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Muchos relatos he leído en esta página sobre mujeres maduras que han hecho el amor con su yerno. El mío difiere de los otros en que a mí, mi suegra me tenía cogido por lo huevos.
Llevaba saliendo con la que mi novia hacía, por aquel entonces, poco más de dos años y la verdad no había notado nada raro en el comportamiento que mi suegra tenía conmigo. Me trataba como el novio de su hija, siempre me sonreía, nunca había sido una mujer que vistiera de forma provocativa, le gustaba cocinar…
Mi suegra y mi novia eran como dos gotas de agua, las dos medían alrededor de 1.70, eran morenas, ojos verdes, la única diferencia es que mi suegra tenía algo más de caderas y usaba una cien o algo más mientras que mi novia usaba una 95. Mi vida sexual era plena con mi novia, aunque he de reconocer que me hubiera gustado hacer un trío con mi novia y mi suegra o mantener relaciones sexuales con ella. Era mi fantasía, pero nunca jamás pensé que se fuera hacer realidad del modo en que se hizo.
Ella, para tener 45 años y llevarnos 25 de diferencia se conservaba bastante bien. Seguía manteniendo ese sex-appeal que seguramente tuvo de joven. Se llamaba Carmen y toda su vida había sido ama de casa. Analizando su perfil psicológico, mi suegra era una mujer cuya única meta en la vida han sido la realización de las labores del hogar, su matrimonio no iba del todo bien y su vida sexual solo se destinaba a fines reproductivos. Ella tenía que reafirmar su identidad como mujer de alguna forma y esa era acostarse con su yerno, demostrar que aún podía levantar pasiones.
El como hice el amor con ella es una larga historia. No se limita en un momento concreto, sino al coqueteo de varios días y con la culminación del acto sexual.
El primer coqueteo ocurrió cierto día en el que estábamos mi suegra y yo viendo la tele en el salón y mi novia, Ana, estaba duchándose. Carmen estaba recostada en un sillón y llevaba un vestido azul verdoso. Le vestido se le había subido un poco dejando ver un buen trozo de muslo. Me había percatado pero me hacía el distraído. Ella se dio cuenta (entre otras cosas porque había tenido una pequeña erección) y se recostó un poco más dejando ver aún más sus muslos. Al cabo de un tiempo, se levanta muy rápidamente del sillón, se pone de pié y se dirige a mí:
-¡Pero bueno!- me dijo "sorprendida" en voz muy baja- si no me doy cuenta tú me miras hoy hasta lo que no se puede mirar.
-Carmen usted se está equivocando, yo no he visto nada ni sé a qué se refiere.- le comenté yo algo alterado y en voz baja para que mi novia no se enterara de nada.
-Mira, Mariano, no disimules, estabas viéndome los muslos. ¡Tendría que darte vergüenza!-y salió hacia la cocina.
Hay que indicar que, a partir de ese día, se puso ropa algo más provocativa: camisetas con algo de escote, vestidos más ajustados y más cortitos. Por un lado me encantaba la idea de que mi suegra me sedujera pero por otro, realmente tenía miedo de tirar al trasto los dos años de relación que tenía con mi novia.
El segundo coqueteo se produjo en una tarde en la que mi suegra se dispuso a enseñarnos cómo le quedaba una camiseta muy ajustada y superescotada que había comprado.
-¿Qué os parece la camiseta?
-¡Mamá te queda fantástica!-dijo mi novia
-No se, a mí me parece que es muy escotada para mi edad
-No creas, ahora la moda es así.
-¿Tú qué crees Mariano? ¿Es muy escotada para mí?- me preguntó mi suegra
Me dejó de piedra. Ya no solo coqueteaba conmigo a solas sino también cuando mi novia estaba delante. No sabía qué responder ya que respondiera lo que le respondiera daría lugar a que le estoy mirando las tetas a la madre de mi novia. Solamente me limité a decir que la camiseta era muy bonita y tenía mucho color y le quedaba bien. Hay que reconocer que la camiseta le quedaba bien, se le marcaban el cuerpo un disparate y tenía un muy amplio escote. Me puse morado de tanto mirar.
Cenamos y mi novia se bajó un momento a comprar carne para la cena, así que mi suegra y yo nos quedamos solos.
-Aún no me has contestado a la pregunta, ¿De verdad piensas que la camiseta es escotada para mí?-me preguntó ella con una son risa un tanto picarona
-Bueno- le contesté yo- ahora las camisetas son así. Le quedaba muy bien.
-Sí, seguro que me tendría que quedar bien porque tú no parabas de echarme el ojo encima.
En ese momento entró mi novia. ¿Qué hubiera pasado si no lo hubiera hecho? Lo tenía claro, no tenía ninguna duda: ella quería follar conmigo. Durante un tiempo pisaba la casa de mi novia lo menos posible con la intención de no coincidir con mi suegra. Pero una noche salí con mi novia de fiesta, bebí un par de copas de más y me quedé en su casa a dormir. Mi suegro estaba de viaje por cuestiones de trabajo, así que mi suegra y mi novia durmieron juntas y yo dormí en la habitación de mi novia.
A media noche, me levanté para ir a la cocina a beber un vaso de agua, entré allí y me encuentro a mi suegra, llevaba un camisón pijama blanco con trasparencias en el pecho y muy corto. Estaba sentada en una silla y pude verle todas las bragas q eran también de color blanco.
-Cada vez que me ves, llevo menos ropa-me dice en voz muy baja, casi susurrándome- si sigues así, cuando me veas la próxima vez ¿cómo iré vestida?
Yo no sabía qué hacer. Estaba totalmente paralizado. Ella se fue a dormir con mi novia y yo con un calentón del quince. Esto, por suerte o por desgracia, no había hecho nada más que empezar.
El último coqueteo que tuve con mi suegra que me llevó a hacer el acto sexual no se pudo comparar con los otros tres. Había quedado con mi novia después de trabajar, pero a ella la retuvieron en el trabajo y llegó un par de hora más tarde. Así que tuve que quedarme a solas con mi suegra. Cuando llegué no vestía nada provocativa porque no se esperaba que yo llegara.
-Si hubiera sabido que venías me hubiera puesto más cómoda- me dijo ella.
-Carmen, ¿qué quieres de mí?- le pregunté
-Verás, querido yerno, eres guapo, sexy… y hace tiempo que mi marido no me toca-me dijo- Siento envidia de mi hija porque tiene una vida sexual muy activa.
-¿Pero por qué yo?, ¿qué dirán tu hija y tu marido?
-Mira, mi hija y mi marido no tienen por qué enterarse. A demás tengo a las cotillas del barrio las 24 horas del día espiándome, así que tú eres el que menos sospechas levanta si te ven entrar en mi casa.
-Pero yo no puedo hacerle eso a tu hija.
-Yo no le voy a decir nada, ni a ella ni a mi marido
-Lo siento, Carmen, pero me voy. Cuando venga tu hija volveré. No soy capaz de destrozar a tu familia.
-Si no me haces el amor, diré que me has violado, mi hija y mi marido me creerán, y yo puedo joderte la vida. Así que tú eliges.
Fui y salí por la puerta, pero cuando estaba empezando a bajar la escalera, di media vuelta y llamé al timbre y ella me abrió.
-Sabía que ibas a dar la vuelta.
Se lanzó hacia mí. Me besó. Empecé a besarle en el cuello, los hombros. Llegué al pecho… pasé mi lengua por cada uno de sus rincones. Seguí deslizándome por su cintura hacia sus piernas y llegué a su clítoris. Empezó a comérselo suavemente hasta meterla toda mi lengua.
Ella se excitaba cada vez más y más y más…. "oh, sí" gritaba ella. Gemía. Hasta que se corrió.
-Quiero que me hagas el amor-dijo
Me puse un preservativo y se lo hice, al principio lento y luego cada vez más deprisa. "sigue, sigue no pares" me decía. Hasta que nos corrimos.
-Con razón está mi hija tan contenta contigo.
Este fue mi historia y la de mi suegra. Hasta hoy no la he contado a nadie por miedo. Espero que disfruten leyéndola tanto como yo escribiéndola.
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