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Categoría: Confesiones

Mi tía y la Virginidad perdida

Nunca pude imaginarme que algún día, aquella mujer de ojos verdes y voz cariñosa, que me daba un beso y me saludaba cuando visitaba la casa de mis padres, fuera, años después, el objeto de mis deseos.

A la temprana edad de 14 años, ya noté el primer cambio hacia ella. Mi tía, la querida hermana de mi madre, empezó a despertar en mi, profundos y extraños deseos. Mis primera masturbación fue provocada por su imagen, fiel respuesta a un sentimiento que albergaba mi tempranero cuerpo de hombre.

Mis ojos buscaban mas lejos, mi cuerpo una mayor cercanía, que, en algún momento, puso a mi tía en guardia. Por que, en estos asuntos, las mujeres tienen un sexto sentido y descubren de inmediato, la atracción que provocan a su alrededor.

Estando una noche de verano en casa de mis tíos, cuando volvía de tomar unas copas, y aun tenía en mi cabeza las tetas y culos de las chicas del bar, me imaginé a María ( mi tía) durmiendo. Destapada, y se me escapó la imaginación. Para no entrar directamente por la puerta principal, rodeé el chalet y al pasar bajo su ventana escuché un ruido. Un movimiento se sábanas, de cuerpos abrazados y de movimiento. La imagen de mi tía follando con su marido me puso a cien por hora, mi pulso se lanzo a una carrera desenfrenada ya que, al instante mi ojos estuvieron viendo imágenes brutales. Inimaginables para un chaval de 16 años.

Estaba sentada sobre él, que mantenía todo su largo cuerpo sobre la cama, tumbado boca arriba. María, a horcajadas, y dándome la espalda, lanzaba la cabeza hacia atrás, y movía suavemente la cadera, acompasadamente con mi tía, de manera circular, y en algún momento botaba sobre la polla de mi tío, que era enorme. Se la sacaba y la restregaba por su culo para volver rápidamente a metérsela tranquilamente en su chocho, el cual no lograba ver.

Las manos las echaba hacia atrás, sobre los muslos del cabrón de mi tío y se empezó a mover con mayor velocidad, y el ruido de las sábanas aumentó y de su garganta llegó un hondo jadeo de placer a la vez que su cuerpo se convulsionaba y se agarraba a esa picha caliente que la estaba taladrando con suavidad, y él, tranquilo, no se aceleraba, y mi tía empezó a montarlo con mayor fervor, y volcada hacia delante con su culo apretado por las manos de su marido entraba y salía, entraba y salía y cada vez más rápido hasta que se paró de golpe, se dio la vuelta, dándole la espalda a mi tío y quedando frente a mi, siguió cabalgando sobre la polla enorme que la estaba jodiendo impasible y ella votaba sobre él y se apretaba las tetas y se restregaba el clítoris con un dedo, de manera salvaje y movía su cuerpo hacia delante y hacia atrás a la vez que votaba y giraba la cadera en todos los sentidos, buscando placer hasta que terminó con un grito apagado, contenido y al levantar sus ojos se cruzaron con los míos.

Al día siguiente me marché y hasta varios meses después no volví a ver a mi tía, siempre tenía un pretexto que mi madre no lograba entender mucho. A estas edades todo es un mundo y mi polla ya no podía más, su imagen apoyada sobre la verga de mi tío y jadeando de placer con esas dos tetas hermosas y duras moviéndose al compás de la follada me tenían fuera de mi. Él día más grande de mi vida era hasta ese momento muy normal, pero al entrar a casa ella estaba allí, sentada en la cocina como si nada, tranquila, como si estuviera esperándome. Luego de romper ella el hielo y charlar un rato, me logré relajar y automáticamente me empalmé, al saber que estábamos solos y tendríamos para rato. Me preguntó por mis ligues y me lanzó algún piropo, tan tranquila, ¡como si nunca la hubiera visto follar!.

Me fui al cuarto bajo pretexto y me saqué toda mi picha, y empecé a machacármela, no podía más. Las tetas duras de mi tia, que no llevaba sujetador y sus pezoones marcaban la camiseta apretada negra, las tenía en mi mente. Esas piernas, largas y atléticas, cubiertas por una maya de deporte, azules, que marcaban un chochazo bien follado, me tenía fuera de sí.

Estaba de pie, apoyado en la puerta y cuando me quise dar cuenta, la tenía frente a mi, la puerta abierta y su boca con una exclamación apagada y sus ojos sobre mi picha.

“Siempre será mejor que te folle por vez primera alguien de la familia” me dijo y al momento se metió toda la polla en la boca. Entera, y con su mano me tocaba los huevos. No logré aguantar nada y me corrí n su boca y mi leche le salía por los labios y ella seguía succionándome con suavidad, pasando su lengua por todas partes.

Al quitarle la camisa sus tetas aparecieron en toda su plenitud y me dio miedo tocarlas y le chupé los pezones primero, y me acerqué a ella y cuando la tuve cerca, su cuerpo estaba ardiendo, casi más que el mío y la besé largamente mientras mis manos recorrían su cuerpo, habidas de emociones, de sexo reprimido muchos años. Le bajé las mayas y ya no me sorprendió no encontrar nada bajo ellas, y al bajar a sus tetas y luego a su cintura y finalmente a su coño, un olor a sexo me golpeó la nariz, tenía mucho bello y sus labios apenas se veían, pero mi lengua empezó a buscar darle placer y me agarró de la cabeza y me empujó hacía su coño. Abrió las piernas algo más y bajé del todo para poder acceder a su chocho adecuadamente. Al rato de seguir sus instrucciones para hacerle una buena mamada se dio la vuelta, me ofreció el culo y me pidió que también se lo chupara. Cosa que realicé con más brutalidad que placer, pero, su chochazo estaba en mi barbilla y me llamaba y lo olía y allí estaba algo abierto y mis dedos entraban y salían y mi tía jadeaba de placer y mi picha estaba loca por entrar en aquella cueva caliente, y me levanté, la agarré por detrás y le metí toda mi polla hasta el fondo de una sola vez, sin contemplaciones y pasada la sorpresa inicial, empecé a bombear y cada vez más rápido y le cogí las caderas y mi tia se movía para adelante y para atrás siguiendo mi entradas y salidas, tenía el coño abierto a tope y apenas había fricción. Se paró, me separó de ella y se tumbó en la cama, levantó el culo y me dijo que le follara por detrás. Al principio no supe ni ponerme peromi picha encontró sitio y poco a poco la fui penetrando, con ayuda de ella y de sus jugos que estaban en nuestros cuerpos. Cuando estuve dentro, quedé un rato parado, disfrutando de la imagen, yo, de rodillas, follándome a mi querida tía de 40 tacos, super buena y me puse muy cachondo y empecé a follármela con violencia y a insultarla y a joderla con la mayor fuerza que tenía y ella gritaba y en un momento un chorro caliente me saltó a las piernas y mi tía seguía gritando y cogiéndome de mis cintura con una mano nos tumbamos en la cama y apenas podía moverme y mi tía gritaba más y seguía corriéndose de gusto y yo solté todo lo que tenía y seguí con la polla dentro hasta que se me quedo chiquita.

Se levantó y nunca más volvía verla en muchos años.
Datos del Relato
  • Autor: Señor69
  • Código: 12393
  • Fecha: 24-12-2004
  • Categoría: Confesiones
  • Media: 5.83
  • Votos: 40
  • Envios: 1
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  • Valoración:
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
jose maria
invitado-jose maria 24-12-2004 00:00:00

Yo tube a una vecina en las mismas condiciones que tu a tu tia.¡enorabuena!.

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