Aquella primera experiencia con Randy me había marcado para siempre. Era algo que desde su inicio tuvo que ver con la fuerte y abierta sexualidad que he desarrollado. Como había comentado en el anterior relato (“Mi perro me sedujo”), no me considero gay, de hecho, aunque he experimentado y he hecho casi de todo en lo que llevo de vida, no creo que me gusten los hombres como género, mucho menos como pareja, solo veo el carácter puramente sexual de cada situación. Mis encuentros con Randy se hacían cada vez más seguidos, era algo que disfrutaba mucho y con lo cual aprendí a querer a mi mascota de forma especial. Mis padres se iban a trabajar, yo a estudiar, pero siempre regresaba terminando las clases para poder estar con él. Había dejado de hacer vida social con mis amigos del cole, pues siempre andaba apurado para llegar a casa. Sabía que tenía al menos par de horas hasta que llegara alguien. Fueron los 3 meses más activos de mi sexualidad adolescente… Bueno, por decirlo de alguna forma, pues en realidad me comportaba de forma bien pasiva, el era mi amante, yo su puta perra. Toda la diversión terminaría cuando se vino mi abuelo a pasar una temporada en casa. Pues sí, nunca había estado tan furioso de tenerlo entre nosotros. Imagínense como son ellos, todo el día merodeando por doquier, metiéndose en todo, apenas salía a botar la basura o hacer alguna compra, tareas que realizaba en horarios matutinos. Mis tardes se volvieron una depresión. Aunque volví a andar con mis compañeros, siempre estaba en las nubes, no me enteraba de nada, solo pensaba en el tiempo que llevaba sin sentirlo dentro. En las noches no podía hacer nada, pues mi abuelo, tan ortodoxo como es, no veía correcto tener al perro suelto por la casa… Toda una situación… Solo de vez en cuando el niño aprovechaba los juegos y los paseos para agarrarme de un pie, moviéndose como queriendo cogerme. Claro está que trataba de controlar esa situación, pero se me hacía muy difícil, pues hasta yo llevaba tal desespero. Más de una vez lo agarre por su funda, logrando acariciarlo hasta sacarle su morado pene y poder mamarlo un poco… Esos eran mis consuelos… En una ocasión, entre desesperos, logre fijarme que el abue se quedaba dormido leyendo la prensa en el portal de la casa. Normalmente no demoraba en darse cuenta y reaccionaba, incorporándose de esta forma a su faena. Se me ocurrió intentar durante una de esas rutinas. Pensé, “total… un rapidito me vendría bien… con solo sentirlo un rato dentro, ese trozo de carne morada…” hasta ahí llegaban mis ideas por que no podía mas… Entonces me decidí. Estuve cronometrando sus actos durante varios días y calcule la hora aproximada, tendría unos 20 minutos a partir del momento en que comenzara a cabecear. Para prevenir cualquier infortunio, agarre a Randy, quien llevaba tiempo persiguiéndome y tratando de cogerme en cualquier situación, y lo lleve conmigo al baño. Digo yo, “aun despertándose el viejo antes de tiempo, estoy acá y no me va a hacer guardia, en cuanto se aparte de la puerta saco al chucho.” Una vez planeado todo, el corazón me latía a mil, estaba decidido, pero me moría del miedo. En cuanto le hice una seña a mi macho, dándome una palmada en la nalga, este como animal en celo corrió detrás de mí. No tenía tiempo para juegos preliminares, solo quería sentirme clavado y quizá Randy lo sabia o tendría la misma necesidad, después de todo llevábamos un tiempo sin “actualizarnos”. Andaba ligero de ropas. Como siempre, en casa solo llevo un short y algo arriba, pero esta vez debía ser lo más eficiente posible, solo contaba con unos minutos. Cerrando la puerta detrás de Randy, en un ágil movimiento caigo desnudo al piso. No había considerado lo estrecha que era esa habitación, pero no era el momento para nuevos cálculos. Ahí estaba yo, en cuatro patas con mi nene detrás. Teníamos el espacio justo para que todo ocurriese en el instante. Muy desesperado el perro me pasa su áspera lengua por el ano… ”Dios… cuanto más podía esperar por esto…” No podía creerlo, estaba a punto de ser cogido por mi macho. Solo aguanté unos lengüetazos antes de agarrarlo como pude por sus patas delanteras y subírmelo encima. Para ese entonces ya mi pene estaba a todo reventar y chorreando indescriptibles cantidades de liquido pre seminal. Guiado por su instinto y entrenado por nuestros previos encuentros, Randy en solo unos pocos movimientos atina en mi agujero hambriento de su majestuoso pene. No lograba expresarme, debía ser lo más silencioso posible, no podía con esa situación, pero la prefería a no tenerlo en mi interior. Mientras el animal jadeaba, en respuesta a su desenfreno y al calor que estábamos generando en ese reducido espacio, sentía su respiración cerca de mi oído. En realidad no estaba ni meramente a mi alcance auditivo, pero las condiciones acústicas del lugar hacían que lo escuchara susurrándome algo. Parecía que me decía cosas… Eran sonidos que claramente llevaban carácter dominante, machista y, por qué no, un toque de suciedad, en fin de cuentas estaba clavando a su perra. A su vez, la parte baja de mi espalda era invadida por la saliva de mi Spaniel. Era lo que más ansiaba desde hacía mucho rato, ser su perra nuevamente mientras sentía como me poseía a más no poder. Debía ser precavido, en caso de meterme la bola podríamos haber llegado a una situación embarazosa y peligrosa, pues el tiempo para terminar se dilataría aun más. Todo ocurría de una manera muy rápida, incomoda y el factor miedo no dejaba de molestarme, pero ahí estábamos, la perra y su amo… Los papeles totalmente invertidos. “Si papi, dámela toda, lléname de tu rica lechita… siento no haberte dado el culo en tanto tiempo… Ven nene, vacíate… No importa que sea rápido, no te preocupes si tu perrita no se viene, solo hazlo tu, mi niño…” Todas esas cosas las murmuraba deseando que me escuchara. Con solo el hecho de estar clavado por mi macho me hacia la perra mas puta… que mas podría desear. Tenía un déficit de esa tranca y lo estaba saciando. Habrían pasado unos 10 minutos cuando tocan la puerta del baño. “Me cago en la puta…” pensé… Mi abuelo dijo con un tono de voz algo serio, “¿estás ahí?..” Yo, con una expresión ahogada, en parte por el susto y en parte por el trozo de picha que tenia metido hasta el fondo de mi culo, le respondí… “Este… si… abuelo, en un momento salgo…” “¿Que haces, porque demoras tanto?” En ese momento solo me venían a la mente respuestas estúpidas, pero en fin de cuentas ¿que más se puede hacer en un baño? “Es que tengo un dolor de estomago que no puedo… debe ser algo que me comí… no te preocupes, en cuanto termine te aviso…” Entonces se oyen sus pasos alejarse de la puerta. Pasos que no había escuchado cuando se acerco porque mi cabeza estaba en otra parte. Andaba volando mientras Randy me destrozaba el ano… Reaccione cuando sentí al macho presionarme el culo. Me había dado cuenta que era el momento. Debía impedir que me abotonara. Una porque hasta el momento lo estaba evitando, nunca lo habíamos logrado, otra pues no podía demorar más en aquello… Pero la lujuria venció al raciocinio… Era como si mi mente hubiese pensado “que mas da… ya el viejo se despertó, ya sabe que estas aquí…” Provocado por la incomodidad para accionar en tan reducido espacio, teniendo a mi izquierda una pared, a la derecha el inodoro, delante la bañera y detrás, casi contra la puerta, a Randy empujando con todas sus fuerzas, siento como se me abre el culo provocándome un dolor que hasta el momento no había sentido jamás. Me había ensartado toda aquella cosa… si, cosa… no tendría otra descripción para tal aparato. Estaba siendo atravesado por mi macho con bola y todo. Nunca habíamos llegado a eso y no creo que fue el mejor momento, pero ya era tarde. No tenía movilidad, ni para tirarme al suelo, ni para lamentarme gesticulando, ni siquiera para jalarme mi pene, que hasta ese instante habría derramado una enorme cantidad de líquido al suelo. Ahí yacía, no podía ni alcanzarlo para saborear mis propios jugos. Ufff… pero estaba casi satisfecho… mi culo bien roto, abotonado, lleno del pene más rico que hasta ese entonces había probado, chorreando la leche de mi nene por las piernas… En esa situación, mientras sentía como bajaba de a poco el dolor que me había provocado con su bola, siento como exploto. Comienzo a soltar cantidades incalculables de chorros de semen. Me estaba viniendo de la forma más pasiva posible. Ninguno de los dos nos movíamos desde hacía unos minutos, sin embargo basto relajarme y disfrutar de esa carne apoderada totalmente de mis entrañas, de sus jugos salirse de mi culo, para que me viniera a torrentes de leche desesperada por salir. Como pude me lo agarre y logre vaciar lo que me quedaba… Era casi una total coordinación entre el momento en que termine la corrida más genial desde hacía rato, el instante en que se le bajaba a Randy la bola y por tanto se soltaba de mi, y en que mi abuelo, ya desesperado por que saliera del baño intenta abrir la puerta. “Espera un segundo abuelo, ya estoy saliendo… ya termine, solo debo lavarme…” El viejo se queda cerca de la puerta protestando mientras pasan otros minutos. Randy se había bajado y recuperado, yo estaba listo, pero el baño era un asco… todo lleno de leche, sudor y cuanto liquido había generado aquella escena… Como carajo salgo con el perro delante de mi abuelo… Estaba a punto de abrir la puerta cuando suena el teléfono y el viejo se aparta para responder… Esa era la oportunidad que esperaba… Escuchándolo al habla, aproveche para sacar a Randy, quien por costumbre salió caminando hacia mi habitación. Eso me convenía, pues el hecho de que pudiera el abue haber pensado donde está el chucho, tendría una coartada. Mil veces prefiero que me regañe por malcriar al perro, que ser cogido (y nunca mejor dicho) en esa situación. En el siguiente minuto salgo del baño, con molestias en la zona anal provocadas por aquel bestial abotonamiento. Pero eso me vino como anillo al dedo, pues ahí tenía la razón por la cual demoraba en el baño. Simule mi dolor de estomago y, aunque creo que mi abuelo pudiera sospechar algo desde entonces, siempre le dejo el beneficio de la duda a su favor. Y esta, amigos lectores, es la historia de mi primer abotonamiento que, a pesar de haber sido en condiciones desfavorables, fue otra de las tantas páginas que han llenado mi diario sexual. Espero les haya gustado y una vez más les dejo mi contacto para que se sientan libre de escribirme. Gracias por la cantidad de emails que me aun llegan luego de mi primer relato.