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Mi profesora de literatura

Mi profesora de literatura

 

Tengo 18 años acabo de entrar a la Universidad y a esta edad no se tiene muchas oportunidades de hacer el amor como uno quisiese. Uno se pasa excitado todo el tiempo. Cada que uno ve una buena mujer piensa como hacer el amor con ella pero generalmente uno no se pasa de algún manoseo, besuqueo con la enamorada y punto por lo que eventualmente se hace es ir a donde prostitutas, o sino no le queda a uno más que masturbarse pero esas circunstancias cambiaron radicalmente para mi desde el primer día de clases. Nunca sospeché que viviría un tórrido romance con mi profesora de literatura. Ella me gustó mucho. Me excitaba, me excitaba mucho. Me tenía loquito. La soñaba y más de una vez me masturbe pensando que hacía el amor conmigo pero ahí quedaba todo. Ella tenía siquiera unos diez años más que yo además era mi profesora, debía respetarla demás era casada y tenía dos hijos. Era un deseo platónico. No más que eso. Lo que yo no me olía es que yo también le gustaba es lo descubrí un día cuando tuvimos un paseo por fin de semestre.

Cecilia es linda con hermosos ojos zarcos, cabellos claros. Su cuerpo lo esconde bajo ternos tipo sastre pero se podía ver que tiene hermosas piernas y cuando hacía calor y se quitaba la chaqueta se aprecia unos pechos grandes separados pero bien firmes, dignos de ser mamados.

Un día sábado salimos de paseo del curso a un balneario que no está lejos de la ciudad donde vivo. La vi más hermosa que de costumbre. Descubrí que tiene un cuerpo magnifico bien proporcionado. Tenía puesta una blusa holgada crema semitransparente. Un pantalón bien apretado que dejaba ver lo rica que era.

La mañana la pasé con mis amigos. Ella con los demás profesores. No contaba que a la hora del almuerzo me invite a comer con ella. Claro que acepte y nos fuimos a un sitio solitario donde estar tranquilos. Comimos sin que nadie moleste luego de que estábamos sentados muy juntos, sin decirnos nada escuchando únicamente el cantar de los pajarillos. Sentí que ella me devoraba con los ojos caí en la cuenta que le gustaba me acerque la abrace y le robe un beso. Ella correspondió abrazándome fuertemente. Me acarició mis largos cabellos. Abrió su boca para que introduzca mi lengua. Nos recostamos en el prado. Estaba muy deseable. Continuamos besándonos y acariciándonos. Llevé una de mis manos a su cosita. Se dejo que lo haga. Yo fregaba mi mano tanto que ella empezó a jadear metí mi mano por dentro de su pantalón y me apoderé de su conchita que estaba jugosa y calientita. Se estremeció al primer toque. Yo continué en mi acción. Ella abrió completamente sus piernas para la satisfaga de pronto dejo de abrasarme y besarme. Tembló mucho cerró sus piernas se quedó rígida por varios minutos yo continuaba acostado a su lado con mi mano en su conchita hasta cuando escuchamos la voz de un profesor que la buscaba. No se que hubiese pasado si no nos interrumpía y nos pillaba en plena acción.

Muy rápidamente nos arreglamos y ella partió. Yo me quede solo feliz pero también frustrado lo que había hecho y soñando cuando terminemos lo iniciado y como yo ya no era virgen sabía lo que hacía no era un experto en esas cosas pero sabía como calentar a una mujer y que su sangre burbujee de lujuria.

El día lunes tratamos de mantenernos tranquilos cada cual por su lado pero luego de clases, Cecilia me dijo:

-Urawan tengo problemas con su trabajo. Deseo que se quede un momento luego de clase.

Todos mis compañeros salieron. Ella cerró la puerta con seguro y se me acerco a darme un abrazó y beso que se lo correspondí. Me gusto sentir su cuerpo liado al mío. Me gustó sentir sus pechos pegados a mi pecho y su pubis abombado adherido al mío, haciéndole sentir mi masculinidad erecta. Me gusto mucho su trasero gustoso y apetecible que lo acaricié todo él. Ella no me lo impidió. No perdió el tiempo y llevó su mano a mi picha que ya estaba parada, me masajeo y masajeo. Desabotonó mi pantalón, introdujo su mano. Lo hizo suyo, continuo masajeándome sin parar.

Mi profesora de literatura había perdido los estribos. Estaba loca de deseo porque sea de ella. Yo me dejaba que lo haga todo lo que ella quería hacerme es más nunca había tenido una mujer que me ame del modo que lo estaba haciendo, sin pudor, sin límite, sin miedo de mi reacción. Mi profesora de literatura me estaba dando lecciones prácticas del Kama Sutra que habíamos estudiado cuando nos adentramos en la literatura hindú.

-¡Uy! La tienes buena para ser un adolescente más rica que mí…

-¿Qué mi qué?

-Mi maridooo. Si mijito más rica que de la de él. No grande pero si muy gruesa. Me gusta mucho.

-¿La mía es mejor?

-Si, mucho mejor, más rica. Papá mucho más rica, no más grande pero sí mucho más gordita. Volvió a repetir. Quiero tenerla toda. ¿Me la das?

No dejo que responda ya que continúo y continúo masturbándome hasta que me hizo terminar. Mis fluidos salieron disparados. Me la estrujó y exprimió para que nada quede dentro de mi. Vi que estaba muy excitada ya que mientras me masturbaba se llevó una de mis manos a su cosita para que haga lo mismo. Le metí más de un dedo en su cosa mojada. La estimule tanto que se estremeció, tembló su cuerpo. Cerró sus piernas herméticamente. Su cosita dejó salir ríos de lujuria hasta que dijo:

-Para, para. No puedo más vamos a mi casa quiero hacer el amor contigo. No más aquí es peligroso nos puede encontrar. Te deseo mucho. ¡Ay! No puedo más. Quiero que seas todo mío. Únicamente mío. Mi marido llega a la noche y a mis hijos les mando al parque de paseo con la empleada. Tenemos un par de horas para amarnos. Para, para. No más aquí. Paaara, aquí no. Te lo suplico.

No había porque suplicar si yo también deseaba con locura hacer el amor con mi profesora de literatura. Ya en su casa y luego que sus hijos se fueron al parque nos lanzamos como desesperados a buscar el deseo que tenían nuestros cuerpos y los encontramos prestos para satisfacerse.

Nos recostamos en una mullida alfombra. Yo debajo de ella. Se me montó como si fuese su potro a domar. Me gusto como recorría mi cuerpo y como me besaba. Lo hacía con frenesí, ímpetu y exaltación erótica. Cecilia era una experta en los artes del amor carnal. Era fuego puro que cada vez ardía más. Yo trataba de responder como podía a sus acometidas amorosas, pese a ser no muy experto no era difícil avivar más su fuego interno por puro instinto carnal.

Nos fuimos despojando de nuestras vestiduras y fuimos gustándonos visualmente para luego hacerlo con el tacto. Ya desnudos empezamos a devorarnos como si fuésemos leones habidos de carne…

Ya desnuda vi que mi profesora de literatura tenía un cuerpo blanquísimo como la nieve muy firme que pedía ser tomado con pechos grandes duritos y unos pezones pidiendo ser amamantados y los amante, estrecha cintura, vientre plano pese a haber parido un par de hijos, muy bien torneadas piernas que me llamaban a que acuda a ellos. Y a ellos acudí. Su cabello largo caía lacio hasta su cintura escondía su espalda que me decía que la descubra y la descubrí. Sus ojos zarcos inmensos destellaban luces de deseo. Sus labios voluptuosos estaban sedientos de amor y pedían un poco de agua de amor y se los di más de lo que me pedían.

Mi profesora de literatura era el deseo y desenfreno mismo.

Entre caricia y caricia. Penetración y penetración. Dar y recibir. Abrir y cerrar no podía faltar el dialogo de amor:

-Me gustas mucho. No se porque pero me gustas. Eres mi primer desliz y creo el último. Urawan dame tú cosota rica. Dámela ya.

- Hazla tuya. Cómeme.

-¿Puedo?

-Hazlo ya. Cómeme toda.

Y nos comimos todo. Ella dejó que yo la engulla cuanto quería. Nos hartamos, atiborramos y atracamos de sexo. Saciamos nuestros deseos insatisfechos más profundos.

Pensé que su esposo no la satisfacía pero me equivoqué lo que pasaba es que yo la excitaba por algo que ella no entiende y nunca quiso hacerlo así pasó el año nunca pensamos separarnos pero todo terminó por una circunstancia. Cecilia solía decir cuando hacíamos el amor hazme un hijo papito en un principio me asuste por sus palabras; luego caí en la cuenta que una de tantas expresiones cuando uno hace el amor por lo que dejé de incomodarme. Claro está nunca le pregunté como se cuidaba pero pensé que lo hacía ya que hacíamos el amor sin protección alguna.

A Cecilia le encantaba que termine dentro de ella sin protección. A ella le gustaba sentir mis fluidos masculinos introducirse en sus partes y bañarla internamente. Se enternecía cuando me hacía que lama mis fluidos que se habían mezclados con los de ella. Sacando de sus adentros más orgasmos.

Mi profesora de literatura realmente era muy pero muy ardiente por eso buscaba además del amor que le daba su marido un cuerpo joven que le satisfaga sus necesidades con ese gran poder de la juventud ya que rápidamente nos reponemos. Sí bien por el ímpetu lo hacíamos alocadamente. Cecilia que conducía muy bien el coche de sexo. Me tranquilizaba para no actuar alocadamente. Ella también se convirtió en mi maestra de sexo.

El año estaba por terminar y ella quería que tengamos una linda despedida de clases – yo también - por lo que aprovechando que su esposo había salido a trabajar fuera de la ciudad organizó una fiesta intima para los dos.

Había arreglado la sala muy bien con flores por aquí y acullá. Había preparado una rica cena y se las había arreglado para mandar a sus hijos a dormir temprano y como eran unos chicos que no daban problemas, lo hicieron sin objeción. Era como si estuviésemos solos completamente solos. Yo por mi parte había dicho que tengo una fiesta de fin de año y que no lejos de la mi hogar y como mis padres tenían confianza en mí no dudaron en darme permiso ya que nunca di que hacer, no era hijo modelo tampoco un perdido. Ellos sabían que era juicioso.

Era como las ocho de la noche cuando llegué a su casa. Ella estaba más linda que de costumbre. Tenía puesta una blusa blanca semitransparente que dejaba entre ver su busto ya que no tenía sostenes, una larga falda verde aceituna y unas sandalias coquetonas que hacían juego con sus lindos pies. Lo que más me sorprendió es que se había pintado su rostro algo inusual en ella, sus labios resaltaban ya que estaban cubiertos por pintura roja muy roja. Estaba realmente provocadora. Ella sabía como ponerme loquito de deseo y bien que lo logró ya que ni medio que nos vimos nos entrelazamos en un largo abrazo. Nos besamos ardorosamente y empezamos a calentarnos.

Había poca luz en la estancia. La chimenea estaba al rojo vivo como diciendo que nos pongamos como ella y bien que lo hicimos ya que rápidamente nos recostamos en la alfombra al pie de la chimenea.

Mientras continuamos besándonos, abrasándonos y excitándonos nos dijimos:

-Tenemos la noche para amarnos papito.

-Sí, cariñito. Toda la noche.

-Deja que te ame. Papito. Déjame hacer lo que quiero es mi despedida de fin de año es posible que el próximo año no nos veamos.

-Siempre lo haces lo que quieres de mí. Siempre te respondo en tus apetencias. No creo que tu marido lo haga. ¿Lo hace como yo?

-No cariñito con él nos amamos rico pero lo hacemos únicamente cuando esta descansado y es una sola vez de vez en cuando. Contigo es diferente en un par de horas lo hago lo que con él en semanas por eso te necesito papito por eso te necesito siempre estás dispuesto para darme gusto.

- Y ¿Me darás todo de ti?

-Todo lo que quieras. Pide y te lo daré. No lo dudes. Tus pedidos son órdenes para mí. Está noche seré completamente tuya. Te daré algo que has pedido desde hace rato que te lo he negado. Ahora será tuya. Sabes a que me refiero. Me negué porque tengo miedo únicamente lo he hecho con Marcelo. Duele. Lo tengo estrecho es más soy tradicionalista y no lo hago sin de vez en cuando pero hay algo que me lleva a entregarte todo. Quiero darte eso y todo de mí.

Susurré a su oído: Lo se cariñito.

Mi profesora se estremeció al escuchar mis palabras. Me clavo su mirada llena de lujuria, me sonrió, me beso y abrazó fuertemente.

Así empezó nuestra despedida. Rápidamente la estancia se lleno de olores de sexo que se mezclaron con los del incienso.

Nos fuimos despojando poco a poco nuestras ropas ya desnudos ella se me monto como siempre lo hacía. Solía decirme que ese era su único problema con su esposo a él no le gustaba que le monte a mí mucho.

De pronto me ofrece sus pechos y me dice que se los mame que están cargados de leche – su segundo hijo todavía lacta – están cargados de leche vacíame y los mamé como si fuese su hijo pero también su amante. Me gusto mucho ingerir su leche materna que daba a su hijo, espesa, dulce. Vacié sus pechos de leche y los llené de lujuria.

Pensé que la conocía como una mujer caliente, ardorosa que me había entregado todo su fuego erótico pero no era así ahora Cecilia estaba maximizada. Nunca la había sentido tan caliente, desproporcionada en su actuar.

Hicimos al amor muchas veces ella bien sabía que me reponía rápidamente para una nueva cometida pero en una vez que ella estaba encima mío incrustada mi miembro en su conchita le acaricie su rico trasero y recordé todas las veces que le había pedido que me lo de y las veces que me lo había negado así que en un arrebato de deseo hice que me desmonte la puse como si fuese una perra. Hice que abra sus nalgas. Vi su rosa lista a ser ocupada. Me acomodé detrás de ella, puse la punta de mi miembro en su trasero y traté de introducírselo. No pude estaba herméticamente sellado. No me impidió como en otras ocasiones lo había hecho pese a que empuje y empuje no pude hacerlo.

Ella me dijo:

-No así papito. Así me duele mucho. Espera tienes que preparar el camino. Besa mi trasero, lámelo. Lubrícame primero. Lo hice sin esperar. La excite del modo como a ella le gusta.

Ya no podía contenerme. Su trasero estaba listo para invadirlo.

Me dio un tubo de aceite lubricante que lo tenía cerca. Hizo que ponga mucho de él en la puerta de su trasero y un poco en mi miembro.

Empuje y empuje. Sentí que unos anillos aprisionaban mi miembro. Saqué y metí sin piedad no pensé si le gustaba o no. Yo ya estaba liado a su cuerpo su espalda pagada a mi pecho. Una mano estimulaba su clítoris la otra recorría sus senos luego sodomizarla y sodomizarla regué su interior con mi leche.

Triunfo, éxito, conquista.

El trasero de mi profesora de literatura había sido mío. Todo mío.

Cecilia al sentir mi joven miembro en su trasero. Ella dijo más de un ¡Ayyy! de dolor y placer, sus ojos se llenaron de lágrimas. Incrustó sus uñas en mis brazos y me los hizo sangrar. Sus ojos pedían compasión pero también me decían que pero no me detenga. Le estaba gustando mi acción. Ya me había dado la mejor parte de su cuerpo; luego completaría su entrega.

Ya satisfecho me desmonte de ella pero hice lo que le gustaba lamer los fluidos salientes de ella. Eso le gusto mucho se olvido de lo que había dado y tuvo más de un orgasmo.

Linda despedida por fin de año. Llegué a las cuatro de la mañana a mi casa como si nada hubiese pasado.

Durante las vacaciones escolares no nos vimos ya que ella se las pasaba en la ciudad de sus padres pero mi susto fue grande ya que al entrar nuevamente al último año de colegio me enteré que estaba embarazada.

Ella no me quiso decir quien era el padre. Me dijo que puede ser de cualquiera de los dos pero por su comportamiento y modo de mirarme sé que yo era del padre.

Ya no era mi profesora. Ya no nos veíamos tenía como cinco meses de embarazo cuando me la encontré. Era una tarde de sábado cuando la veo toda guapa. Estaba linda riquísima, su embarazo le sentaba muy bien.

Ella me amoldó a su medida. Ella me hizo lo que soy sexualmente anotado. Ella hizo que desee ciertas partes de la mujer que ahora son mi pasión y que ame a una mujer del modo que lo hago.

 

 

Nuevamente con mi profesora de literatura

Ese día me pasé pensando en mi profesora de literatura, me gustó mucho verla preñada, está igualmente linda como cuando fue mía por primera vez, lo más raro es que me excité mucho verle toda barrigona, me imagine lo hermoso que sería hacer el amor con ella en ese estado, ponerla en cuatro patas, irle metiendo mi picha poco a poco, ya sea por delante con cuidado o por su rabito que tanto me gustó y recordar los días cuando éramos felices pero no la volví a ver, así es la vida me dije a mi mismo, lo que viene se va.

Yo ya tenía mi novia con la cual hacíamos el amor frecuentemente pero no como con Cecilia, mi profesora de literatura, mi novia pese a mis ruegos y suplicas y que en más de una vez la tenía buen arrecha para que me suelte su rabito, no puede hacerlo, yo le lamí y chupe en más de una vez su conchita como su anito que lo tenía bien cerrado listo para abrírmelo, igual me dejó que ponga la cabeza de mi falo en la entrada de su trasero pero cuando quería meterle el resto y pese a que estaba muy excitada, cuando una mujer entrega todo, ella no perdía su juicio y siempre me decía: otro día tesoro, otro día ahora no pero ese día no llegaba, ya me estaba cansando de su juego pero como la amaba que ya estábamos pensando vivir juntos ya que su padre es de recursos y estaban de acuerdo con nosotros.

Yo esperaba con paciencia ya que pensé que ese gran día que sería cuando vivamos juntos por lo que me llené de mucha paciencia, ya me lo dará me decía cuando le ponía boca abajo, masajeaba sus nalguitas ricas, las daba besitos, lamía con su conchita que expelía olores fuertes y abundante fluido, ese olor era mucho más penetrante que los de Cecilia que no decir de sus fluidos que salía de su cosita y se esparcían por sus ingles y pubis muy sutilmente mordisqueaba su clítoris que se erguía lujurioso alguna vez introduje mis deditos en su anito muy delicadamente que los había bañado con sus jugos vaginales pero cuando deseaba comerme su culito ella como siempre se negaba.

Sucedió algo que no me esperaba, una mañana de sábado cuando yo estaba en el parque que queda cerca donde vivo, me encuentro con Cecilia que paseaba muy alegre, estaba sola y muy linda, saludamos y charlamos por largo rato cuando de pronto vi en sus ojos que ella quería algo más que una simple charla es ahí que me comenta que su esposo trabaja fuera de la ciudad y viene cada 21 días y que está sola y que no ha dejado de pensar en mi yo le dijo que yo tampoco pero tengo novia es ahí que me dice: -¿Te satisface cómo yo?- me quedo lívido ante su pregunta y me vuelve a preguntar: -¿Te satisface cómo yo, dímelo?, dudo en responder, mi silencio fue la respuesta por lo que me acaricia la cara me da un beso en la mejilla, me abraza y me dice al oído: como yo nadie, papito, nadie, yo te hice macho bien lo sabes; te deseo y tú también, vamos a mi casa, tenemos todo el día para estar juntos y hacer el amor muy rico, mis hijos están con sus abuelos, ahí te daré lo que tu novia no te da, ardo de deseo de ser tuya.

Tomamos un taxi, el trayecto a su casa nos tomó una cuarto de hora, durante el viaje me comenta que el embarazo le ha puesto muy caliente, pasa todo el día arrecha pero como su esposo no está en casa y no le gusta hacerlo en mi estado, me muero de ganas y que vio en mis ojos que la deseo, me dijo igualmente que yo fui su único desliz, no lo haría con nadie más, me ratificó lo que algún día me dijo que yo soy su macho. Yo le dije que la veo muy linda, deseable y que ardo por hacer el amor, ella me sonrió feliz, me dio un beso en la boca, puso su cabeza en mi hombro con una de sus manos me abrazo y con la otra la llevó a mi instrumento que pronto respondió parándose lo acariciaba mientras me decía que le he hecho falta que le perdone haberse separado que pensó que podía vivir sin mí, que me ha pensado mucho y no tenía el valor de buscarme, me dijo no sabe de quién es su hijo ya que al día siguiente tuvo sexo con su marido, yo la besé con ardor mientras acariciaba su pancita que poco a poco fui bajando mi mano a su conchita que ya estaba caliente y jugosa, me dijo que me espere ya que no quiere perder la compostura en el taxi, le conteste que está bien pero que igual no me la manosee. Durante el resto del trayecto nos comportamos bien ya que sabíamos que teníamos todo el día para estar juntos.

Nos sentamos en la sala, Cecilia me dio una cerveza, ella se sirvió un juguito, luego de bebernos reiniciamos el juego típico de calentamiento que lo habíamos suspendido en el taxi, nos besamos y acariciamos como dos muchachos que se inician en el arte del sexo. Ella tomó la iniciativa y me fue despojando todas mis vestiduras, yo hice lo mismo, es ahí que me levanto hago que se abra de piernas y le doy la mejor mamada de su coño, me gustó mucho verla preñada, gordita con sus pechos más grandes que antes y con sus nalgas más respingonas, me excité profundamente, ella igual tanto me decía que no pare que le haga terminar así que ya no puede más pero le dije algo que se sorprendió:

-Espera un ratito, quiero tener un recuerdo tuyo así preñada, quiero fotografiarte, ella se puso contenta al escuchar mis palabras y me dijo: -Lo que quieras tesorito, soy toda tuya y con mi celular que tiene cámara de fotos le saque varias fotos desnuda en poses muy insinuantes, tome fotos de su conchita, de su culito, de su barriguita. Cecilia estaba feliz ya que no pensó que yo le guste tanto en su condición de preñada; luego nos fuimos a su lecho matrimonial para continuar nuestro encuentro.

Nos tomamos fotos juntos, desnudos y hasta en pleno acto con mi picha metida en su vagina y cuando me la mamaba y hasta cuando termine en su boca, posteriormente cuando le daba por su culito, ella igual me las tomo a mí, fotografió mi picha cuando le lamía su chochito, bueno plasmamos en fotografía todo nuestro acto, luego en un rato de descanso entre copula y copula me dijo que nunca olvidará este momento que su esposo nunca lo hizo es más una vez le dijo que no le gusta verme toda deforme.

Nos recostamos en la cama y dimos inicio a un nuevo encuentro, yo ya no era el muchacho poco experto, ella como siempre totalmente entregada, con suma delicadeza mamé sus pechos, bese su abombado vientre, lleve mis manos a su conchita e inicie mi juego sexual es ahí que ella dijo: -A los tiempos, sí que rico, no sabes cuanta falta me has hecho, quiero tu picha pero por el culo, ábrelo como esa vez, siiii, por el culo como si fuese tu perra arrecha, ya no puedo más, dame tu verga, te suplico- conteste -no hay que suplicar, la puse en cuatro pero antes de meterla, le abrí de piernas y le mamé el culito y su conchita como lo hacen esos perros antes de ligarse con su compañera de sexo. Ella quietita se dejaba lamer toda, claro está soltando de su vagina olores y fluidos que me los embebí completamente y que decían lo arrecha que estaba.

Cecilia se puso frenética, su pecho asesaba fuertemente mientras movía sus caderas de adelante para atrás y pidiéndome que la lama más y más, yo no podía detenerme lamí su culito que expelía ese olorcito que siempre me enloqueció, se lo chupe mientras metía mis dedos en su conchita hasta que ella me dijo: Ya basta cabrón, dame por culo que no puedo más son muchos meses sin sexo, puta madre dame por el culo que es únicamente tuyo de nadie mássss, tome con mis manos los fluidos que salían de su conchita, los embadurne en su culito, ella me dijo que le dé de una sola y bien duro, eso mismo lo hice, ella no dejaba de moverse de bufar, expresar su gran placer con sí que rico a los tiempos papito, más, la tienes muy gorda. ¡Ay! Si muy gorda me gusta más hasta el fondo, déjame tu leche en lo más profundo de mi culo, hazlo yaaaaa, le di gusto en todo, le di bomba como desquiciado hasta cuando sentí que mi picha se engrosaba soltando ríos de semen, ella contenta dice: -sí que rico, ya, yaaa, si ¡ay! Ya a los tiempos, sí en medio de su placer erótico la recosté boca arriba, la contemple toda deseable, llevando mi boca a su conchita, estimule su clítoris haciendo que tenga un rico orgasmo, mientras la amaba no pude evitar compararla con mi novia, Cecilia era la hembra perfecta, sublime, total, completamente amoldada a mí.

Ambos sudábamos profusamente, alegres por volver a amarnos pero ahí no paró ya que como buen joven pronto mi picha quería más es así que sin que lo pida, me dio una rica mamada dándose todo el tiempo del mundo, se engullo toda mi picha, ella está con los ojos cerrados completamente gustosa hasta que yo le dije que es mejor que mientras ella me la mama yo también lo hago, fue el mejor 69 de mi vida. Mi novia no se compara con Cecilia nuevo orgasmo de ella, nueva eyaculación mía. Satisfacción mutua completa.

Mientras descansábamos me dijo que no me va a dejar que desea estar con su marido y conmigo que a los dos nos ama a su esposo como padre de sus hijos y a mí como macho, me dijo también y tu novia, la amas, ya le tiraste, te ha dado el culito, si la amo y hemos hecho el amor pero se niega darme el culo respondí pero también a ti voy a casarme con ella será mi esposa y madre de mis hijos y tu mi hembra.

Al escuchar que mi novia no me ha dado el culito ella se sonrió feliz, me beso y me dijo: No quiero que le des por ahí, eso no, solo yo debo dártelo, nadie más. Le bese apasionadamente pero dentro de mí me dije a mi mismo: ya veremos a las dos les voy a dar por trasero.

No fue fácil para mi estar con dos mujeres, felizmente mi novia no es tan ardiente como Cecilia que es devoradora pero un día en que estábamos con mi novia haciendo el amor, me juré comerme su culito, aunque no quiera total ya más de una vez le había puesto mi glande en su anito pero ahora se lo metería todo, no sabía que pasaría luego, ya estaba cansado de que me diga que otro día, compre un gel lubricante y mientras le besaba el rabito me lo unte en mi picha sin que se dé cuenta. Mi novia estaba muy arrecha pidiendo más es sí que le pido que me dejé ponerle la cabeza de mi picha en el rabito como ya lo había hecho en otras ocasiones. Ella me dice: -únicamente la puntita veras no me la metas toda- respondo -si mijita le puse la cabecita, lleve mis manos a su conchita, topetee su clítoris la encendí de lujuria, ella empezó a quejarse de pación y deseo y a mover cadenciosamente sus caderas de adelante para atrás sin sospechar lo que le esperaba es ahí que me aferro a sus caderas pongo la cabeza de mi falo en su anito pero no se lo meto sino que lo dejo ahí mientras la excito topeteando sus conchita, ella frenética empieza a mover sus caderas pensando que yo me detendría y de una sola se la meto hasta el final, imaginándome como le daba a Cecilia, la pobre pegó un grito, me insulto, me dijo que soy un perro cobarde que no quiere por ahí que no es lo correcto pero yo ya estaba amarrado como perro dándole bomba sin parar con un saca y mete frenético, sentí como abría su culito, metía mi picha hasta el fondo y se la volvía a meter, mi picha estaba tiesa, gorda, destilando sus fluidos. Ella se movía para sacársela pero yo que estaba aferrado a sus caderas con mi pecho pegado a su espalda le daba y daba bomba hasta que le dejé mi semen en su culito. Se lo rompí cruelmente, esa acción la pagaría con creses ya que desperté en ella un deseo masoquista que lo tenía bien guardado.

Me costó mucho que ella me perdone pero lo hizo bajo mi juramento de no hacerlo nunca más por su culito, yo acepté por el amor que la tenía, además que sabía que tengo otro culito igualmente rico, nunca más lo hicimos por su rabito pero yo me decía a mí mismo: Tranquilo ya te comiste su culo, ya tendrás tiempo para darle nuevamente y si eso no pasa tienes a Cecilia que te lo da sin tanto problema. Sí caí en la cuenta que una mujer debe tener una atracción muy especial con su macho que no es únicamente amor para darlo, ese algo espacial tenía Cecilia, mi profesora de literatura.

Con el apoyo de nuestros padres, mi novia se convirtió en mi esposa, madre de mis hijos pero no en mi hembra –Cecilia si lo fue– pese a que en más de una vez le dije que soy de ella y que haga conmigo lo que quiera que no dude, nunca lo hizo, creo que le faltó imaginación, así de simple, imaginación o temía mi reacción, no puedo decirlo.

Con Cecilia cada que podíamos yo iba a su casa para tirar y tirar pese a que su barriga cada vez crecía. Nos dimos modos para hacerlo rico que usualmente era en cuatro patas o ella encima de mí, ella era muy feliz sabiendo que la deseo mucho en su estado, podía ver en sus ojos su felicidad, me pedía que le dé por su rabito; luego de un par de meses su madre fue a vivir un tiempo donde ella para cuidarla en los últimos meses de embarazo y en el posparto fueron varios meses de separación luego retomamos nuestro romance a mí me encantaba mamarle sus pechos más grandes cargados de leche. Se excitaba mucho cuando yo ponía mi falo entre sus tetas y la serruchaba, ahí tenía unos ricos orgasmos, caímos en cuenta que ese su punto débil. Me comento algo que a nadie ha dicho y es que se excita cuando les da seno a sus hijos Todavía nos vemos su hijo ya tiene cinco años.

En uno de nuestros encuentros, Cecilia me contaría que descubrió que su marido es un perro infiel que anda con una y con otra y que a ellas si les tira como debe que ser se va a divorciar, no si lo hizo ya que yo terminé mis estudios y estoy por irme a continuarlos en el exterior, tenemos un par de hijos con mi esposa, felizmente para Cecilia y para mi pudimos guardar el secreto de lo nuestro. No sé qué pasara luego que venga del exterior son un par de años de ausencia donde todo puede pasar.

Mis estudios en México los llevaba muy bien sin problemas pero un día retorne a casa antes de lo previsto, mis hijos estaban en la guardería es así que entro y veo a mi esposa en pleno acto sexual con dos hombres que le daban verga por sus huecos, uno debajo, ella en el medio y otro encima de mi esposa como se dice comúnmente, era un emparedado de mujer vi varias botellas de vino a un costado, música tropical, ropa dispersa en la sala y su anito introducido por una descomunal picha y otra tan grande que le taladraba por delante, me asuste ver semejantes pichas metidas en el culito y vagina de mi esposa, la mía era un juguete comparando con esas.

Ella como una cualquiera expresaba su gusto y dolor a viva voz con ayees y quejidos, podía ver como esos dos machos se la metían y sacaban frenéticamente al mismo tiempo, podía ver su anito completamente abierto y su conchita más aún, tal era la entrega que no cayeron en la cuenta de mi presencia, rápidamente les tome varias fotos y sin que se den cuenta salí del apartamento, me fui a un bar para tomarme un par de tragos para pensar que haría y cómo reaccionaría al verla al descubrir la hembra lujuriosa que era mi esposa al regresar a la hora de costumbre cuando llegué a casa mi esposa estaba como si nada hubiese pasado, recién duchada y con cálido beso me recibió contenta como todos los días.

Ya por la noche en nuestra cama me insinué que deseaba tener sexo con ella por supuesto que puso miles de escusas seguramente tendría dolor de su conchita, culo y que cosas más, seguramente les habría mamado sus pichas y ellos comerse a besos su conchita como culo no dije nada pero ganas de someterla a la fuerza no me faltaron, pensé que yo también tenía mi pecadillo de infidelidad y la deje tranquila.

A la noche siguiente ya en nuestra cama, tome mi celular y le enseñe las fotos que había tomado recordándole lo que alguna vez le dije que me pida lo que desee de mí y todo lo tendrá, antes de que se excusé le dije que no diga nada que así es la vida que si eso quería era que me lo diga para saber a qué me atengo, añadí que sí como hay hombres que tienen más de una mujer es posible que una mujer necesite más de un hombre y en mi mente pensaba como mi profesora de literatura.

Ella con lágrimas en los ojos me suplicó perdón, me dijo que le haga lo que quiero y entre el acto me contó que cuando le rompí el culito y pese a que dolió mucho entró en ella un gusto a que le maltraten que la tiren con dolor que ha hecho todo lo posible por detenerse pero no puede y que como a mí no me gusta ese tipo de sexo buscó en la calle quien lo haga a los pocos días de lo que me hiciste, encontré un buen macho que me tiró con dolor como me gusta, me mordió todo mi cuerpo, me pegó duro, me dio correazos en mis nalgas, me metió su picha por el culo, yo grite de dolor pero también de placer. Lo siento esa es la mujer que tú me hiciste. No te culpo así es la vida, despertaste mí el ser masoquista que lo tenía sin saberlo, bien guardado.

No tuve el valor de responder ya que yo había tenido la culpa pero si me la tiré toda la noche sin parar, saque todo el poder de macho, hice que me mamé la picha, tome su cabeza e hice que se incruste todo mi falo, mordí sus senos, su cuello, bueno mordisquee todo su cuerpo como su clítoris y labios vaginales y ella mientras más rudo era más se excitaba, no puedo decir cuántas veces terminó, le di bomba como desquiciado tanto por su conchita y por su culo que sangró, tomé un fuete y le pegue duro en sus nalgas, yo quería que ella me diga que no quiere más pero por lo contrario más la excitaba, los olores a nuestra relación sado-masoquista se esparcieron por la habitación como sus gritos de placer, saque toda la rabia de macho engañado debí haberla perdonado aceptar la mujer que yo hice de ella lo que es pero mi machismo pudo más, al día siguiente ella estaba radiante, feliz, me colmó de besos y caricias pero yo no pude corresponderla, no soy sádico, para mí el sexo es todo lo contrario por la noche le dije que ese no es mi modo de AMAR A LAS MUJERES que fue mi reacción cobarde al saber qué tus acciones deshonestas que no la juzgo, ni acuso pero que no la volveré a topar y que quiero el divorcio cuando retornemos a nuestro país. Ella aceptó mis palabras bajando la cabeza sin decirme nada.

No la volví a topar nunca más, es muy posible que ella haya continuado encontrándose con sus amantes que le daban todo gusto pero no me importó en lo absoluto. Mis estudios terminaron, al retorno a mi ciudad me divorcie de ella luche por la tenencia de mis hijos y lo logré ya que nuestros hijos la estorbaban en su modo de vida, nunca más supe de su vida es muy posible que en este momento este tirando con varios machos que le den lo que le gusta, hasta ahora tengo el complejo de culpa ya que sin desear hice de ella lo que es, mi único consuelo es saber que ella es seguramente feliz con su modo de ser y yo con el mío.

Ya una vez divorciado por mutuo consentimiento y repuesto a lo que significa el divorcio estimulado ya que yo fui su primer macho en todos los sentidos, yo fui quien se comió su conchita y sin su consentimiento le rompí el culo a mi esposa y le hice mamar mi picha por primera vez luego me dije que putas que se la tiren como ella desea sin embargo nunca sospeche que se convierta una masoquista que me asustaba.

Un día cuando necesitaba el cuerpo de una mujer para amar, recordé los hermosos momentos que pasé con Cecilia, me puse a pensar lo lindo que sería volverla a ver por lo que fui a casa de Cecilia para saber que es de ella, la encontré como siempre linda y alegre preparando sus clases de literatura, me invitó a pasar nos contamos nuestras vidas, nuestros cuerpos se llamaron desesperadamente, se decían la falta que se tienen pronto estuvimos en su lecho copulando desquiciadamente para recuperar el tiempo perdido, escuche las palabras que siempre me gustaron: dame por culito cariño, ábremelo como sabes hacerlo y se la abrí como ella deseaba, deposite en su interior ríos de semen y saque de lo más profundo de ella millones de orgasmos. Nos dijimos que no es únicamente sexual lo nuestro sino amor y nos amamos salvajemente varias veces, ella pedía más yo le daba gusto. Yo quería que no pare y no paró, llenamos nuestros cuerpos de orgasmos amorosos retenidos por un par de años de ausencia, nos juramos no volver a separarnos pese a lo que diga la gente ya que la diferencia de edad entre nosotros era muy evidente.

Ambos estábamos divorciados por lo que luego de hacer el AMOR como nos gusta y pese a que hay varios años que nos separan decidimos que ese no es problema cuando hay entrega y compresión total, vivir juntos, cuidando y educando a sus hijos y los míos, fuimos totalmente fieles, entregándonos uno para el otro como debe ser.

El tiempo pasó las dificultades que tuvimos no fueron problema para vivir juntos nuestros hijos fueron creciendo felices varios de ellos ya no viven con nosotros y como dicen los cuentos infantiles, “vivieron felices”… hasta cuando no lo sé pero somos felices ya el tiempo dirá hasta cuando dure el idilio de amor con mi profesora de literatura.

Urawan

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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