Hola prendas, soy Carlos Traste, tengo 38 años y estoy casado sin hijos. Mabel tiene dos hermanas, y la mayor tiene una hija, Martina, que tiene 19 años.
Martina es una chica algo apocada que ha estudio en un colegio católico, y ahora estudía en la facultad de veterinaria.
Su madre solía venir a casa con frecuencia y generalmente traía a su hija a la que comencé a desear desde que cumplió los diecisiete años. A Martina le agradaba jugar conmigo y aceptaba las bromas y cosquillas nada inocentes que siempre que venía. procuraba hacerle
La ocasión se presentó hace dos semanas cuando un virus le destrozó el disco duro de su ordenador y se vio obligada a venir a mi casa para preparar los trabajos de la facultad. Como si alguien escuchara mis oraciones, a principios de semana, falleció un tío de Mabel y ella y su hermana Cristina viajaron hacia Zaragoza para asistir a los actos fúnebres, quedándose Martina sola en su casa con el padre y yo solo en la mía.
Yo no podía dejar escapar la oportunidad y esa misma tarde en que las dos hermanas salieron de viaje, nada más llegar Martina para trabajar con el ordenador decidí lanzarme..........
Como no iba a salir estaba con una camiseta y un boxer y por encima una bata, me acerqué a ella por la espalda y le pregunté....
¿Que haces?.
Ella sin darse la vuelta me contesto...
-Pues, ya ves, tratar de terminar este trabajo.
Me apoyé en el respaldo de su silla y me agache un poco sobre sus hombros como interesándome en lo que estaba haciendo . Deseaba ver sus pechos desde lo alto del escote de su blusa y efectivamente los vi. Llevaba un sujetador blanco sin muchas filigranas, pero tenía unas magníficas tetas que llenaban a rebosar las copas del sujetador. Me atreví a poner mi mano sobre su hombro como si en realidad estuviera interesado en su trabajo y comencé a interesarme por sus estudios. Comenzó a explicarme lo que hacía, y yo fingiendo no verlo bien, aproveche para agacharme colocando mis labios mi boca rozando su oreja. Ella pareció sobresaltarse pero continuo con su explicación mientras mi polla parecía querer reventar en su débil encierro. Como sin darle importancia, dejé que mi mano izquierda se apoyará en su cuello.
- Creo que estudias demasiado Martina ¿ es que no sales nunca?.
Ella se parecía tensa con la situación, pero aparentando tranquilidad me contesto.
- No tengo muchos amigos, en realidad solo me relaciono con mis compañeras de clase.
- ¿Y chicos, no sales con ninguno?, le dije osado intentando llevarla al terreno que quería.
- Pues no tío, hasta el momento solo con compañeras y nada de chicos....que se le va hacer, suspiró resignada, es el precio que hay que pagar para acabar pronto una carrera.
Comencé a mover la mano con suavidad a lo largo de su lindo cuello. Mis dedos se colaban unos centímetros por el cuello de la blusa. Martina se estremecía ocasionalmente y por un instante me pareció que se iba a quedar quieta pero siguió escribiendo.
¿Te molesta mi mano?, le pregunté osado.
Un largo suspiro antes de contestar con un “NO” ahogado me indico que había llegado en el momento oportuno. Mis labios que estaban cerca de su oreja, comenzaron a besársela pasando luego mis labios por su cuello mientras la mano derecha bajaba lanzada en pos de sus preciosas tetas. Ella intentaba seguir escribiendo y yo por otra parte no quería violentarla. La mano derecha se poso sobre su pecho derecho y ella se sobresaltó dejando las manos sobre el teclado, con suavidad mi boca lamía el lóbulo de su oreja en tanto mi mano trazaba caricias circulares sobre su pezón que enseguida se puso tieso. Acerqué mi boca a la comisura de sus labios y la besé mientras la agarraba por los hombros para que se levantará. Me coloqué delante de ella y me lancé sobre su boca, Estaba asustada pero cuando mi lengua se lanzó sobre sus labios abrió estos para permitirme pasar.
Le comí la boca con ansia contenida mientras mi mano derecha acariciaba su espalda y sobaba su culito. Martina comenzó a gemir, le gustaba estaba claro, le gustaba y lo deseaba
Su cuerpo casi de adolescente era una invitación a la lujuria. Sus carnes eran duritas y su inexperiencia se me antojaba genial para mis planes. La agarré casi en volandas, moviéndola hacía mi habitación mientras le comía la boca y le mordisqueaba el cuello.
Una vez en mi cuarto me saqué la bata quedándome delante de ella con mi enorme bulto cubierto por el boxer. Agarre su mano y la puse sobre el moviéndola arriba y abajo para que supiera lo que quería. Nos tumbamos sobre la cama y me coloqué a su lado. Con mi mano derecha desabroche su blusa liberando sus pechos de la prisión del sujetador. Sus pezones grandes pezones quedaron expuestos ante mis ojos. Sin poder contenerme se los chupe con fruición alternativamente, primero el derecho y luego el izquierdo. Ella suspiró y se agitó mientras seguía con su mano derecha acariciando mi polla congestionada. Sin dejar de chuparla maniobré para sacarme los calzoncillos liberando de este modo mi verga que saltó como un resorte poniéndose de cara al techo pidiendo guerra. La invite a que lo mirase y sus ojos se abrieron de para en par.
¿Que te pasa Martina, acaso nunca habías visto una polla tiesa?.
- La verdad tío es que es la primera vez.
- Vaya vaya, dije divertido, pues anda, tócalo un poquito.
Ella alargo la mano y comenzó acariciarlo está vez sin tela por medio. Mientras Martina se ocupaba de mover su mano derecha arriba y abajo viendo como subía y bajaba el glande, levanté su falda y traté de llegar a su coñito. Su tanga estaba empapado. Aparté la delicada tela hacia un lado y comencé a masajearle la vulva y buscando su clítoris. Lo encontré y comencé a acariciarlo con suavidad. Sabía que para ella era algo nuevo así que me esmeré para que tuviera una buena corrida. Mis dedos comenzaron a penetrarla solo unos centímetros mientras el pulgar se mantenía sobre su botoncito frotándolo acompasadamente con el vaivén de las penetraciones. No habían pasado ni dos minutos cuando Martina se agarró con fuerza a mi polla y comenzó a gemir y jadear con fuerza estallando en un inconmensurable orgasmo.
Poco a poco su cuerpo que se había tensado con la corrida, se fue relajando aprovechando entonces para sacarle su tanguita y la falda, dejándola desnuda solo con el sujetador puesto y los pechos por encima de las copas. Coloqué mis piernas entorno a su cabeza y comencé a lamerla desde la cintura hasta el pubis mientras iba bajando mi torso sobre ella hasta colocarle la polla a la altura de su cara. Mi lengua se adentro en la pequeña selva de vello castaño hasta encontrarse con su mojadisima vulva. Deje que la lengua jugara sobre sus labios vaginales mientras agarraba sus caderas por debajo atrayéndola hacia mi boca. En cuanto la lengua rozo su clítoris, su cuerpo se arqueó y comenzó a jadear de placer. Aproveche para bajar un poco más mi verga sobre su boca con un movimiento acompasado con los lametones de mi lengua. Aproveche mi posición para acometer su culito con suavidad, primero con la lengua prolongando mis lamidas hasta su ano y más tarde mientras chupeteaba su botoncito para clavarle lentamente el dedo índice derecho dentro de su adorable culito virgen. Abrió la boca con ansia para gemir con mas fuerza y con un hábil movimiento de riñones, logré introducirle la punta de la verga en su boca. Parecía que no sabía que hacer con ella pero yo empujaba hacia adentro y la sacaba solo un poquito para que ella se diera cuenta de lo que yo deseaba. La agarró con su mano derecha y empezó a lamerla con mimo, como si se le pudiera romper, entretanto mi boca mordisqueaba su coñito, estiraba sus labios vaginales, chupaba su botoncito y el dedo índice se abría paso decidido y acompasado en su culito. Intensifiqué los lametones y coloqué el dedo corazón al lado del índice clavándolos a fondo mientras succionaba con fuerza su clítoris, ella dejó de mamar mi verga se quedó con la polla en la mano y comenzó a gemir, luego gritar y finalmente se puso a llorar. Me asuste porqué creí que se había arrepentido con el orgasmo, pero no era eso, lloraba de placer y alegría. Agarro de nuevo mi polla y me pedía que siguiera pero yo tenía otros planes........
Me di la vuelta y coloqué su cuerpo abierto de piernas ante mi. Parecía un poco asustada.....,le levante las piernas y las coloqué sobre mis hombros enfocando mi polla a la entrada de de su precioso coñito, comencé a metérsela lentamente, dulcemente, muy despacio. Martina había cerrado los ojos como si quisiera concentrarse en el momento. La enorme cabezota de mi polla comenzó a entrar en su interior hasta que se topó con el himen, intenté metérsela sin hacerle mucho daño pero este virgo estaba bastante duro así que traté de distraerla mordisqueándole el cuello, comiéndole la boca, chupando y mordisqueando sus pezones. Comenzó a gemir de nuevo, yo ya no trataba de atravesar su himen pero seguía con el mete saca, entonces por la expresión de su cara y lo agitada que estaba supe que estaba apunto de correrse. Decidí aprovechar el momento y con un fuerte golpe de riñones se la metí toda dentro. Su grito de dolor atravesó la casa, entonces paré de moverme dentro de ella y me limité a acariciarla y chuparle las tetas, al rato de estar relajándola, Martina comenzó a mover sus caderas empujando suavemente y yo no aguardé más y con enorme delicadeza, comencé un delicioso mete saca, lento y apasionado, ya que ella mordía mi cuello y yo intentaba no lanzarme mientras su coñito no se acostumbraba a mi tranca. Mi sobrina estaba virgen en todo, pero estaba claro que de casta le viene al galgo, porque enseguida le agarró el tranquillo y sus caderas se combinaban conmigo para intensificar nuestro placer. Martina consiguió tener dos orgasmos antes de que yo me corriera sobre su cuerpo llenándola de semen, ya que no quería tener la responsabilidad de dejarla embarazada.
Estábamos agotados ( sobre todo yo) así que me tumbé a su lado y entre besos y caricias le pregunté como sentía.
-Bien, que digo bien, muy bien, llevaba una temporada muy tensa y ahora comprendo el porque, me contestó.
Le pregunté si le había dolido mucho y me respondió que al principio era muy fuerte pero el placer había compensado.
La verdad es que yo estaba en la gloria, desde que tenía 16 o 17 años deseaba follármela y por fin lo había conseguido. Mientras la acariciaba, mi polla volvió a ponerse como una estaca así que la hice ponerse a cuatro patas, le abrí bien las piernas y me situé detrás para metérsela en su escocido y chorreante coñito. Está vez pareció no dolerle tanto y cuando la invité a masturbarse mientras me la follaba, pareció ver el cielo porqué en cuanto comenzó a autosatisfacerse, empezó a jadear, a gemir y gritar como una posesa que se corría....y se corrió. Yo no me detuve y mientras se la clavaba ahora hasta los huevos, aprovechaba para meterle el pulgar en su ano, agrandándolo hasta que pude meterle sin dificultad tres dedos. Ella se retorcía, parecía no gustarle mucho pero la insté a que siguiera masturbándose y cuando le llegó el segundo orgasmo, mojé el agujerito anal con abundante saliva y sin avisarla, saqué mi polla de su coño para clavársela sin remisión en su culito. A pesar de su orgasmo, mi verga se resistía a entrar pero una vez pasado el glande, me monté literalmente en su culo y la empujé hasta el fondo. Una vez dentro me detuve, Martina había aflojado sus rodillas y yacía aplastada contra la cama pero yo no soltaba mi presa. Quería correrme dentro de ella y esa iba a ser mi oportunidad. Comencé de nuevo a acariciarla mientras me movía dentro de su culo despacito, ella gimió y protestó débilmente, “porfa tío Carlos, que me estás matando....”, yo la tranquilicé, “ ya se que te duele cariño, pero enseguida se te va a pasar y el dolor de ahora te va a compensar”, le dije mientras le besaba la espalda y metía una mano bajo su cuerpo para acariciar sus pechos. Por fin Martina relajó su esfínter y pude empezar a moverme en ese estrechito canal que congestionaba aún más si cabe mi polla. Comencé a moverme con más amplitud, lo movía adentro y afuera mientras apretaba su pecho derecho amasándolo con pasión, ella llevó su mano hasta su coñito y se puso a masturbarse de nuevo así que mis embestidas se hicieron más y más intensas hasta que, aprovechando que se corría de nuevo, vacié toda mi leche en su delicioso trasero. Esperé hasta que la polla soltó sus últimas gotas y ya medio flácida la saqué para obligarla a que me la limpiará con su boquita. Se resistió un poquito pero ante mi mirada de pena, sonrió y se puso a chuparla hasta dejarla totalmente limpia.
Ese día follamos hasta el agotamiento ( el mío claro). Martina parecía llevar muchos orgasmos de menos y quería recuperarlos de inmediato a la vista de lo bien que le sentaban. Tuve que prometerle que follaríamos cada vez que uno de los dos lo pidiera para que se calmara y me dejara dormir por la noche. Claro que aún no había amanecido y mi adorable sobrina estaba pidiendo guerra de nuevo.....pero eso, eso es cosa de contar otro día.
Carlos Traste
Hola Carlos, la verdad tu cuento estuvo lleno de erotismo, dulzura y lujuria, tiene todo lo ke a mi me gusta de los relatos.Me encanto ke hayas sido tierno con tu sobrina.Ah de ser muy riko hacer el amor contigo.Me gusto mucho tu relato!! Nahomi