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Categoría: Maduras

Mi tía lejana se me acerca

Hola a tod@s, éste es mi segundo relato, antes de nada, o de todo, quiero agradecer la buena acogida de mi primer relato. Éste tiene algunas cosas en común. Como en el primero, un masaje desencadena un polvo alucinante, y es que cada experiencia con una mujer madura es especial para mí.



Esto que os voy a contar pasó el verano pasado, cuando viajaba de mochilero por Europa y de vuelta estuve unos días en casa de una tía de mi madre, una mujer madura (como a mí me gustan) de 59 años que no había conocido más que de vista un par de veces en unas bodas de mis familiares en Barcelona, su nombre: Tere. Aquellas veces iba con su marido y no me llamó la atención porque no cruzamos más que unas cuantas frases de cortesía. ¡¡Que diferente fue la impresión con la que salí de su casa!!



Como he dicho antes, iba de mochilero con el Interrail y unos amigos, recorriendo Europa con más pena que gloria, durmiendo en albergues de mala muerte, comiendo en pocilgas y bebiendo en cualquier lado. Esas condiciones de viaje sumado a lo poco receptivas que eran las mujeres europeas con nosotros degeneró en una pelea (solo de palabras, no penséis mal) en Ámsterdam y el grupo de 3 amigos pasó a ser 3 grupos de individuos que se fueron cada uno por su lado.



Yo muy decepcionado decidí volver a casa tranquilamente, con tiempo para recordar los (pocos) buenos momentos del viaje y serenarme en el viaje de vuelta. Una vez pensado el itinerario de vuelta lo puse en práctica y decidí llamar a mi madre para avisarla de que volvía. Le comenté lo que pasó y por dónde me volvía y me comentó que podía pasar por Dunkerque para visitar a sus tíos con los que había hablado el mes pasado. En principio no me hizo gracia, pero pensándolo bien, era otra manera de conocer Francia y además conocer mejor a mi lejana familia francesa.



Les llamé por teléfono y me respondió Tere, después de la confusión inicial de los idiomas pasamos al castellano y le expliqué quien era a lo que ella se puso loca de contenta, diciendo que tenía muchas ganas de verme y que estaría encantada de acogerme en su casa los días que fueran necesarios. La verdad es que su voz me encantó, una voz dulce y melosa que (gracias a mi mente calenturienta) imaginaba dando grititos de placer. Sonreí mentalmente ante la idea, ya que era una familiar y no la conocía casi nada y en voz baja me dije:



Ay Jorge, no cambiarás nunca, jejejeje, eres y estás más caliente que el palo de un churrero.



Después de otra llamada a mi madre en la que me contó la situación en la que vivía mi tía-abuela (se había separado hacía unos años y estaba un poco depre) y en la que me pidió que fuera cariñosa con ella me puse manos a la obra y atravesé Holanda y Bélgica mirando por la ventanilla pero viendo a mi tía en el cristal, imaginándome las situaciones más calientes posibles entre aquella madurita y yo. Y es que es una manía que tengo, cuando veo o pienso en una mujer que me gusta o me puede gustar, no puedo ni quiero evitar imaginármela en posturas sexuales explícitas, así de caliente soy.



Llegué a Dunkerque y al bajar del tren estaba Tere esperándome para darme los tres besos franceses de rigor y un fortísimo abrazo en el que ya pude sentir la calidez de sus pechos, unos pechos de tamaño medio, algo caídos pero no mucho en los que se notaban el bultito de los pezones. La verdad es que mi mente se quedó corta al dibujar a Tere en mi imaginación. Alrededor de 1.65 m., ojos color café, delgada, con unas caderas que le hacían un culo de los que "muelen café", una belleza en la cara que la edad no supo borrar sino mejorar y unas formas femeninas en el cuerpo nada exageradas que hacían de ella una belleza tranquila de sensualidad rotunda. Abrazados y comiéndome a besos (nada sexuales, pero muy cariñosos, de esos en los que te agarran la cara con las dos manos y entre los cuales se escondió alguno que otro en la comisura de los labios) fuimos hasta su coche preguntándome por mi familia, por mi vida, por mi viaje y casi sin dejar que contestara. Se le veía que le gustaba mi visita y que quería compañía.



Después de un viaje en coche en el que siguió con la tónica de preguntarme como loca, sin dejarme casi meter baza y acariciándome suavemente la pierna y la cara llegamos a su casa, entramos y nos sentamos en el mismo sofá a contarnos nuestras respectivas vidas con unas cervezas delante. Entramos en temas personales y ella me comentó que estaba un poco sola, ya que sus hijos estaban independizados y ella se había separado hacía un par de años. Se puso un poco triste y yo la abracé tiernamente, atrayéndola hacia mí para que se recostara en mi cuerpo, cosa que ella agradeció con un suspiro y empezó a preguntarme por mi vida amorosa en voz baja, creando un ambiente muy íntimo propicio para hacer confesiones.



Y a ti Jorge, ¿qué tal te va la vida? ¿has tenido muchas aventuras en Europa?



Pues aventuras de las interesantes, o sea, amorosas, ninguna –le contesté con voz de "pobrecito"-. Desde que corté con mi chica llevo una temporada de sequía bastante larga y estoy ya un poco "nervioso", jejejee



No me digas eso, que yo llevo casi 4 años sin un hombre en mi cama -me sorprendió un poco esa expresión, pero el tono de la conversación estaba hecho para confidencias muy personales-. Y yo sí que estoy "nerviosa", jejejeje.



Pues porque quieres, Tere, porque estás hecha una flor, no aparentas tu edad y podrías enamorar a cualquier hombre que te propusieras.



No me seas adulador, que estoy con la guardia baja y me tiro a tu cuello como sigas así –dijo mientras me miraba a los ojos acercando muy poquito a poco su cara a la mía-.



En ese momento supe que estaba dispuesta a tener una aventura conmigo y yo me quedé callado sin saber que decir, más por lo inesperado del descubrimiento que por otra cosa, ya que hasta ese momento había sido cariñoso con ella por "imperativo legal-familiar", no quería intentar algo con ella y que al rechazarme mi familia se enterara y me corrieran a gorrazos por todo Madrid.



No te asustes cielo, que no voy a violarte –me dijo ella al ver la expresión de mi cara y notar mi silencio-, eres de la familia…



...pero familia lejana, ¿no? –respondí yo reponiéndome de la sorpresa y ganando terreno para no perder la oportunidad-. Además, como quien dice, nos hemos conocido hoy y me ha sabido mal verte un poco triste, ¿puedo hacer algo por ti para que te sientas mejor?



Ahí fue ella la que se quedó callada unos instantes, pero mirándome a los ojos me dijo de nuevo:



Pues sí, casi no somos familia y sí, puedes hacer algo por mí. Me voy a aprovechar de que vuelve a haber un hombre en mi casa y de momento, me vas a ayudar a cerrar una etapa de mi vida. Vas a ayudarme a tirar los trastos de mi ex, que pesan un montón y no tengo la espalda para cargar mucho peso. ¿Me harás ese favor?



Por supuesto, ese y los que hagan falta, ¿vamos ahora?



Ummmm, ¡¡eres un sol!! –me dijo a la vez que agarró mi cara con las dos manos y me plantó un sonoro beso directamente en la boca-. ¡¡Guapo!!



¡Tú sí que eres guapa! –le dije yo justo antes de devolverle el mismo beso en la boca-. Venga, que si no nos ponemos en marcha ahora mismo, no tiraremos los trastos y acabaremos haciendo otras cosas… y tenemos tiempo de sobra para las otras cosas, jajajajaa –dije a la vez que le daba una palmadita en el culo para acabar cuanto antes las obligaciones y empezar también cuanto antes las "devociones".



Se puso ropa cómoda, unos pantalones viejos y una camiseta blanca también vieja, en la que se transparentaba su sujetador y empezamos a bajar trastos, papeles, pequeños muebles y cosas así. Estuvimos unas dos horas enfrascados en bajar y subir escaleras en las cuales las bromas y pequeñas palmadas en el culo fueron frecuentes, sobre todo de ella a mí. Cuando acabamos estábamos sudados y le pregunté dónde estaba la ducha, cogí mi ropa (unos bóxer ajustados muy sexis y una camiseta negra sin mangas) y me pegué una ducha que ya me hacía falta después del ejercicio. Salí de la ducha y ella me sustituyó debajo del chorro. Cuando nos cruzamos camino de la ducha ella y hacia el salón yo, vi que llevaba en la mano unas braguitas culotte naranjas preciosas y me dijo:



Uy, que sexi te has puesto, que bien te quedan esos calzoncillos –dijo con una sonrisa pícara en la cara que hizo que mi bulto creciera ostensiblemente, ante lo cual ella amplió la sonrisa y me preguntó- ¿me dejarías una camiseta de las tuyas? Me encantan esas camisetas pero no tengo ninguna.



Claro, tengo una muy parecida, espera que te la acerco.



Le di la camiseta y se metió en la ducha sin borrar esa sonrisa de su cara. Me fui al salón y aproveché para beberme una cerveza y esperar acontecimientos cuando ella saliera de la ducha. Salió con una toalla en la cabeza, mi camiseta sin sujetador (se notaba el bamboleo de sus pechos al caminar) y esas braguitas que tanto me habían gustado en las que se marcaban los labios de su rajita y no se notaba vello alguno, imaginé que estaba depilada y eso me hizo excitarme un poco más. Se sentó a mi lado y haciendo un gesto de dolor me dijo:



Uf, creo que me he hecho daño en la espalda al cargar algo



Umm, déjame ver –respondí yo levantando la camiseta que tenía puesta y palpando su espalda suavemente-. ¿Es por aquí?



Un poco más abajo, a la izquierda



Ummmm, a ver… -seguía acariciando su espalda muy suavemente, rozando más que tocando su piel hasta dar con un bultito muscular que sobresalía levemente de su espalda-. Aquí, ¿verdad?



Uffff, siii, ahí me duele un poco, ¿serías capaz de darme un masaje?



No se dar masajes, pero lo puedo intentar, ¿tienes aceite de masajes o algo así?



Si, en el armario del baño, ve y tráemelo, cielo.



Fui a por el aceite y cuando por fin lo encontré descubrí que era un aceite de los comestibles, de esos que se usan para masajes sexuales con sabor a melocotón y me dirigí al salón visiblemente excitado, mis manos iban a empezar un masaje que se alejaba mucho de ser terapéutico y tenía pinta de acabar en sexo del bueno. Me la encontré vestida solo con el culotte, tumbada boca abajo en el suelo, encima de una manta que había puesto para darle el masaje. Llegué a su lado y me puse de rodillas deteniéndome unos instantes para admirar su cuerpo casi desnudo, tenía un culo precioso, redondito, nada flácido ni caído, de esos que al andar se mueven como si bailaran salsa.



Vamos allá, si te duele dímelo y lo dejo, que no quiero hacerte una lesión mayor –le dije a la vez que ponía mi mano en su cintura-.



No te preocupes, tú masajea suavemente que seguro que lo haces muy bien.



Eché un chorrito de aceite por toda su espalda y lo extendí con las palmas de mis dos manos, desde los hombros hasta sus caderas, suavemente, acariciando más que masajeando, llegando a rozar el contorno lateral de sus pechos, mientras ella suspiraba y gemía dulcemente cuando llegaba cerca de su culito o sus tetas, haciendo que yo me excitara bastante y siguiera por esas zonas. Me concentré en la zona dolorida e intenté quitarle el nudo muscular que tenía pero ella dejó de suspirar y supe que tenía que masajear las otras zonas más placenteras. Me puse encima de ella, con una pierna a cada lado suyo y le eché un chorro bastante grande de aceite por toda la espalda, dejando deliberadamente que una parte del chorro cayera hacia su culo mientras yo esparcía el resto por la parte alta de su espalda, cuello, hombros y contorno de su pecho. Para llegar a sus hombros y cuello eché mi cuerpo hacia delante, apoyando mi paquete que ya estaba bastante grande entre sus piernas, a lo que Tere suspiró audiblemente y movió aquel maravilloso trasero contra el bulto de mis bóxer.



¿Vas bien? ¿Te duele? –dije yo para acabar con el silencio y comprobar cómo iban las cosas-.



Ummmmm, muy bien, sigue así que lo estás haciendo genial –respondió ella a la vez que meneaba el culo para frotarlo con mi polla-.



Mis manos estaban acariciando lo que podían sus tetas y aprovechaba el movimiento de mis manos para acompasar mi paquete a su culo en vaivenes suaves, circulares, lentos y ya totalmente sexuales. Viendo que el chorrito de aceite llegaba a su culotte aproveché para preguntarle:



Te voy a bajar las braguitas un poco que no quiero que se manchen de aceite, ¿vale?



Ummmm, siiii, pero mejor quítamelas del todo, que si no se manchan por arriba… lo harán por debajo



Vale, pero que sepas que pienso mirar fijamente, que tienes un culo precioso y no puedo desaprovechar oportunidades como ésta, jejejejeje.



Pues nada, disfruta lo que puedas, que para eso están los culos, jejejejee



Ok, levanta el trasero un poco, que te las quite –le dije sumando a mis palabras un cachetito en una nalga-.



Tere levantó el culo dejando el cuerpo bien apoyado en el suelo, lo que me dio una vista de su culo inmejorable, en la que pude ver una pequeña mancha de humedad en la tela que cubría su rajita, lo que me confirmó que íbamos por buen camino. Bajé sus braguitas tirando de la parte de arriba despacito, acariciando sus caderas mientras lo hacía y aprovechando para mirar y admirar su entrepierna, que ella mostraba gustosa y yo deseaba cada vez más. Al llegar a la parte que cubría su chochito, la tela se quedó pegada de la humedad que lucía y tuve que pegar un tironcito para despegarla. Ella suspiró un poco más fuerte que antes. Acabé de quitarle la privilegiada prenda y me dije que ya era hora de empezar a concretar algo.



Al estar tumbada boca abajo los hoyuelos que tienen las mujeres en la espalda, a la altura de su cintura y a los lados de la columna se mostraban en todo su esplendor, y esa es una zona que me encanta tratar bien y en profundidad, por lo tanto acerqué mi boca a ellos y soplé levemente en cada uno, rozando con las yemas de los dedos, sin llegar a tocarlos, el que no tenía ocupado con mi boca. Eso parece que le gustó, ya que un escalofrío le recorrió la columna y un gemido la garganta acompañado de unas palabras en francés que me sonaron a gloria:



Continu sur cette zone, m'enchante... je frissonne!! (¡¡Sigue por esa zona, que me encanta… que escalofrío!!) ahhhhhh



Ummmm, me encanta que me hables en francés, aunque no lo entienda es un idioma hecho para…



…¿para qué?



…para el sexo



Ummm, cheri…



¿Sabes una cosa? –le dije yo poniendo las cartas boca arriba- antes me dijiste que quería que te ayudara a cerrar una etapa de tu vida, y creo que tenemos que cerrarla del todo –acerqué mi boca a su oreja para decirle…-. Voy a acabar con la sequía que llevas en cuestiones sexuales, quiero que seas mía y que me hagas tuyo así abrirás otra etapa nueva, de desenfreno, de lujuria, de orgasmos…



Pasé un dedo por la separación de sus glúteos, recogiendo el aceite que había caído, desde su espalda a su rajita y lo subí de nuevo, pasando por el clit, los labios y el ano, juntando al aceite su lubricación natural, que a esas alturas era ya muy grande lo que le dio al salón un aroma muy especial: el olor a melocotón del aceite junto con el olor de sus jugos. Estaba deseando probar el sabor mezclado y almizclado y no tardé mucho en pasar mi lengua por el canal de su culito, a lo que ella exclamó con una voz lujuriosa:



Ahhhhh, sigue, sigueeee, ¡creía que no ibas a empezar nunca!



Tere abrió las piernas y yo su culito con mis manos, pasando la mano seguida de mi lengua por su canal, despacio, lentamente, deteniéndome en cada pliegue de su coño y culo. Justo después me quité el bóxer y me tumbé encima de ella, pasando mi polla por su espalda, su culo, sus piernas. Dediqué un tiempo a pasar la punta de mi pene por los hoyuelos de su espalda, llenándolos de líquido pre seminal. Ella se estremecía al notar mi polla erecta paseando por sus hoyuelos y espalda al tiempo que soltaba gemidos largos y entrecortados a la vez. Sus manos intentaban tocarme por donde podían, ansiosas ante esas caricias que nunca le habían hecho. Me tumbé de nuevo encima de ella, poniendo mi paquete entre sus piernas, haciendo el movimiento de follar pero sin meterla, pasándola como si fuera un pincel por su rajita. Tere metió una mano entre sus piernas y me la agarró para apretándola y dirigiéndola hacia su clítoris para frotarlo a su ritmo. Mis manos pasaron a sus tetas, buscando sus pezones con dos dedos en cada pecho, para pellizcarlos muy suavemente, notando como se erizaban.



Oh... quel plaisir tu me donnes... aaahhhhhh (Oh... que placer me das... aaahhhhhh)



Ummmmm, que pezones tan duros tienes, date la vuelta que te los chupe, cielo.



Se dio la vuelta con las piernas abiertas y me abrazó fuerte, buscando mi boca con su lengua que ya tenía fuera. Dejé que metiera su lengua en mi boca y dentro de ella la absorbí como un aspirador, llevándomela casi hasta la garganta y apreté mi pelvis contra la suya para que notara mi polla entre los labios de su rajita. Sus manos apretaban mi culo para que la penetrara, pero preferí hacerle esperar un poco, para que aumentara su calentura. Bajé mi cabeza hasta su pecho con la lengua fuera, dándole lametones en el cuello, el lóbulo de la oreja, el contorno de sus tetas y finalmente, sus pezones, que metía en mi boca los dos a la vez al juntar sus pechos con las manos. Chupé y chupé como un niño pequeño, dándole pequeños mordisquitos suaves y tirando hacia arriba de ellos. Sus caderas se movían cada vez más rápido, con movimientos circulares que jamás había visto, era una batidora sexual que me volvía loco.



Seguí bajando con mi boca hasta su entrepierna, dándole lametones de arriba abajo, pintando de saliva su coño y de flujo mi lengua. Tenía un pubis con poquitos pelos de color muy claro y los labios libres de vello, pero era algo natural, no se depilaba al contrario de lo que pensé cuando la vi en ropa interior. Después de unos minutos de estar comiéndoselo unos estertores me indicaron que se estaba corriendo y aumenté el ritmo de mi lengua en su clítoris, dándole todo el placer que ella se merecía. Sus gemidos y expresiones francesas surgieron de su boca como la humedad de su chochito, a borbotones.



AAAAAAHHHHHHHH… Tu ne peux pas savoir comme j'aime ça (No sabes cómo me gusta eso), quel plaisir!!! (¡que placer!)



Ummmm, me encanta lo que me dices, ya me lo traducirás después… ¿te has corrido, verdad cielo?



Aaahhhh, siiiiiiii, ¡¡me has dejado hecha polvo!! …pero si eres capaz, me encantaría que me la metieras despacito



Uff, ¿qué si puedo? Lo que no se si podría es no metértela, mi vida, déjame que te la ponga despacito…



Subí mi cuerpo encima del suyo, mientras Tere abría las piernas y me abrazaba con ellas, dejando mi polla justo en la entrada de su rajita y despacio, mirándonos a los ojos, metí ligeramente la punta, muuuuy despacio, muy lentamente a la vez que nos besábamos y nos abrazábamos. Poco a poco le penetré hasta el fondo, siempre despacio, admirando el calor y la humedad de su interior, que me excitaba muchísimo, haciendo crecer mi polla al máximo dentro de ella, cosa que ella notó y agradeció con un morreo impresionante comiéndome la lengua. Dejé mi pene dentro de ella unos minutos, sin moverlo, sin bombear aunque tenía muchas ganas de hacerlo. Cuando no pude aguantarme más, empecé a moverme en círculos dentro de ella, a lo que ella acompasó los movimientos de su culo con los míos, apretando el abrazo de sus piernas con las mías. Viendo que ella quería llevar el ritmo, me moví hacia el suelo para que ella se montara sobre mí, para que me cabalgara. Levantando el tronco, agarró mi polla y la llevó hasta su coño, pasándola por su rajita un par de veces antes de metérsela de golpe hasta el fondo, hasta que mis huevos chocaron contra su culo.



Mis manos agarraron sus tetas, usando los pulgares para frotar los pezones, como los joysticks del mando de cualquier consola, los movía en círculos, forzándolos hacia los lados, hacia arriba, hacia abajo… y su respuesta fue ponerse duros como piedras. Ella siguió con mi polla totalmente dentro de su coño, sin sacarla ni un milímetro aunque se movía dibujando un "8" con ese culo que levantaría a un muerto, se podía decir que bailaba una rumba encima de mí, o mejor dicho, bailaba esa rumba con mi polla, la usaba para su placer, quería metérsela hasta que le llegara al alma, independientemente de lo que yo quisiera, era más suya que mía… y yo contentísimo con esa forma de follar, que hacía que mi polla estuviera más apretada que nunca, notaba el interior de su chochito abrazármela, casi se diría que me la chupaba con su vagina. Yo seguía ocupándome de sus tetas, pero sustituí mis manos en sus pezones por mi boca, dándoles lametones, besándoles con los labios, absorbiéndolos cada vez más fuerte, al mismo ritmo que Tere bailaba con mi polla. Y es que cada vez se movía más rápido, más fuerte, ahora botando encima como una loca, ahora tirando su culo de delante atrás como rascándose para quitarse un picor hasta que llegó a un orgasmo bestial, gritando a pleno pulmón:



Me corrooooooo… ahhhhhhhh… ME CORRRRROOOOOOOOOOOOOOOOO… ahhhhhhh



Cayó encima de mi pecho, respirando como si acabara de correr una maratón, abrazándome sin fuerzas mientras escalofríos le recorrían la espalda y espasmos el coño, a la vez que un río de jugos inundaba nuestras pelvis, esparciendo un olor a sexo por todo el salón que a mí me puso más caliente todavía. Estuvimos así unos cinco minutos mientas ella recuperaba la respiración pero sin sacar la polla de su interior que perdió un poco de dureza pero no demasiado, lo suficiente para que ella la notara todavía erecta dentro de ella. Al ver que todavía no me había corrido, empezó a mover su culo (como ella dice, ma chatte) con mucho salero, en círculos lentos y amplios, forzando mi polla a moverse dentro de ella. Yo le acariciaba ese maravilloso culo con las manos, abriéndolo para puntear su ano con un dedo, que de la corrida anterior tenía muy mojado. Metí la mitad de mi dedo corazón dentro de él, a lo que ella exclamó:



Ummm, veo que te gusta mi culito, ¿ehh? Ve con cuidado, nunca nadie ha entrado en él –dijo entre beso y beso, usando la lengua más que los labios, lamiéndome la cara, los labios, los pezones, todo lo que encontraba a su paso-.



Uff, me encanta ese culazo que tienes… y sobre todo, me gusta como lo mueves, pareces una batidora. Me encantaría follarte a 4 patas, ¿me dejas?



Siiiiiiii, me excita mucho esa postura



Se quitó de encima de mí, poniéndose a 4 patas con el culo en pompa, meneando el culo para mí. Yo acerqué mi polla excitada y la pasé por toda la entrepierna, poniéndola por debajo y apretando hacia arriba, lo que hacía que entrara de golpe en su chochito empapado y saliera forzada hacia su culo, que intenté penetrar, pero ante lo estrechito de su ano preferí seguir con su coño ya que yo estaba a punto de estallar de lo caliente que estaba. La metí de golpe otra vez y la dejé dentro de ella medio minuto, empujando fuerte mientras abría sus nalgas con las manos. Ella, con el cuerpo echado hacia delante y abajo y su culo en lo alto me daba una panorámica de su ano preciosa, así que metí poco a poco un dedo mojado en sus jugos abriendo su ano a la vez que con el pene bombeaba fuerte en su coñito, dándole golpes de pelvis que ella aguantaba sin poder casi moverse, ahora el que cabalgaba era yo encima de ella.



No duré mucho, apenas unos siete u ocho minutos en esa postura, la excitación que tenía encima me hizo acabar enseguida. Con un ritmo cada vez más rápido y fuerte, le avisé que me corría y ella quiso sentir la descarga dentro de ella.



Me… voy a… correrrrrr… ahhhhhhhhhhh…



Siiiii, dámelo dentro, lléname con tu lecheeee, mon cheri…



Aaaaaahhh… no… aguanto… mássssss… YYYYYYAAAAAAAAAAAHHHHHHHGG…



Con unos estertores finales llené su rajita de semen en unas seis o siete descargas que la inundaron totalmente. Me salí de ella y caí desfallecido a su lado, ella me abrazó cariñosamente y me llenó de besos que no supe devolver como Tere se merecía, el cansancio con el que acabé casi hizo que me desmayase, pero ella lo comprendió perfectamente y me dejó descansar unos minutos. Al final estábamos muy sudados y llenos de fluidos corporales, pastosos, densos, olorosos, parecíamos dos animales agotados, pero felices.



Eres una amante increíble, Tere, me has hecho disfrutar como pocas veces –dije en su oído, mientras le acariciaba la cara con las dos manos-. Tienes un cuerpo precioso, me encantas, cielo



Umm, tú sí que eres increíble, mi amor, me has hecho gozar como hacía mucho que no gozaba, espero que te quedes unos días conmigo, me encantaría tenerte en mi cama por las noches… y al despertar, que siguieras haciéndome el amor como lo has hecho ahora.



Por supuesto, cielo, voy a alargar mis vacaciones todo lo que pueda, quiero tenerte cerca todo lo que pueda.



Siiiiii –exclamó dándome un sonoro beso en la boca-. Y eso que me has hecho en el culo... tienes que acabarlo, quiero que me desflores por detrás, te lo has ganado, mon cheri amour. Ah, y gracias…



¿Gracias? ¿por qué?



Has cerrado una etapa de mi vida y has abierto otra de la mejor manera posible…



Nos levantamos y nos fuimos abrazados y besándonos a su habitación, a dormir un poco y seguir disfrutando el uno del otro. Ahí comenzó la semana más sexual de toda mi vida…



FIN (continuará)



P.S. gracias a tod@s los que me han leído y me han mandado sugerencias para mis próximos relatos. Gracias también a la buenísima valoración que ha tenido mi primer relato, espero seguir a la altura. Todos los comentarios son bien recibidos. Gracias a todos y sobre todo a todas, estoy abierto a vuestras experiencias. Sed felices siempre


Datos del Relato
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