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Sucedió cuando mi sobrina tenía 18 años recién cumplidos. Ella estaba aprendiendo a conducir, y un día de comida familiar, la invité a dar una vuelta en mi coche deportivo para que practicase.
Aceptó gustosa. Pero como no sabía conducir todavía muy bien, me senté yo al volante y eché el asiento para atrás a tope. Así ella pudo sentarse en mis piernas, y mientras ella manejaba el volante, yo gobernaba los pedales.
Ni que decir tiene que mi polla quedaba bien clavada en su culo, y eso me excitó mucho
Le puse las manos encima de sus pechos, y mientras íbamos camino de un polígono industrial donde hubiera poco tráfico, para que pudiese practicar, empecé a magreárselos y a apretarle los pezones con dos dedos.
Ella gemía y clavaba todavía más sus nalgas en mi polla, moviendo su cuerpo en insinuantes círculos, para sentir mi rabo cada vez más apretado.
Llegamos al polígono, y paré el coche
No había nadie.
Le dije que se bajara y yo también lo hice.
La cogí por la cintura y la llevé hasta la parte de delante del coche, en el capó.
Le di la vuelta y la empujé sobre la plancha. Ella gimió y se tendió sin rechistar.
Llevaba un vestido blanco, con falda de vuelo y amplio escote. Sus tetas eran pequeñitas, pero bien firmes, y sus pezones se apreciaban bien erguidos. Ya había comprobado antes que no llevaba sujetador
Le levanté el vestido y acaricié sus muslos, pretos y turgentes, y sus nalgas, prestando especial atención en ese punto final de las mismas, que marca una curva pronunciada para unirse a sus piernas. A esa edad, esa curva es firme y me encanta colocar en ella la mano para abrir la palma y poder abarcar todo el glúteo y amasarlo. Llevaba puesta una fina tanga de hilo, que ladee con un dedo dejando su coñito abierto.
Le indiqué que extendiese sus brazos y agarrase sus manos en los limpiaparabrisas, y colocando mis manos en sus caderas le metí toda mi polla en ese coño delicioso y empapado. Hasta el fondo, sin parar, hasta notar como mis huevos se aplastaban contra sus nalgas.
Gritaba de placer y empezó a decirme que no parase, que me la follara bien follada.
No usamos protección ninguna, aunque he de decir que yo tengo hecha la vasectomía. No se cansaba de repetirme que nunca se la habían follado así, sin protección.
Así que empecé a bombearla cada vez más rápido, mientras le cacheteaba las nalgas, y ella gritaba que quería más y más
Le dije que iba a ser a partir de entonces mi putita particular, y que tenía que obedecer a su tío en todo. No nos une consanguineidad directa, por lo que no lo consideré incesto, sino más bien, una buena follada entre una jovencita y un maduro. Por aquel entonces nos distanciaban 17 años.
Me dijo que hacía tiempo que lo estaba deseando y que la llenara de leche ya. Que nunca ningún chico se había corrido dentro de ella sin preservativo.
Eso me excitó aún más, y seguí bombeando por un buen rato, hasta que sentí como toda ella se convulsionaba en espasmos. Se estaba corriendo y me lo hizo saber gritando.
La tranquilidad del lugar le permitía gritar y resoplar a placer. Era una melodía deliciosa para mis perversos oídos.
Le dije que aguantara un poco más, que yo ya estaba por llenarla. Y así lo hice.
Fue delicioso. Tan joven y tierna, y entre mis manos sintió como todo su coño se llenaba con mi leche espesa
Cuando acabé del todo, le dije que no podía limpiarse, que debía volver marcada con mi leche, para que oliese a mí. Y mientras sonreía malévola, asintió con su cabecita.
Se colocó bien la tanga, y con su boca me repasó bien mi polla para que quedase seca.
De vuelta a casa, me dijo que la próxima vez que nos viésemos, no llevaría ropa interior, y que me enviaría un whatsapp para que yo estuviese preparado. Y mostró especial morbosidad al decirme que había quedado con un chico aquella misma tarde, y que le encantaba acudir a la cita llena de mí.
Hemos tenido más encuentros, siempre al amparo de la discreción, y bien cargados de morbosidad.
Aunque hoy en día vive en pareja y tiene tres hijos, no dejamos de "vernos" cuando se presenta la ocasión.
Ya iré contando...
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