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"Soy una viuda hace 5 años, de 51 años de edad y desde que murió mi esposo no tuve relaciones sexuales hasta que apareció mi sobrino."
Hola. Debido a que no soy buena redactora voy a ser lo más concisa en mi relato, el cual es verídico y para que no puedan identificarme cambiaré algunos nombres y circunstancias pero no las intimidades que viví y aún vivo con mi sobrino. Me llamo María y un segundo nombre, tengo cincuenta y un años, viuda hace cinco años y un hijo de 25. Vivo sola ya que mi hijo se casó y se fue a vivir a otro país. Mi sobrino se llama Jorge, es ingeniero y desde niño se fue a vivir a otra ciudad cuando trasladaron a mi hermano mayor.
En la otra ciudad se crio y se educó y por cuestiones de trabajo vino a vivir en esta ciudad. Él me llamó y me dijo que si se podía quedar por unos días mientras conseguía un apartamento. Le dije que sí que no había ningún problema porque me sobran dos habitaciones. Llegó, lo acomodé en una habitación charlamos un poco e inmediatamente y sin querer me atrajo su figura atlética y su cordialidad lo que recordé en la soledad de mis noches, pero desechando ideas eróticas por tratarse de ser yo su tía y el mi sobrino.
Tiene 28 años, soltero, mide unos 1.80 metros de estatura, un poco delgado pero fibroso. Yo mido 1.69 m. de estatura, peso 65 kilos, mis senos son medianos y lo que más sobresale es mi cola, la cual es un poco abultada, en resumen estoy conservada a pesar de mi edad. Mi aventura con mi sobrino comenzó cuando estaba yo haciéndole la limpieza al apartamento, cosa que hago llevando puesto solo pantys sin sostenes ya que desde que quedé sola lo hago así porque me siento libre.
En esas estaba cuando de repente se abre la puerta y aparece mi sobrino que había salido temprano de su trabajo. Al verlo salí corriendo a mi habitación para ponerme más ropa, pero no pude evitar que me viera casi desnuda en el trayecto de la sala a mi habitación. Salí vestida y traté de reprocharle por qué no me había avisado que llegaría temprano y que se olvidara de lo que había visto. Riéndose un poco me dijo que le iba a ser difícil olvidar lo que vio, porque aun vestida yo lo tenía impresionado.
Nos cruzamos un par de palabras en donde yo le recordé que éramos familia, pero él me respondía que no se trataba de ser familiares y que la mente era muy frágil. La conversación quedó de ese tamaño pero en las noches siguientes no me podía quitar de la mente la figura de mi sobrino. Me desnudaba completamente y tocándome las partes íntimas rogaba en silencio que abriera la puerta de mi habitación, se me tirara encima y me diera una buena ración de sexo.
Mis sueños se volvieron realidad luego que asistimos a la boda de un familiar. En ella bailamos y hubo algunos roces que los recibí gustosa y que me hicieron calentar un poco. Mi sobrino se dio cuenta de mi impaciencia al retirar su miembro de mi pierna y me dijo que mejor no bailáramos más pues se hacía evidente nuestro acercamiento.
Al terminar la fiesta fuimos al apartamento, pero antes Jorge paró en un licorería y compró una botella de licor. Me dijo que la compraba porque no había consumido en la fiesta y quería tomarse algunos tragos en mi compañía. Llegamos al apartamento y nos tomamos algunos tragos. Luego me dijo que quería bailar como lo hicimos en la fiesta, le dije que si y me paré a bailar, pero me dijo que fuera mi habitación, me quitara la ropa y volviera solo en pantaloncitos y sostenes.
Quedé un poco asombrada y le dije que eso no, que se acordara que yo era su tía, pero me tomó por los hombros y me dijo que no disimulara más, que se me veía en los ojos mi desesperación. Entré a la habitación y luego de dudar un poco resolví salir como Jorge quería. Al llegar a la sala vi que él se había quedado en pantaloncillos y su bulto se notaba más grande. Apagué la luz de la sala y quedamos solo con la de la calle y la cocina.
Me tomó por la cintura y nos pusimos a bailar un son bastante lento lo que me permitía sentir todo su miembro en mi pierna. Nos besamos suavemente y en medio de los besos le pedía que eso que estamos haciendo no lo podía saber nadie pues se transformaría en un escándalo familiar, Pasó las manos y desabrochó mis sostenes, se agacho un poco y comenzó a chuparme los senos, luego bajó las manos y las metió debajo de mis pantaloncitos, atrayéndome más hacia su miembro.
Al terminar el disco que estaba sonando me llevó al sofá, comenzó nuevamente a chuparme los senos y fue bajando, besándome todo el cuerpo hasta llegar a mis pantaloncitos. Yo tenía los ojos cerrados y muy excitada, pero aun reflexionaba que lo que estábamos haciendo no estaba bien, por eso al llegar a mis pantaloncitos, los agarré y le dije: - Eso no, eso no, no lleguemos tal lejos -, pero el metió la lengua en mis pantaloncitos y comenzó a lamerme a través de ellos.
No aguanté más y quité las manos, él aprovechó, me los quitó totalmente y mi chocho quedó a su disposición. Ya estaba vencida y decidida a que me hiciera lo que quisiera y me dedique a disfrutar lo que siempre quise me hiciera mi sobrino. Comencé a girar las caderas en torno a su lengua y aunque normalmente no digo palabras sucias en esos momentos y en medio de gemidos pierdo la compostura y me desahogo diciendo vulgaridades. – Asi, asi papito, no pares, comete todo mi coño que es tuyo y lo haces muy rico – Me había separado llos labios vaginales y sentía como su legua se metía y lamía todo el entorno y al encontrar mi clítoris le dio pequeñas mordiditas que me llevaron a ver estrellas.
Ya desposeída de todo pudor me paré y le dije: - Acuéstate en el sofá para yo poner mi coño en tu boca y al mismo tiempo poder chuparte la verga – Se acostó y efectivamente lo hicimos, sentí nuevamente su lengua al mismo tiempo que le agarraba su verga y me la llevaba a la boca para darle mi mejor chupada.
Estuvimos chupándonos un buen rato, hasta que Jorge se paró y me dijo; - Ahora siéntate en el borde del sofá que te voy a enterrar la verga como nunca te la han enterrado - Me senté en el borde y él me levantó las piernas, me frotó un par de veces la verga por mi coño y casi de un solo envión me la metió toda.
Con todo adentro comenzó a girar su cadera lo que me volvió loca y a suplicarle; - Así papito, no me la saques sino para metérmela más adentro – Jorge se retiraba un poco y la sacaba hasta la punta para luego meterla con fuerza. Y decirme: - Al fin te tengo, no sabes las ganas que te tenía porque sabía que te hacía falta quien te enterrara la verga como te la estoy enterrando yo - La posición que tenía le daba para sujetarme las piernas y meterla y sacarla a su capricho, hasta que me dijo que ya iba a acabar que si yo quería podía hacerlo fuera pero yo le dije que no había ningún problema, que me la siguiera metiendo, que se derramara y me siguiera dando hasta que yo tuviera un orgasmo más. Se vino a chorros en medio de mis gemidos y suplicas: - Así, así, dame hasta la última gota -
Terminamos al mismo tiempo, descansamos un poco y luego fuimos cada uno a un baño distinto para asearnos. Yo me bañé completamente y al secarme me miré al espejo, me reproché un poco haberlo hecho con mi sobrino pero al recordar lo bien que lo pasé, me enrollé la toalla en el cuerpo y salí a buscarlo para que me diera otra buena ración.
Entré a su habitación y lo encontré desnudo recostado en el espaldar de la cama. Me dijo: - Sabía que vendrías nuevamente porque quieres verga. Tranquila que te voy a dar verga toda la noche – Cerré la puerta y quise apagar la luz pero me dijo que la dejara prendida, que quería ver todos los detalles lo más nítido posible. Me quité la toalla y desnuda me acosté junto a él. Comenzamos a besarnos y acariciarnos, Mientras me chupaba los senos yo le acariciaba la verga, la cual se le fue parando.
Dejó de chuparme y me dijo que se la chupara. Me puse de rodillas y comencé a chupársela mientras Jorge alargaba una mano y me acariciaba las nalgas. Me animaba diciéndome que yo era una gran chupadora, que me la metiera hasta la garganta, que se la lamiera y que le chupara los huevos. Despues de un rato me dijo que parara porque le tocaba a él hacerme feliz. Me dijo que me quedara como estaba, de rodillas, que me acomodaría en una posición que le gustaba mucho. Se colocó detrás y me dijo que separara las piernas, recostara la cabeza en la cama y levantara el culo. Lo hice y quedé con todas mis intimidades expuestas.
Ël se retiró un poco y me dijo: - Por esto es por lo que quería verte con la luz prendida, para poder ver este espectáculo de tu culazo y tu coño solo para mi – Se acercó y sentí como su lengua entraba en mi coño, separaba los labios y nuevamente mordisqueaba mi clítoris llevándome nuevamente a tener espasmos seguidos. En medio de mi arrebato le dije que me hiciera lo que quisiera, que tenía 5 años sin pasar una noche como esa, que todo mi cuerpo era para él. Me preguntó si tenía experiencia anal y le dije que no, entonces me dijo que sería él quien me desvirgaría por detrás.
Me preguntó si yo tenía un lubricante para el cutis y le dije que en mi baño, fue por la vaselina y yo me llené de terror pues nunca me lo habían hecho por ahí, aunque siempre tuve algo de curiosidad. Cuando regresó a la cama, Jorge me encontró sentada en la cama, me dijo que volviera a ponerme de rodillas, me puse como quería y le pedí que lo hiciera suave. Nuevamente comenzó a lamerme el coño, pero esta vez con más intensidad lo que me calentó bastante y dispuesta a que me hiciera lo que quisiera.
Dejó mi coño, abrió totalmente mis nalgas y sentí cuando su lengua comenzó a jugar con mi ojetico anal. Nunca había vivido esa sensación por lo que me relajé totalmente. Sentí cuando comenzó a untarme la vaselina y luego a meter un dedo y luego dos y a sacarlos y meterlos. No se explicarlo pero la sensación en mi ano era agradable. Sin sacar sus dedos me metió la verga por el coño y me pareció muy buena la doble penetración.
Sacó la verga de mi coño y los dedos de mi culo y me preguntó si me gustaba los dedos y le dije que si. Sentí nuevamente los dedos y me relajé totalmente hasta el punto que no sentí cuando retiró los dedos y sentí que algo más grueso taladraba mi ojetico.
Un dolor agudo me hizo gritar y a la vez tratar de huir pero me agarró por las caderas y me dijo: - Tranquila, ya te entró la cabeza, lo demás te lo voy a meter suave – Yo sentía mucho dolor y casi llorando le decía: - Suave cariño, que me duele, esa es mucha verga para mi pobre culito – pero él seguía metiéndomela más adentro y me calmaba diciéndome; - Aguanta un poco mientras termino de desfondarte, después te la saco un poco y veras que lo vas a disfrutar – Comenzó a sacarla y meterla suavemente y me dijo que ahora fuera yo la que me la metiera y sacara. Soltó mis caderas y me separó las nalgas para que yo pudiera sacarla y luego metérmela.
Lo hice, el dolor fue mermando y sentía un poco e alivio. Oia cuando me decía: - Que feliz me siento de haber sido yo quien te despretinara ese culazo tal divino que me tenía loco desde el mismo primer día que lo vi – Y es que se ve divino tu culo con mi verga dentro – Luego de varias metidas y sacadas me la sacó y se vino a chorros sobre mis nalgas y espalda. Se paró fue al baño, trajo una toalla y me aseo todo el ano y las nalgas.
Luego de esa noche decidimos que lo mejor para ambos era que se mudara de mi casa porque podíamos caer en excesos y no era conveniente provocar un escándalo en la familia. Nos seguimos encontrando en su apartamento o en el suyo pero muy discretamente.
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