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Categoría: Confesiones

Mi paseo por el bosque

Parece que aquel día nos habíamos levantado ambos con el pie izquierdo, por un motivo trivial comenzamos una discusión que fue subiendo de tono hasta adquirir tono violento y nos intercambiamos palabras ofensivas, que me llevaron al paroxismo de traer lagrimas a mis ojos y mucho dolor a mi corazón. Me vestí muy enfadada y salí a la calle dando un portazo, llena de rabia por las palabras ofensivas que me había dirigido y sin rumbo de pronto me vi en un bosque cercano, hecha un mar de lagrimas y de esta guisa fui deambulando por los caminos del bosque sin poder parar el rió de mis lágrimas. Ignoro el tiempo que llevaba caminando, cuando divisé al guardabosques, que se acercó a mi solicito a preguntarme que era lo que me sucedía y yo no quise o no pude contestarla, pero tomándome de los hombros me acerco a su pecho en gesto de querer consolarme, un gesto que le agradecí profundamente y seguimos caminando, hasta llegar a una cabaña, que enseguida identifique como la casa del guardabosque y me invitó a entrar, mientras me ofrecía acojo ofreciéndome un vaso de agua y un café cosas ambas que acepté agradecida.



La habitación era pequeña pero había sitio para un par de sillas, una estufa, una mesa y un catre lateral, sin poderlo evitar me dirigí a la cama y allí me lance a llorar con mas libertad, sobre su almohada. El guardabosque se acerco a mí con la taza de café ofrecida y se sentó a mi lado en el borde de la cama, mientras me preguntaba que le contara que me había sucedido para tener tantas ganas de llorar. Le dije que había tenido una gran pelea con mi marido y por eso había salido de mi casa. Me tome a pequeños sorbos mi taza de café y se la devolví, el la llevo a la especie de estufa de donde la había sacado y volvió a la cama para sentarse a mi lado de nuevo, mientras ponía su brazo sobre mis hombros, intentando consolarme, yo me refugie en su hombro y seguí llorando, mientras el me acercaba mas a su pecho pidiéndome que dejara de llorar, porque le estaba dando mucha pena verme así, saco un pañuelo de su bolsillo que me pareció casi una sabana y comenzó a secarme los ojos con mucho cariño, mientras me acariciaba la espalda y me pedía que me tendiera en la cama a descansar. Así lo hizo y me ayudo a subir las piernas y ponerlas sobre la ropa, solo que al colocarlas note como me las separaba y me quitaba los zapatos.



Volvió a sentarse a mi lado, pero esta vez lo hizo a mis pies y comenzó a acariciarme los pies, como dándome un masaje, que incluía mis dedos y que note me hacían un efecto tranquilizante, paso a seguir el masaje en mis tobillos y en mis pantorrillas, mientras yo sentía un agradable sentimiento de tranquilidad y agradecimiento, pronto note que había llegado a mis rodillas que se mantenían separadas, tal como el me las había colocado al llevar mis piernas al acostarme, me deje ir en ese sentimiento, hasta que note sus manos grandes en mis muslos y ya comencé a sentir un agradable cosquilleo en mi vagina que hizo que la humedad me invadiera y el placer por la caricia fuera el sentimiento predominante.



Dejé de llorar y quise decirle que ya estaba bien pero ni una sola palabra era capaz de pronunciar, me abandone y abrí aun mas mis piernas muy despacito pero el lo notó y notó que mi deseo dominaba a mi tristeza y a cualquier sentimiento que no fuera el de desear que continuara con sus caricias así que no hice ni un gesto cuando sus dedos se encontraron con mis braguitas que con mucha suavidad acaricio por fuera y note como sus dedos pasaban por encima de mi cueva y se hundían un poco en mi rajita en una raja ya húmeda, para pasar a ponerme el pantalón a un lado y ya tocar mis vellos, termine involuntariamente de abrir mis piernas y su cabeza bajó y su lengua se hundió en el interior de mi vagina, cosa que me obligó a levantar mi trasero para recibir su lengua allá donde estaba ya loca deseando que llegara y en ese momento pronuncie la primera palabra en forma de quejido de placer. Rápidamente su lengua se apropió de mi clitt y su mano hurgaba en su pantalón hasta sacar su pene que salto como u resorte, mientras me decía.



Te voy a consolar mi bella dama y hacerte olvidar a quien te ha hecho llorar y mi vulva comenzó a humedecerse en forma irrefrenable y deseo que entrara ya en mí, pero el tomo mi mano y la llevo a su pene. Una hermosura de macho, dura sin piel en su comienzo y que acaricié con agradecimiento, mientras el se subía sobre mi y ya supe que me iba a penetrar, subió mi falda hasta por encima de mis muslos y mi vagina quedo libre ante sus ojos por completo, lamente en aquel instante el no haberme rasurado desde hacia mucho tiempo por ello, por un instante pensé que a lo peor no le gustaba, pero no era ese el caso, mientras acariciaba mis vellos su mano me fue desabotonando la blusa y saco una tras otro mis senos a los que se abalanzó como niño hambriento a succionarlos y masajearlos sin dejar de tocar mi vulva que ya hambrienta esperaba también que la usara y me hiciera la mujer mas feliz del mundo además de que yo nunca había imaginado que eso que palpitaba en mi mano, pudiera entrar en mi por un segundo la comparé con la de mi marido y en la comparación mi marido perdía todos los puntos.



Sin querer salió de mis labios una frase de la que nunca había pronunciado. Por favor métemela dentro, ya no puedo aguantar mas!! Y casi antes de que yo la pronunciara sentí el primer empujón brutal, que hizo que me sintiera rota por la mitad, pero entrando en el paraíso y mi primer orgasmo me envolvió en una nube de placer que me hizo olvidar donde estaba, solo el placer dominaba todos mis sentidos y fui cayendo en una cima llena de luz y de placer que jamás había sentido, sentí como si este hombre se hubiese convertido en una fiera que entraba y salía de mi al mismo tiempo que estrujaba mis senos hasta hacerme daño y placer al mismo tiempo y sentí sus chorros calientes inundando mi interior caliente y suave, sin parar a pesar de saber que era su orgasmo primero, su rapidez no disminuyó ni la dureza de su pene bajo, siguió y yo noté que a mi también me llegaba el orgasmo, que se unía a sus chorros sin para, levante mis piernas y las pase sobre su cintura, con lo cual conseguí que la unión fuera aun mas estrecha y como sus testículos me golpeaban el trasero. Por primera vez sus labios buscaron los míos y la aspereza de su barba arañó mi cara mientras nuestras lenguas se buscaban hambrientas. Tan pronto nuestras lenguas comenzaron a jugar entre ellas su cuerpo comenzó de nuevo a entrar con fiereza dentro de mi y yo note que un nuevo orgasmo se acercaba a nosotros, sin remedio nos entregamos y sus manos acariciaban sin parar todo mi cuerpo, sus manos acariciando mis muslos eran una delicia y mis nalgas agradecían sus caricias con escalofríos de placer, que me hacían apretar cada vez mas mis piernas enrolladas en su cintura con mas fuerza, yo no quería que aquello acabara nunca, pero mis sentidos me iban abandonando y perdí el conocimiento y de pronto todo a mi alrededor se puso negro.



Desperté y me encontré toda desnuda, mi ropa había desaparecido. El me había desnudado, mientras yo estaba inconsciente y sus labios recorrían mi cuerpo con su lengua por delante, creo que hasta había lavado mi vulva pues la note fría, pero su boca me hacia entrar de nuevo en calor y mi deseo seguía intacto. Oí su voz que me decía que le había dado un susto al perder el conocimiento pero daba gracias a que de nuevo estaba bien y añadió: Tu marido nunca te lo ha hecho así? Tuve que contestarle que nunca tan rico y el me pregunto a continuación: Y por tu traserito te ha probado alguna vez? Le conteste que nunca y el siguió quieres que te pruebe yo?



Y sin esperar mi respuesta me dio la vuelta poniéndome boca abajo y note sus dedos en mi trasero buscando mi hoyito. Unos escalofríos recorrieron mi cuerpo y cuando lo encontró, metió sus dedos en mi vagina y así húmedos, lo fue introduciendo, causándome dolor y placer al darme cuenta de que iba a experimentar algo nuevo en mi vida y lo deseé dispuesta a sufrir el dolor que aquel macho me iba a causar, pero para terminar de redondear aquella casualidad que en destino había puesto en mi camino y fui sintiendo como la punta de aquella monstruosidad se acercaba a mi hoyito, mientras el me decía: Te voy a hacer un poco de daño, pero después te gustara y me darás las gracias, y sentí una punzada que me llego hasta la cintura y me hizo dar un grito de dolor. El se quedó parado y me dijo: Aguanta nena es solo un ratito y a continuación siguió penetrándome. Fui sintiendo cada milímetro que se hundía su pene en mi con dolor, hasta que note como sus testículos me golpeaban en la vagina y ahí se acabo el dolor para comenzar esa sensación de ser otra mujer, que le estaban arrebatando algo que nunca sospechó existiera y que además fuera placentero, despacito se fue retirando y cuando creí que ya iba a salirse de mi, volvió a penetrarme hasta el fondo y un nuevo grito se escapó de mis labios, pero ya el placer era superior y ya fue un sin parar de entrar y salir de mi, mientras que también por esa parte el orgasmo me llegaba y con incredulidad sentí como me humedecía de nuevo y mi trasero se pagaba a el como para impedir que se saliera y volví a notar los impulsos calientes en mi interior, que me decía que me había vuelto a inundar con su esperma caliente.



Un buen rato quedamos así unidos en un cansancio rico en sentimientos y poco a poco volviendo a la realidad. Tenía que volver a casa, pero pensé que esto no lo podría olvidar jamás. Me ayudó a levantarme dándome besos por todo el cuerpo sin poder apartar sus manos de todas partes y me fue facilitando mi ropa interior, que me ayudaba a ponerme, pasando mis braguitas por las piernas, mientras besaba mis labios, mis nalgas y mis senos antes de abrocharme mi sujetador. Me dijo que podía salir después de mirar el camino, que estaba desierto y me pregunto si volveríamos a vernos, le dije que no lo creía, pero el contesto que me esperaría cada día, que era soltero y me deseo que nunca me olvidaría aquel había sido el día mas feliz de su vida, yo le contesté sin mentirle que yo tampoco le olvidaría nunca, con un profundo beso abrió la puerta y me dejó marchar.



Al comenzar a caminar note un pequeño dolor en mi trasero pero me dio alegría sentirlo y así poco a poco regresé a casa. Mi marido ya estaba preocupado y se deshizo en caricias para hacerme olvidar el enfado de esa mañana, mientras yo me decía internamente bendito enfado.


Datos del Relato
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