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Mi prima Carola

 quiero decirles que lo que les voy a contar sucede de verdad.
 Mi nombre es Adolfo y esto pasa desde hace poco tiempo. Tengo 26 años.
 Comenzó en una fiesta en casa de un tío.
 Era el cumpleaños de la hija de este tío que se había casado con una mujer viuda que ya tenía hijos e hijas. Una de las hijas menores era Carolita de 11 años.
 Desde que llegué con mi familia, la esposa de mi tío y sus hijas nos atendieron muy bien, fueron muy amables, nos sentimos muy cómodos.
 Carolita se apegó de inmediato a mí, iba donde yo iba y me miraba embobada todo el tiempo. Claro era el único más joven, cercano a su edad que no tenía compromiso en ese lugar, todos y todas tenían pareja. El resto de la familia eran todos mayores.
 Después de varios brindis, comencé a aceptarla más fácilmente. Cada vez que se me acercaba me hacía babear, mis ratones se disparaban, porque ella buscaba recostarse sobre mí y hasta en algún momento creí sentir su manito muy cerca de mí sexo.
 Eran como las 11 de la noche y todos se empezaron a embriagar y mis primos más pequeños iban quedando dormidos y los más jóvenes o bailaban o se iban a lugares más discretos de la casa, en ese momento decidí salir al patio trasero a tratar de calmar mis ratones y de paso fumar un cigarrillo.
 Estaba muy agradable la noche en aquel lugar solitario en un momento entra Carolita y me dice
-¿Qué estás haciendo?
 -Fumando un cigarrillo -le contesto
- ¿A qué sabe?
-Mira no lo sé pero no está mal. ¿Quieres probar?
 Dio una pitaba y casi se ahoga. Le dije que no es malo que a todos nos pasa la primera vez. Ya entrada la noche empezamos a charlar sobre cosas intrascendentes hasta que ella toco el tema del sexo.
-¿Tu lo hiciste alguna vez? - Me pregunto.
-Sí, algunas veces - Le respondí
-¿Cómo es hacerlo? ¿Es lindo?
-Por supuesto. A mí me gusta mucho
 Esto llevó a que me hiciera ella una pregunta que me dejo helado
-¿Me enseñas a hacerlo?
 Le conteste sí, claro, por supuesto. No debía decirle a nadie que yo le había enseñado y prometió
-Te lo juro, primo. No diré nada
 No me lo podía creer.
 La abracé haciéndola subir a unos escalones para tenerla a mi altura y le empecé a besar el cuello. Su respiración agitada y sus nervios la hacían jadear.
 La toqué por todos lados. Lo más destacado eran sus nalgas porque no tenía pechitos.
 Para entonces yo tenía la verga bien dura. La abracé por la espalda y se la empecé a restregar por todo su culo ella solo se movía y hacia pequeños sonidos de quejidos. Eso me excitaba aun más. Me tomó las manos y las dejó en el lugar en el que algún día estarán sus pechos y suavemente paso una mano hacia atrás para tocarme la pichula que yo la tenía como piedra.
 No aguanté más. La hice girar de frente a mí, le levante la blusa que llevaba y le empecé a morder las tetinas, botoncitos que algún día seguro sería buenas tetas de mujer. Ella solo me revolvía el cabello y me apretaba contra ella.
 Después, con cierta torpeza quiso desabrocharme el pantalón pero le tuve que ayudar. Me lo bajó un poco y metió la mano por la bragueta de mi bóxer. Se quedó boquiabierta. No podía creer lo que estaba tocando. Era un trozo de carne de 21cm completamente duro.
 Como era evidente que no sabía qué hacer, puse mis manos en sus hombros y presioné para que bajara. Como por instinto lo llevo a su boca y comenzó a besarme la pichula hasta que le pedí que la metiera en su boquita y la chupara.
 Decidido, la levanté, le quite el calzón de nena que llevaba y le empecé a meter un dedo en la vagina, ella se retorcía y me apretaba la pija.
 Decía que ya no aguantaba más. Le metí otro dedo hasta que sentí como se corría. Yo ya estaba a mil, sentía que me moría por entrar en ese pequeño rincón húmedo y estrecho que mis dedos estaban tocando.
 La llevé hasta un lugar donde había más oscuridad. La senté en una mesita de jardín y tras separarle las piernitas flacas, me agaché y empecé a lamer ese coñito lampiño y dulce. Carolita gritaba y ella me dijo
-Por favor, ya no aguanto más. Metemela primito
 Sin dudarlo agarre mi palo lo dirigí hacia su coñito y se lo empecé a meter lento. Le dolía y cuando le entró la cabecita después de romperle la telita grito
 -No, primo, no. Me duele. Sacamela, por favor
 Yo no le hice caso y empujé para que le entrara toda. Para que no gritara le tapé la boca con la mía
 Al rato ya no le dolió y empecé el mete y saca despacio hasta que fue aumentando la velocidad. Ella ya no podía controlar sus gritos y me mordía los labios. No resistí mucho y cuando la sentí acabar me dejé ir llenando el recién desvirgado coñito con mi leche.
 Me di cuenta que le puse mi verga hasta los pelos en la conchita. Me corrí como nunca en mi vida lo había hecho.
 Ella también había acabado por primera vez y con mi verga adentro. Nos limpiamos, acomodamos la ropa y nos metimos a la casa. Ella no caminaba bien y se sentó discretamente en un rincón hasta que se fue a lavar al baño.
 Desde ese día cada vez que la veo lo hacemos. Dice que se quiere casar conmigo pero yo se que solo es una chiquilla caliente y tonta, aunque coge muy bien. Yo le digo que cuando aprenda a comerme con el culito, dice que si pero cuando intento ponérsela por atrás, sale despavorida. Se asusta porque le duele mucho y no se deja culear. Sí, me mama muy bien la verga, me chupa los huevos, de a uno por vez porque son grandes y hasta me chupa el culo aunque se queja porque lo tengo muy peludo.
 ¡Qué bien coge la mocosita!
 Lo que más me llama la atención es que solo tiene 11 años y desde la primera vez se aguanta mis 21 centímetros de robusta chota. Dice que le encanta cuando estamos los dos desnudos en la cama.
 A mí me gusta más coger con ella que con mi novia a quien le doy por sus tres agujeros sin ningún drama.
 El problema es que me casó en seis meses porque mi novia quedó preñada. Espero que a mi primita Carola no le haya hecho también un hijo. Sería trágico