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Después de nuestros maravillosos 3 días juntos, mi madre se había vuelto a ir de viaje de trabajo y mi hermano estaba de vacaciones con su novia, así que mi papi y yo nos volvimos a quedar solos. Era agosto y para no quedarnos aburridos en la ciudad, mi padre propuso irnos a la playa. Tenía un amigo que trabajaba en un hotel y enseguida nos consiguió una habitación en su hotel. (Con dos camas separadas, claro está)
Cogimos el tren y a las pocas horas, estábamos en la playa. Nos instalamos en la habitación y enseguida quise bajar a la piscina. Me puse un bikini azul clarito, con lazos y mi padre un short azul, como os dije, se cuidaba mucho y tenía cuerpo para ello.
Ya en la piscina (bajaríamos a la playa más tarde) los chicos no me quitaban ojo de encima. Tengo que reconocer que las mujeres tampoco le quitaban ojo de encima a mi padre.
Me metí en el agua y no me di cuenta al principio, de que con mi bikini azul clarito, mis pezones se transparentaban. Así que mi coñito también, supuse.
Tenía a mi lado a un chico de unos 20 años. Era mono, y yo también me fijé en él. Mi padre me hizo un gesto con la cabeza para que le diera conversación. Y así fue.
Estuvimos hablando un buen rato y el chico se fue luego al otro lado de la piscina. En esto se acercó mi padre y me dijo:
-¿Te gusta?
-Sí, es mono.
-Pues anda, ve a buscarle y fóllatelo.
-¡Papi, que dices!
-Tendrás que hacerlo con chicos de tu edad ¿no?
-Sí, pero, ahora solo quiero follar contigo, papi. No quiero compartirte con nadie más. Estos días son solo para nosotros.
Me miró y me sonrió.
Después de un rato de nadar, empecé a aburrirme y además me dio una calentura, por lo que me salí del agua y me subí a la habitación, después de decirle a mi padre que me apetecía comer algo.
Me metí en la ducha y comencé a masturbarme con el chorro de agua. Recorría mi chochito de arriba a abajo con suavidad, y luego me daba en el clítoris. Era una sensación maravillosa. Con el ruido del agua, no oí que la puerta de la habitación se abría.
Estaba con los ojos cerrados, gimiendo como una loca de placer, cuando un ruido me hizo abrirlos. Era mi padre, que estaba en el umbral de la puerta del baño y me invitó a que terminara de masturbarme.
Eso me puso a cien y como ya estaba casi al borde del orgasmo, enseguida me corrí con un grito muy grande.
-¡Aaaaaah!
Caí de rodillas en la ducha, extasiada de placer, mientras el agua caía sobre mi cabeza. Mi padre me cogió en brazos y me llevó a la cama. Puso la toalla en ella y a mi encima. Estaba toda mojada.
Él se agachó a mi boca y empezamos a besarnos apasionadamente. Me metía la lengua hasta la campanilla y yo a él.
Éramos como dos amantes enfervorizados. Estoy segura de que nunca experimentó tanta pasión con mi madre, como conmigo en este momento. Yo seguía mojada, así que nuestros cuerpos se escurrían y se frotaban mejor.
Al poco su pene estaba erecto al máximo. Mientras seguíamos tocándonos y besándonos, le dije al oído que podía follarme sin condón, que ahora mismo no podía quedarme embarazada.
Él me sonrió como en la piscina y entonces hizo algo que me volvió a poner a cien. Se puso encima de mí y con el glande, fue acariciando mi tripa, bajando despacio hasta mi rajita.
Fue como si me follara, pero sin penetrarme. Se frotaba contra mí, muy rápido, sin metérmela y como estábamos mojados los dos, fue muy agradable.
Yo estaba a tope y notaba como de su pene salían unas gotitas de líquido preseminal y ahora sí, me la metió toda.
Le dije que me follara fuerte, que estaba deseándolo. Comenzó a bombearme fuerte desde el principio, como le pedí.
Yo gemía como una loca, no me importaba que nos oyeran. Nadie sabía realmente, que quien estaba en esa habitación, eran un padre y una hija incestuosos, deseosos de sus cuerpos y entregados a la pasión del sexo.
-Ah, ah, ah, Papi, papi, papiiiii.
-Mi niña, gemía el, mi niña, mi niñaaaa.
La cama botaba como si se fuera a romper. El cabecero golpeaba la pared rítmicamente. Nuestros cuerpos estaban fundidos en uno.
Mi padre seguía follándome con fuerza, tenía mucho aguante. Yo estaba agarrada a su espalda, aguantando sus embestidas.
Como diez minutos después, sentí llegar el orgasmo. Lo veía cercano, grande, más grande aun que cuando me corrí en la ducha.
-Ugh, papi, gemí. No pude evitar clavarle las uñas en la espalda.
El dio unos empujones más y me corrí, clavándole más las uñas en la espalda.
-¡Papiiiiii!
-Sí, mi niña, ¿te gusta?, decía.
-Sí, papi, es maravilloso tenerte dentro. ¿Tú te corres ya?
-No mi niña, todavía aguanto un poco más.
Entonces nos giramos y me puso de lado. Nos pusimos a follar haciendo la cucharita.
Notaba su polla dura como nunca, frotando todo mi chocho y la sensación era mejor todavía. Con su mano derecha empezó a masturbarme y eso me hizo volverme más loca aun.
-¡Aaaaaah! ¡Papiiiiii! ¡Qué gustoooo! ¡Sigueeee! ¡Maaasss! ¡Maasss! ¡Me corroooo!
¡Me voooyyy!
Estallé en un orgasmo tremendo por segunda vez. Fue mejor que los dos anteriores. El me giró y termino de follarme de cara.
-¡Aaaaah! ¡Me corro Sofía! Me dijo. ¡Me corroooooo!
Dio unos empujones más y terminó de soltar toda su leche en mí.
Tras recuperarnos, me dijo: Estoy agotado. Mi niña, es increíble cómo has aprendido. Ya follas mejor que tu madre.
-¿Te ha gustado papi?
-Claro que si. En todos nuestros años de casados, tu madre nunca me ha follado así.
-Yo soy más joven también.
-Sí, pero cuando tu madre tenía un poco más de tu edad, era muy ardiente, pero no lo hacía tan bien como tú, mi niña.
-Me alegro que te gustase, papi. Tú también follas de vicio.
Pasaron unos días y yo seguí viendo al chico de la piscina. Nos encontrábamos en la playa y nos poníamos a hablar o a jugar a las palas. La verdad es que el chico estaba muy bien. Pese a lo que le había dicho a mi padre, me apetecía follar con él.
No sé porqué, le pedí permiso a mi padre. Él me dijo que adelante, que ya me lo había propuesto en aquella ocasión. Me dijo que le llevara a nuestra habitación, y que él nos esperaría el tiempo que fuera necesario.
Pedí la llave de la habitación y llamé a Carlos para que me siguiera, así se llamaba el chico. Subimos a la habitación y puse el cartel de no molestar.
A él se le veía algo pardillo en eso del sexo. Bueno, hasta hace poco yo era igual, pensé.
Le ayudé a desnudarse, el pobre era un poco tímido también. Yo me desnudé también y le tumbé boca arriba en la cama.
-Bueno, ¿ahora sabes que hacer, no?
-Si, tengo que meter mi pene en tu....
-En mi chochito.
-Eso. En tu chochito.
Me abrí los labios, y él se quedó mirándolos con cara de tonto.
Si nunca había follado, menos me iba a comer el chocho. Así que tenía que ser yo la que tomara la iniciativa.
Nos besamos. Yo le metía la lengua. Él estaba un poco perdido.
Luego, como yo no me excitaba, me mojé los dedos y comencé a masturbarme.
Él se me quedó mirando como lelo. Su pene estaba un poco erecto, pero no del todo.
Cuando me noté húmeda, me puse a chupársela. A él le gustaba, porque empezó a gemir. Después de un momento, ya estaba a tope.
Fui a por un condón y se lo puse.
-Ahora déjame hacer a mí. Tu solo relájate y disfruta.
Me la metí despacio y comencé a follarmelo.
El empezó a gemir más alto: Uf, uf, uf.
Después de un rato conmigo encima, Carlos quiso cambiar la postura y hacérmelo con el encima.
Empezó a empujar. No se le daba muy bien.
Como en un par de minutos o tres, se corrió.
-¡Aaaaaah! ¡Sofiaaaa!
Se salió de mí y se tumbó boca arriba.
-¿Te ha gustado?
-Si, le mentí. Ni siquiera me había corrido.
La experiencia fue un poco desastrosa. Nos despedimos y él se fue tan contento.
Dos días después, volvimos a bajar a la piscina. Mi padre se puso a hablar con una mujer de más o menos su misma edad. Llevaba un bañador azul oscuro, se había quitado el pareo y podía notar que tenía celulitis en los muslos y el culo.
Hablaban muy animadamente y a mi empezaron a entrarme celos. ¿De verdad prefería a esa mujer que a su niña? No podía competir conmigo, por supuesto. Con 19 años, yo era una muñeca y tenía un cuerpazo. Esa mujer tenía celulitis y eso.
Bueno, me estaba precipitando, no quería decir nada que estuvieran hablando.
Al cabo de una media hora, yo estaba leyendo un libro, tumbada en una hamaca, cuando vi por el rabillo del ojo, que los dos se levantaban y se marchaban de la piscina.
-¿Pero qué? ¿Será capaz?
Me levanté como un resorte en cuanto desaparecieron y me fui detrás de ellos sin que me vieran.
Llegué a la puerta de nuestra habitación, donde evidentemente, habían colgado el cartel de no molestar, y pegué el oído a la puerta. Miré por el ojo de la cerradura, pero claro, no podía ver nada.
Al poco me cansé de intentar ver algo, y al darme la vuelta, empecé a oír unos gemidos que venían de dentro.
-Oooh, ohh, aaaah. Era gemidos femeninos. Mi padre se estaba follando a esa desconocida. En vez de pensar que le estaba poniendo los cuernos a mi madre, solo me entraron celos por mi.
-Aaaah, aaah, se oía. Ahora era el.
Se empezaron a oír crujir los muelles de la cama. Intenté taparme los oídos pero no pude. Los crujidos fueron incrementándose al máximo y oí a los dos gemir como locos. Al poco rato, se detuvieron y todo quedó en silencio.
Me senté en el suelo del pasillo, llorando como una tonta. Mi padre lo había hecho con otra mujer. No era mi madre, y tampoco era yo. Me molestaba mas que no lo hubiera hecho conmigo, que también le estuviera poniendo los cuernos a mi madre.
Al poco se abrió la puerta y salió la mujer del bañador azul oscuro, con el pareo puesto. Oí como se despedían.
Al bajar en el ascensor la mujer, llamé a la puerta y abrió el. Ya no sé si era mi papi.
-Hola Sofía, me dijo él.
-¿Que has hecho? le dije llorando. Le golpeé en el pecho. ¡Te has follado a esa mujer! ¡La has preferido a ella antes que a mí!
-¿Que dices, mi niña?
Encima me llamaba mi niña. No podía parar de llorar.
-Te deje que te fueras con Carlos. Me dijo. Entonces no te importó follar con él. ¿No? Ahora, ¿porque te pones así?
Tenía razón. El me permitió follar con otros chicos. ¿Porque tenía celos? En el fondo, ¿estaba enamorada de mi padre?
-Necesitaba follar con una mujer parecida a tu madre. Pensaba que no te importaba. Tenía necesidad de sexo, Sofía, no te enfades.
-¿Y no te bastaba yo, papi?
-Pues, ¿sabes qué? a veces un hombre de mi edad, necesita el contacto de una mujer madura. Una mujer con sus defectos, que también te hace sentir bien, pero que te devuelve a la realidad de que tú ya no eres ningún niño.
-Quizá tengas razón.
-Cuando tengas mi edad, lo entenderás. Pero tú siempre serás mi niña. Esta noche cenaremos, me dijo y luego tendrás una noche que no olvidarás. Te lo prometo.
Cenamos y después, subimos a la habitación. Se puso a espaldas de mi y me quitó el vestido que me había puesto para la cena. Me dejo en ropa interior. Me beso el cuello y detrás de las orejas. Sabía que los besos en esa zona me ponían a mil.
Él se desnudó, quedándose en calzoncillos. Frotó su pene contra mis braguitas a través del calzoncillo. Di un respingo.
Agarró mis pechos a través del sujetador. Me los apretó y acarició los pezones con él puesto. Me puse a mil.
Me giró y entonces hizo el movimiento de follarme, pero con la ropa interior puesta.
-Mi niña, ¿me sientes?
Su polla estaba al máximo de dureza.
-Si papi, te siento. Su glande frotaba mi clítoris.
Aceleró un poco más. Mis bragas iban humedeciéndose progresivamente.
-¿Me perdonas?
-Si papi, te per…do...no. Casi no podía articular palabra. Echaba mi cabeza hacía atrás, por el placer que me estaba dando.
Después de llevarme al borde del orgasmo, me desnudó. Se fue al baño y volvió con aceite lubricante.
Me untó toda con él y luego se desnudó. Me pasó el frasco y me dijo que le echara por el pecho.
Yo obedecí encantada. Se había depilado el pecho para ir a la playa y dejé que escurriera por el hasta su pene.
Entonces me atrajo a él y nos frotamos así desnudos y aceitosos. Me abrió los muslos y sin mucha más preparación, me la metió de un empujón.
-Ugh, gemí.
Ya follándome, me seguía preguntando: ¿Me perdonas, mi niña?
-Que sí, papi, que sí, te perdono.
Su pene entraba y salía deslizándose muy suavemente por el aceite.
-Tú eres mi niña, decía gimiendo. No tengo ojos para otra, tú eres la niña de mis ojos. Follar con esa mujer no fue nada para mí.
-No me importa papi, solo quiero tu ver... gaaa... Te quiero dentro de mí.
El seguía empujando fuerte, follándome como un loco. Estábamos haciéndolo de pie. Unos minutos después, nos giramos y termino de hacérmelo apoyada contra la pared.
-¡Ah, ah, ah! Ya está, ya viene... me voy papi, me vo... yyyyy, me co... rrooooo.
Mi padre aguantó un poco más y terminó corriéndose también.
-Mi niña, mi ni... ñaa... ñaaaaaa ¡Aaaaaah!
Estalló su corrida en mi, llenándome toda con su leche.
Acabamos sentados en el suelo, extasiados y todo pringosos.
Luego me llevó a la ducha, y allí me volvió a follar.
Pedimos algo de comida, estábamos hambrientos y más tarde me folló por el culo en la cama.
Fueron unos días maravillosos.
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