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MI PAPI EXQUISITO

MI PAPI EXQUISITO

 

Llegó a  casa como a eso de las siete de la tarde, después de un día intenso de escuelas, gimnasias, y otras yerbas.

Entró en la casa donde se que mi madre y mis hermanos no están. Escucho el ruido de la ducha que cae, entro al baño y allí lo veo a través de la mampara, a mi papi exquisito, todo lleno de jabón, mojado por completo y haciendo alarde de su hermoso pedazo de carne que acaricia y pajea suavemente, porque sabe que en un momento estaré allí, luego de que me quite esta ropa sudada y me meta bajo el agua con él, como lo hacía de pequeño.

Me toma de la nuca y mete su lengua hasta el fondo de mi entreabierta y tragona boca, su lengua juega se mueve como una serpiente en el mar. Yo en tanto me tomo de su poronga, dura, la acaricio, la apretó entre mis manos hurgando en sus generosas bolas gordas.

Nuestros gemidos van creciendo, mi pija se pone muy rígida, y el hunde sus dedos en mi cola dispuesta y necesitada, hambrienta, juguetona, fogosa. Me coloco de rodillas y hundo la vara en mi boca, la trago de manera desesperada. Los gruñidos de mi papi exquisito se realzan, se mezclan con el sonido del agua al caer, y yo meto y saco la poronga de mi boca abierta hasta lo máximo, las mandíbulas me duelen pero no importa, trago y degusto ese pedazo de carne que me vuelve loco. Papi se apoya en los cerámicos del baño, mi boca tiene enterrada la poronga hasta la campanilla, me ahogo, respiro, el toma mis cabellos tirándolos desesperado, pronto a explotar, sé que me llenara la boca con su leche y eso me encanta, es lo que quiero, es lo que deseo.

Mi mano se llena con las bolas, juega con ellas mientras trago su pedazo de carne embriagador. La baba de mi boca chorrea al piso mezclándose con el agua de la ducha, espero que salte el líquido de mi papi exquisito que aprieta las muelas, gime, gruñe.

Enredaba sus dedos de macho en mis finos cabellos sedosos, mi boca es como una tenaza que agarra su pedazo de carne y lo asfixia. Lo trago, no suelto el garrote por nada del mundo, cuando empieza a convulsionar y a largar su líquido espeso, trago furioso, caliente, excitado, tiembla en mi boca, aprieta con fuerza mi cabeza, llevándola contra él. Mi papi exquisito larga todo dentro de mi boca, yo no dejo que nada se escape, limpio su poronga aun firme, aun dura y dispuesta, aun caliente.

Me levanta de los brazos, chorreamos agua, mete su lengua en mi boca, la saborea sacando fuego de nuestros cuerpos, gimoteo ardientemente, lleva una de sus manos a mis nalgotas y las pellizca, las acaricia con ardor, hasta que hunde uno de sus dedos en el ojete limpito y juguetón. Sus pezones se ponen muy duros y los míos también, los chupa, los muerde, me hace lloriquear de pasión y de placer, los suspiros se hacen cada vez más agudos, enloquecidos.

Salimos de la ducha, el me conduce con su vergota a media máquina y me tumba en la cama, abre mis nalgotas y mete su lengua en el anillo, resoplo, sigo lloriqueando, como la puta que soy, como su puta, escarba de manera deliciosa mi culito, pronto me penetrara, estará dentro  mío, mi papi exquisito me hará revolcar de gozo mucho mas. Pero ahora recorre con su lengua, con sus besos, mi ojete pomposo y febril, que se dilata, escupe en la flor para que se abra un poco mas y lo va logrando, lo reclama para sí, quiere tenerlo listo para cumplir una vez más con sus deseos más bajos, y yo estoy dispuesto a darle lo que él quiere como desde hace rato. Arqueo mi espalda curvándola elásticamente, pareciera ser que soy un gimnasta que todos los días va al gimnasio y no es así. Es que no puedo evitar sacar lo mas que puedo mi cola hacia arriba, en pompa, esperando por mi ración de carne.

Mi papi exquisito sabe hacerse desear. Sigue metiendo su lengua en mi arito, que ya está listo, abierto, desesperado por el garrote potente y duro de mí papi. Chorrea la saliva en mi cola, el deseo se hace ensordecedor. Roza la poronga en mis nalgotas preciosas y tentadoras, a las cuales papi no se puede resistir. Las golpea sensualmente. Acompaña aquel movimiento con unos chirlos sabrosos y calientes. Mi pija larga líquido pre seminal.  La lengua se detuvo, antes de correr su boca de mi agujero escupió allí donde en un momento entraría con su pedazo de carne, abriéndome del todo, penetrándome sin escala. Clavándome como a un insecto indefenso. Abierto de par en par, entregado con lujuria a ese macho exquisito que era mi papi.

Entró hasta el fondo golpeando con sus huevos que hacia un rato se habían descargado en mi boca, se habían llenado nuevamente con su néctar pecaminoso, era insaciable, desde que empezamos a coger, desde que el empezó a cogerme, siempre me regalaba más de un polvo sin ningún tipo de problema, parecía que siempre estaba caliente, su deseo era urgente, explosivo, casi animal.

Me penetraba deliciosamente. Tomado de mis caderas iba y venía, inyectaba su brioso pedazo inflamado. Mi túnel agradecido se ensanchaba a cada rozamiento de su tremendo garrote dentro de mí que arañaba las sabanas y mordía la almohada y luego levantaba el cuello nuevamente y él se llegaba a mis orejas y las chupaba, las mordía, las besaba, llenándola de saliva. Los gemidos aumentaban en cada segundo.

Se detuvo de pronto. Me tomo de las caderas, me tiró hacia atrás sentándome sobre sus muslos, el los había doblado como formando un pequeño asiento, mi verga dura como piedra se tensaba, él la tomo en su mano, primero con una y luego con las dos, y me dio un masaje violento, veloz, una paja tremenda, arrancaba lloriqueos y jadeos de placer inmenso hasta que hizo que me fuera en una  acabada larga, abundante, salpicando para todos lados sobre la cama. Mi papi se movía despacio sin sacar su poronga férrea y venosa de mi interior, apenas se movía y yo también jugaba con la cabeza casi sacándola de mi agujero y volviendo a enterrarla hasta el fondo. Gritos ahogados y desgarradores me provocaba cuando hacia aquello y mi pija de la calentura no terminaba de bajar. Con la leche que le quedaba en los dedos me los hundía en mi boca y yo chupaba esos dedos hasta dejarlos limpios, luego el tomaba mis pezones duros a reventar y los pellizcaba, haciendo que aumentaran de tamaño.

Mordía mi hombro izquierdo haciéndome dar grititos de placer, y su garrote se inflamaba más y más y luego mordía mi hombro derecho, llevándome al paroxismo total. Dejándome su marca por siempre. Marcándome como su pertenencia. Era de él y de nadie más. Seguía serruchándome, ahora con más vehemencia, con más ardor, gruñía en mi oreja. Yo me levantaba y me sentaba haciendo que la penetración fuera demencial, única e irrepetible. Mi pija otra vez estaba como roca, era increíble cómo me excitaba aquel macho que era mi papi exquisito.

En un momento como ya lo habíamos hecho antes, metí mis manos agarrando sus nalgas hermosas, duras, fibrosas, y fui corriendo mis dedos largos y delgados hasta llegar  rozar, primero, su anillo, y luego a meter un dedo en su cola, ahí empezó a bufar como semental equino, desbocado, mis dedos con el solo movimiento de nuestros cuerpos se hundieron sin obstáculos en su precioso agujero de macho. Yo saltaba prácticamente sobre su poronga demoledora y potente, granítica. Yo sabía, intuía, que me largaría sus chorros de leche blanca nuevamente, y llenaría mi ojete fogoso, buscón, emputecido con su jugo precioso, me llenaría haciéndome suyo otra vez, como  a mí me gustaba, mis subidas y bajadas se aceleraron, bruscamente. El de manera desesperada casi, se aferraba a mis pezones, apretando, pellizcando, mordiendo mi cuello y mi nuca, sintiendo muy profundo mis dedos en su interior. Entonces en una convulsión portentosa fue echando su semen dentro de mi túnel. Abundante, gimiendo, suspirando de manera ostentosa. Su espada era una canilla abierta. Sentí chorrear prontamente hacia abajo como catarata. Saco su poronga enterrada en lo más profundo de mí y se abalanzo sin remedio una cantidad considerable de jugos, líquidos, secreciones.

Caímos uno al costado del otro sudados. Mi pija se encogió un poco, la suya también cayo, buscamos un poco de aire, desnudos, aun salía de mi orificio cantidades de leche y se escurrían entre mis nalgas y manchaban las sabanas.

__ Eres un bello chico, cada vez me gusta más cogerte y llenarte el culito de leche querido…

__Y yo saboreo tu verga cada día papi, eres mi papi exquisito, sueño todo el tiempo que me haces tuyo y me hace tan feliz, vivo caliente todo el día

__Ahhh espero que tu madre llegue tarde quiero volver a cogerte en un ratito

__Eres un macho insaciable papi

__Stela y Valeria hasta la noche no vienen y Juan no vendrá hasta mañana__ me acosté casi sobre su cuerpo aun fibroso y fuerte, con los pectorales anchos y sobresalientes, los brazos formados por la práctica de deportes que solía hacer aunque sea una vez por semana con sus amigotes. Sus ojos verdes entrecerrándose, la boca jugosa y carnosa, sabía que tarde o temprano reaccionaria a aquellas caricias maliciosas de mi parte en sus partes, en el vientre, en sus pezones cálidos y recios. Suspiraba tomándome de la nuca y acercando sus labios a los míos, sedientos, calientes, necesitados de más. El al igual que yo era ardiente. Su animal pronto dio algunas señales de vida. Era un machete poderoso y sabroso. Y yo como buena putita lo adoraba. Ahora su lengua escarbaba los confines más profundos de mi garganta. Sus dedos llegaron a mis mesetas duras, alzadas, entregadas a sus pellizcones y apretujones. Mientras la vara cobraba vida segundo a segundo. Apretaba más y más mi nuca con una mano, la otra repasaba mis nalgas una y otra vez, hundía en mi zanja sus poderosos dedos, mucho más gruesos que los míos, y ellos buscaban de a poco inundar mi ojete en llamas.

__Ohh papi eres mi locura….__ jadeaba en modo perra, lloriqueando a veces para que su pedazo de carne infernal por fin se pusiera duro como un tronco. Su boca casi me tragaba y el gruñía como lobo salvaje, bufaba como toro bravo, como lo que era en realidad,  un amante desquiciado por mi carne.

Nos fuimos girando, en realidad el me fue  corriendo hasta que quede con mi culo a la altura de su boca y su lengua febril, se fue directo a repasar mi cola que aun chorreaba jugos que degusto sin ningún problema. Yo alcance su machete glorioso que estaba de pie, firme, rocoso, potente. Mi boca se fagocito aquel tremendo pedazo de virilidad. Lo engullí con placer, sintiendo sus gimoteos, mientras su lengua se perdía en mi ojete desenfrenado.

Me trague sus bolas sudadas y olorosas por el trajín del deseo y del desenfreno de nuestros cuerpos sudorosos. Las chupe despiadadamente oyendo como bramaba mi papi exquisito, como jadeaba de lujuria, me atreví a mas y con mi lengua insidiosa llegue a su centro de la perdición total, bordee su anillo, algunos pelitos circundaban su alrededor, el grito que dio, me anuncio que su placer estaba en el pico. Mi lengua babosa se hundió y entro en el hoyo, prontamente se fue abriendo, dando a luz, retorciéndose me pedía por mas, que no me detuviera, mi lengua era un especie de pulpo que se floreaba en el túnel ya hecho una crema babosa y una almeja de calentura y deseo. Su garrote estaba tan duro como al principio y ya babeando. Y mi ojete estaba abierto el seguía hundiendo y raspando con su lengua hasta donde podía llegar. Lamí y bese un poco aquel palo fatal. Cual si fuese un helado. Adorando el falo. Entregado por completo a él. Me fui girando otra vez, pero esta vez fui yo, y quede sentado en su vientre, no muy abultado, más bien musculado, fuerte. La víbora buscaba mi túnel, su cabeza reptaba hasta allí, poco a poco lo fui dejando hacer. Poco a poco con mis nalgas fui acariciando el pedazo de carne, jugando con él, mientras pellizcaba sus pezones que se habían puesto gigantes y tan duros. Con sus manos grandes abrió mis nalgotas bien abiertas, estirando la piel de mi anillo que necesitaba ya mismo fagocitar, tragar el garrote, hacerlo mío una vez más. La cabezota de la poronga fue comida en un instante por mi anillo, entró. Mi papi exquisito hizo fuerza hacia arriba para que el perno entre de una buena vez, y yo me encogí casi hasta su pecho y le entregue mi boca y nos confundimos en besos calientes, abrasivos, furiosos. Luego comencé a cabalgarlo, de manera salvaje, estrepitosa. Mi agitación se volvía de locura, casi que saltaba sobre el cuerpo amado y adorado. Los gruñidos del macho se escuchaban cada vez con más volumen al igual que mis lloriqueos de nena recibiendo placer. El amasaba mis carnes, las pellizcaba, las arañaba.

Mi pija saltaba al ritmo de la cabalgata que se fue haciendo un poco más lenta cada vez. Se ponía rígida y al rato buscaba reposo, una gran cantidad de baba salía despedida del ojo de mi herramienta. Volvía a inclinarme y besaba a mi papi exquisito. Mis dedos se posaban en sus pezones erectos. Gordos, sensibles.

Mi cola iba a estallar de tanto placer. Mi papi me poseía. Me taladraba despojado de toda culpa social, de todo pecaminoso acto. Nada nos ponía freno. Ni nos pondría jamás. Me daba pequeños golpecitos, inflando sus narices llenas de lujuria y perversión. A veces y yo me estiraba hacia atrás buscando acariciar sus huevos hinchados, inflados, llenos de leche sabrosa para mí.

__Ohh chiquito quieres que papi acabe otra vez, ehhh

__Si lléname la colita con tu lechita papi, ahhh me gusta, siii, me gusta que me des verga__ susurraba yo sintiéndome la perra mas puta del mundo. El aceleraba sus embestidas, levantando sus caderas y yo con ellas. Era una sensación rítmica increíble. Íbamos y veníamos juntos, pegados, unidos, su ariete entraba profundamente en mi cuerpo ardoroso. Clavado hasta lo profundo de mí ser.

Plaf, Plaf se escuchaba al producirse el roce de la vara con la piel de mi túnel, se formaba una crema jugosa resbaladiza, que hacía que el pistón de papi entrara y saliera a sus anchas. Sacaba su vergota de mi interior y la volvía a clavar, poseyéndome, penetrándome, sin descanso, nuestros sudores se hacían evidentes manchando sabanas, salpicando las gotas gruesas de mi piel y de su piel morena y salobre, incendiada.

Sigue dándome chirlitos sonoros en mis medias lunas predispuestas, sensibles, lunas que el adoraba o al menos eso siempre me dijo desde el primer día en que me desvirgó. Mañana que no olvidare jamás, antes de irme al colegio. Urgente deseo que fuera el principio de todo. Besándome de arriba abajo me fue desnudando de manera casi salvaje, caliente. Sobrecogedor, impulsivo. Yo lo venia esperando desde hacía mucho tiempo, pero aquella mañana papi no pudo contenerse y yo no quise contenerme y todo sucedió arriba del sofá del living.

Enloquecidos los dos, puso un poco de crema en mi ojete que pedía a gritos ser perforado, cuando vi el pedazo erecto de papi me asuste un poco, pero igual me incline ante él para ofrecerle mi culito virgen que desde esa mañana a pesar del dolor dejo de serlo. Después de ese momento que fue rápido, como  dije urgente, una o dos veces por semana mí papi me hizo gozar de todas y cada una de las cogidas que me daba.

Sus ojos de fuego se abrían grandes sabiendo que no podía aguantar más, que no podía retener su leche, que ya venía, mi culo se abría ante el deseo mucho más, apuraba las cabalgatas, el apretaba los dientes, bufaba, gruñía, movía a un lado y a otro la cabeza, casi desarticulada, el ritmo solo se mantenía en su pedazo, que me aguijoneaba, me pinchaba, me perforaba como tantas veces ya.

__Uhhh nene nenita ya viene, ahhh, ya viene, mi leche para ti, ohhh siiiii

__Dámela papi, dámela toda, ahhh si si la quiero__ la leche salió disparada, pegando en mi ojete, en las paredes de mi colita muy tragona, muy buscadora de su leche, y él me regaba en mi interior, la dejaba toda, toda la semilla, era abundante a pesar de que era la tercera descarga de mi macho, de mi papi exquisito. Yo dejaba lentamente de saltar. Me quedaba quieto, apretando el esfínter para terminar de exprimir el machete aun duro y aun clavado en mi ojete.

Baje mi cabeza y nuestras bocas se encontraron una vez más, insaciables, nuestras lenguas se cruzaban, las salivas desbordaban las bocas, sentía en ese instante como latía su pedazo aun sin dormirse del todo, dentro de mi cola ardiente, que aun echaba fuego.

Nuestros gemidos y suspiros fueron calmándose, tiernamente saco la espada y la catarata de leche fue cayendo, hasta caer en sus propios genitales, me corrí, y quede acostado a su lado. En eso fue que escuchamos el ruido de la puerta de calle.

Mi papi exquisito velozmente dándome el último besito, salió del cuarto, de mi cuarto, y se metió en el baño.

Sentí que empezó a canturrear como si hiciera rato que estuviera ahí. El agua caía. Escuche que mi madre iba y venía por el pasillo y luego se metió al cuarto, después escuche un silencio muy pronunciado, ya mi papi no cantaba, pero el agua se escuchaba caer. Me levante de la cama, un hilo de leche, seguía cayendo por mi pierna. Me asome. De un lado y otro no había nadie en el pasillo. En el cuarto de mis padres, nadie.

Escuche una especie de tumulto en el baño. Abrí muy despacio la puerta, y mis ojos no podían creer lo que vieron. Mi papi exquisito detrás de mi madre, dándole verga, prendido de sus tetas, y haciéndola gemir como perra.

En ese momento tuve un rapto que duro segundos de querer asesinar a mi madre. Luego me calme, Salí de allí y solo me quedaba esperar por el próximo encuentro con aquel macho semental salvaje que era mi papi exquisito.-
Datos del Relato
  • Autor: MARIO
  • Código: 68523
  • Fecha: 24-10-2024
  • Categoría: Gays
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