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Mi primera vez con un hombre mayor

No me considero gay, en el sentido estricto de la palabra, a pesar de haber hecho lo que les voy a contar. Digo, nunca me han gustado los hombres, jamás los consideré ni los he considerado atractivos, para nada, pero este hombre en particular me hacía sentir de otra forma, me hacía e hizo desear por primera y única vez a otro hombre, me hizo desearlo, me hizo desear ser llenado por él en todas las formas posibles.



Se llamaba Joaquín y tenía poco más de 65 años, con la estampa propia de alguien de su edad, tenía cabello gris, cejas gruesas muy negras que contrastaban con sus profundos ojos azules, era alto, de más de 1.85 y pasaba los 100 Kg. de peso, era de piel blanca, velludo, no muy atlético, de hecho, con algo de panza, pero que a mí me terminó encantando luego, de voz grave y rostro agradable, Joaquín era casado y con dos hijas de mi edad y ante la sociedad, como Yo, era el máximo exponente de la heterosexualidad.



Distinto a mí en todo lo demás, tenía Yo entonces apenas 22 años, recién había culminado mis estudios universitarios, era delgado, de apenas 54 Kg. y 1.60 de estatura, piel morena, cabello y ojos negros, lampiño en cada parte de mi cuerpo, muchos decían que parecía un niño de 10 años.



Nos conocimos en el trabajo, era mi primer trabajo desde que terminé mis estudios y me encantó desde el primer día, buen ambiente, buenos compañeros, era un lugar bastante tranquilo y distendido para ser un trabajo, compartíamos oficinas con otra compañía pero no me molestaba, todas eran personas agradables, todas menos él. Desde el día en que lo conocí llamó mi atención, era la única persona que no sonreía en todo el lugar, casi no hablaba y apenas miraba a los demás, parecía estar siempre ocupado y de mal genio. Fue por esa forma de ser tan particular que luego me daría cuenta de que Joaquín o el Sr. Fernández, como le llamaba entonces, se traía algo raro conmigo.



Trataba de impresionar a mis jefes por lo que solía quedarme hasta muy tarde trabajando, solía ser el último en dejar la oficina, me gustaba trabajar hasta las 8 o 9 de la noche, sin nadie que me molestara, no había teléfono que interrumpiera, colocaba música y todo fluía para mí.



Joaquín hacía lo mismo, todo menos la música, pero en su oficina, al otro extremo del piso, nunca lo veía, no tenía por qué.



Una noche Joaquín llegó a mi oficina, sólo intercambiamos un par de palabras pero me resultó muy extraño que este señor, que apenas saludaba o se despedía, se tomara la molestia de ir al otro extremo del piso para hablar conmigo, el chico nuevo del lugar, es verdad, quizá fue solo por la música pero igual me resultó muy extraño. Esa noche solo intercambiamos un par de palabras, me preguntó si tenía mucho trabajo, Yo respondí que sí, y listo, no hablamos más.



La misma escena se repitió un par de veces pero cada vez fue más cordial el saludo, me preguntaba cómo estaba, cómo me sentía en el oficina y cosas así, pequeña plática.



Una noche antes de irme quise corresponder sus visitas y me acerqué a su oficina, golpeé a su puerta y éste me dejó entrar, tenía un montón de papeles, una botella de vino y una copa, le saludé y dije que ya me marchaba, que le deseaba una feliz noche, éste me preguntó dónde vivía, al responderle me dijo que como estaba en su camino que me quedara, que lo acompañara con una copa y que al terminarla él me llevaría hasta mi casa. Acepté la invitación e inmediatamente me sentí sumamente extraño, con una sensación de anticipación que pocas veces había experimentado, sentía que la situación se había hecho íntima y que algo extraño iba a suceder. Hablamos de su familia, de que, si yo tenía novia, de cuales otras cosas, aparte del trabajo, nos gustaba hacer y cosas así, nada pasó esa noche pero entablamos una relación.



Al día siguiente no le vi en la oficina y así por las próximas dos semanas, se encontraba fuera del país en un viaje de trabajo según me contó su asistente, con quién solía hablar. No le dije a nadie de aquella noche en la que compartimos copas.



Pasó otra semana y quería verle, quería tener otra plática como la de aquella noche, sentía que algo había quedado pendiente.



Al cabo de un mes me encontraba, como ya era habitual, trabajando sólo en mi oficina escuchando algo música, cuando de la nada apareció él, traía una botella de vino y dos copas, me saludó y comenzamos a hablar, me habló de su viaje y de cosas triviales, poco a poco, entre cuentos e historias, bebimos la botella, Joaquín propuso ir a su oficina por otra y así lo hicimos. Noté cuando me puse de pie que estaba algo mareado y él también lo notó, me dijo que eso sucedía por lo delgado y chico que era, que un hombre como él podía beber más por su tamaño, reímos al respecto, ya en su oficina destapamos la otra botella, seguimos hablando, él más que yo, hablamos de todo un poco hasta que Joaquín trajo de nuevo el tema de mi peso a la conversación, me preguntó cuánto pesaba a lo que respondí: 54 kilogramos. Él hizo caras de no estar muy convencido, me dijo que debía pesar menos de 54 kilos y me retó a quitarme la camisa para comprobarlo. Me pareció extraña su petición pero entre las copas y esa extraña sensación de anticipación accedí, me quité la camisa y me quedé de pie frente a él. Se acercó sin ponerse de pie, corriendo la silla hasta mí, hizo como si me inspeccionara, me miró de cerca, Yo sentía mis orejas arder del calor, sentía mi corazón latir a toda velocidad, me tocó el abdomen, me dijo que no me parecía en nada a él, que era muy delgado, sin un vello y color canela. Ante ese comentario sólo atiné a responder que debía verlo Yo a él para ver qué tan diferentes éramos. En este punto ya nada era normal, sabía lo que se venía, que nada sería como antes, que estaba poniendo en riesgo todo, absolutamente todo, pero mayor era la calentura que sentía que la razón.



Joaquín accedió, se puso de pie y se quitó la camisa y en efecto, no era para nada como Yo, hice lo mismo que él hizo, me acerqué y toqué su abdomen, dejé correr entre mis dedos los vellos de su abdomen y lo hice por un par de segundos. Fue entonces cuando vi cómo su polla crecía dentro de su pantalón, llevé mi mano hasta su polla por sobre el pantalón, Yo estaba igual de excitado en ese momento, Joaquín me preguntó si quería verla a lo que respondí que sí. Se desató el cinturón y dejo caer su pantalón, se quitó los zapatos y las medias y me dijo que Yo hiciera el resto.



Bajé su calzoncillo poco a poco hasta descubrir su polla, era grande y gruesa y aún no estaba del todo erecta, él era todo vellos, yo sentía que me corría en mi pantalón de solo verlo, sentía cómo me humedecía y mi corazón latía a toda velocidad.



Instintivamente me llevé su polla a la boca, nunca lo había hecho pero se me dio muy bien, se la chupé como una paleta, me le llevé hasta el fondo hasta sentir que me asfixiaba, chupé la cabeza de su polla, la mordí suavemente, me deleité con esa polla que crecía en mi boca. Le hice sexo oral por unos minutos, luego él me tomó de la cabeza y penetró mi boca una y otra vez hasta casi hacerme vomitar. Luego Joaquín dijo que era su turno, que yo no haría nada, que él se encargaría de todo y así me dejé, quitó mis zapatos y mis medias, lamió mis pies, estaba demasiado excitado, quitó mi pantalón y mi calzoncillo, sonrió al ver lo mojado que estaba y allí estábamos, ambos completamente desnudos, algo ebrios y muy calientes.



Joaquín me dijo que me haría venir sin tocar mi polla, que no la tocara. Me pidió que le hiciera sexo oral un poco más y así lo hice, estaba súper rígido, su polla se veía enorme en mis manos. Me pidió que me pusiera de pie y me dio la vuelta, me pidió inclinarme sobre su escrito arrojando antes los documentos a un lado, dejando el escritorio sin nada sobre el excepto mi torso desnudo, mientras lo hacía pude sentir su polla rígida sobre la parte baja de mi espalda.



Joaquín se agachó y abrió mis nalgas y comenzó a lamer mi culo suavemente, no podía evitar tensarme por la sensación que su lengua me causaba. Él me pidió que me relajara y así lo hice, el siguió lamiendo mi culo y mordiendo ocasionalmente mis nalgas. Luego metió poco a poco su lengua en mi culo, luego un dedo, Joaquín metía el dedo en mi culo y luego lo ponía en mi boca para que yo lo mojara con mi saliva, esto lo hicimos por un rato, yo estaba a reventar, veía como de mi polla salían babas cristalinas del placer, sentía que no podía aguantar más, que deseaba como nada tener su polla dentro de mí. Al cabo de un par de minutos se puso de pie, abrió mis salgas exponiendo mi culo y escupió sobre él, pude sentir su saliva caliente al tocar mi hoyo, ya no podía aguantar más, lo deseaba dentro.



Joaquín abrió con una mano mis nalgas y con la otra apuntó su polla directo a mi culo, tenía demasiadas ganas de sentirlo dentro, y fue así que sucedió, por primera vez en mi vida un hombre estaba dentro de mí, pude sentir como lentamente entraba la cabeza de su polla en mi culo, era una sensación extraña, algo molesta al principio, pero tal era mi calentura que no me importaba, quería que me la metiera por completo, quería sentir toda esa polla, que había tenido antes en mi boca, dentro de mi culo.



Me encantaba sentir el peso de su panza sobre mi espalda, sus manos grandes tomándome de la cintura y halándome hacia atrás mientras su polla entraba dentro de mí, era delicioso.



Joaquín me tocaba la espalda, abría mis nalgas, metía sus dedos en mi boca, que yo chupaba desesperadamente, me halaba del cabello, me sujetaba el abdomen y yo sentía que me iba a venir, que me correría. Fue entonces que sucedió, Joaquín se vino dentro de mí, pude sentir su chorro de semen caliente dentro, justo en ese momento, tal y como Joaquín lo prometió, Yo también me vine, sin tocar mi polla ni una sola vez, me vine tan fuerte como mi primera vez, fue delicioso.



Joaquín poco a poco fue saliendo de mí, yo estaba en un estado de adormecimiento, sentía como si fuese a desmayarme, me temblaban las piernas. Tuve el reflejo de correr al baño y expulsar su semen pero él me pidió que lo aguantara, que no lo desperdiciara, me dio la vuelta y quedamos frente a frente, me sentía genial, me pidió que limpiara su polla con mi boca y así lo hice, me comí el semen que tenía adherido a él, me lo comí todo. Joaquín me levantó de golpe, me volvió a inclinar sobre el escritorio, abrió mis nalgas y me pidió que dejara salir su semen de mi culo, que me relajara y así lo hice, lo fui dejando salir, Joaquín tomó una de las copas y recolectó todo el semen que goteaba de mi culo, cuando ya no salió más, tomó la copa y me la dio, se sirvió un poco de vino en su copa y me pidió brindar. Así lo hicimos, Joaquín bebía el vino y Yo bebía el semen que, con algo de sangre, había salido de mi culo.



Fue delicioso. Una noche que jamás olvidaré.



Luego de esto no hablamos mucho más, nos vestimos, me llevó a casa y nada más, al día siguiente y en adelante sólo éramos dos personas que compartían piso de oficinas, no éramos amigos, nada, apenas nos saludábamos si nos topábamos frente a frente, eso más que nada me tranquilizó, nunca más después de aquella noche estuve con otro hombre, fue una sola noche pero valió la pena, disfruté como nunca aquella noche con Joaquín.


Datos del Relato
  • Categoría: Gays
  • Media: 10
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