Hola amigos. Voy a contarles cómo fue mi primera vez, hace ya un tiempo...
Tenía yo 19 años recién cumplidos. Estaba saliendo con mi primer novio, a quien todavía no olvido, no sólo porque fue mi primer hombre sino porque dejó en mi recuerdos hermosos. El es más chico que yo, pero ya tenía experiencia. Durante nuestros primeros acercamientos surgió el tema, y decidimos esperar el momento y lugar justo. Nos amábamos, y no alcanza con esa palabra para describir lo que nos pasaba, más allá de todo lo que transmite.
Fue así que una tarde me llamó y me dijo que necesitaba verme porque tenía que contarme algo que le había pasado. Fui a su casa, y resultó que estaba solo. Hablamos un rato sobre lo que le había sucedido, y luego me pregunto si queria dormir una siesta con él. No demostraba tener ninguna intención detrás de eso. Era una de las cosas que mas adoraba de el: no me presionaba, me invitaba dulcemente a pasar estos momentos juntos.
Nos dirijimos a su cuarto y nos acostamos dispuestos a dormir. Yo llevaba puesto mi traje de baño debajo de la ropa, porque había estado tomando sol. Me acosté de lado y el me rodeó por detrás, abrazando mi cintura. Me encantaba que hiciera eso. Se sentía muy tierno. Sentía su respiración en mi espalda y cuello. Estaba muy tranquilo. Nos quedamos un rato así, hablando, riéndonos, acariciándonos. De vez en cuando me besaba el cuello, suave, tal como me gustaba a mí.
Decidí darme vuelta y quedarme de frente a el, mirándolo. Estaba casi dormido, le besé la cara, la frente, los labios. Tenía unos labios muy carnosos, cosa que me fascinaba, porque podía morderlos fácilmente. Aún los extraño...
Empezó a acariciarme por debajo de la ropa. Y fue en ese momento que se recostó sobre mí. Cómo adoraba sentirlo encima mío, besádome, mimándome. Sentir su peso, su cuerpo, sus brazos. Pasé mis manos por debajo de su remera, y mientras nos besábamos comencé a subirsela. Con la punta de mis dedos rocé la línea de su espalda, hasta llegar a esos duros glúteos. Los tomé con mis manos, las dejé un rato allí, las subí, las bajé, siempre lentamente, tocando todo.
Mientras, el me besaba en el cuello, en la cara, en la boca. Su lengua se movía muyyy bien. Lentamente comenzó a bajar sobre mis pechos. Me preguntó si podía sacarme la remera. Me la saqué yo directamente. Me soltó la parte de arriba de mi traje y se detuvo a mirarme. Aún recuerdo su cara al ver por primera vez mis pechos. Se veía tan lindo, sonreía y no paraba de repetir lo hermosa que era. Comenzó a besarme muy despacio en el cuello, sabía que era mi debilidad. De a poco fue bajando hasta llegar a mis pechos, donde se quedó largo rato saboréandolos, tocándolos, besándolos. Los mordía suavemente, con sus dientes, con sus labios, los chupó, los lamió... A esa altura sentía cómo me humedecía abajo, cómo la ropa comenzaba a molestarme.
Le quité su remera y fue hermoso sentir su calor, ver sus pectorales marcados, sentir que era mío. El se ocupó de terminar de desvestirme, todo de a poco, despacio, disfrutando de cada movimiento, observando cada detalle de mi cuerpo. Sus miradas decían más que mil palabras. Se quitó su pantalón y calzoncillo, dejándome ver su pene erecto.
Le dije que aún no estaba lista para que me penetrara, y me dijo que no había apuro, que iba a esperar lo que fuera necesario, que le dijera cuando me sintiera lista. Siguió besándome, cambiámos de posición. Me sente sobre él y empecé a mover mis caderas, mientras él rodeaba con sus manos mi cintura y me sostenía. Gemíamos para adentro, tratando de reprimir lo que nos estaba pasando, pero era casi imposible. El placer de sentir los dos cuerpos juntos, sin necesariamente llegar a la penetración , fue fabuloso.
Pasamos cerca de hora y media tocándonos, en diferentes posiciones, sintiendo las respiraciones del otro, viendo las expresiones de placer, escuchando los leves gemidos, risas... Nos hablabamos al oído, preguntándonos qué nos gustaba, si esto o aquéllo.
En un momento determinado me decidí a chuparle su miembro erecto. La expresión de placer y su "ay mi amor" cuando la metí en mi boca son inolvidables. Me enseño cómo debía hacerlo: agarrándolo con mis manos, introduciéndolo en mi boca y recién ahí chuparlo. Jugué con mi lengua, moví mis manos, pasé mis pechos... Luego de un rato me dijo que estaba a punto de terminar, que lo hicera fuera de mi boca... Lo masturbeé con mis manos durante unos cinco minutos, hasta que vi cómo se retorció y largó su líquido blanco. Su cara de placer se asemejaba a la de un niño al que le están dando la leche... Era tan bello.
Nos abrazamos y siguió besándome. Recorrió todo mi cuerpo con sus labios y su lengua. Besaba tan bien mmm... Al mismo tiempo me miraba y sonreía. Comenzó a fortar su miembro contra mi clítoris. Estábamos tan mojados que se deslizaba fácilmente y provocaba sensaciones increíbles. El verlo a el moviendose sobre mí me hizo sentir feliz, como pocas veces en mi vida... Pasó un rato, no pude medir el tiempo, mi cabeza volaba en ese momento, hasta que sentí que estaba lista para sentirlo dentro mío.
Y le dije "entra, haceme tuya gordo...". El se volvió loco, me preguntó si estaba segura, a lo cual asentí. Me explicó que me dolería un poco al principio, que no me asustara, que trataría de hacerme sentir lo mejor posible. Tomó su miembro y lo acercó lentamente a mis zonas bajas. De a poco colocó su punta sobre mi vagina y comenzo a moverla suavemente. Sentía que estaba punto de explotar... Y lentamente fue entrando, hasta meterla completamente.
La primera vez que penetro me dolió un poco. Sintió mis quejidos y se asustó, no quería hacerme doler. Nos quedamos unos segundos quietos hasta que le pedí que comenzara a moverse. Lo hizo lentamente al principio, muy dulcemente, besándome el cuello al mismo tiempo, mirándome a los ojos, sonriéndo, preguntándome a todo momento si estaba bien. De a poco comencé a sentir cosquillas dentro mío, en la zona de mi vagina, pequeñas contracciones. Había pasado un buen rato de bombeo, y no quería que acabara nunca. Lo abracé fuerte de la cintura y le pedí que la metiera hasta el fondo. Colocó una de mis piernas sobre su hombro, de tal manera que quede bien abierta...
Entró muchísimas veces, siempre despacio, hasta el fondo, gimiendo los dos. Nuestra respiración comenzó a acelerarse. Y me dijo que le faltaba poco. A mi también me faltaba poco. Continuó cogiéndome, cada vez más fuerte, cada vez gozando más los dos, cada vez más cerca del clímax. Hasta que sus ojos se cerraron, comenzamos a gritar, nos besamos con ganas, como si nunca lo hubiéramos hecho, y sentí como mi cuerpo explotaba, cómo el de él también lo hacía... Fuimos bajando el ritmo hasta quedarnos quietos. Se recostó sobre mí, nos besamos una vez más, esta vez prolongadamente... El extásis que sentimos es inexplicable.
Cuando miramos el reloj nos dimos cuenta que habían pasado cuatro horas desde que habíamos empezado... Estábamos realmente exhaustos, así que nos metimos en la ducha a refrescarnos un poco. Allí lo hicimos una vez más, parados, ya más rápido, porque el agua se acababa.
Nunca pensé que mi primera vez fuera tan hermosa. Se lo debo a él y no me va a alcanzar la vida para agradecérselo. Creo que lo hermos de mi primera vez se debió también a que fue con la persona que amaba y por la que sentía cosas muy fuertes... Espero algún día volver a encontrarla en el camino de la vida, para darnos una segunda oportunidad... Para vos Colo, tu recuerdo va a estar siempre dentro mío...