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Categoría: Infidelidad

Mi primera infidelidad sacó mi sexualidad al máximo

Me llamo Elsa y tengo 47 años, soy maestra de una universidad pública en mi estado, no me considero de buen cuerpo ni sexy, pero tengo un atractivo en los hombres y más los menores que yo, que no entiendo ni yo misma. Soy morena, delgada, 1.65 de estatura y aunque tengo unas lonjitas derivadas de mi embarazo, conservo un buen trasero que me dejo en mi juventud el jugar tenis. Mi marido tiene la misma edad que yo y aunque tenemos buena relación y lo amo con todo mi corazón, el sexo empezó a ir en declive, debido al trabajo, estrés o a la rutina que se yo, espero que no me juzguen mal después de leer mi confesión.



Como ya les dije soy maestra y me hice muy amiga de una alumna que tuve, que ya se graduó, pero seguimos la amistad después de la escuela. Nos llevamos muy bien y mi marido la conoce bastante bien, tanto, que tiene la confianza de que podemos salir juntas sin él. Ella tiene 29 años, es muy fiestera y digamos, muy aventada, a pesar de la diferencia de edad nos la pasábamos muy bien juntas. Nuestras salidas, normalmente eran los jueves a un lugar donde se baila salsa y justo ahí fue donde empezó todo.



Fue hace 6 años yo tenía 41 entonces y mi amiga 23 y ya nos habíamos hecho clientas de aquel bar, los meseros ya nos conocían e incluso algunos otros clientes que iban seguido así que nos divertíamos a lo grande. En esa ocasión llegó un grupo de Chavis mas o menos de entre 27 y 32 años, eran cuatro y al vernos ahí solas empezaron a sacarnos a bailar y nos invitaron a su mesa lo cual accedimos, platicamos y bailamos, con los cuatro baile esa noche, nos la estábamos pasando muy bien.



Entre platica y baile me di cuenta que ya llevábamos una botella y media de ron y que uno de los muchachos ya estaba muy borracho, más que nosotros, así que uno de ellos decidió llevarlo a su casa quedando solo dos de ellos Ernesto que ya estaba muy cariñoso con mi amiga y Samuel que casualmente así se llama mi marido, él y yo platicábamos de cosas banales, sin importancia. Seguimos platicando y el empezaba a hacerme preguntas un poco más íntimas, como si estaba todo bien con mi marido, si había perdido la virginidad con él, si era bueno en la cama, etc. Lo cual me daba risa y yo le reclamaba, entre broma, que eso no se preguntaba y que eran cosas muy íntimas él se reía pero seguía preguntándome y de cierta forma seduciéndome lo cual para mí era un halago y la verdad me puso muy nerviosa.



Empezó la música lenta que ponen cuando ya van a cerrar así que Samuel me pidió bailar la última canción antes de que nos corrieran, yo accedí a regañadientes y ahí me di cuenta que ya andaba algo mareada y Samuel también se dio cuenta, me agarro de la cintura para que no me cayera y me llevo a la pista sin soltarme, sentí sus manos fuertes que me hicieron sentir un tipo de descarga eléctrica que despertó mis sentidos, me rodeo con sus dos manos e hizo que mis manos rodearan se cuello, quedamos muy pegados tanto, que sentí su entrepierna entre la mía.



Samuel tenía 28 años, moreno no muy alto de esos que sin tener el cuerpo atlético son de esos correosos que al tocarlos parece que estas tocando piedra, duro pero sin estar estilizado, de eso me di cuenta mientras bailábamos y poco a poco pegaba más su cuerpo contra el mío, que ya empezaba a reaccionar y más, que me susurraba palabras al oído y su aliento me ponía chinita la piel, me decía que era muy guapa que le gustaba mucho y que envidiaba a su tocayo por poderme disfrutar cuando él quisiera y sin más, me dio un beso en la boca el cual quise rechazar pero ya no pude, el alcohol, el ambiente y la cercanía de su cuerpo me lo impidieron. Me deje llevar por aquel beso, que duro una eternidad, que la verdad olvide por completo que era una mujer casada, sentía tantas cosas que hacía mucho no sentía, las mariposas en la panza y la humedad en mi vagina que no podía controlar, más cuando sentí aquel bulto duro entre sus piernas que me relegaba cada vez más a mi pubis como queriendo clavarlo.



Reaccionamos al ver que empezaban a prender las luces, automáticamente me separe de Samuel y solamente sonreí nerviosa, le hice la seña de ir a nuestra mesa y el asintió solo moviendo la cabeza. Regresamos a la mesa pero mi amiga y Ernesto no estaban, nos sentamos sin decir nada, tome un trago de mi bebida para bajar un poco la agitación de mi cuerpo y de mi corazón que latía a mil.



Se acercó nuestro mesero y nos dijo que nuestros amigos ya habían pagado la cuenta y que después nos veían. Yo hice un gesto de enfado porque venía en el carro de mi amiga y no tenia en que regresar me, Samuel me dijo que no me preocupara que el traía su carro y me llevaba al momento que me tomaba la mano, yo tratando de reaccionar le dije que era una mujer casada, que no podía hacer lo que estaba haciendo y menos con un muchacho de su edad. El me tranquilizo y me dijo que no iba a pasar nada que yo no quisiera, que él me respetaba y que aunque me deseaba mucho no pasaría nada. Esas palabras en vez de tranquilizarme me prendieron más al sentirme deseada por un hombre más joven que yo.



Nos terminamos el trago que había quedado y salimos del bar, nos dirigimos a su carro que estaba estacionado a cuadra y media del bar, mientras caminábamos me dijo que a él siempre le habían atraído las mujeres mayores y su fantasía era estar con una, yo le replique que no iba a pasar nada, que además él era muy joven que podría andar con mujeres de su edad, él contestó que nunca lo habían besado como yo lo bese.



Llegamos al carro y me abrió la puerta para entrar, cuando di vuelta para meterme al coche me agarro de la cintura, me tiro hacia él y comenzó a besarme el cuello, yo me estremecí por la sorpresa pero al sentir su boca besando mi cuello no hice más que decirle que no, pero deseando que no parara, “detente Samuel”, le dije, pero con una voz que el entendió que no quería que se detuviera, me volteo y beso mi boca con sus labios gruesos y su lengua que quería penetrarme hasta adentro.



Yo ya no puse resistencia, solo sentía sus manos que recorrían mi cuerpo de arriba a abajo rozando mis pechos, mis caderas hasta posarse en mis nalgas que las estrujaba con fuerza hacia él, yo suspiraba y me dejaba llevar, ya estaba perdida ante aquellas caricias bruscas que donde quiera que se posaban, provocaban más excitación en mí.



No sé cuánto tiempo paso, yo seguía extasiada recargada en el carro recibiendo tremendo faje de aquel hasta hace poco desconocido, mis pechos ya estaban afuera y el los chupaba uno a uno mientras metía una de sus manos debajo de mi falda hasta llegar a mi tanga, que ya estaba mojadísimas, y hacerla a un lado para meterme un dedo que entró sin ninguna dificultad, automáticamente tuve un orgasmos que casi hizo que me cayera, el me sostuvo sin dejar de tocarme.



Yo baje mi mano buscando su verga para sentirla, la pude palpar por encima de su pantalón, de momento no supe si eres grande o chica yo la apretaba deseando sacarla e introducírmela en mi raja que ya estaba empapada y con dos dedos de Samuel que me seguían penetrando.



Entonces fue cuando le dije algo que hasta yo me sorprendí: “cógeme hazme tuya quiero sentirte dentro, cógeme”. Esas palabras salieron solas de mi boca, pero era lo que deseaba.



Samuel me soltó por un instante para bajarse el pantalón y dejar su verga al aire, no la pude ver por la obscuridad que había, luego metió las dos manos bajo mi falda y me quito la tanga, yo le ayude levantando mis pies para que saliera más fácil, él se agacho y empezó a lamer mi rajita con su lengua que me saco un suspiro e hizo que abriera los ojos y ahí me di cuenta que un hombre estaba algo retirado viéndonos.



No sé cuánto tiempo llevaba ahí, vi que tenia de fuera su verga y se estaba masturbando, no se movía, solo nos veía de lejos. Yo no pude reaccionar ni decir nada, tenía a Samuel chupándome la raja y no me importaba que nos viera, al contrario, sentí otra sensación extraña al ver a aquel desconocido sobándose la verga y observándome que hizo que tuviera otro orgasmo en la boca de Samuel, que al sentir mis espasmos, acelero sus movimientos.



Después se levantó y me abrió las piernas para acomodar su verga en mi entrada y de un solo empujón me la metió, entro fácilmente, yo estaba más que mojada sentí aquel trozo de carne entrando y saliendo de mí, lo abrace para juntarlo más hacia mí, el agarro mis nalgas para levantarme y meterme más profundo su verga que me sabia a gloria.



Mi cabeza quedó sobre su hombro, yo aferrada a él y pude ver al mirón que se había acercado un poco más a un lugar con más luz, ahí pude ver con más claridad cómo se meneaba la verga y de ratos se detenía para mostrármela completa, yo disfrutaba de la verga de Samuel y del mirón con la verga de fuera que a la distancia se veía grandes.



Samuel seguía cogiéndome con más fuerza cada vez, sentí que iba a terminar y le pedí que no lo hiciera, él se detuvo sorprendido y le dije que nos estaban viendo que no volteara, me dijo si quería que nos fuéramos le dije que no que me excitaba que nos estuviera viendo, le dije que se recargara en el carro y yo le di la espalda y me agache para que me siguiera cogiendo.



Cuando el mirón vio que Samuel se había dado cuenta de que estaba ahí, trató de esconderse, pero al ver que seguíamos en lo nuestro siguió viéndonos. Samuel me preguntó si me excitaba mucho que me vieran, yo le dije que sí, él no sabía que era la primera vez que me pasaba, así que no dijo más y me siguió cogiendo como si nada, pero ahora me manoseaba más como para que el mirón pudiera ver cómo me tenía, yo de vez en cuando gemía por la verga que estaba recibiendo esperando ver si el mirón se asomaba de nuevo para verlo, y si, de rato se asomó otra vez a la luz.



(Continuará)



Perdón por alargarme, pero es mucho lo que tengo que decir, desahogarme y sacar todo lo que tengo que decir, prometo no tardarme en seguir, besos y comenten.


Datos del Relato
  • Categoría: Infidelidad
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