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Era noche de viernes como cualquier otra, en casa de uno de mis mejores amigos tomando vino. Al rato llegó mi mejor amiga que por esos días estaba enrollada con él. Seguimos tomado vino y echando cuentos, mi novio estaba en clase, salía a las 8 pm y me había dicho que si podía pasaba un rato, tenía que madrugar al día siguiente a clase nuevamente.
A eso de las 8:30 llegó mi novio, seguimos tomando vino los 4, echando cuentos y riéndonos, pedimos comida y pasábamos una velada normal, no pintaba para mucho más.
En medio de la conversación surgió el tema de los puteaderos. Le “reclamé” a mi novio porque semanas atrás le había dicho que quería ir a un lugar de esos y finalmente nunca habíamos concretado nada, esa noche lo dije entre chiste y chanza, no era el momento apropiado, además él tenía que madrugar al otro día.
Sin embargo él quedó con el tema y le escribió a un amigo suyo -dueño de uno de los lugares más exclusivos de la ciudad- y en menos de nada nos dijo que nos alistáramos porque había pedido un Uber e íbamos a salir.
Todos quedamos con cara de sorprendidos, pero hicimos caso, nos pusimos zapatos, abrigos y demás y salimos del apartamento a eso de las 11 de la noche.
Él me preguntó qué clase de sitio quería: algo tranquilo o un poco más desenfrenado. Yo escogí un lugar tranquilo, así que le dio las directrices al conductor y en menos de nada llegamos a un barrio muy residencial de la ciudad.
El carro se detuvo, nos bajamos frente a una casa bastante grande con un estilo muy tradicional, no se escuchaba ruido ni nada. Él se anunció y nos abrieron de inmediato.
Entramos al lugar, oscuro, luces de colores pero muy tenues. Nos sentamos en el bar y nos ofrecieron la carta de tragos, decidimos seguir tomando vino. Él se fue a hablar con la administradora del sitio y después llegaron a preguntarnos si queríamos pasar a un lugar más privado, todos dijimos que sí y nos llevaron a una salita.
La sala tenía dos sofás, una mesita en el centro y un espejo que cubría una pared completa. Seguimos tomando vino y hablado. Al rato llegó la administradora y nos dijo que iban a pasar las chicas a saludarnos y a presentarse.
Empezó la pasarela, una a una, nos decían su nombre, nos daban un besito en la mejilla y salían, vendiéndose, como putas.
Hubo una en particular que nos causó una buena impresión a todos por su olor, seguramente se acababa de bañar y su pelo y toda ella emanaba un buen olor, se hacía llamar Samara. Una morena, no muy alta, de tetas pequeñas y un cuerpo muy lindo. Nos decidimos por ella.
Samara legó al rato, con una lencería muy sexy, nos saludó nuevamente, muy cariñosa. Acomodó su música y empezó el baile. Estaba bailando reggaetón, muy muy sensual, se nos acercaba a cada uno, especialmente a las dos mujeres -por órdenes de mi novio-, al que le encantaba la escena.
Samara empezó a quitarse la ropa hasta quedar sin nada, yo seguía un tanto tímida y temerosa, pero tremendamente excitada. Era la primera vez que veía a una mujer de esa manera, con deseo, quería tocarla.
Mi amiga se animó primero, Samara se montó encima de ella, de espaldas, le puso su culo y sus piernas encima, y mi amiga la manoseaba toda, las tetas, el culo, las piernas. La tocaba y Samara se dejaba tocar extasiada. Mi novio y yo veíamos ese cuadro mientras yo le acariciaba la verga y él me acariciaba la cuquita, estábamos muy arrechos.
Después de eso, Samara se montó encima de mi, ya yo había perdido un poco la timidez y empecé a tocarla. Sus tetas, pequeñas pero con los pezones muy duros, su culo, sus piernas. Se puso de espaldas y abrí su culo para que mi novio tuviera una mejor vista de su cuquita. Después ella se montó encima de él, puso sus tetas en su cara y yo no paraba de tocarlo, de tocarme, estaba realmente extasiada.
Samara terminó el baile, me dejó muy antojada de un beso, pero solo accedió a darme un pico, mi novio estaba feliz. Sobre todo porque siempre me había negado a algún contacto sexual con otra mujer.
Quedamos los 4 solos nuevamente, el ambiente estaba muy caliente, pero tampoco queríamos tener sexo con ninguna vieja de ese lugar, así que mi novio decidió que iríamos a otro lugar mejor, a otro puteadero, pensé yo.
Salimos del sitio, nos estaba esperando el Uber. Ahí seguíamos besándonos y tocándonos muy calientes, yo estaba que me lo comía ahí mismo, toda la situación me tenía muy arrecha.
Llegamos al próximo sitio, con características muy similares, casa discreta, cero ruido afuera.
Entramos y también adentro era muy parecido, se veía bastante solo, había muchas mesas y al fondo una tarima con unos tubos. Nada fuera de lo común. Nos acomodamos en una mesa, dejamos nuestras cosas, pedimos algo de tomar y mi novio y yo nos fuimos a bailar a la tarima. En la tarima había dos viejas completamente desnudas bailando para un man que las miraba con ganas de tragárselas, ellas se frotaban entre sí y lo provocaban. Hasta ahí seguía pensando que era un puteadero. Nos alejamos un poco y empecé a bailarle a él, muy pegada, restregándome toda contra él, ya sentía su verga muy dura. De pronto la sacó y me pidió que se la chupara. Yo accedí, me puse de rodillas y empecé a chuparle la verga, fue solo un ratito y al final decidimos bajar con mis otros amigos. Llegamos donde estaban y al segundo se fueron a unos muebles que había en el fondo, así que quedamos solos de nuevo y él me propuso que fuéramos a cambiarnos. Yo sí había visto un par de personas en toalla por ahí pero no me detuve mucho a analizar. Cuando llegamos a los cambiadores me entregó mi llave y me dijo que me desvistiera y me quedara en toalla, yo seguía un poco confundida pero accedí e hice lo que me pidió.
Salimos del vestier, los dos en toalla, agarrados de la mano y subimos por las escaleras. En el segundo piso había mucha más gente, había un salón muy iluminado lleno de gente también en toalla y hablando entre sí.
Decidimos ir al turco. Cuando entramos había una pareja teniendo sexo, ella sentada encima de él, dándonos la cara. Fue hasta ese momento que entendí que estábamos en un bar swinger. Mi novio me había hablado de ese tema un par de veces, yo sabía que él lo había Practicado y le gustaba mucho, pero desde siempre le manifesté que eso no era lo mío, que no me lo propusiera porque no iba a aceptar. Pero cundo menos pensé, ahí estaba yo, sentada encima de la verga de mi novio, viéndome de frente con otra vieja a la que también estaban clavando. Estaba muy excitada, el calor del turco, sentirme observada, ver a otros, todo, todo era excitante. En seguida entró un tipo, solo. Cuando vio la escena decidió quedarse. Las dos parejas seguíamos en lo nuestro, yo moviéndome delicioso encima de él mientras el tipo nos clavaba la mirada. En un momento, trató de cogerme las tetas pero yo no se lo permití y le dije a mi novio que no quería que nadie me tocara.
Seguimos en lo nuestro, yo clavándome solita encima de la verga qué más me gusta en el mundo y extasiada viendo toda la escena tan morbosa en la que estábamos.
Después me volteé, seguí sentada encima de él pero esta vez mirándolo a los ojos, seguía clavándome encima de él, sintiendo su Verga deliciosa dentro de mi, sabía que había varias personas más en ese salón, sabía que me estaban mirando mientras su verga entraba toda en mi cuquita y eso me tenía absolutamente excitada.
Después salimos del turco y decidimos dar una vuelta para reconocer el lugar, pasamos a un cuarto oscuro que estaba lleno de gente. Muchos cuerpos desnudos, había sexo por todo lado, pero todo el mundo concentrado en lo suyo. Para ese momento yo caminaba en toalla, mientras veía y absorbía todo lo que estaba pasando a mi alrededor. Había muchas parejas, pero también había tríos, cuartetos, de todo, era alucinante.
Nunca me imaginé estar en un lugar así.
Había una “cama” grande en toda la mitad en la que muchas parejas estaban teniendo sexo al tiempo, encontramos un campo libre, así que decidimos tomarlo para nosotros.
Las toallas volaron, quedamos desnudos, éramos una pareja más en ese mar de gente teniendo sexo.
Yo estaba más excitada cada vez, me arrechaba ver a tantas personas teniendo sexo en un solo lugar y saberme desnuda ahí, frente a todos, mientras mi hombre comía con las ganas de siempre. Estaba muy muy húmeda, mi cuquita chorreaba y respondía a todo el placer que estaba sintiendo.
Me novio se acostó, me senté encima de su verga, empecé a moverme delicioso como nos gusta a los dos, empezaron los orgasmos, cada cual mejor que el anterior. Mi hombre me hacía gritar y gemir y eso llamó la atención de una pareja que teníamos al lado, el hombre se quedó viéndome fijamente mientras me clavaba en la verga de mi novio y jadeaba de placer. Trató de tocarme, pero nuevamente lo rechacé, así que empezó a hacerse una paja, no me quitaba la mirada de encima. Yo no lo estaba mirando, pero sentía sus ojos clavados en mi, en mi cuerpo, en mi culo moviéndose frenéticamente en mi verga mientras llegaban los orgasmos, uno tras otro.
Ver como mi novio me miraba, con tanto deseo, y tanto morbo me arrechaba mucho más. Así llegaban los orgasmos, uno tras otro. Y yo seguía ahí clavada en esa verga, no quería que paráramos nunca. Estábamos así, y pasó una pareja merodeando, estaban observando y se quedaron parados junto a nosotros dos, viéndonos fijamente. A pesar de la oscuridad se veía algo de ella, estaba en lencería pero tenía las tetas afuera, unas tetas grandes y divinas, debo decir que me gustó y arrechó mucho la forma en la que me estaban viendo, así que arqueé mi cuerpo hacia atrás en señal de invitación a tocar. Tan pronto ella vio mi señal se acercó y empezó a tocar mis tetas, las Cogia, las masajeaba y le decía a su pareja que estaban grandes y deliciosas. Esa fue la primera vez que una mujer me tocó las tetas a mi, pero debo decir que se sentía maravilloso. Mi novio miraba toda la escena y por su cara sabía que estaba feliz, arrecho hasta decir no más, y seguía clavándome con fuerza mientras ella me cogia las tetas y las chupaba a su antojo. Ella estaba a mi lado derecho y su novio estaba a mi lado izquierdo, clavándonos la mirada, muy muy arrecho. En ese momento empezó a tocarme las tetas y se lo permití, me gustaba y mi nivel de arrechera era cada vez mayor.
En un momento ella le ordenó a su novio que me chupara las tetas, él me miró y yo asentí y empezó. La escena era loquísima y morbosa: clavada hasta el fondo por mi novio. Una desconocida chupándome una teta y su novio chupándome la otra, ese momento de excitación me impulsó y empecé a tocarla a ella, empecé por sus tetas, luego baje a su Culo, tenía un cuerpo delicioso. Luego empecé a rozar su tanga, su novio tenía la mano dentro y ella se la quitó, dándome espacio a mi. Seguí acariciando suave, por encima de la tanga, como me gustaría a mi, sintiendo como se iba hinchando, ya podía sentir su humedad por encima de la tanga, en ese momento no aguanté más y le metí los dedos bajo la tanga. Estaba muuuy húmeda, lo sentí muy familiar, así se siente mi cuquita cuando estoy arrecha. Caliente, húmeda, deseando verga, le seguí rozando con mis dedos cambiando de intensidad, su cuerpo se arqueaba también, ella y su novio seguían tocándome, el placer era la única opción.
Luego dejé de tocarla, me quite y me concentré en mi novio, lo traje para mi, estábamos frente a frente, yo encima de él, clavada y moviéndome delicioso, empecé a subir la intensidad de mis movimientos, mientras la pareja amiga me “ayudaba” a clavarme en la verga de mi novio, así estuve un par de minutos hasta que me vine delicioso, abrazada a mi hombre, feliz, llena de placer. Hubo unas pequeñas experiencias más con otras parejas, nada más allá de toqueteos y miradas muy morbosas.
Debo admitir que lo disfruté, mucho. Me encantó sentirme observada y deseada por más hombres y mujeres, me encantó sentir una humedad diferente a la mía, me encantó tener a tres personas al tiempo dándome placer solo a mi. Fue una experiencia loquísima que hace seis meses nunca me habría pasado por la cabeza. Él llegó a mi vida a ponerlo todo de cabeza y a hacerme descubrir que mis límites siempre pueden ceder, solo debo dejarme llevar y disfrutarlo.
No sé si algún día acceda al intercambio de parejas, la verdad es que no quisiera que nadie diferente a mí lo toque, lo bese o lo haga disfrutar, seguramente él encontrará la manera de convencerme y yo estaré aquí esperando a que lo intente.
Tuya,
I.S.
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