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Llamaron a todo el personal que iba a depender de mi a la oficina del director para hacer mi presentación, dos coordinadores, un hombre y una mujer, tres jefes de grupo cada uno, cuatro mujeres y dos hombres, todos más jóvenes que yo, sólo el coordinador estaba cerca de mi edad aunque cuatro años más joven. De cada jefe de grupo dependían cinco personas, la mayoría eran mujeres, ninguna rebasaba los 30 años.
Los coordinadores y los jefes de grupo tenían cada uno, una secretaria, a mi área estaban asignadas tres secretarias, dos en la mañana y una por la tarde, las dos chicas de la mañana muy agradables, jóvenes, bonitas, la de la tarde no estaba presente porque la presentación se hizo en la mañana. Todo bien, cada uno dijo su nombre y el área a que pertenecía, acabadas las presentaciones, agradecí su presencia y pedía al coordinador me mostrara la oficina que iba a ocupar. Así lo hizo, mostrándose muy zalamero, al concluir me dijo: -lo mejor viene por la tarde.
- Ah caray ¿qué es lo mejor?
- Eh, perdón, esteee me refiero a que está más tranquilo porque la mayoría no regresa por las tardes.
- Gracias, voy a revisar algunas cosas para ir enterándome y si tengo alguna duda los voy llamando.
La mañana transcurrió sin ningún problema, llamé en varias ocasiones a los coordinadores y a los jefes para aclarar algunas dudas y a la hora de la comida, salí sin saber a dónde dirigirme, di algunas vueltas cerca del edificio, compré un sándwich y un jugo y me los comí caminando, regresé al edificio y me topé con un auténtico mujerón, cabello negrísimo, piel blanca, ojos claros, un culo de miedo enfundado en un pantalón beige entallado metido en unos botines cafés, una torera de piel color miel y una blusa de encaje blanco que dejaba a la vista un bra del mismo color, que a duras penas contenía un par de tetas colosales, todo esto lo pude apreciar porque compartimos el elevador, me coloqué detrás de ella, disfrutando de la vista de esas redondas nalgas. Para mi sorpresa bajamos en el mismo piso y me fui caminando detrás de ella sin despegar la vista de su culo que movía de una manera muy llamativa.
Resulta que llevábamos el mismo rumbo, al llegar a mi oficina introdujo una llave para abrirla, sin percatarse de que iba yo atrás de ella.
- Hola, le dije, soy el contador X
- Hola -me dijo con una sonrisa que era capaz de abrir cualquier puerta- mucho gusto, no pensé que fuera usted mi nuevo jefe, soy Y su secretaria.
- Mucho gusto, pues pase para que me platique cuáles son sus actividades.
Empuje la puerta cediéndole el paso y disfrutar nuevamente de la vista que proporcionaban sus nalgas espléndidas.
- Siéntese, a ver dígame ¿qué hace usted?
Se sentó frente al escritorio y empezó a describir cuales eran sus actividades, era muy dada a mover las manos, a ladear la cabeza de una manera coqueta y a sonreír en todo momento, en cada movimiento sus tetas brincaban dentro del bra.
Me contó que en dos meses cumpliría 40 años, que era soltera, que de lunes a viernes vivía sola cerca de la oficina y los fines de semana los pasaba con su padres, que tenía poca relación con los demás integrantes de la oficina porque eran pocos los que regresaban por la tarde y para concluir:
- Quisiera preguntarle si hay alguna indicación acerca del tipo de ropa que debe uno traer a la oficina.
- que yo sepa no, ¿por qué?
- Es que el anterior jefe me pidió que vistiera de traje sastre y sólo los viernes podía usar cualquier tipo de ropa, incluso jeans, así que hoy aproveché para descansar del traje y usar la ropa que me gusta.
- No tengo ningún problema, además tengo entendido que por las tardes no vienen clientes ¿es así verdad?
- Si, es extraño que venga alguien ajeno por las tardes. Oiga, otra pregunta ¿puedo seguir usando el perchero de su oficina? Es que no puedo tener mi chamarra y mi bolsa afuera encima del escritorio.
- Por supuesto, no tengo ningún problema con eso.
- Ay muchas gracias ¿tiene alguna indicación?
- No, por ahora no, estoy empapándome de los asuntos, si hay algo yo le llamo.
- Muy bien, voy a poner mis cosas en el perchero, dijo, se levantó, se quitó la torera y dio la vuelta para colocarla en el perchero que estaba al otro lado de la oficina, colocó su bolsa también ahí. Nuevamente pude disfrutar de sus hermosas nalgas en las que se marcaba tenuemente unas líneas de una pequeña braga.
Regrese a lo mío y más tarde la llamé para solicitarle unos folders. Entró a mi oficina
- Voy a mostrarle donde guardo la papelería para cuando necesite algo. Se dirigió a un archivero que estaba a la izquierda de mi mesa de trabajo y se agachó para abrir el cajón de abajo, un perfecto corazón se presentó frente a mí, en verdad era un culo estupendo, así estuvo enumerando lo que había en ese cajón, volteando hacia mi cada que mencionaba los tesoros que habían en el cajón.
No podía separar los ojos de ese espléndido culo, cuando terminó, se incorporó y se acomodó la blusa jalándola hacia abajo, marcando las tetas por debajo de la tela de su blusa.
Terminada su jornada, entró a despedirse, se colocó la torera, tomó su bolsa y rodeó mi escritorio para darme un beso en la mejilla.
Así transcurrieron varias semanas, de lunes a jueves con pantalones entallados, vestidos sueltos largos, blusas ajustadas y los viernes con jeans y camisetas, siempre con zapatos de tacón, botas o botines, siempre despampanante.
Sinceramente desde que la conocí tuve la idea de cogérmela, me veía acariciando su culo, besando sus tetas, metiéndole la verga entre esas espléndidas nalgas.
Y pues, llegó la oportunidad.
Durante varios días preparamos un documento para un cliente importante, una cartera que estaba en manos de otro despacho y que había acudido a nosotros con la intención de dárnosla.
El miércoles era la presentación definitiva, así que el martes le dedique todo el día haciendo correcciones, ensayos, puliendo la presentación.
Y llegó a la misma hora de siempre, no había yo salido a comer, así que se ofreció a pedirme una ensalada y un té.
Dieron la 9:00 P. M. Y yo seguía en el documento, entró a despedirse y en lugar de ello me ofreció ayuda.
- Necesita que le ayude con algo
- Pues, no sé, hay algo que no me convence del todo pero no no se exactamente que es.
- Pues si quiere que sea su público, adelante eh, no tengo ninguna prisa.
Le tomé la palabra y le pedí que se sentara en el sillón de enfrente para escuchar la presentación.
Hasta ese momento me percaté de que, a diferencia de otros días, llevaba una falda blanca que le llegaba a la rodilla con una abertura lateral y una blusa azul que dibujaba perfectamente sus tetas.
Se sentó y cruzó la pierna, mostrando un poco la cinta de encaje de una media que cubría su pierna derecha. Apoyó el rostro sobre la palma de su mano y en un gesto muy coqueto me dijo
- Soy toda oídos
Inicié la presentación y ella, muy en su papel, hacía preguntas francamente muy inteligentes, que me hacían tomar nota y hacer correcciones sobre la marcha en la presentación.
Concluí la presentación, le di las gracias
- Muchas gracias Y, voy a corregir la presentación y un documento, no sabe usted como me ha ayudado.
- Ni me diga que todavía no acabamos, mire usted está muy cansado, si quiere dícteme y yo hago las correcciones.
- ¿en serio? Pero, ya es muy tarde
- No se preocupe, vivo muy cerca y nadie me espera, así que vamos a trabajar.
Le dejé mi sillón y mi computadora y acerqué una silla para ver ambos la pantalla.
Desde mi posición podía apreciar a través de la abertura de su falda la cinta de la media y un poco de piel, con el transcurso de los minutos, la falda se subía poco a poco y a través de la cubierta de cristal de mi mesa podía apreciar más y más de sus ricas piernas.
Cuando concluimos, dio un gracioso teclazo para poner punto final, lo que hizo que sus tetas brincaran dentro de la blusa.
Nos quedamos en la misma posición revisando el resultado, todavía hubo dos o tres correcciones que hice estirando mi mano, lo que me permitía tocar en el antebrazo una de sus tetas.
Finalmente concluimos.
Se levantó de la silla, dejándome ver el perfil de sus nalgas a la altura de mi rostro. Salió delante de mí, prácticamente rozando con su culo mi cara.
La deje pasar, me levanté y le dije
- Muchísima gracias Y, no sabe usted de que manera me ha ayudado. Déjeme darle un abrazo.
Sin dejarla responder, la rodee con mis brazos y ella, sorprendida, respondió a mi abrazo. ¡qué bien olía! ¡qué bien se sentía!, su cuerpo era duro, sus tetas en mi pecho, su pelvis contra la mía.
Separé mi rostro de su mejilla y le pregunte
- ¿me deja darle un beso?
- Si contador, claro.
Creo que ella esperaba un beso en la mejilla, pero ya no me pude contener y pegué mis labios a los de ella, tomé su cabeza con una mano y después de un lígero titubeo respondió a mi beso.
Fue un largo beso y otro y otro. Mi mano se movía en su espalda sintiendo la suavidad de la tela de su blusa y finalmente la osé donde siempre había querido que estuviera, sentir por primera vez su culo en mi mano, firme, duro, hizo que la verga se me parara, bajé la mano que tenía en su cabeza y la coloque en una de sus tetas ¡la gloria! Firme, redonda, rotunda, desabotoné uno, dos, tres, cuatro botones, abrí la blusa, su pecho subía y bajaba de excitación, bajé el rostro para besar ese pecho que por fin se me mostraba, bajé la copa del bra y aparecieron frente a mi dos pezones pequeños, rosados, enhiestos, en el centro de una areola rosada también pequeña, coloqué mis labios en uno de los pezones mientras con la otra manos acariciaba el otro, ella tomó mi cabeza y echó la suya hacia atrás.
Levanté mi rostro después de haber gozado ambos pezones y la llevé al sillón, la falda estaba levantada, dejando ver el inicio de sus nalgas y dos magníficas piernas enfundadas en unas medias que la hacían ver aún más excitante.
Nos sentamos en el sillón y seguimos con los besos y las caricias, ella con la blusa abierta y las tetas encima del bra, la falda levantada asomando un calzoncito blanco, dejándome hacer y tocar, yo con la verga completamente parada, bajé una mano y la puse en su entrepierna, ella abrió un poco más las piernas permitiéndome tocarla completamente por encima de la braga, poco a poco sentí como se humedecía, subía y bajaba el dedo medio por en medio de su rajita, levantó un poco las piernas de modo que mi dedo recorría de su culo a su pucha libremente.
Ella no se atrevía a tocarme más allá de la cabeza y el rostro, dando pequeños jadeos y suspiros.
Hice a un lado su braga, y froté su clítoris haciendo que se estremeciera, metí un dedo en su pucha, sintiéndola completamente húmeda, mi dedo anular tocaba al mismo tiempo su culo, sintiendo como se abría y se cerraba cada que lo tocaba.
Sin poderme contener, me puse de rodillas frente a ella, le abrí las piernas, levanté las suyas para quitarla las bragas y me prendí a su pucha, caliente, húmeda, toqué con la punta de la lengua su clítoris, haciendo que ella lanzara un gemido, pasee mi lengua por toda la hucha, metiéndola y sacándola, succionado el clítoris, ella me tomó de la cabeza de una manera desesperada, gimiendo y con un ligero temblor en las piernas, coloqué mis manos en sus nalgas ayudando a levantarse a cada embestida de mi lengua, coloqué un pulgar en la entrada de su culo y lo introduje poco a poco.
Me apretó la cabeza con los mulos y lanzó un fuerte chorro que me dio en plena cara, subiendo y bajando la pelvis como si una invisible verga la estuviera penetrando.
Dejé que concluyera sus espasmos y su fluido, mientras mi dedo medio se adueñaba de su culo.
Una vez que acabaron los jadeos y los fluidos, me puse de pie, me saqué la ropa y le ayudé a quitarse la suya, por primera vez pude apreciar ese hermoso cuerpo sin nada que lo cubriera, sólo las medias.
Me hinqué nuevamente para meterla la verga en esa posición, pero el sillón era un poco más alto, así que le pedí que se hincara en la orilla, sin ningún reparo se dio la vuelta y se hincó en la orilla del sillón colocando el rostro en el respaldo, dejando su espléndido culo a la altura de mi rostro.
Ante esa imagen no sabía que elegir, su culo o su pucha, así que decidí que serían los dos.
Antes de levantarme, metí nuevamente la lengua en la pucha, pasándola por el culo, succionando sus labios, provocando en ella nuevos jadeos.
Me puse de pie, coloqué la verga en su pucha y empecé a meterla poco a poco, sintiendo el calor interno de ella y su humedad, nuevamente gemidos sordos y un movimiento de su pelvis, coloqué ambas manos sobre sus nalgas y el pulgar que ya conocía el camino en su culo, entrando y saliendo en cada arremetida.
Me contuve todo el tiempo para no venirme, quería hacerlo en su culo. La hice venir dos veces, en ambas de una manera estridente, gruesos chorros de su fluido y me reservé para su culo.
En la segunda venida de ella, no dejé de arremeter con la intención de conservar el deseo, hasta que dejo de gotear, saqué la verga, me hinqué detrás de ella para lamer su pucha y lubricar su culo, me incorporé y puse la verga en su culo metiendo un poco, le arranqué un grito y un espasmo.
- Espera, espera, no, así no, aquí no.
Me sorprendieron sus palabras.
- ¿porqué?
- aquí no, vamos a mi casa.
- pero.., estamos aquí.
- no por favor, hazlo de otra manera, aquí no
Sacó mi verga de su culo y se dio la vuelta. Tomó la verga con sus manos y me dijo
- En mi casa ¿sí?
- ¿cuando?
- ahora
- pero... No he acabado
- Si no la hubiera metido ahí te ayudaba a acabar, pero así no. ¿Vamos a mi casa?
Yo desconcertado, molesto, frustrado, pero con ganas de acabar, le respondí que sí.
Mientras nos vestíamos yo me preguntaba si valía la pena ir a su casa, y cuando la vía poniéndose las bragas, me respondí que sí, que ese culo tendría que probarlo.
Me senté a la computadora para apagarla y dejar los documentos listos en el escritorio, mientras ella me acariciaba la cabeza
- No te enojes, yo solo quiero que lo hagamos bien, ya se lo que quieres, es tuyo, pero quiero que sea bien limpio ¿sí? ¿no estás enojado?
Esas palabras y esos pucheros me encendieron nuevamente, tomé su mano y la puse en mi verga, haciendo que la acariciara.
- Ves, ella si quiere. Anda vamos.
Tomé el porta trajes para no regresar con la misma ropa a hacer la presentación y salimos.
Seguí su auto y en realidad vivía muy cerca de la oficina. Un edificio pequeño de departamentos, ella ocupaba un departamento en el último piso con una pequeña terraza cubierta, separada de sus vecinos del mismo piso.
En el departamento, me sirvió un vaso con agua mineral diciéndome que iría a bañarse y que después lo hiciera yo.
Pasados unos minutos me llamó desde su recamara diciendo que el baño estaba disponible.
Entré a bañarme, tan molesto como caliente, me sentía frustrado.
Salí envuelto en una toalla y ya estaba ella esperándome en la barra, con un vestido rojo, ceñido a su cuerpo que le cubría arriba de las rodillas, zapatos de tacón y medias. Me dije que si valía la pena y que por fin iba a disfrutar de ese culo.
Me acerqué a ella, ya tenía la verga parada, entonces hizo lo que no había hecho en la oficina, tomó mi verga con una mano por encima de la toalla, acariciándola, mientras me besaba de la misma forma que lo habíamos hecho antes.
Me quitó la toalla y se hincó en la alfombra para propinarme una señora mamada que casi hizo que me viniera, antes de que eso ocurriera le tomé el rostro con las manos para que se detuviera, no iba a desperdiciar nada de lo que había destinado para su culo.
La ayudé a incorporarse y la rodee con los brazos, acariciando enteramente ese cuerpo, la llevé hasta la recamara y nos tumbamos en la cama sin dejar de tocarnos, le quité el vestido, no traía nada debajo, más que las medias.
Me jaló para que me pusiera encima de ella y me rodeo con las piernas, volví a meterle la verga haciéndome la promesa de que no iba a venirme y lo logré, la hice venirse una vez más y entonces ocurrió lo que ansiaba.
- Ahora sí, es todo tuyo, en ese cajón hay crema.
Abrí el cajón, tomé un frasco de crema y se lo puse en el culo, metiendo uno, dos dedos, mientras ella gemía abiertamente.
La tomé de los tobillos para acercarla a la orilla de la cama, me puse un poco de gel en la verga y la coloqué en la entrada de su culo.
La metí despacio, poco a poco, arrancándole gemidos y jadeos, cuando estuvo dentro empecé a hacerlo más y más fuerte, arrancándole de plano varios gritos, finalmente ya no pude contenerme y me vine dentro de ella, fuertemente, un chorro como nunca lo había tenido, así permanecimos un rato, sin sacarle la verga me eché encima de ella, abrió las piernas y empezó a mover el esfínter apretándome la verga que volvió a ponerse tiesa, puse las manos en la cama y volvía a mover, fuerte, fuerte, a sabiendas de que era difícil volver a venirme, pero, ocurrió, en menor cantidad volví a llenarle el culo.
Me salí del culo y me acosté de espaldas, tratando de recuperar la respiración. Ella se quedó bocabajo, dejándome admirar ese precioso cuerpo, ese par de nalgas que ya eran mías.
Una vez recuperados, se volteó, se acostó a mi lado y me besó de una manera diferente.
- ¿sabes?
- ¿que?
- nunca lo había hecho así, es más tengo casi seis años que no lo hacía.
- ¿en serio?
- si, en serio.
- no me explico, eres muy bella, tienes un cuerpazo, los galanes deben sobrarte.
- pues no, los hombres no se me acercan, me tienen miedo o creen que voy a rechazarlos
- vaya, nunca lo hubiera creído ¿entonces? ¿Eras virgen de... ahí?
- pues sí, por eso no quise hacerlo en tu oficina, he leído cosas y bueno, pues tú sabes, no es la zona más limpia del cuerpo, quería hacerlo limpio, con calma, gritar si hacía falta, así como lo hicimos.
- oye, pero ¿no te dolió? Yo pensé que...
- ¿qué? ¿Que se lo daba a cualquiera? Pues no, ya te dije que no, que fuiste el primero y si, si me dolió, pero tenía muchas ganas de hacerlo, estaba segura que lo ibas a hacer así como lo hiciste, con coraje, con rabia
- a ver, a ver, ¿te gustó que lo hiciera con coraje?
- quería probar algo así, quería ver si me gustaba.
- ¿y te gustó?
- me encantó ¿quieres hacerlo nuevamente?
- ¿en serio?
- siii, pero antes hay que darse un baño, porque esa cosa debe estar sucia.
- bien, bien, pero báñate conmigo
Nos fuimos juntos a la ducha y volvimos a hacerlo en ella, nuevamente volví a estar en ese maravillo culo.
Al día siguiente, la presentación fue buena, el cliente aceptó nuestros servicios y para festejar ¿qué creen? Que me fui con Y nuevamente a su casa, nuevamente a gozar de ese culo sin más reparos que un baño entre cada cogida.
Así duramos dos años, hasta que me transfirieron a otra ciudad, estuve tentado para llevarla conmigo, pero pensé que la edad iba a ser un lastre tarde o temprano, me llevaba casi doce años.
Siempre que regresaba a la matriz, repetíamos la experiencia hasta que un buen día ella decidió darla por terminada, esa noche cogimos como locos y al día siguiente ella me dijo que había sido la última, había iniciado una relación con un hombre de su edad y habían decidido vivir juntos, se cambió de trabajo y esporádicamente nos comunicamos.
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