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Categoría: Masturbación

Mi primera y corta historia... Tratándose de qué podemos llegar a hace

11 pm.

Nuevamente estoy sola en casa.

Puedo sentir el frío colarse por las ventanas de la sala, tan tétrica y solitaria. Un sonido me hace girar a tomar mi teléfono, es un mensaje tuyo. Al conocerte tanto has llegado a instalarte en un lugar muy especial en mi mente y mi corazón…

Te despides de mí con un dulce “Buenas noches❤️” y sonrío con ternura. Apago todas las luces y voy a mi habitación para acostarme en mi cama sin dejar de pensarte por largo rato… Luego busco mi pijama; una franela que me llega a medio muslo. Vuelvo a acostarme sin despegar la mirada del techo, no puedo dormir, sigo pensando en ti. En cómo desearía tenerte de frente, sentir tu piel con la mía, rozar mi lengua con la tuya…

Mi mente empieza a cobrar vida propia; imaginando que acaricias mi rostro y me besas; que besas mi cuello y me acelero. El deseo aparece. Mi mano se mueve sola. Acaricia mis labios pensando que tú los besas. Baja por mi cuello y llega a mis senos, cierro los ojos al pensar que los masajeas con suavidad y suelto un gemido al apretarlos sin querer. Sigue bajando por mi abdomen, imagino que besas mi vientre y mordisqueas mi cadera. Ahogo un gemido al sentir que llegó a mi húmeda entrada; casi puedo sentir tu cuero desnudo sobre mí acariciando y torturando aquella zona tan sensible. Mi otra mano busca mi pecho e imagino que de nuevo me besas, posicionándote entre mis piernas, entrando poco a poco en mí, y es cuando suelto un gemido mientras un dedo entra lentamente, imaginando tus susurros en mi oído: “Mi niña preciosa… Me encanta estar dentro de ti”. Otro dedo entra, aumentando el ritmo y el sonido de mis gemidos, pidiéndote más. “Quiero adentrarme hasta lo más profundo de tu ser. Adonde sé que nadie ha llegado, ni llegará nunca“, dejo entrar un tercer dedo y mi ritmo ya es frenético, el orgasmo es inminente, puedo sentirlo. Demasiado deseo, demasiado anhelo y pasión derramas en mí. “Eres mía y solo mía…" -me sigues repitiendo al oído- "Nadie más tendrá el privilegio de entrar en ti más que yo, mi hermosa princesa…” tus palabras y tus embestidas son demasiado para mi pobre y extaciado cuerpo. Me rindo ante el clímax que invade cada parte de mi ser, hasta el último estremecimiento y el último atisbo de ti...

Me quedo mirando la nada con expresión deseosa, pensando que son tus ojos los que tengo en frente. Me volteo hacia un lado para tomar mi almohada y abrazarla a tal modo que estuviese abrazándote, sintiendo cómo mi corazón bombea con fuerza, y te susurro con algo de tristeza y anhelo un débil “Buenas noches, mi amor…” antes de caer rendida, para seguir amándote cada noche, pero solo en mis mas salvajes sueños…
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