Estoy de vuelta.
Me parece que no les he contado tadavía de mis otras primas. Hoy voy a contarles de mi segunda prima.
Cada viernes, yo y algunos primos vamos a divertirnos a algún antro. Uno de esos días, se me ocurre quedarme dormido cuando van a pasar por mí. Por dormirme, no fui al antro, por lo que fui a la casa de mi abuela, que es donde vive mi otra prima. Para mi sorpresa, ella tampoco había ido, porque me la topé en el patio. Iba a entrar a ver a mi abuela cuando me llamó con el dedo.
Subimos las escaleras y me llevó a su cuarto. Ahí, se sacó las tetas. Yo estaba loco por ellas, así que me puse a lamérselas, sin reparar si había peligro.
Luego, me bajó el pantalón y me la mamó por diez largos minutos. Me llené de placer, pero gracias a ella que no me corrí todavía.
Se apuró a ponerse de a cucarachita. Yo se la metí. Ella gemía de placer. Me decía "no dejes de metérmela", "dame placer", "tienes una buena polla"; "oh, vas a matarme", "qué rico estás, papá", "soy tu puta, tu zorra".
Luego, la puse en la posición de perrito. Empecé a metérsela, y ella no dejaba de gemir y decir que era una zorra. Mientras se la metía, le jalaba la cola de caballo que acostumbra usar. Veía su trasero y me decía: "que puta tan buena me tocó".
Acostumbró coger en pocas posiciones.
La última que hicimos fue la del misionero. Mientras se la metía, podía gozar de sus tetas, se las apretaba, y ella no hacía más que empujarme contra ellas.
Finalmente, la arrodillé y le eché mi corrida en su cara. Me vestí mientras ella se limpiaba. Me disponía a salir cuando me detuvo y me hizo otra vez un oral.
Salí de allí y me fui a dormir. Soñé que me la volvía a coger.
Espero que me vuelva a quedar dormido. Quiero volver a coger a mi prima, que, si bien no es la más rica de todas, si te la para en un segundo.
Hasta otro relato.