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Mi sobrina Athenas, es prima de Jenny…. Tiene 19 años, morena clara, de busto mediano y firme, así como un excelente trasero.
Además de ser su tío soy su padrino y tienen algo en común aparte del parentesco; ambas se acostaron conmigo.
Después de que pasara lo relatado, Athenas me comento que Jenny al enterarse que vacacionaría unos días en casa nuestra le platicó de las experiencias que vivió conmigo. Cuando se masturbaba lo hacía pensando que yo era quien la tomaba.
PARTE 1
Mientras veía televisión, recostado en mi cama, llegó para preguntarme, si estaba viendo los mismos aburridos programas.
Luego me pide si le hago un espacio para acompañarme, porque estaba aburrida y que peleo con su novio por el Facebook.
Me recorrí para darle el espacio en la cama y se puso a platicar sollozando, el asunto del novio, solo atine a abrazarla.
Trate de tranquilizarla contándole algunos chascarrillos, logrando sacarle risas y luego carcajadas.
Después del relax, seguíamos abrazados, mi brazo bajo su cabeza y su mano en mi pecho, haciendo círculos encima de él.
En momentos llegaba a la altura de mi ombligo... poco a poco mi miembro empezó a endurecerse, cruzo las piernas para simular la erección, que inevitablemente se notaba. Hasta que se dio cuenta de lo que estaba causando.
—Algo está pasando por tu cabeza o entre tus piernas —me dijo con cierta picardía.
—Perdón... Es que... —No atinaba que decirle
—No te preocupes, es normal... El tener a una jovencita a tu lado y mi mano de traviesa, es lógico... o no?
Lejos de parar las maniobras con su mano, siguió dando círculos con la misma provocación... Cada vez que tocaba el bajo vientre, mi virilidad reaccionaba, levantándose, como queriendo salir de entre la tela de la pijama. Sin hacer ningún comentario, deje que siguiera traveseando.
Luego me lanza una pregunta, que me sorprende.
—La puedo tocar, tantito??
—Queeee? Se puede enojar y cuando se enoja, no hay quién lo detenga.
Sin responder, llevo su mano sobre el bulto, acariciándolo primero con tres dedos, mismos que apretaban con delicadeza.
Luego quiso tomarlo con la mano, pero la tela de la pijama, impedía que lo hiciera completamente. Mi mano libre, desato el amarre de la prenda, Interpretó lo que hice y metió su mano entre la tela y toma el pene que parecía un tronco, sus dedos recorren lentamente por todo lo largo de la falange, hasta llegar a los testículos rasurados.
Mi respiración aumentaba... Ya no había marcha atrás.
Giro mi cuerpo, un poco hacia su lado, mientras mi mano, busca afanosamente meterse bajo su bra…
Para hacer presa a un duro y estilizado pecho. Hago malabares para besar sus virginales labios, y darnos un beso inicialmente tierno, pero como me ofrecía su boca abierta, aumento la intensidad, dando pases linguales... Mientras su mano jalaba con fuerza el pene que ya tenía abundante lubricante. Bajo mi cabeza para estar al nivel de su pecho desnudo y lo chupo, lamo y le doy pequeños mordiscos con los labios al pezón endurecido. Después de estar dándonos toqueteos uno y otro.
La jovencita de 19 años y cuerpo en pleno desarrollo, baja al nivel de mi cintura, para tener una visión cercana al pene...
Me bajo la pijama, hasta las rodillas, mientras su mano sigue acariciando el tolete con una delicadeza total, parecía hipnotizada.
Con movimientos mastúrbales, Subía y bajaba una y otra vez despacito, me empezaban a llegar los síntomas de la eyaculación.
Le pido que pare, que estaba a punto de ebullición, sin hacer caso siguió y siguió. Empieza a brotar uno y otro y otro chorro de hirviente semen, que caen sobre mi vientre. Me ve a la cara con una pícara sonrisa.
Acerco su pecho desnudo y froto el mástil babeando sobre él, embarrándose de líquido lechoso. Luego se acomodó el bra, se levantó de la cama y se retiró. Sorprendido escucho que se encierra en su recamara.
PARTE 2
Habían pasado unos días de aquella masturbada fenomenal, cuando volvimos a quedar a solas. Esta vez fui yo a su recamara.
Toqué varias veces a la puerta y al no responder, la abrí... Estaba recostada en la cama en pijama, escuchando música con los audífonos puestos, al verme me pregunto si estaba aburrido, contestándole que sí.
Inmediatamente, se movió a un lado para dejar espacio a que me acomodara en su cama, mientras se quitaba un audífono.
—Qué pasa? —me pregunta con voz suave y cantada....
—Pagarte el favor que me hiciste la vez pasada.
—No te lo estoy cobrando —me responde, sin voltear a verme.
—No quiero esperar a que eso suceda.
—Y como me vas a pagar? —me pregunta, sin mostrar interés.
Sin responder, me acerco para darle un beso. Esta vez sus labios tensos, de esos besos que no se sienten o que se dan sin ganas.
Contrariado, vuelvo a besarla, tomándola de la barbilla, para que abra su boca, después de unos segundos, corresponde.
Mis manos recorren la silueta de su joven cuerpo, se coloca el audífono en el oído para seguir escuchando su música, mientras fajábamos sus manos inmóviles, pegadas a mi espalda. No actuaba como la vez pasada.
—Hoy no quieres tocarme —le pregunto, con desconcierto.
—Tú eres el que viene a pagarme, o no? —me responde con seguridad.
Entendiendo la respuesta, seguí besándola y ahora la tocaba con más atrevimiento, ella solo se dejaba llevar.
Levanto su blusa y le desabrocho el Bra, para ver sus hermosos pechos en pleno desarrollo... Los chupo, los lamo y los acaricio con los dedos, mientras ella se mordía los labios. Pego mi miembro en su entrepierna y hago presión con mi mano en su trasero redondo y duro. Después de estar unos minutos así, meto mi mano entre su panti, para ir bajándolo poco a poco, junto con la pijama. Froto, el monte de Venus, con escaso vello púbico, apenas creciendo, sigo acariciando esas partes, cuando siento la humedad vaginal entre mis dedos. Mi boca se entretenía entre la suya y sus pechos. Su respiración era acelerada.
Introduzco lentamente el dedo entre sus labios vulvares, para dar movimientos circulares y de arriba-abajo.
Me toma la mano intrusa, deteniendo la maniobra...
—No lo quiero hacer así —me dice con voz suplicante
—Cómo quieres hacerlo.
—Quiero que me la metas —me responde con autoridad
Por mi cabeza pasaban tantas cosas y una de ellas era que no hubiera penetración, no quería ser yo, quien la desflorara, solo quería jugar el juego de la masturbación mutua. A sus 19 años, con el cuerpo en desarrollo, la creía "virgen".
—No puedo hacerlo... Tu primera vez, debes de reservarla, para la persona que ames.
—Y quien te dijo, que esta es mi primera vez? —me responde con tono pícaro
—Ya lo hiciste?
—Sí, con mi novio, hace tres meses. Y en otra ocasión lo masturbé, para ver como salía el esperma, pero se vacío en los calzones.
—Por eso me lo hiciste a mí.
—Si... Y quiero que me lo pagues, metiéndomela... Porque cuando lo hice con mi novio, solo él se vino.
—Ok, pero no tengo preservativo y me vaciaré en tu vientre... Sale?
—Está bien, pero apaga la luz.
Una vez que apago la luz, me despojo de mi pijama, con la luz lunar que entraba por el balcón, la alcanzo a ver que se tapa con la sabana y bajo ésta, se desnuda.
Totalmente desnudos y cubiertos con la delgada tela de la sabana, empezamos a armonizar las caricias, con besos prolongados...
Ambas manos se aferraban del miembro viril y lo movía de un lado a otro, mientras las mías acariciaban su busto, piernas, nalgas hasta llegar a la entrepierna... Aun con la duda si era o no virgen, mis dedos hurgaban la zona caliente de sus labios vaginales.
Introduzco un dedo, jugueteo metiendo y sacando lentamente. Me acomodo encima de ella, apuntando con mi mano el falo babeante para penetrarla poco a poco, lentamente... Sus manos apretando mis hombros, daban fe de que sentía dolor. Una vez que estaba totalmente adentro, espere unos minutos, para que su vagina se acoplara al grosor del intruso. Mientras nos besábamos de una manera desesperada a pesar de su corta edad, tenía buena manera de besar, que me excitaba al máximo, con mi cintura hacia gran presión sobre ella para dar una sensación de mayor penetración.
Hacia ligeros movimientos de cadera, como acomodándose, al mismo tiempo que contraía, sus paredes pélvicas... Suspiros prolongados salían de su garganta, sus pequeñas manos se aferraban a mi cintura, invitándome a moverla. Inicie los vaivenes de cadera. Su boca abierta como pez fuera del agua, y su respiración aumentaba de ritmo, así como sus lamentos placenteros.
Un apagado y prolongado grito abandona su garganta, sus piernas cerradas y tensas, daban muestra de su orgasmo.
La besaba desquiciadamente, luego le chupaba sus endurecidos pechos, que por los movimientos que hacía de ellos, sentía cierto dolor, Mientras seguía metiendo y sacando aquel intruso, lentamente. Su cuerpo temblaba incesantemente, como acalambrado, al mismo tiempo que sus dedos ejercían fuerte presión sobre mis hombros.
Después de unos minutos de contracciones vulvares, su cuerpo se afloja, cayendo sus brazos pesadamente, por el desgaste físico.
Con el cuerpo inerte y solo el movimiento de sus pulmones al respirar, yo continuaba bombeando lentamente. Parecía que tenía sexo con una muñeca inanimada. La saco, despacito y me reacomodo a un lado del jovial cuerpo, mientras ella esbozaba una sonrisa traviesa.
—Te vaciaste tú, también? —me pregunta agitadamente
—Aún no.
—Te quieres vaciar en mis pechos?
—Si así lo quieres, lo hacemos.
—Sí, así lo quiero... Puedes prender la luz. Me gustó como salía con fuerza, la última vez.
Obedecí, encendiendo la luz, como si fuera una orden, luego me hinqué a la altura de su vientre... Con su pijama, limpió los fluidos del miembro que en ningún momento dejo de estar duro...
La toma con su mano, haciendo movimientos de arriba abajo... La inexperiencia de sus jaladas, provocaban que en ciertos momentos sintiera un ligero dolor, confundiéndose con el placer de ver una mano ajena, masturbarme. Al cansarse, cambiaba de mano, luego usaba ambas con torpeza, pero sin dejar de hacerlo. Mordiéndose los labios, aumentaba la velocidad. Mientras me reclino hacia atrás, al sentir los estertores de la vaciada. Mi cuerpo se tensa, endurezco las nalgas. El primer chorro marca una línea desde el cuello hasta la frente, pasando por sus labios apretados, Luego un segundo chorro, baña un busto y parte de su alto vientre...
Un tercer chorro, con menos presión, cae entre ambos pechos. Alenta sus movimientos, para ver como los siguientes chorros se convierten en gruesas gotas que se columpian de un lado a otro. Mientras con su otra mano los atrapa, para luego embarrárselos entre sus pequeños pechos. Abundantes gotas salían sin presión, formando una pequeña laguna en medio de sus senos…
Se lo untaba por sus pechos, como si se tratara de crema corporal.
Me retiro de su recamara. Los días siguientes eran tormentosos para mí. Mi temor era que pudiera haberla embarazado.
Aún sin haber eyaculado dentro de ella. A los 10 días, me comentó que estaba en sus días. Se acabó mi sufrimiento y me prometí no repetirlo otra vez...
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