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Mis padres tienen un apartamento vecino a la playa al cual, como es costumbre cada año en verano, mi esposa y los dos niños pasan algunos días allí. Por mis obligaciones laborales yo comparto con ellos solo una quincena, pues el resto de la temporada me la paso yendo y viniendo los fines de semana.
Eso fue lo que ocurrió hace un mes. Preparado para regresar a nuestra casa, mi esposa me despidió con un pedido. Hernán, por favor no te olvides de ir a lo de mi madre a verla cuando puedas, desde que falleció papá la veo triste, y desde hace unos días, mucho peor. ¿Me harías ese favor?
No me sorprendió ese pedido porque yo sabía que mi suegra Nora, viuda de desde hace un par de años, la estaba pasando mal con su soledad. La muerte de su marido lo había sorprendido a sus jóvenes 53 años y con casi 28 años de matrimonio. Ese hecho y lo mal que lo había pasado precipitaron que se le anticipara la menopausia, para colmo de sus males. Era común verla con vestidos largos oscuros, sueltos y sin arreglo personal. En resumen, verla era como vera una abuela desencantada de la vida.
El martes después de mi regreso a la ciudad, decidí llamarla por teléfono para anunciarle que pasaría por su casa después de mi trabajo. Eran las 7.30 PM cuando estaba tocando el timbre de su departamento. Grande fue mi sorpresa cuando me recibió luciendo un vestido color blanco tiza, de una tela liviana y algo transparente que se adhería a su cuerpo, dejando traslucir su ropa interior y resaltando sus formas, en especial su redondo culo y sus turgentes tetas. El vestido, bastante escotado, permitía ver claramente un poco más del nacimiento de sus senos que se insinuaban erguidos y apetecibles. Su apariencia había cambiado radicalmente desde la última vez que la había visto, la viuda triste y de luto había desaparecido. Con un peinado nuevo que resaltaba su bello rostro y sus ojos celestes, parecía más joven, sensual y porque no decirlo, muy apetecible. Definitivamente era otra persona muy distinta a la gris mujer que había visto días pasados. Sencillamente una belleza de mujer madura que despertó inmediatamente mi libido.
Hola Nora, la saludé. Déjame decirte que te encuentro muy cambiada. Pareces otra, mucho más joven y bonita… Gracias Hernán… me respondió. Y agregó, ¿sabes qué pasó? hace días hablé largo y tendido con mi amiga Irene. Ella en una larga charla me convenció que estaba equivocada y que debía cambiar mi actitud y enfrentar la vida de otra forma y con otra visión, y aquí me ves, intentándolo.
No hay duda que Irene tiene toda la razón del mundo, eres joven y estás magnifica físicamente. Tienes toda una vida por delante. Me encanta como estás vestida y además esa colonia que te perfuma es embriagadora, dije espontáneamente. Creo que más de un hombre se rendiría a tus pies…Te agradezco el cumplido, pero no creo que aparezca esa persona, ni tampoco la andaré buscando…respondió.
Preparé una cena rápida porque imaginé que vendrías hambriento de tu trabajo, supongo que me acompañarás, ¿verdad? Además, tengo una botella de ese vino que tanto te gusta.
La mesa ya estaba preparada para la cena así que comimos conversando sobre la familia y su nuevo enfoque de la vida. El vino la entonó y la desinhibió. Me confesó que iba a intentar dejar atrás su viudez y buscar gozar de la vida que tenía por delante. Fue una larga charla en donde no faltaron temas, hasta los íntimos.Contó que se había casado muy joven y que, si bien en su matrimonio no fue infeliz, sentía que algo le había faltado vivir o conocer antes del casamiento. Tal vez haber vivido su juventud con mayor intensidad.
Se levantó de la mesa para llevar los utensilios a la cocina. Allí estaba de pie apoyada en la mesada acomodando las cosas, cuando con toda la mala intención del mundo, me acerqué a su espalda y acercando mi boca casi rozando su cuello, le susurré que el perfume que se había puesto era encantadoramente seductor. No bien sintió el aliento y la proximidad de mis labios en su cuello se estremeció como si una corriente eléctrica pasara por su cuerpo. Tembló y dejó ir un profundo suspiro… ¿Qué haces?, me dijo… Me estaba deleitando con tu perfume embriagador, ¿por qué?, ¿te incomodé? Es que esa zona es muy sensible para mí, me da cosa, me respondió. Vaya descubrimiento… exclamé y volví a su cuello, esta vez tratando de excitarla. Apoyé mis labios y con mi lengua lamí todo en contorno de su oreja.
Volvió a temblar y suspirando profundamente dobló el cuerpo y agachándose, puso sus manos sobre su vestido apretando el vértice de su sexo, y me dijo gimiendo… no, por favor que me…No continuó la frase, pero entendí bien que estaba próxima a un orgasmo. Las sostuve con mis manos, y apoyé mi cuerpo presionando con mi verga sobre su culo para que la sintiera en todo su esplendor. Aproveché la situación para apretar con mis dos manos sus pechos y seguir besándola, ahora en su mejilla. Desabroché los botones de su vestido y metiendo mis manos debajo de su corpiño comencé a magrear sus hermosas tetas sintiendo en mis dedos la dureza de sus pezones.
Reaccionando se volvió hacia mí y me dijo… ¿Qué estás haciendo Hernán, te has vuelto loco? Esto no está bien, soy tu suegra, ¿no lo comprendes? Por favor no te aproveches de mi debilidad. ¿Soy la madre de tu esposa, entiendes? No puedes hacer esto, ni yo debo permitirlo, no debo… Calma Nora, no lo tomes así. Eres una mujer hermosa y joven que no debes renunciar a los placeres de la vida. Claro que soy tu yerno, pero también soy un hombre que hoy te desea porque descubrió tu otra faz, la de la hermosa mujer que necesita volver a la vida. Discúlpame, pero no lo puedo remediar.
Indecisa, me miró como no sabiendo que hacer y yo aproveché la situación para besarla en los labios. En un principio sus labios estaban cerrados, pero rápidamente se abrieron para darle cabida a mi lengua que buscó y encontró la suya para mutua satisfacción. Sin dejar de besarla, la tomé de sus nalgas para apretarla fuerte y luego bajé una mano para levantar su vestido buscando su entrepierna. Aparté la prenda que la cubría y encontré su vagina debajo de un espeso y suave vello, separé los labios y hundí mis dedos en su panocha totalmente empapada. Ambos comprendimos en ese momento que lo que venía a continuación sería inevitable.
Liberada de sus prejuicios, Nora buscó mi verga. Bajó el cierre de mi pantalón, hurgó debajo del bóxer y liberó mi pene que surgió duro y desafiante por la excitación del momento. Mientas suspiraba, liberado su instinto sexual y la pasión contenida, lo apretaba fuertemente con un gesto de desafío tal como sus ojos lo denunciaron. Entretanto, liberé sus pechos y tomando con mis manos cada una de esas bellezas turgentes, me lancé a chuparlas como un poseído y mordiendo con mis labios sus endurecidos pezones.
Luego me arrodillé frente a ella, bajé su bikini a los pies quitándoselo, y metí la cabeza debajo de su vestido. Al acercarme a su entrepierna percibí el aroma de mujer excitada que entregaba su despertada sexualidad, que me inflamó sobremanera y busqué con mi boca la dulce y pringosa almeja. Mis manos se aferraron a sus muslos apretando mi cara sobre su sexo. Intuyendo lo que vendría, Nora abrió sus piernas. Facilitado mi acceso, puse en acción mi lengua que, traviesa, empezó a recorrer toda la superficie vaginal trayendo al interior de mi boca los sabrosos jugos que Nora entregaba entre hondos suspiros que hicieron mi deleite. Recorrí una y otra vez la deliciosa raja para goce de mi suegra, quien cuando mis labios chuparon su hinchado clítoris, tensando su cuerpo y con profundos gemidos, se entregó en un explosivo orgasmo que me sorprendió por su intensidad.
Tomó mi cabeza con ambas manos apretándola contra su vulva al tiempo que su boca repetía profundos quejidos de goce. Recuperando su respiración exclamó… Cielo que placer, cuanto tiempo hace que no me comían el chumino de esta forma. No quería que dejaras de hacerlo, que bien que me sentía. Pero no, esto no está bien Hernán, me siento mal por mi hija. Mira si se llega a enterar. Qué escándalo sería… Calma Nora, no te tortures por favor, esto queda entre nosotros, nadie se va a enterar, le respondí.
La tomé de la mano, y abrazándola por la cintura la llevé al dormitorio. Con toda la delicadeza que mi apremiante calentura lo permitía le quité el vestido y el corpiño. Su bikini había quedado en la cocina. Desnuda ante mis ojos, me pareció una mujer excepcional. No aparentaba sus años. Verdaderamente encontré frente a mí una mujer que me enloquecía más allá del morbo de verme en esa situación con mi suegra. Me excité mucho más y rápidamente me desnudé. La abracé. Nuestros cuerpos desnudos, calientes de pasión se fundieron en un abrazo intenso coronado con un beso prolongado, donde ambas lenguas nuevamente se buscaron para intercambiar gustos y salivas.
Mira Nora, te ruego que me escuches bien. Somos dos adultos que ahora están deseando satisfacerse sexualmente. Olvídate de que soy tu yerno y solo piensa que estás a punto de volver a tener la posibilidad de gozar. Eres una mujer plena, bonita y con un cuerpo estupendo que reclama calmar sus necesidades. Yo te deseo y tú a mí. A gozar entonces ...dije tratando de alejar sus fantasmas. Tienes razón Hernán, pero prométeme que nadie se enterará… Prometido suegrita.
Tras lo cual, nos acostamos sin dejar de besarnos. Las manos buscaron los sitios del amor para encender aún más la pasión. En un momento Nora me sorprendió al bajar hacia mi falo y tomándolo con ambas manos comenzó a mamarlo. Lo hacía con suavidad pasando su lengua por toda su superficie y sorbiendo las gotas del pre semen que asomaban. Hernán, cuanto deseaba tener en mi boca un pene! ¿Las veces que me masturbé pensando en algo así? La interrumpí proponiéndole hacerle lo mismo y acabamos en un sesenta y nueve prolongado y tremendamente fantástico.
Comenzó pasando su lengua por toda la superficie de mi verga, chupando y chupando sin cesar, luego con sus manos me hizo una suave paja, y remató descapullando el glande para lamerlo como si fuera un cono de helado llevándome al cielo del placer. Por mi parte, por unos momentos me quedé extasiado mirando su sexo. Para mi deleite, rodeado por un colchón de abundante y suave pelambre, asomaban sus labios como dos mariposas mojadas dándole el marco a su rosada superficie interior. Para no ser descomedido yo ataqué su panocha con mi inquieta lengua que no dejó rincón por recorrer, arriba, abajo, a los costados y adentro de la cueva buscando los tesoros de su empapado interior. Cuando acometí su hinchado clítoris chupándolo y mordiéndolo con mis labios, Nora tensó su cuerpo y dando hondos gemidos se volvió a correr, regalándome nuevamente sus abundantes jugos que a mí me supieron a miel y que bebí con sumo placer. A todo esto, como yo no quería derramarme en su boca, al menos en esa oportunidad, le rogué que volviéramos a la posición anterior.
Se colocó de espaldas, tomé una almohada y la coloqué debajo de sus riñones para que su sexo quedara expuesto hacia mi verga que esperaba endurecida y expectante…Nora, querida, ahora te voy a penetrar para darte todo el placer que hace tiempo estás esperando y llenarte con mi leche. Dicho esto, coloqué mi verga sobre su vagina y empecé la faena deslizando repetidamente mi miembro de arriba hacia abajo sobre los labios mojados de su vagina … Cuanto placer Hernán, cuanto placer…se le oyó entre suspiros. Por favor métela ya, me muero de ansiedad. La complací colocando mi verga en la boca de la vagina y la empecé a introducir muy lentamente. Mi órgano es apenas más largo de lo normal, pero bastante grueso, por lo que traté de no causar dolor y a la vez ir gozando con cada centímetro de avance. Para placer mío, el conducto vaginal de Nora era estrecho y exacerbaba mi goce y creo que el suyo también porque me dijo…Hernán, esto es hermoso y me lo estaba perdiendo, que tonta, métela toda hasta el fondo. La quiero toda hasta que acabes. Pujé y pujé hasta que mi pubis tocó sus nalgas, a partir de allí todo fue un mete y saca incesante y feroz. Nora, dije con la voz entrecortada por exaltación… tienes un coño estrecho que me da mucho placer, estoy gozando como nunca. Sin dejar las acometidas a su cuca, le apretaba sus tetas con mis manos y le pellizcaba los pezones. El goce mutuo era brutal, como brutal fue mi descarga seminal en lo más profundo de su interior cuando mi suegra apretó los músculos pelvianos. Al sentir mi derrame Nora casi gritando exclamó…Siento tu leche, que placer infinito, dámela toda y toma lo mío…y apretando sus labios, volvió a vibrar con todo su cuerpo para descargarse con otro orgasmo profundo.
Ambos quedamos rendidos. Creo que la pasión que habíamos desatado en ese polvo se llevó buena parte de nuestras energías. Antes de derrumbarme junto a ella, la besé fuertemente diciendo …Nora querida, gracias, fue magnífico, inolvidable…para mí fue el mejor polvo de toda mi vida…respondió. El cansancio hizo que nos quedáramos semidormidos por un rato. Una mano acariciando mi verga me volvió a la realidad. Era Nora que se había hecho dueña de mi sexo acariciándolo con suavidad. En unos minutos ya estaba bien despierto y con mi herramienta al palo para seguir la fiesta. Antes, sin embargo, debí cumplir con las exigencias que demandaba mi vejiga. En el baño noté que Nora se había anticipado.
De regreso al lecho nos volvimos a abrazar y besar como si recién nos encontráramos. Volví a besar y chupar los senos que Nora me ofrecía tomándolos con ambas manos. Que delicia esas tetas turgentes y sus pezones enhiestos. Mi boca iba de uno a otro sin solución de continuidad. Ella me miraba arrobada con una sonrisa que develaba su propio placer por mis chupones. De sus tetas, me deslicé besando y lamiendo cada centímetro de su cuerpo hasta llegar a su pelvis. Ayudado por mis manos jugué con su vello púbico mientras mi boca buscó su entrepierna para abrirlas y exponer su chumino ante mi vista. Si bien ya había estado por el sitio me detuve un momento para mirarlo, que digo, para admirarlo.
Ya comenté que los labios eran finos y en forma de alas de mariposa. De la contemplación pase a chuparlos y jugar con ellos con mis labios, mientras mi lengua lamía el rosado interior de su jugosa vulva. Nora estaba callada, pero se oían sus gemidos y su respiración entrecortada. Mis juegos bucales duraron un largo rato porque ambos sentíamos el colmo del placer. Nora recibiendo y yo dando. Fue ella quien con voz apenas audible me pidió…Por favor amor, métemela que la necesito sentir dentro mío otra vez. Quiero que acabes como antes llenándome con tu leche. No aguanto más, por favor…
Me acosté de espaldas y la invité a que me montara. En su extrema calentura mi suegra se colocó sobre mi cuerpo y se dejó caer con tan poca fortuna que en lugar de su panocha atinó sobre su ano. Mi verga no llegó a perforar su esfínter porque al notar su error se detuvo mirándome dubitativa…Te equivocaste Nora, pero tal vez te guste probar por ahí, ¿no te animas? Tengo miedo que me duela, solo lo intenté una vez y no tengo buenos recuerdos…me respondió…Así como estamos te puedes deslizar de a poco y si te duele te desmontas, ¿vale?... traté de animarla. Apoyó sus manos en mi cadera para ayudarse y probó. Lógicamente la cabezota de mi verga encontró resistencia, pero Nora insistió y logró que entrara. Un sonido entre gemido y suspiro se escapó de su boca. Ahora tienes que quedarte quieta unos segundos hasta que mi picha se acomode a tu recto…dije. Me hizo caso. Sus ojos denotaban dudas y curiosidad. Cuando sintió que el dolor se disipaba se comenzó a deslizar hacia mi pubis hasta que sus nalgas toparon con el mismo. Me miró y preguntó… ¿Y ahora?
Si no te duele puedes comenzar a subir y bajar. Hazlo despacio y verás que te gustará la sensación…con un poco de dudas empezó a hamacarse lentamente, como no sintió grandes molestias se animó a apurar el ritmo mientras sus tetas se movían acompasadamente siguiendo su movimiento…es una sensación rara pero muy buena, me está gustando mucho…Mientras Nora gozaba con sus nuevas sensaciones con una mano me acerqué a su panocha y comencé a dedearle el clítoris para aumentar su goce. Sus movimientos se aceleraron y empecé a sentir que me iba a derramar en cualquier momento. Se lo dije y sirvió para enloquecerla porque no paraba mientras me susurraba estaba gozando como nunca. No pares por favor…le supliqué… no pares que estoy por acabar, te voy a llenar con mi leche, no pares. No paró y ambos nos descargamos con sendos orgasmos al mismo tiempo entre gemidos, suspiros y suaves gritos de placer.
Ahora fue ella la que se derrumbó sobre mí. La abracé fuerte y besé su cara, cuello y hombro. De a poco mi verga fue saliendo de su ojete que devolvía sobre mis piernas el semen derramado. Respirando agitada me dijo…tremendo, fue tremendo, pero delicioso. Sentir tu pedazo todo adentro mío no tiene comparación, valió la pena haber probado.
Creo que fue lo último que escuché porque nuevamente nos quedamos dormidos, esta vez, profundamente.
Ya era de mañana cuando me volví a despertar. Nora no estaba en la cama. Apareció unos minutos después trayéndome una taza de café …Buenos días Hernán, como te sientes? …Magníficamente bien después de la bella noche que me regalaste…respondí. ¿Y tú?... ¿Esplendida, no se me nota? me dijo sonriente…Anoche volvía sentirme mujer nuevamente y a reencontrarme con los placeres de la vida, que supongo no habrán sido los últimos, ¿verdad? … Ya lo creo que no, mira como estoy…dije levantando la sábana y mostrándole mi verga dura como un garrote…antes de marcharme a mi trabajo retomaremos lo que anoche interrumpimos cuando nos quedamos dormidos.
Me levanté de la cama para ir al baño y llamar del celular a la oficina para anunciar que me demoraba, y a mi mujer para evitar que ella me llamara inoportunamente. Más rápido que volando estaba nuevamente en la cama donde Nora me esperaba desnuda. Volvieron abrazos y los besos apasionados. Mi suegra había dejado atrás sus escrúpulos y ya libre de ellos tomó la iniciativa. Se apoderó de mi verga con ambas manos y llevándosela a boca comenzó a mamarla con mucho empeño. Descapullo el glande y volvió a lamerlo y chuparlo en toda su superficie…Tienes una hermosa polla…me dijo…me la pasaría el día chupándola. Me encanta el juguito que sale, lo encuentro delicioso…agregó. Al chupeteo incesante lo acompañó con una paja lenta pero constante que poco a poco me fue llevando al éxtasis de un inminente orgasmo… Nora, si sigues así me voy a derramar en tu boca y tal vez no te guste…dije. Me miró fijamente y continuó su labor. Tal como lo había anunciado mis testículos se tensaron descargando semen que inundaron la boca de Nora.
Tragó casi todo luego de saborearlo, lo que se le escapó de la boca lo rescató con sus dedos para desparramarlo sobre su cara. Indudablemente había perdido el recato… Es la primera vez que me descargan en la boca y lo trago. Y me gustó, ¿sabes?... me dijo sonriente…La verdad es que has logrado la maestría en mamar verga querida suegra, estuvo realmente fabuloso. Gracias. Mientras le respondía iba al baño para darme una ducha, vestirme y partir hacia mi trabajo. Me despedí con un beso y una promesa…Esta noche sigue la fiesta Nora, prepárate.
Continuará…..
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