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Para una mejor comprensión de la historia sugiero a los lectores la lectura de los relatos anteriores.
Tras la tremenda follada que Ahmed dio a mi esposa, Alba se duchó en el pequeño cuarto de baño del salón de masajes propiedad de mi odioso vecino Oscar y su hermano Juan Carlos.
Yo, bañado en la leche de esos dos machos alfa intentaba limpiarme con una vieja toalla los restos de su semen, mientras Oscar y su hermano Juan Carlos, detrás del cristal opaco para mi esposa, se deleitaban viendo el espléndido cuerpo de mi mujer.
Juan Carlos se dirigió a Oscar: Qué pedazo de hembra, es toda una zorrita, tengo que follármela.
Oscar: pues tendrás que pedir el permiso del cornudo.
Juan Carlos se dirigió a mí: cabrón ¿me das permiso para follarme a tu mujercita?
Sí, contesté débilmente.
Juan Carlos: no te oigo cerdo, dijo en tono autoritario.
Sí, contesté más alto.
¿Sí que? Nenaza, me dijo Juan Carlos.
Si, Juan Carlos, quiero que te folles a mi esposa.
Así me gusta cornudo pajillero, voy a follarme a tu linda mujercita y quizás con un poco de suerte te la devuelva preñada, ya me ha dicho mi querido hermano que por orden suya Alba ya no toma la píldora.
La idea de que cualquiera de los degenerados que se habían follado a mi esposa pudiesen haberla dejado embarazada hacía que mi excitación se desbordase y Oscar se percató de ello al instante.
Pero si está otra vez empalmado el muy cerdo, has utilizado la palabra preñarla y mira como se ha puesto la nenaza, dijo mi asqueroso vecino.
Mientras tanto Alba había terminado de vestirse, sin su tanga que había quedado en manos de Ahmed como recompensa. Salimos de la habitación y en el mismo pasillo nos encontramos con mi esposa.
Ahmed se acercó a mi mujer con la intención de despedirse mientras Oscar, humillándome aún más si cabe, procedió muy jocosamente a presentarme al semental que escasos minutos antes se había follado a mi mujercita.
Tiene Ud. una esposa muy atractiva, aunque trate de que cuide más su espalda, para mí será un auténtico placer darle un masaje cuando lo necesite, dijo Ahmed riéndose estruendosamente mientras metía su mano en el bolsillo del pantalón donde guardaba el tanga de Alba y se dirigió a la recepción.
Por su parte, Oscar, dándole una fuerte nalgada a mi mujer, presentó a su hermano Juan Carlos a mi esposa.
Juan Carlos, ni corto ni perezoso, ante la incredulidad de mi esposa, le estampó un tremendo morreo mientras la manoseaba con total descaro e impunidad, ante mi pasividad y la de Alba, sus hermosas nalgas.
Eres una hembra de bandera tal y como me contó mi hermano Oscar dijo Juan Carlos.
Oscar, tomando la palabra, se dirigió a mi esposa: mi querido hermanito conoce toda vuestra historia y ha tenido ocasión de ver tus fotos y los vídeos que tengo grabados, por supuesto le he facilitado una copia de ellos para su deleite particular, pero creo que ya se ha cansado de pajearse con ellos y quiere algo más.
¿Algo más? dijo Alba, quizá podríamos ir a casa y relajarnos un poco, ¿verdad cornudo pichafloja? me pregunto.
Yo bajando la cabeza asentí.
Pues ya que tenemos la autorización del cornudo y de la hembra, será hora de volver a casa y follar a esta preciosa dama en su propio lecho matrimonial dijo Juan Carlos.
Bajamos al garaje y cuando me disponía a sentarme al volante de mi cuatro por cuatro, Juan Carlos dijo: tú cornudo y la zorrita aquí detrás conmigo, Oscar ¿te importa conducir?.
En absoluto contestó Oscar.
Los cuatro montamos en mi coche, Alba se sentó en medio mientras Oscar conducía. Juan Carlos cogiéndola de la mejilla hizo que mi esposa girase la cabeza y con sus dedazos abrió la boca de mi mujer. Alba sacó la lengua y se acercó aún más a Juan Carlos, al instante sus lenguas empezaron a jugar mientras la manaza de Juan Carlos acariciaba los muslos de mi esposa para finalmente introducirse por debajo de su minifalda. Alba abrió sus piernas mientras con sus manos se acariciaba sus tetas.
Oscar movió el espejo retrovisor para no perderse detalle del espectáculo mientras yo acariciaba mi bulto que nuevamente empezaba a empalmarse al observar tan morbosa escena, ver cómo mi esposa y Juan Carlos masajeaban rápidamente sus suaves lenguas en círculos, como si éstas tuvieran vida propia colgando un hilo de sus mezcladas babas de ellas.
Qué rica lengua tiene esta puta, mira que todavía está chorreando la leche de Ahmed dijo Juan Carlos y sacando sus dedos del coño de Alba le dio a probar la leche del semental moro.
Tú cornudo cabrón me dijo Juan Carlos, será mejor que dejes limpio el coño de tu linda esposa para que otro verdadero macho vuelva a darle lo que tú no sabes, arrodíllate imbécil.
Me arrodillé delante de mi esposa y de su nuevo macho. Alba abrió totalmente sus piernas y cogiendo la mano de Juan Carlos se las llevó a sus tetas.
Déjalo bien limpio maricón de mierda me ordenó mi esposa. Me introduje entre los muslos de mi esposa, la leche del moro fluía desde su coño hasta la raja de su ano, introduje mi lengua y procedía a lamer, succionar y tragarme toda la leche que el moro había dejado en las entrañas de mi esposa.
Alba gemía como una posesa, no parece que la chupe mal dijo Juan Carlos riéndose. Este pichafloja es un verdadero cabrón tragador de leche y lo sé por experiencia contestó Oscar estallando en una gran carcajada.
Vale, vale, cornudo deja de lamer el coño de tu zorrita que no quiero que se corra todavía dijo Juan Carlos, y dándome una patada me alejó de Alba.
Finalmente, llegamos a casa, dejamos el coche y subimos en el ascensor donde Juan Carlos sobó y magreó las nalgas y las tetas de Alba a su entero placer, diciéndole todo tipo de obscenidades mientras Oscar me insultaba y humillaba diciéndome lo poco hombre que soy.
Entramos en casa, Juan Carlos mandaba y daba las órdenes. Tú cornudo desnúdate dijo Juan Carlos, procedí de inmediato a quitarme la ropa quedando totalmente desnudo y mi pequeña pollita totalmente empalmada.
Oscar fue a nuestro cuarto de baño en el cual comenzó a desnudarse también, y sacando un tanga de mi esposa usado procedió a ponérselo, viéndose completamente ridículo usando ropa íntima femenina, verlo sin embargo, me excitó demasiado.
Tú y yo vamos a ver un bonito espectáculo verdad cornudito, dijo Oscar.
Sí lo deseo contesté, y antes de que pudiese moverme Oscar me atizó un fuerte manotazo en mi pollita que hizo que casi me corriese en ese mismo momento.
Juan Carlos por su parte le ordenó a mi esposa: puta ponte de rodillas y bájame el pantalón. Su mugriento slip apenas podía contener la enorme polla que se ocultaba debajo.
Todas las casadas sois unas zorras que necesitáis una buena ración de polla, dijo Juan Carlos. Alba bajó el asqueroso y mugriento slip y una verga muy gruesa de unos veinte centímetros apareció. Trágatela hasta los huevos Alba, ordenó. Mi esposa con una mano bajó el capullo del macho alfa mientras que con la otra acariciaba sus enormes testículos, y empezó a chupar con frenesí.
Juan Carlos empezó a gemir de placer insultando a mi esposa. Yo procedía a pajearme nuevamente mientras que Oscar comenzó a masturbarse tocándose la polla por encima del tanga de mi esposa.
Mientras tanto Alba seguía mamando la verga de su nuevo macho alfa. Qué suerte ha tenido tu mierda de marido, así se la chupabas pedazo de puta dijo Juan Carlos.
Nunca se la he mamado pese a las veces que me lo ha suplicado contestó mi esposa.
Zorra asquerosa, cuántas pajas me he cascado viendo tus fotos y vídeos, pensando que te follaba por todos tus agujeros, y ahora te tengo de rodillas mamando mi polla y magreando tus tetas. Después de más de cinco minutos de mamada, Juan Carlos se corrió como un animal llenando la cara, el pelo y las tetas de su leche.
Límpiame la polla cerda que esto aún no ha acabado dijo Juan Carlos, y tú cornudo prepara la ducha que las putas a las que yo me follo las quiero bien limpias.
Rápidamente fui a nuestro baño y lo preparé todo. Juan Carlos llevó en brazos a mi esposa y abriendo la mampara se metieron los dos en la ducha. Juan Carlos enjabonó todo el cuerpo de mi esposa, deteniéndose en su depilado coño. Su mano acarició la vulva de mi mujer e irónicamente dijo, ¿Quieres que te haga un dedo zorrita? Sí por favor, contestó Alba. Suplícame que te haga un dedo, fóllame con tus dedos por favor gritó mi esposa. Dos dedos se introdujeron en su vagina alcanzando su clítoris.
Quiero que te corras en mi mano zorra asquerosa dijo Juan Carlos, mientras que con su otra mano propinaba unos fuertes nalgadas a mi linda mujercita. Al poco rato Alba estalló en un orgasmo bestial que la dejó sin fuerzas.
Oscar y yo habíamos visto entera la escena. Oscar se reía de mí diciéndome lo poco hombre que soy para mi esposa, que soy incapaz de dar a una hembra lo que realmente necesitaba. Las humillaciones y vejaciones por parte de Oscar incrementaban mi excitación acelerando mi masturbación.
Juan Carlos sacó a Alba del baño y de un fuerte empujón la tiro encima de nuestra cama matrimonial.
Abre las piernas zorra asquerosa, ordenó Juan Carlos mientras se masturbaba delante de nosotros y mirándome a los ojos me dijo: me gusta ver la cara del hijo de puta de tu marido cuando ve a su amada esposa abierta de piernas en su cama matrimonial dispuesta a ser follada por todos sus agujeros.
Juan Carlos sacó un condón y me ordenó: pónmelo con la boca puto asqueroso. Su pene estaba totalmente erecto y el condón desde mi boca se deslizo por su duro miembro.
Ponte a cuatro patas puta que te voy a follar como la zorra que eres ordenó Juan Carlos a mi esposa.
En ese momento sentí un fuerte empujón y la poderosa voz de Oscar: de rodillas cabrón quiero que veas como mi hermanito se la clava a tu linda esposa, a la altiva y superior Alba.
El tremendo pollón de Juan Carlos jugaba en la entrada del sexo de Alba pero sin llegar a penetrarla, lo cual, volvía loca a mi esposa.
Suplica que te folle perra, gánatelo dijo Juan Carlos. Fóllame cabrón gritó mi mujer y de un solo golpe Juan Carlos introdujo su enorme y gruesa verga en las entrañas de mi querida esposa.
¿La sientes perra? preguntó Juan Carlos. Sí, contestó Alba mientras jadeaba de placer. ¿Es más grande y gorda que la del marica de tu esposo? Sí, acertó a contestar entre gemido y gemido Alba. Qué estrechito está tu coño, qué pasa ¿tu querido esposo no te folla como es debido?
Después de bombear a mi esposa durante un rato que se me hizo interminable, Juan Carlos dio la vuelta a mi esposa y poniéndola a cuatro patas y de un solo golpe introdujo su enorme pollón en su ano.
Alba empezó a mover sus caderas, ¿has visto lo que se pierde el cornudo de tu marido?, dijo Juan Carlos. ¿Te gusta que te den por el culo o quieres que te la saque?
No por favor continúa contestó Alba.
Pues eso depende ya del cornudo de tu esposo. Tú pichafloja, ¿quieres que continúe follándome el culo de tu esposa? me preguntó Juan Carlos.
Y gritando como un verdadero cabrón le pedí y supliqué a Juan Carlos que se follase el culo de mi esposa. Alba tuvo un orgasmo anal tremendo y calló derrotada sobre nuestro lecho matrimonial.
Pues aún queda lo mejor, cornudo. Tu mujercita tiene unas nalgas y un culo estupendos dijo Juan Carlos, pero todavía no me he corrido, le voy a follar el coño sin preservativo para dejártela preñada y que seas un auténtico cornudo humillado y mamporrero.
Oscar de un tremendo empujón me ordenó: ponte a cuatro patas cabrón y empezó a darme fuertes nalgadas con sus tremendas manos.
Juan Carlos se puso de rodillas y comenzó a comerle el coño a Alba. Mi esposa se retorcía de gusto y placer mientras con fuerza amasaba sus tetas pellizcando sus pezones. Juan Carlos me obligó a quitarle con mi boca el preservativo, limpiándose su enorme verga con la foto de nuestra boda que coronaba la encimera de nuestra cama matrimonial. Se puso encima de mi mujercita y de un golpe la introdujo hasta el fondo de su coño.
Yo volví a cuatro patas, con mi pollita contemplaba la escena masturbándome como un mono. Noté que Oscar también se masturbaba con frenesí, manchando el tanga de mi esposa con su líquido preseminal. Fue tanto el morbo de la escena que provocó el mayor orgasmo de mi vida, y como el cornudo pajillero que soy me corrí viendo cómo Juan Carlos bombeaba y follaba a mi esposa.
Te voy a preñar, puta gritó Juan Carlos continuando con un mete saca brutal. Era incansable, nalgueó a mi mujercita mientras la follaba a placer con mi total consentimiento y pasividad, mientras mi esposa se corría varias veces de gusto, finalmente un espasmo sacudió a Juan Carlos. Toma mi leche puta barata, para que aprenda el cornudo de tu marido, me estoy corriendo y yo seré quien te preñe y le dé un bastardo al marica cornudo de tu esposo y una gran lechada inundó las entrañas de Alba.
Posteriormente Juan Carlos sacó su verga del coño de mi esposa y Oscar, quitándose el tanga de mi esposa, prosiguió a follarsela también por el coño. Nuevamente mi esposa estaba siendo brutalmente penetrada por su coño destilando grandes cantidades de fluido vaginal, Oscar no aguantó mucho y después de unos minutos comenzó a correrse dentro del coño de Alba.
Después de la tremenda follada, todos terminamos exhaustos, grandes borbotones de semen escurrían del coño de mi mujer. Juan Carlos comenzó a vestirse y tras despedirse de su hermano y de mi esposa con ironía, se marchó quedándonos solamente Oscar, mi esposa y yo.
Después de un rato de relajación por la tremenda follada, mi esposa se sentó en la orilla de la cama y dirigiéndose al odioso vecino le dijo algo degradante para mí.
Oscar, esto tiene que terminar. He follado con los hombres que tú me has pedido y hasta ahora ninguno me ha logrado preñar, de ahora en adelante sólo follaremos tú y yo. Ya es hora de que todos sepan la verdad, de que tú y yo nos correspondamos como es debido y nos casemos para estar juntos.
Claro, Albita. Tienes razón, una hembra de lujo como tú debe ser solamente mía, yo soy el apropiado para ser tu marido y no este cornudo imbécil, respondió Oscar a mi esposa.
Pero Alba, me dirigí a mi esposa completamente atontado, ¿y qué hay de mí?, ¿acaso piensas abandonarme para casarte con un viejo asqueroso sin nada de atractivo?
A callar, pichafloja. Tú nunca has sabido complacerme como yo lo necesitaba, jamás me has dado lo que tu vecino me ha dado, no tienes autoridad para oponerte. Ya es hora de que nuestras familias sepan esto, voy a divorciarme de ti y voy a casarme con Oscar para follar con él cada vez que a nosotros se nos plazca.
Tras oir las fuertes declaraciones de mi esposa me sentí totalmente asombrado y deprimido. Ocho años de casado con mi esposa para acabar así, que una hermosa mujer madura, una milf como ella, prefiera estar con un horrible viejo verde que conmigo, y que para colmo quiera casarse con él. Sin embargo comprendí que mi esposa tenía razón, y que desde un principio yo sabía que ella y el vecino se gustaban y se excitaban mutuamente sin saberlo, y que como buen marido debía dejar que mi mujer estuviera con el hombre que en verdad deseaba y que por eso precisamente, había dejado que Oscar y ella siguieran follando en nuestra cama matrimonial con el propósito de tener un hijo.
Tras dichas palabras, Oscar y Alba se abrazaron fuertemente, comenzando a besarse apasionadamente como una pareja de novios. Luego de esto, el tiempo transcurrió y mi esposa contó a nuestras familias que se divorciaba de mí y que se casaba con Oscar, siendo señalada mi mujer como una puta y vulgar ramera y yo como un inútil e impotente por no haber hecho nada. Mientras el divorcio iba en proceso, Oscar y Alba seguían follando todos los días, ya que mi esposa sólo follaba con el vecino con el propósito de tener un hijo.
CONTINUARÁ
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