidad y para celebrar el final de mis estudios. La primera vez que los visité ahora que viven lejos, fue hace un par de meses. Karen y mi tío tuvieron que cambiar de ciudad por su trabajo y se mudaron no hace mucho a Cancún. Mi relación con ellos siempre estuvo cargada de erotismo y aunque había disfrutado de ambos, nunca habíamos tenido una oportunidad o un plan para que los tres compartiéramos al mismo tiempo las delicias de nuestro incesto. No había sucedido, hasta esta vez que los visité.



Karen es la mujer más guapa que he visto. No exagero, todo el mundo parece detenerse para verla cuando pasa por la calle, sobre todo los hombres, siguen con su mirada los pasos de la hermosa rubia. Y ahora que ella y mi tío viven en una ciudad costera, Karen pretexta el calor que hace allá para lucir su hermoso cuerpo con prendas ligeras y cortitas. En septiembre, cuando Karen pasó por mi al aeropuerto de Cancún, ella vestía una blusa blanca sin mangas, muy pegada y que dejaba adivinar los bordes de su sostén bajo la tela y llevaba un short también blanco, tal vez demasiado corto, pues justo antes que se diera media vuelta para recibirme, pude distinguir el discreto pliegue en su piel donde terminan los muslos y empiezan sus muy paraditas nalgas.



Toda de blanco, con los brazos y sus piernas descubiertas, mostrando una piel dulcemente bronceada, Karen parecía un jodido ángel; yo en verdad la había extrañado y cuando la vi, no supe cómo contenerme, tenía unas increíbles ganas de besarla. Habitualmente no damos muestras públicas de lo que hay entre nosotras, pero hacía tanto tiempo que no estábamos cerca, que luego de una breve mirada al encontrarnos, terminamos abrazadas besándonos tan intensamente en la boca, que no dudo que más de un curioso haya capturado mentalmente la escena de nuestro beso para masturbarse más tarde. La lengua de Karen invadía mi boca, dejándome sentir un delicado sabor a menta que disfruté cuando mi lengua resbaló sobre la suya. Su delgada cintura estaba entre mis manos mientras Karen me abrazaba y acariciaba mi espalda subiendo sus manos hacia mi nuca.



-Te extrañé, Candy. Qué bueno que pudiste venir- Me dijo Karen luego de concluir la efusiva bienvenida.



Hicimos el trayecto en el auto de Karen hasta la oficina de mi tío Pablo, que nos esperaba ahí para ir a cenar. El recorrido duró lo suficiente como para que la novia de mi tío y yo nos pusiéramos al día con las cosas que no nos habíamos platicado por mensajes o por teléfono en el tiempo que no nos vimos. Yo iba prácticamente hipnotizada en cada expresión de ella, quien a penas me miraba por ir conduciendo, pero que aprovechaba cada semáforo en rojo para besarme y dejarse acariciar. -Ay, niña, si seguimos así vamos a tener que encerrarnos en algún lugar para darnos gusto- Me dijo Karen, divertida y excitada por lo que íbamos haciendo y entonces tomé su mano y la puse entre mis piernas debajo de mi vestido -pues no estaría mal, mira cómo me tienes- le dije cuando hice a un lado mis bragas y dejé que los dedos de Karen se introdujeran levemente entre mis labios vaginales.



Para cuando llegamos al edificio donde está la oficina de mi tío, mi vagina era un mar de jugos y deseo, sentía cómo resbalaban mis fluidos a cada paso que yo daba, y supongo que a Karen le pasaba algo parecido, por que cuando fuimos a sentarnos a una salita de espera luego de anunciarnos con la recepcionista del lugar, Karen no dejaba de cruzar las piernas una y otra vez, y me sonreía nerviosa y divertida.



La chica de recepción nos indicó cuál era la oficina de Pablo y allá fuimos. Pablo me recibió con una enorme sonrisa y se levantó de su asiento para abrazarme y pude sentir su delicioso perfume cuando estuve en sus brazos. No llevé nuestro saludo más allá, pues cuando entré a la oficina de mi tío Pablo, noté que había un compañero suyo sentado frente a él en el escritorio. Mi tío me presentó al muchacho que estaba con él, que era un tipo bastante simpático, digamos que algo guapo, a su modo, pero muy agradable y con unos modos muy masculinos aunque muy fluídos, y con un cuerpazo que se adivinaba bajo el elegante atuendo que llevaba esa tarde. Es del tipo de hombre fuerte que quieres que te penetre dulcemente sabiendo que sería capaz de partirte en dos si te embiste con fuerza. Bueno, y con lo cachonda que yo iba por mis arrumacos con Karen, se me antojó todavía más el hombre al que mi tío me presentó como Manuel.



-Mucho gusto, Dulce, o Candy, como te dice tu tío, que se la pasa hablándome de ti, tanto que he tenido que pedirle que me presentara contigo ahora que venías de visita. Encantado de conocerte.



-Gracias, Manuel. Espero que mi tío no haya exagerado al contarte cosas de mi, me apenaría mucho si se hubiera ido de la lengua- Le contesté volteando a ver a mi tío que sonreía como un chico orgulloso de presentar a su novia con su mejor amigo.



-Para nada, no exageró, al contrario. Eres mucho más bonita de lo que tu tío pudo decir.



Pablo carraspeó fingiendo incomodidad ante el galanteo de su compañero de trabajo, quien notó que había sujetado mi mano más tiempo de lo habitual en un saludo, así que me soltó y me ofreció el asiento que él había estado ocupando antes de que Karen y yo llegáramos.



Manuel saludó muy familiarmente a Karen, que inmediatamente fue a sentarse en el cómodo sillón de Pablo y comenzó a juguetear con las gafas de lectura de mi tío mientras nos hacía saber que tenía hambre -¿Vendrás con nosotros a cenar, verdad Manuel?- El compañero de mi tío asintió con la cabeza y cuando iba a contestar algo, tocaron a la puerta de la oficina, interrumpiéndolo. Una secretaria entró para avisarle a Pablo que "la conferencia estaba lista" y luego de ofrecernos algo de tomar, salió de nuevo.



-Tendrán que disculparnos un momento, Manuel y yo tenemos una video llamada, pero no tomará más de quince minutos ¿nos esperan, amor? ¿o se quieren adelantar?- Dijo Pablo dirigiéndose a Karen, quien le respondió que los esperábamos -Pero no tarden ¿sale? Me muero de hambre.



Mi tío y su compañero salieron de la oficina y yo aproveché para decirle a Karen que el tal Manuel me había gustado y quería saber un poco más de él.



-¿Está guapo, verdad? O bueno, tiene algo, además de estar bastante bueno jaja, deberías verlo cuando vayamos a la playa- Me respondió Karen sonriendo mientras mordía su labio inferior para expresar su gusto por Manuel. -Pues fue compañero de Pablo en la universidad, eran muy buenos amigos, y ahora que trabajan aquí, han revivido sus viejos tiempos y Manu nos acompaña a veces a cenar o a la playa. Estuvo casado con una mujer que es un bombón, pero está más loca que una cabra, duraron un año casados y no tuvieron hijos. Ah y ¿viste a la secretaria que entró? pues creo que Pablo y Manuel se turnan su favores- Terminó de decirme Karen haciendo la mímica de llevarse una verga a la boca con la mano.



-Vaya, no la vi muy bien, pero supongo que será bonita. Oye, Karen... ¿tú y Manu nunca...?



-Ah, no, nunca, aunque no puedo negar que sí se me anoja y se que a Pablo no le molestaría, ya sabes cómo es. Pero tal vez después lo pruebe, después de que me digas qué tal lo hace jaja.



-¿Me usarás como filtro, malvada? Mmmh, bueno, supongo que puedo hacerte un reporte detallado, para que tomes una decisión.



Mientras seguíamos platicando, yo comenzaba a fantasear con entregarme a Karen sobre el escritorio de mi tío, me ponía muy caliente la sola idea de hacerlo ahí mismo, pero antes que se lo porpusiera, Pablo y su amigo regresaron a la oficina y en seguida nos fuimos los cuatro a cenar.



Me llevaron a un restaurante con una terraza bastante bonita, donde Manu se fue relajando y hablando cada vez más y coqueteándome también cada vez más, yo encantada, hacía lo mismo. Para el final de la cena, Pablo pidió una botella de vino para brindar por mi primera visita a su nueva ciudad. -¿Les apetece bailar un poco? Hay un par de lugares que seguro te gustarán, Candy. Aunque debo advertirte que el hombre sentado a tu derecha es acusado de ser el peor bailarín en la historia.- La propuesta de mi tío se me antojó bastante, pues a mi me gusta mucho bailar y bueno, si el tal Manuel no era del todo una buena pareja de baile, seguro encontraría a más de uno que sí lo fuera en alguno de los lugares a los que me llevaran a conocer.



Luego de visitar un bar donde además de bailar un poco, seguí bebiendo hasta sentirme "happy", Pablo, que era nuestro conductor designado, nos llevó a una discoteca que estaba llena de gente, parecía una fiesta a donde hombres y mujeres de todas las razas se habían dado cita. Conocí a un colombiano que bailaba como un profesional y al que le agradecí las lecciones de baile con un besito cerca de su boca y permitiéndole estrechar una de mis nalgas con su mano durante la última pieza, también bailé con una pareja que venía del norte de México y que al parecer tenían mucho de voyeuristas, pues cuando el hombre comenzó a frotarse contra mi y al yo seguirle la corriente, la mujer nos veía con una expresión de lujuria, seguramente imaginando cómo sería ver a su marido cogiéndome. Con ellos llevé nuestra improvisada coreografía hasta el punto de introducirme en la boca el dedo medio de la chica cuando fue su turno de bailar conmigo.



Manuel no bailaba del todo mal, pero supongo que prefería estar en lugares con menos ruido, con menos gente y que fueran menos "tropicales". Así que la mayor parte del tiempo, él hacía las veces de mi guardaespaldas y cuidaba de que ninguno de los hombres con quienes yo bailaba se pasaran de listos y cuando eso sucedía, inmediatamente el galante Manu me tomaba de la mano y me llevaba a bailar a otro lado alejándome del peligro. En una de esas veces, bailé con él pegándome mucho a su cuerpo y tallando deliberadamente su entrepierna con mi muslo, disfrutando al sentir su erección, que me dejaba adivinar que el muchacho, además de tener unos bonitos músculos, estaba bien equipado para el amor y me hacía desearlo más. En otras ocasiones en que bailábamos, le dejaba acariciarme la cadera y las veces en que él venció su timidez, lo dejé rozarme el costado de mis senos con sus manos.



Así siguió la noche, hasta que Karen y Pablo, se nos acercaron y nos dijeron que ellos ya se iban -Si se quieren quedar, nadamás te encargo mucho a mi sobrina, eh cabrón, no quiero enterarme que te tuvo que sacar de aquí a rastras por que te pusiste muy pedo- Mientras mi tío dejaba salir en broma su instinto paternal para amonestar a su amigo, Karen se acercó a mi y con la lengua algo trabada por su estado un poquito inconveniente, me dijo al oído -Ya quedamos, eh, putita, si te lo coges me tienes que decir qué tal estuvo- Luego nos sonreímos en complicidad y cuando miré a la cara a Manuel, noté que me dejaba decidir si nos quedábamos o no, y yo supuse que daba igual, terminaríamos cogiendo en alguna parte. Así que decidí que nos fuéramos los cuatro juntos a la casa de mi tío.



El amigo de mi tío y yo nos acomodamos en el asiento trasero del coche; me recosté sobre el pecho de Manuel, quien me pasó un brazo sobre los hombros y aprecié que contuviera su evidente deseo de tocarme, pues sus dedos se conformaron con descanzar sobre mi hombro. Karen puso algo de música mientras mi tío Pablo conducía y a medio camino le pregutó a Manuel si lo pasaba a dejar a su casa -O mejor te quedas, con nosotros, güey. Mira si te quedas, sacamos un "güiskito" para que me les empareje, por que andan los tres bien persas y yo no ¿cómo ves? Al fin mañana nada más hay que pasar por los planos del gringo a la oficina ¿te quedas?- Manuel buscó en mi cara la respuesta, y yo, que me sentía tan a gusto en sus brazos, le di un cálido beso en la boca, mientras Karen, al notar el silencio de Manuel ante la pregunta que le habían hecho, volteó hacia nosotros y entre risas dijo -Creo que eso es un sí, Pablo-



No recuerdo a qué hora llegamos esa madrugada a la casa de Karen y Pablo, pero sí que estuvimos los cuatro platicando, bebiendo el "güiskito" que nos había prometido Pablo y jugando naipes otro rato más, hasta que Karen, agotada y algo ebria, se retiró a dormir, seguida por su novio, quien luego de acompañarla a la recámara de ambos en la planta alta, regresó y nos mostró a Manuel y a mi un cuarto de televisión que tenían en la planta baja y en donde había un cómodo sofá-cama que Pablo ensambló rápidamente. -Manuel, si te despiertas primero, sube por mi para ir juntos a la oficina, yo hago lo mismo si estás dormido- Y luego dirigiéndose a mi, Pablo me dijo -Y usted, guapa señorita, venga conmigo, su maleta sigue en la cajauela del coche-. Salimos a la cochera y luego de sacar mi equipaje del auto, mi tío se acercó a mi y nos abrazamos -No sabes cuánto te extrañamos, Candy, lo más difícil de venir aquí ha sido que no estés cerca-. A las palabras de mi tío le siguió un delicioso beso que convirtió nuestro inocente abrazo en una serie de apasionadas caricias que me fueron encendiendo y aún más cuando le puse mi mano a mi tío en el bulto de su verga erecta bajo el pantalón. Lo miré a los ojos mientras bajaba el sierre y liberaba el miembro de mi tío -¿Crees que a Karen le importe si yo?...- Me puse de rodillas frente a mi tío y comencé a frotar su verga parada con mi mano mientras hacía a un lado mi cabello y comenzaba a lamer sus testículos. Mi tío me tomó del pelo con ternura mientras disfrutaba de lo que yo le hacía y me dijo -No creo que le importe, ya sabes que cuando toma, se queda dormida y al rato es cuando le viene lo cachonda, así que no creo que le importe-. Su voz se fue haciendo entrecortada por que antes de terminar su frase, yo ya había recorrido con mi mano la capucha de su miembro sin circuncidar, para dejar a la vista el rosado y reluciente glande de mi tío, que tanto había yo extrañado y me lo metí en la boca muy despacito, apretándolo bien con mis labios. Me acomodé mejor sobre mis rodillas y mi tío me sujetó con más fuerza, poniendo su mano en mi nuca, haciéndome entender que quería que me metiera su verga completa en la boca y así lo hice. Al principio, me lo metí hasta el fondo, muy despacio, disfrutando el sabor de la verga de mi tío, pero mi deseo me iba pidiendo más, sentía cómo mi húmeda vagina pedía ser penetrada.



Intenté contenerme mientras seguía mamándole la verga a Pablo, pero después de unos minutos sintiendo la dureza de su miembro en mi boca, no pude más y le dije a mi tío -Quiero que me lo metas ¿lo hacemos aunque sea rápido? te deseo tanto- Me incorporé y Pablo me recibió con un beso con mucha lengua y metió su mano bajo mi vestido para dedearme, yo estaba ardiendo -Ya por favor, cógeme- le supliqué mientras me inclinaba poniendo las manos en la cajuela del coche y parando las nalgas para incitar a mi tío, quien en seguida me levantó el vestido y luego de hacer a un lado mis braguitas, me penetró con fuerza, como me gusta. Yo no lelvaba zapatos altos, así que me puse de puntitas para que mi culo quedara levantado y mi tío pudiera meterme su verga hasta el fondo. -Ay, qué rico me coges, Pablo- Le dije llena de placer y con ganas de venirme rápido, pues recordé que Manuel me estaba esperando y no quería que saliera y se encontrara con aquella escena.



La respiración de mi tío se celeró y sus manos estrujaron mis tetas, yo sentí que un tibio hormigueo me subía por las piernas, haciendo que me temblaran y luego, alcancé mi clímax. Pablo tardaba un poco más de lo que yo pensaba en venirse y no quería por nada del mundo dejarlo a medias, así que le dije -¿quieres que te lo mame, tío?- Pablo no me respondió, sino que sacó su miembro de mi cavidad y yo me puse de nuevo a chuparlo. Hice una pausa al poco tiempo para empezar a masturbarlo y descansar mi mandíbula, y ahí de rodillas frente a su verga, miré a mi tío a los ojos y me dijo -He extrañado mucho tu boquita, Candy- yo le contesté con un tono cachondo-¿Ah sí? ¿quieres venirte en mi boca? ¿quieres que tu sobrina se trague tu semen?- Le respondí siguiendo el juego para excitarlo aún más y en seguida, me introduje de nuevo su falo en la boca, rozando con mi lengua la punta y toda la parte de abajo de su instrumento, hasta que sentí que el semen de Pablo estaba por salir, entonces pensé que a él le gustaría ver su pene eyaculando en mis labios y traté de sacármelo para regalarle esa visión, pero mi tío no me lo permitió y con mucha fuerza, empujó su miembro hasta que sentí la punta en mi garganta y eyaculó profusamente, haciendo que me ahogara con el líquido que expulsaba y me lloraran los ojos y me dieran arcadas, pero estaba muy contenta por haberlo complacido. Cuando su pene terminó de lanzar los chorros de semen que yo me iba tragando, Pablo me liberó de su mano y me puse a limpiarle los restos blanquecinos que su líquido saladito había dejado en la piel de su verga, hasta que la dejé brillante, solo con mi saliba.



Mi tío me dió un beso en la boca al despedirnos en la puerta del cuarto en donde yo "dormiría" con su amigo y luego subió las escaleras. Cuando entré de nuevo al cuarto donde Manuel ya estaba acostado sin camisa boca arriba con las manos en la nuca, él al verme, notó que mis ojos estaban enrojecidos -¿Estás bien?- Me preguntó, algo preocupado creyendo que yo había llorado. -Sí, guapo, estoy bien, es solo el gusto de ver de nuevo a mi tío y a Karen, me puse algo sentimental -le mentí- y luego le pregunté, coqueta, si había lugar en la cama para mi. -Todo el que gustes, Candy- Me contestó Manuel, recorriéndose hacia una orilla de la cama. -Bueno, me lavo los dientes y en seguida estoy contigo-. Yo llevaba puesto el vestido con el que había salido de mi casa antes de tomar el avión, y que era de algodón blanco y estampado con unas grandes flores rojas, tenía la falda holgada y un elástico estriado que se señía a mi busto y que una vez en el baño, acomodé más abajo de lo normal para dejar ver la línea que separa mis tetas. Salí del baño después de cepillarme los dientes y quitarme la ropa interior, dejándome solo el vestido.



Manuel estaba cubierto con una sábana hasta la cintura y me sorprendí mucho cuando al meterme a la cama y abrazarlo de frente, descubrí que él estaba completamente desnudo. Nunca me he sentido particularmente atraída por los hombres musculosos, claro, como a todas, me gustan los cuerpos atléticos, pero mi tipo de hombre favorito es más bien el del cuerpo firme y músculos fibrosos, sin exagerar. Pero tampoco estaba mal sentir la desarrollada masa muscular de Manuel, que se tensaba provocativamente cada vez que sus brazos cambiaban de posición mientras sus manos me acariciaban las piernas y las nalgas debajo de mi vestido. -Candy, te haré una pregunta personal ¿Eres de las mujeres a las que no les gusta usar bragas?- Me cuestionó Manuel, haciendo una breve pausa en nuestros besos. Su pregunta me pareció divertida y le hice otra pregunta en vez de responderle -¿Te gustan las mujeres que nunca usan ropa interior? Por que si quieres, la próxima vez que te vea, puedo ir sin nada debajo, para ti- Y entonces, llevé sus manos al borde superior de mi vestido -Tampoco llevo nada por aquí ¿eso te gusta?- Él no me respondió, por que en cuanto puso sus manos en mis senos, bajó el elástico de mi vestido y descubrió mis tetas que comenzó a lamer, para después succionar delicadamente mis pezones, mientras yo jugueteaba con mis dedos en el cabello de mi amante. Cuando Manuel empezó a ir más rápido, terminó por morderme uno de mis pezones y me hizo gemir, sentí un dolor rico que me sacudió todo el cuerpo y se lo hice saber -Así, chiquito, muérdeme, me encantas- Y él repitió la dosis ahora del otro lado, poniéndome tan caliente, que sentí la imperiosa ncecesidad de frotar mi vulva contra su cuerpo, así que lo rodee con mis piernas y empecé a acariciar su verga con el exterior de mi vagina.



Era la primera vez que tendría sexo con un hombre con esa complexión corporal, estaba nerviosa y excitada, también sorprendida, por que el tacto de mis manos sobre su cuerpo de modelo, me estaba prendiendo mucho, sin contar con que en mi húmeda entradita ya estaba presintiendo que el tamaño de su miembro me daría mucho placer. La verga de Manuel es más bien algo alargada, sin ser demasiado gruesa, pero lo suficiente como para hacerme gemir cuando me penetró por primera vez. Yo había estado frotándome contra su pene erecto, pero no pensé que me lo fuera a meter tan rápido, así que me sorprendió cuando sentí que su herramienta resbalaba hasta el fondo de mi cavidad en un solo movimiento y no pude callar una expresión de verdadero placer inesperado -Ay, Manu, la tienes muy grande. Cógeme, pero despacito mi amor-. Se lo dije mirándolo a los ojos, mientras él sin dejar de empalarme, se acostó sobre mí y empezó a cogerme lenta pero muy profundamente, haciéndome gemir cada vez que su glande llegaba al fondo de mi canal y mientras mi amante me iba besando el cuello yo acariciaba sus robustos brazos, que me ponían la mar de caliente.



-¿Está bien con la luz encendida, Candy?- Me preguntó Manuel antes de que cambiáramos de posición. -Sí, está más que bien. De hecho, quiero ver cómo me coges, ven-. Lo llevé de la mano hasta el bañito que estaba contiguo al cuarto de televisión y una vez ahí, me quité el vestido y me incliné ofreciéndole a Manu mis nalgas con las piernas abiertas y mis codos recargados sobre el lavabo. Cuando Manuel se colocó detrás de mi, a través del espejo vi el placer en su cara cuando de nuevo ensartó su verga en mi coño y sabiendo que él es del tipo de hombres que tienden a sentirse bien cuando se les hace un halago por su cuerpo, le dije



-¿Está mal si te digo que me fascinan tus brazos y todo tu cuerpo, mi amor?- Lo vi sonreír satisfecho en el reflejo de su cara.



-Al contrario, está muy bien, tú eres una delicia, Candy ¿está mal que te diga que estás muy estrechita?



-¿Te parece que estoy muy estrechita, Manu? ¿Eso te gusta?- Le dije clavando mis ojos a los suyos a través del reflejo en el espejo del baño mientras me movía haciendo lentos círculos con mi cadera mientras su verga entraba y salía de mi cavidad.



-Más que gustarme, Candy, tienes un coño muy apretadito.



-¿Y te gustaría darme duro, verdad?- Le pregunté sonriendo mientras tocaba mis tetas para provocar al musculoso macho detrás de mi. -¿Quieres cogerme duro, guapo?- Volví a preguntarle, aventando mi cadera hacia atrás para ensartarme más fuerte en su larga polla.



-Oh, Candy. Pero no quiero lastimarte.



-Ya no te aguantes, Manu, cógeme duro, haz que me duela. Vamos, hazlo.- Le dije gimiendo deseosa de ser taladrada -Entiérramelo- y solté mis tetas para sujetar mis nalgas y abrirlas, mientras volteaba a verlo sobre mi hombro, mordiéndome el labio inferior y asintiendo con la cabeza, mostrándole que quería que me diera una buena cogida.



Él no necesitó más invitaciones, me tomó con sus fuertes manos por la cintura y empezó a embestirme con toda la potencia de su cadera, que yo disfruté cuando puse mis manos en ambos lados de sus nalgas, sintiendo cómo se contraían una y otra vez, como si su cuerpo fuera una máquina de dar placer y entonces dejé que me sometiera al castigo de darme su verga a su gusto, como la perra en celo que me hacía sentir estando con él.



Mis gemidos debieron excitarlo tanto que Manuel me dió media vuelta y me levantó en sus brazos, con una facilidad que me hizo estremecer. Yo rodee su cintura con mis piernas, estaba montada de frente a él y las piernas de Manu soportaban el peso de nuestros cuerpos sin dificultad, haciendo que sus músculos se marcaran dándole la apariencia de una estatua griega de mármol, cosa que me puso increíblemente cachonda. El tipo triplicaba fácilmente mi volúmen y la visión  que me devolvía el espejo de mi delicada figura empalada en ese tremendo ejemplar me asustó y me excitó al mismo tiempo. Con sus manos en mis nalgas, hizo de mi cuerpo lo que quiso, me calvó, me taladró, me arponeó con su falo como si yo fuera una muñeca de trapo. Una dulce y dolorosa contracción en mis paredes vaginales me avisaban que se aporximaba mi clímax, mientras Manuel no dejaba de bombear sin piedad en mi interior.



Yo había olvidado hacer pipí cuando entré al baño antes de que empezara nuestra función, así que cuando estaba montada disfrutando del inclemente empalamiento al que me estaba sometiendo mi amante, yo tenía ganas de orinar, pero no dije nada para no romper la magia, pensando que podría orinar cuando termináramos. Pero entonces, el placer me elevó hasta mi orgasmo, sentía el miembro de Manuel tan dentro de mi, entrando y saliendo con la fuerza que le daba el peso de mi cuerpo a cada sentón al que mi hombre me obligaba, que cuando me vine, lo hice tan fuerte, que no pude contener más las ganas de hacer pís. Mi orina empapó nuestros genitales y escurría por las manos y las piernas de Manuel, hasta formar un charquito al rededor de sus pies.



-Lo siento, Manu, no se cómo pasó, lo siento- Le dije apenada mientras él se iba deteniendo en la tarea de penetrarme.



-Note preocupes, guapa- Me dijo alegremente, mientras me ayudaba a bajar de mi posición de muñeca sexual. -Solo ten cuidado, no te vayas a resbalar-. Me recomendó mientras salíamos del baño. Luego de sentarnos en la cama, usé mi vestido para limpiarnos. -No tienes que hacerlo, Candy, en serio, está bien- Me confortó el amigo de mi tío mientras yo me empeñaba en secar sus piernas y su pene todavía erecto.



-Sí, tengo qué, mi amor, déjame ¿Si no cómo haré esto?- Me incliné para meterme su verga en la boca y empecé a mamarle primero el glande y luego todo lo que me cupo de su largo miembro. -¿Así está bien, Manu? ¿vas a perdonar a tu putita por orinarse en ti?- Le dije antes de darle unas intensas lamidas en la punta de su fierro.



-Qué rico lo chupas, Candy. Claro que te perdono... Claro que te per... dono- él echó su cabeza hacia atrás mientras yo le daba placer con mis labios y mi lengua. Luego de un rato, le dije que quería montarlo, así que me levanté y me abrí de piernas sobre él para después de acomodar su miembro en mi entradita, empezar a metérmelo con movimientos que fueron subiendo de ritmo y que me hacían sentir muy rico en mi cavidad. Luego, cuando mi panochita estaba más húmeda le pedí a Manuel que me abrazara y él se incorporó hasta quedar sentado conmigo encima. En esa posición cambié el mete y saca de su verga en mi coño por un movimiento en círculos cada vez más frenético, pues la punta de su miembro me estimulaba deliciosamente. Sentirlo dentro de mi mientras me abrazaba y me besaba el cuello me produjo otro intenso orgasmo, que le hice saber cuánto lo disfrutaba mientras tomaba su cara entre mis manos y lo miraba a los ojos hasta que me vine de nuevo.



Mi amante, todavía insatisfecho y muy excitado me acomodó boca abajo en el sofá-cama y luego de recostarse sobre mi, me volvió a penetrar. Yo cerré las piernas, haciendo que él abriera las suyas a cada lado de mi y empecé a levantar el culo hacia el cuerpo de Manuel para que me disfrutara aún más y contraía y aflojaba mi cavidad para ordeñar su verga. -Candy, vas a hacer que me venga- me dijo con voz jadeante, yo no le contesté si no que hice que me tomara del cabello con una de sus manos y empecé a mover más la cadera arqueando mi espalda hacia atrás peritiéndole besarme desde su posición sobre mi. Manuel terminó dentro de mi y luego se hizo a un lado, respirando con dificultad.



-Qué rico lo haces, Candy, nunca pensé que fueras así.



-Tú también lo haces muy bien, corazón. Quiero repetir mañana ¿tienes planes?



-No, salvo un pequeño asunto en la oficina, lo de los planos que dijo tu tío. Pero cuando terminemos, puedo regresar con él a buscarte, claro si tú quieres.



-Me gustaría mucho. Ahora no puedo más, perdona, me voy a quedar dormida- Manuel se acomodó detrás de mi y me abrazó por la espalda hasta que nos quedamos dormidos.



A la mañana siguiente, desperté con un poco de resaca, la luz del sol se metía son piedad por la ventana y hacía que me dolieran los ojos y la cabeza. Manuel se había ido, pero como me lo esperaba al adivinar que era un poco a la antigua, me había dejado una nota al lado de mi almohada. "Candy: Gracias por una noche espectacular. Nos vemos al rato. M." A los pocos segundos escuché que tocaban la puerta; era Karen -Candy ¿aún vives?- me preguntó desde el otro lado de la puerta. -Si esto es vivir, entonces sí, sigo viva ¿tienes aspirinas?- Escuché a Karen reír bajito y luego me contestó -Son parte de tu desayuno, hermosa. Ya está servido, te espero-. Busqué de prisa en mi maleta algo de ropa que ponerme y salí casi a tientas por que el intenso sol del caribe insistía en matarme al colarse por los grandes ventanales de la sala en donde Karen, envuelta en una bata, me esperaba sentada en un sillón, escuchando la radio.



Lo que pasó después te lo platicaré en mi siguiente relato, mi amor, para que así te masturbes dos veces en vez de una nada más. Pero bueno, ya sabrás que sí, terminé haciendo un trío con Karen y mi tío Pablo, algo que repetimos varias veces en los pocos días que pasé en su casa. Te mando besitos ricos y espero que te haya gustado la primera parte de mi aventura en casa de Karen y Pablo. Soy tu puta, siempre.



Dulce F.


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
  • Media: 10
  • Votos: 1
  • Envios: 0
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