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Duré muy poco con Víctor porque resultó muy soso para platicar y hacer el amor; no niego que por un tiempo me satisfacía cuando me daba por el ano, pero un día decidí terminar. Pero con los días me di cuenta que yo necesitaba sexo y pensé en el viejo panzón y calvo de Andrei que me hizo mujer y lo busqué en su casa, pero no vivía ya en ella; luego pensé en mi ex Iván, pero al preguntar por él mi dijeron que tenía una novia.
Entonces no sabía qué hacer y fui a casa de mi prima Olga a platicar con ella y parece coincidencia, pero tampoco estaba; mi tía me pidió que entrara pues tenía de visita a mi primo Iosef, a quien no veía desde hace más de 5 años. Lo recordaba flaco y sin personalidad cuando tenía 16 años que se fue a trabajar con su papá a la montaña, que era montañés de trabajo; grande fue mi sorpresa al verlo de nuevo, pues era todo un hércules con cara muy expresiva y dura. Nos abrazamos y de sentí un gran placer al estar en sus brazos y me prendí un buen rato de él con el pretexto que mucho tiempo no lo vi. Fuimos a la sala a platicar y en eso llegó una amiga de mi tía y ella la atendió y se fueron al jardín a chismear en una banca.
Yo aproveché y me junté mucho con Iosef que estaba en un love seat y me recargué en su pecho mientras platicábamos cosas de él, se dio cuenta que mi calor subía y mi respiración se agitaba porque de pronto tomó una de mis manos y me la colocó en su sexo sin decir nada; entonces empecé a sobarle el bulto que creció desmenuzadamente muy rápido, yo ronroneé como gatita mientras acariciaba esa cosa grande y dura.
Él me tomó de la mano y me jaló hacia su cuatro, que estaba en segundo piso, me arrancó fácil la ropa que traía muy suelta, me dijo que me quitara la interior y me acostara lo cual hice muy comedida mientras él se quitaba todo también. Yo me fascinaba pues todo él era musculoso, incluyendo su gran miembro; se subió sobre mi poniendo su burro en mi boca y su cabeza en mi sexo. Rápido me embistió con su lengua y su boca metiendo y succionando, dándome espasmos que me provocaban que me tragara todo lo que podía su pedazote de carne que no me cabía todo en mi boca; mi lengua, mis labios, mis anginas y hasta mis dientes se desvivían por apresar su burro y mi placer era cada vez mayor. A veces me causaban cosquillas los pelos de sus enormes testículos al tener contacto con mi nariz.
Luego se levantó y cambió su posición para penetrarme por el coño, lo cual hizo sin piedad, incrustándome su palo hasta el fondo de un empujón, que me hizo sufrir y gozar al mismo tiempo; pero no me acercó su cuerpo, como haciendo abdominales o lagartijas sobre mí, su palo entraba y salía raspando mi vagina, llenándome y vaciándome con su enorme émbolo y causándome espasmos de satisfacción, yo quería acercarlo con mis manos pero no pude y me conformé con manosear sus duros músculos de los brazos y de la espalda; mi cuerpo se arqueaba y levantaba mis caderas para provocarlo a aplastarme pero no lo logré.
Entonces me sacó su burro y se levantó para voltearme de culo y pensé el gran dolor que me causaría la penetración de tal vergota. Me resigné y le ofrecí mi ano, abriendo mis nalgas con las manos, ni tardo puso su glande, eso sí, muy lubricado de mis jugos, en mi culo y me presionó despacio, pero sin detenerse; mi dolor fue creciendo al ir ensanchando mi esfínter y sin mostrarle el gran dolor que me causaba me dejé entrar encajando mis uñas en la cama y mordiendo una almohada. Llegó el momento que su gran cabeza venció al anillo de mi culo y entró hasta el fondo de nuevo en mi cuerpo, mi dolor lo sustituí pensando más en la caricia que me daba en mi recto su entrar y sacar de verga mientras Iosef seguía con sus abdominales.
Esa hermosa compresión y descompresión que provocaba en mis entrañas cuando me llenaba y cando me vaciaba me empezó a traer un orgasmo que llegó muy lento, así como él se movía sobre mi sin tocarme solo con su garrote. Sentí varios minutos que salían litros de jugos vaginales y al final vino lo mejor; mi primo me empujó toda su verga hasta el fondo y así se quedó mientras llegaba el también a su orgasmo, soltando voluminosos chorros de semen que me iban llenado los intestinos calentándome por dentro y haciéndome sentir más gorda con cada chorro de semen que me metía. Mis jadeos casi gritos llenaron la recámara y mis babas mojaban la almohada mientras mis adentros se convulsionaban de placer; me extrañó que él no hiciera sonidos mientras me cogió.
Cuando él terminó simplemente sacó su vergotón rápido, lo cual terminó de provocarme hasta un orgasmo mental. Casi sin fuerzas me volteé y vi como él tomaba mi calzón y se limpiaba la verga y me quedé admirándolo como a un dios; se veía tan imponente de perfil... entonces llegó mi gran desdicha. Me preguntó si me había gustado y yo con voz ronca le dije que nunca había sentido lo que él me hizo sentir; pero él, arrojándome con mis calzones a la cara me dijo que yo no le servía más que una masturbada. Yo me quedé incrédula sin nada que decir, solo lo veía como sonsa mientras él se vestía... ¡no era posible!, solo pude envolver mi cara con la sábana y solté el llanto como nunca, no sé cuanto tiempo estuve llorando y temblando hasta que se me acabaron las lágrimas y me serené. Toda mensa todavía me puse la ropa y salí como zombi, al bajar estaba Iosef viendo la televisión y por una ventana se veía aun mi tía y su amiga tomando algo en el jardín. Me acerqué a la puerta tratando de que no me notara mi primo, pero al abrir la puerta de salida me gritó que si quería más sexo con él me cobraría 100 dólares por cada orgasmo. Entonces salí corriendo sin pensar en nada y llorando de nuevo, subí al auto y me fui a casa estando a punto de un accidente por pasarme un cruce de altos... ya no quise saber nada de aquel desgraciado macho precioso y despreciable. Lo bueno es que ya no lo vi de nuevo en mi vida.
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