Mucho se ha hablado del punto G de las mujeres, de la forma como gozan cuando se estimulan por ahí y de la manera ruidosa y explosiva como se vienen pero…..La pregunta que se hacían los investigadores es: Los hombres también tienen punto G?. La respuesta que dieron es sí; Los señores también tenemos punto G sólo que ¿sabes en donde lo encontraron?...En la próstata, entre tres y cinco Cms. entrando por el ano. Difícilmente lo habrían podido encontrar en un lugar más comprometido. Muy pocos hombres, a menos que sean homosexuales, permiten a sus parejas acariciar por ahí; sin embargo aquel que abra su mente lo suficiente para no solo permitir a su compañera, sino permitirse solo, estimular ahí, encontrará el placer que hasta ahora sólo era de las mujeres, no todas desde luego, las que aprendieron a gratificarse a solas o con pareja estimulando el punto G.
Yo descubrí mi punto G en una ocasión en que fui a un congreso de matemáticas en Pachuca Hgo. Me tocó hospedarme en una habitación que debería compartir el baño con las personas que estuviesen en la habitación contigua. Ahí le tocó quedarse, sola, a una maestra que yo conocía porque trabajábamos juntos en un proyecto. Además fuimos compañeros en la escuela de ciencias. Se llama Claudia. Solíamos platicar de sexo y asuntos inherentes. Alguna vez le dije que me gustaría explorar mi punto G dentro del ano. Vi como le brillaban los ojos; estaba excitada. Tenía un indicador que la delataba casi sin darse cuenta y sin desearlo. En el cuello, del lado derecho se le presentaba claramente una mancha roja. Cuando platicábamos; de pronto aparecía la mancha, al principio leve casi imperceptible y por momentos se hacía intensa y después nuevamente bajaba de tono.
El hecho de saber que a unos metros de mi dormía Claudia, erotizaba mis sentidos y sabiendo que compartiríamos el baño, decidí entrar ahí y masturbarme fabricando la fantasía de que estaba con ella. Había un bidet, creo que así les llaman a esas tazas que arrojan agua calientita para los lavados vaginales. Abrí el chorro, calculé su temperatura y me senté apuntándolo a la entrada de mi ano. La sensación fue nueva y desde luego muy placentera. De pronto sentí la necesidad de estimular mas a fondo; conseguí un cepillo de dientes e introduje el mango poco a poco. El orgasmo que tuve fue verdaderamente explosivo, muy intenso, con eyaculación de animal, gemidos y gritos que no pudieron no escucharse en la habitación de Claudia que aparentemente dormía. En realidad no dormía; escuchó todo. Lo supe porque se levantó a investigar qué pasaba: de pronto abrió la puerta y me sorprendió desnudo, sentado en el bidet, con algo ensartado en el recto y en trance de éxtasis. Su indagatoria no era inocente: de inmediato pude ver el manchón rojo en su cuello; también se estaba masturbando y entró en un arranque de osadía para buscar pareja. Me miraba con expresión torva; muy excitada, a punto del orgasmo. No estaba desnuda, traía una batita de dormir sin nada abajo. Sólo fue un segundo, se quitó la batita y se fue encima mío a horcajadas intentando apoderarse de mi pene con la vagina. Era incómoda la pose. Ella era torpe y algo pasada de peso igual que yo; así que le propuse intercambiar posiciones. Ella se sentó en el “trono” y yo de pie le di mi pene en la boca. Lo tomó, lo lamió y jugaba a meterlo y sacarlo pero ella seguía queriendo tenerlo en la vagina porque su orgasmo estaba a flor de labio. Se tiró en el piso boca arriba. El chisguete del bidet subió dos metros y nos mojaba antes de que yo cerrara la llave. En el suelo nos pusimos en la posición del misionero, así tuvo ella por lo menos dos orgasmos y yo el consabido mío.
Más tranquilos nos bañamos y fuimos a dormir a su cama, ahí, desnudos, bajo las sábanas y las cobijas seguimos haciendo el amor. En un momento ella me dijo: ¿sabes qué me gusta mucho?, que entres por mi puntito. Sospechando qué quería, pero queriendo confirmación le dije: ¿tu punto g?,, no; mi culo, quiero que me lo metas por el culo. Le pregunté: …¿te gusta por ahí?, me dijo: sí, me derramo a chorros cada que me lo meten por ahí.
En ese tiempo yo no era muy diestro en las técnicas del sexo anal, de tal manera que intenté entrar sin dedeos previos, sin lubricación suficiente, sin tentar pues los espacios de penetración. La consecuencia fue que a la primera embestida ella se retiró con un grito de dolor intenso. Me dijo: No seas tonto, eso es delicado y me fue guiando, enseñando, educando. Cuando finalmente entré, sentía algo diferente a todo lo que había experimentado en mi vida. El ano es más apretado, el rose más intenso. Es algo similar a cuando una mujer me chupa; como quien se chupa un dedo y lo aprieta y lo deja salir apretadamente de la boca y luego abre para dejarlo entrar de nuevo. Los orgasmos de ella se sienten como apretoncitos similares a los que me doy con la mano cuando me masturbo. Los sentía intensos, percibiendo cada una de sus pulsaciones y percibiendo cuando bajaba en intensidad y volvía a subir, bajaban de intensidad y volvían a subir y así varias veces. Ella estaba en la gloria y gritaba, y jadeaba y se movía como desesperada hasta que cayó desfallecida. Yo no me pude venir en su culo pero gocé muchísimo.. Después de un descanso, un buen lavado de asientos en el bidet y un baño, me propuso penetrarme: Primero me dio lengüetazos en el periano, la sensación es como de cosquillas, sumadas al placer con una sensación psicológica de invasión “ilegal” de la intimidad. Poco a poco introdujo un dedo y la sensación se va haciendo más deliciosa. Cuando empezó yo ni siquiera estaba erecto. Al sentir el estímulo se me paró como bastón de policía, duro y tieso, largo y combo a todo lo que da. Siguió jugando con la boca en el pene y con los dedos entrando saliendo del ano hasta que me sentí vaciar en el orgasmo más intenso que jamás había tenido en mi vida..
Estuvimos jugando y cogiendo hasta muy entrada la madrugada. Al día siguiente había qué estar muy temprano para desayunar y comenzar los trabajos del evento académico. Finalmente ¡todo salió bien!. Aprendí que todo sale bien cuando la gente está ¡bien cogida!. Quién lo dijera, una buena cogida es remedio para muchos males,…para muchos…¿o no?
muy buen relato