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MI SUMISO III

Era tarde, pero ninguno de los dos tenía prisa, al día siguiente no teníamos que volver a nuestras aburridas vidas, él en su despacho y yo en mi oficina, así que le propuse quedarnos toda la noche y tal vez el fin de semana allí encerrados.

Abrí el maletín de nuevo y vi que tenía algo que aún no había usado, acabé de desnudarme entera y me senté en la silla, él se acercó a mis pies.

- Mi Señora, sois tan preciosa - dijo

- ¿Pero cómo te atreves? – dije

- Lo lamento mi Señora, pero es usted tan preciosa y tan buena que no puedo reprimirme, debo decirle todo lo que la amo.

Me levanté y le empujé al suelo – Tú te consideras un buen esclavo – me reí – y esto que estés haciendo que es sino desobedecer mis ordenes.

- Lo siento Ama, no pensé que ....

- Tu nunca piensas – dije – túmbate – se tumbó a mis pies y le puse el zapato de tacón en la polla – si vuelves a decirme tales cosas despídete de tu polla y de mi.

- Eso no mi Señora, suplico su perdón, por favor Ama.

Estaba asustado, me gustaba confundirle además era tan fácil, le miré y empecé a reírme ante su asombro, le cogí de la cara le hice levantarse del suelo y le senté en la silla – ahora tranquilo y disfruta – le dije mientras me agachaba directa a su sexo, se la cogí y comencé a jugar con ella, la soplé despacito, le pase la lengua y él me cogió de la cabeza y me la metió entera en la boca, me quedé alucinada de que se atreviera a hacer eso, pero no le dije nada, sólo esperé el momento para vengarme, así que cuando la saqué de mi boca me acerqué y le mordí - ¿cómo te atreves? – gritó al ver manar la sangre de su miembro, se dio cuenta de su error y suplico perdón, dijo que había sido un momento de excitación que no había podido contenerse , las lágrimas se le saltaban, la sangre también. – así aprenderás, veo que no te enseñado bien, deberé ser más dura contigo – dije poniéndole unas esposas en las muñecas, sabía que eso le asustaba, el estar atado le ponía frenético le tenía pánico y nunca se lo había hecho, pero ahora se lo merecía, le hice tumbarse encima de la mesa le até los pies, me acerqué a su boca y le besé dejando que saboreara mis labios por primera vez – lo habríamos pasado tan bien si hubieras sido paciente y me hubieras dejado hacer – le dije – ¿sabes que pensaba hacer? – negó con la cabeza – pensaba chuparte la polla y follar hasta reventar – abrió los ojos y seguro que se disgustó consigo mismo – pero ahora hemos variado el plan – le puse una mordaza y le vendé los ojos, estaba totalmente atado indefenso encima de la mesa, hice una llamada telefónica a un amigo, que enseguida se presentó, la mujer de la limpieza me había dado la llave de la puerta, mi amigo entró, le dije que se desnudara

- Es tuyo – le dije a mi amigo – haz lo que quieras ... y tú sumiso obedece.

Mi amigo, Alain, a parte de ser mi amigo también era mi sumiso, pero era el único que tenía un trato especial. De vez en cuando le dejaba a mis otros sumisos para que jugara, pero a mí sí que me gustaba jugar con él.

Alain, cogió a mi sumiso por el brazo y lo tumbó boca abajo, acto seguido sacó un látigo, me lo enseñó y yo le sonreí asintiendo deseosa de ver el espectáculo, se colocó a su lado y blandió el látigo, el chasquido me excitada aún más, mi sumiso se movía como loco, aunque atado no podía zafarse de los latigazos, no podía gritar, todo lo intentaba hacer se quedaba en el mero intento, me senté en la silla mirando y relamiéndome los labios, ..., vi la sangre caer y hacer círculos a su alrededor, ola sentí incluso en mis pies, ..., Alain se detuvo, ya había acabado, le quitó la venda de los ojos y la mordaza, lo cogió como su fuera una pluma y lo cambió de posición, mirando hacia mi, .... Alain se sentó a mi lado y comenzó a besarme el cuello, mientras yo cerraba los ojos poseída por el placer de aquel hombre, al que usaba en mi beneficio, mientras el pobre miraba lleno de celos, intentaba moverse, pero no podía, Alain me colocó a cuatro patas y empezó a morderme el culo, mientras me cogía de los pechos.

- ¿Qué bien lo haces? – le dije, mientras miraba a mi sumiso, lleno de ira – Alain no pares – gemí.

Le dije que se tumbara encima de la mesa y me subí encima de él, abrí las piernas y me introduje aquella polla, mientras respiraba como una loca, miraba a mi sumiso celoso de no ser él quien estuviera en esa posición, mientras yo cabalgaba como una cowgirl, gimiendo y gritando, provocándole con la mirada, lanzándole besos y guiños, él sólo me miraba e intentaba desatarse, no sé para qué , pero lo intentaba, cuando creí que era suficiente me separé de Alain y allí se quedó con la polla bien dura y un dolor de huevos alucinante, me acerqué a mi sumiso y le besé.

- La próxima ves si te portas bien ese puedes ser tú.
Datos del Relato
  • Autor: LORELAY
  • Código: 9531
  • Fecha: 14-06-2004
  • Categoría: Dominación
  • Media: 4.12
  • Votos: 49
  • Envios: 1
  • Lecturas: 3443
  • Valoración:
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Comentarios


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3 comentarios. Página 1 de 1
baby
invitado-baby 04-03-2005 00:00:00

No me gusto nada!! Muchos golpes..q feo q feo q feo q feo q feo

cualkiera
invitado-cualkiera 24-08-2004 00:00:00

pues ami me gustan los relatos de lorelay asaSADASDASDAS

mpapil
invitado-mpapil 14-06-2004 00:00:00

Ya son varios tus relatos que he leido, y que aburridos son. Golpes,golpes y golpes. Francamente me das flojera.

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