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Categoría: Incestos

Mi tía me descubre oliendo sus bragas

Desde siempre me ha gustado oler las bragas usadas de mi madre, hermana, novias, amigas, etc., cada oportunidad que tengo las agarro y me las llevo a la nariz para esnifar aquella combinación de jugos y sudor, siempre que voy a una casa pongo alguna excusa para poder ir al cesto de la ropa sucia.



Un día mi tía me llama para que le ayudara a limpiar su casa ya que tenía poco de haberse mudado, así que con mucho gusto acepte.



Mi tía es una cuarentona recién cumplidos, divorciada, no entiendo como su marido la pudo abandonar, se conserva muy bien está un poco gorda pero tiene unas tetas que me han vuelto loco desde chico, tiene un hijo de 8 años.



Al llegar a casa iba con buenas intenciones pero al abrir la puerta me recibió en pijama con una blusa blanca sin brasier que transparentaban sus tetas, mi pene ya empezaba a reaccionar apretando mi pantalón.



— Uff queda mucho por hacer.



—Ya veo, ¿Por dónde empezamos?



— Estaba acomodando el cuarto de mi hijo antes de que llegarás, si puedes por favor lleva estás cajas al mío.



Sus tetas estaban totalmente erectas y con el sudor de estar acomodando se alcanza a transparentar un poco, tenía ganas de masturbándose ahí mismo, me imagina como debían oler aquellas bragas que llevaba puestas, tome las cajas y me dirijo a su cuarto.



Al llegar lo primero que hice fue ver dónde estaban sus bragas, revise cajones y allí estaban, de todos los colores rojos, negros, blancos sobre todo de encaje, lamentablemente estaban lavados y lo único que olía era a jabón, así que comencé a acomodar lo que había en las cajas, pasaron unos 15 minutos cuando mi tía entra al cuarto.



— Me voy bañar que apesto a sudor.



Su cuarto tenía baño así que entró ahí mismo, estaba a una puerta de ver a mi tía desnuda, mi verga estaba a reventar, en eso escucho la regadera, era mi oportunidad de oler aquellas bragas, entre con mucho cuidado tratando de no hacer ruido y vi su ropa en un cesto, mi corazón latía muy rápido, solo veía la silueta de mi tía en la cortina, rápido tome sus bragas y salí, me tire en la cama, desabroche mi pantalón, me comencé a masturbar oliendo aquellas bragas, su olor era penetrante, lamia y me masturba, perdí la noción del tiempo cuando de pronto la puerta se abre, Lo que veía mi tía era una verga de 17 cm siendo masturbada mientras olían su braga, con cara de enojo y asombro me dijo.



—¡¿Que estás haciendo?!



Tremendo susto me lleve, me tape con la sábana.



—Perdón, perdón, discúlpame.



— ¿Estás loco? Soy tu tía.



—Lo siento, es algo que no puedo controlar.



— Eres un pervertido. Lo decía mientras miraba la carpa que se había formado en la sabana debido a mi erección.



Dio un gran suspiro y dijo:



— Mira, entiendo que estas joven y que tus hormonas están locas pero soy tu tía. Dime ¿qué estabas haciendo oliendo mis bragas?, deben oler feo, ¿no te da asco?



—Es lo que me gusta de olerlas, la combinación de jugos y sudor hacen que se me ponga dura.



— Si ya vi que tan dura. Soltó una pequeña risa.



Al llegar se veían marcados tus pezones en la blusa y pues soy hombre...



El ambiente ya no era de tensión, mi tía parada con su bata y ya más calmada me dijo.



—Te voy a dejar que termines, las dejas donde estaban, voy a estar afuera.



—ooò, ok. Dije un poco nervioso.



Salió de la habitación, yo un poco desorientado por lo que acaba de ocurrir, mi tía me ha dejado masturbarme con sus bragas, volví a recogerlas y continúe con lo mío, pasaron unos 5 minutos cuando mi tía entra sin tocar.



— Perdón, me voy a peinar y aquí está el tocador pero tú sigue en lo tuyo. Tomo asiento y se puso frente al espejo, podía ver cómo lanzaba algunas miradas por el reflejo.



—Gracias por dejarme hacer esto.



— Jaja, que sea la última vez, eh pervertido. Entre risas lo decía.



Cuando se levantó para irse la tome del brazo.



—Por favor te puedes quedar un rato más, solo siéntate a un lado de mí.



— Bueno pero solo un ratito.



Era alucinante lo que estaba pasando, mi tía se sentó a un lado de la cama y mientras observaba, después de un largo silencio comencé a hacerle plática.



—¿Tu esposo la tenía más grande?



— que preguntas jaja, no, la tenía chica, media 10 cm.



Mientras me masturba podía ver cómo se mordía los labios y sus piernas las movía de un lado a otro.



— ¿Te gusta el olor de mis bragas?



—Mucho, me las quiero comer.



—¿Nunca antes habías estado con alguien con este tamaño de verga?



— No, solo vi la de mi esposo.



—Tócala, no pasa nada.



— Que cosas dices muchacho.



—Ándale, solo un poco.



— Está bien pero espero que de esto tu madre no se entere.



La comenzó a tocar, luego de un rato cambio sus movimientos y empezó a masturbarme, mi verga la veía atentamente, nos pusimos cachondos los dos que le agarre su cabeza y nos comenzamos a besar locamente, le tocaba las tetas por encima de la bata, ella parecía que había olvidado que era mi tía, el no follar durante tanto tiempo la debió haber vuelto loca, aceleró sus movimientos con la mano.



— Quiero probarla. Yo quedé sorprendido cuando me lo dijo.



Se agachó y comenzó a chuparme los huevos, me lamia con la lengua todo el pene, empezó a acelerar la chupada se oían las arcadas, mi verga toda ensalivada.



— ¡Dios mío! Que grande la tienes.



—Chúpala, trágatela toda.



Se levantó, se quitó la bata, aquellas tetas eran increíbles, su coño totalmente depilado



— Aunque seas mi sobrino yo necesito una verga en mi coño ya. La acomode al borde de la cama y comencé a metérsela fuertemente, su coño ya estaba mojado, solo se oía el chasquido de sus jugos rebotando.



— Así, sigue sigue no pares.



—¡Que caliente estás!



— ¡Si, Si! Cabron dame más fuerte. Entre gemidos.



—Eres la mejor tía.



— Jaja, quien hubiera creído que tenía un sobrino tan dotado.



—Te voy a comer ese coño jugoso.



Comencé a lamerlo, era increíble cómo se retorcida de placer, se nota que ya le faltaba una buena cogida, gemidos invadían la habitación, comencé a meter mis dedos que salían brillantes.



— Pruébalos zorra.



—Mmmm, si, si, soy tu putita.



Cambiamos de posición ahora ella estaba arriba de mí, el sonido de sus nalgas chocando se escuchaba sus gemidos, nunca pensé que mi tía sería tan caliente.



— Si mi hermana supiera el tremendo semental que ha creado.



—O si supiera que su hermana es tan zorra. Reímos los dos.



— ¡Dios! Si fuera tu madre te follaba todo los días.



—Y yo a ti.



— Dame más fuerte joder.



Sus jugos resbalan por toda mi verga, entraba y salía fácilmente de su vagina, le mordía y chupaba aquellas tetas, nuestros cuerpos sudorosos, la embestía y ella miraba con los ojos cerrados al techo, movía sus caderas de forma magistral, ya no aguantaba más ante tremendo mujeron.



—Me voy a correr.



— Espera. Tomo las bragas con la que me masturbe.



— Pon tu leche en mis bragas.



Una gran cantidad salió, empapándola totalmente y se las di.



—Chúpala. Las tomo y comenzó a lamerlas, tenía una cara de viciosa.



—Joder, no sabía que eras tan guarra.



— Siempre lo he sido, mi marido era muy anticuado a la hora de coger a parte de su miserable tamaño de verga, yo quería me dejarán follada bien follada y pensé que está era mi oportunidad. Dando un último chupetón a mi pene.



— Hay que vestirnos que ya tengo que pasar por mi hijo. Lo que me sorprendió es que se puso las mismas bragas en las que lamió mi semen.



—¿Llevarás esas puestas?



— Mañana pasas por ellas, veo que te encanta olerlas.



Desde ese día paso seguido a la casa de mi tía, llegando se quita sus bragas que uso el día anterior y me las da para olerlas, después volvemos a coger aprovechando que su hijo está en la escuela.



Favor de valorar el relato se agradece mucho, si tienen opiniones o ideas sobre más relatos que les gustaría que escribiera ponerlo en los comentarios.


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
  • Media: 9
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