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Me llamo Alfredo y estoy casado desde hace ocho años con Alba. Mi esposa tiene 42 años, muy hermosa, mide sobre 1.65, cabello castaño de piel blanca, talla 95 y delgada pues acude dos veces por semana al gimnasio.
Vivimos en una urbanización a las afueras de la ciudad, en un apartamento con terraza y como en casi todas comunidades de propietarios hay algún vecino problemático. En nuestro caso ese vecino se llama Oscar.
Oscar tiene entre 55 y 60 años, barrigón, sucio, borracho, cabello castaño de piel blanca y de escasa estatura. Mis vecinos dicen de él que es un viejo verde que aprovechándose de la estrechez del ascensor roza a nuestras esposas, incluso Alba me ha llegado a contar que le ha rozado el culo pero justo en ese momento llegó a nuestro rellano y escapó de él.
A Oscar no se le conoce ningún trabajo, pero lo peor de él es que crea una sensación de temor e incluso miedo.
Hace unos meses siendo yo administrador tuve que acudir a su apartamento, que es el ático que se encuentra justo encima del nuestro, por un problema en la antena de la televisión. Llamé a su puerta y el vecino me abrió.
-Hola –dije.
-Hola vecino –contestó- ¿Ocurre algo?
-Hay un problema con la antena de la televisión y tenía que comprobar una cosa. ¿Puedo pasar a tu terraza?
Oscar me llevó a su terraza y pude comprobar que la antena de la televisión se encontraba en su parte del tejado.
-Ven vecinito, ven a ver esto, asómate -me dijo Oscar.
Me asomé y me quedé petrificado. Mi esposa estaba tomando el sol en nuestra terraza, haciendo topless. Nunca pensé que mi vecino tuviera una vista tan directa de nuestra terraza y en este caso de mi mujer y de sus tetas.
-La de pajas que me he cascado viendo a tu linda mujercita tomando el sol, tiene unas tetas estupendas -dijo Oscar.
-Hijo puta -contesté y me abalancé sobre él con la intención de darle un par de h… Oscar se hizo a un lado y cogiéndome del brazo lo apretó con fuerza contra mi espalda provocándome mucho dolor.
- Suéltame cabrón te voy a denunciar -le dije.
- Estate quieto antes de denunciarme quiero que veas una cosa, voy a soltarte y no se te ocurra hacer nada, ya has visto que soy más fuerte que tú y no dudaré en partirte un brazo.
Oscar me soltó y entró en su vivienda. Ven me dijo autoritariamente. Oscar se sentó delante de su portátil, lo encendió y accionó varias teclas.
-Siéntate a mi lado -me dijo.
En la pantalla del ordenador pude ver varias fotos de mi mujer, pasaban despacio una a una, en todas ellas Alba aparecía en topless tomando el sol en nuestra terraza.
-Hijo de puta te voy a matar -dije haciendo ademán de golpear a mi odiado vecino.
Oscar paró mi puño y causándome mucho dolor me dijo:
-estate quieto que ahora viene lo mejor.
Accionó otra tecla y vi en la pantalla un vídeo, mi mujer estaba en nuestra terraza envuelta en un albornoz. Al poco rato se lo quitó y apareció delante de la pantalla totalmente desnuda. Cogió el bote de crema solar y procedió a extendérsela por todo su cuerpo.
El zoom de la cámara se aproximó y pude contemplar el bello rostro de mi esposa, luego sus espléndidas tetas, su coño, sus muslos y finalmente al darse la vuelta su culo.
-Hijo de perra te has atrevido a grabar desnuda a mi esposa, te voy a matar.
-Sí -dijo Oscar- y la de veces que me he masturbado viendo este y otros vídeos que tengo, pero este es especial, sigue mirando.
Alba comenzó a masturbarse, con una mano apretaba sus tetas y tiraba con fuerza de sus pezones, la otra mano se deslizó a su entrepierna metiéndose dos dedos en su depilado coño. Su mano buscó debajo de la hamaca y sacó un consolador, era el que utilizábamos en nuestros juegos de cama.
Estaba totalmente desconcertado, por un lado quería matar a mi odioso vecino, por otro me estaba empezando a excitar y un gran bulto marcaba mi bañador.
-Cabronazo si estás empalmado -me dijo Oscar- ¿Qué es lo que más te excita, ver cómo tu linda mujercita se masturba o saber que tu viejo y odiado vecino la ha visto desnuda corriéndose como una zorra?
En ese instante Oscar sacó su polla y comenzó a masturbarse. Su verga era enorme, mediría sobre unos 22 cms. pero lo que más me llamó la atención fue su grosor.
-Bájate el bañador y menéatela cabrón de mierda -me dijo.
No sé cómo ni porqué pero mi excitación me superó, me bajé el bañador y comencé a meneármela, al poco estaba gimiendo del placer y gusto.
-Con esa mierda polla que tienes no me extraña que tu mujercita tenga que pajearse con un consolador para quedarse satisfecha maricón de mierda -dijo mi odioso vecino.
Al oír esas palabras me corrí como un mono, fue la mayor corrida de toda mi vida.
Al poco rato, mi esposa se corrió entre grandes espasmos y sacudidas de placer, su cuerpo se arqueó para quedar finalmente exhausto y sudoroso pero sobre todo satisfecho sobre la hamaca. Justo en ese instante Oscar se puso de pie y gritando dijo: toma Albita, zorra, toma la leche de tu macho. Mi viejo vecino se giró hacia mí y se corrió sobre mi cara manchando mi rostro y mi pelo, llamándome cabrón y cornudo de mierda.
-Límpiate con esta toalla que es la que uso para pajearme -me dijo Oscar.
Tras haberme limpiado le pregunté.
-¿Qué es lo que quieres?, ¿dinero?
-¿Dinero? -Dijo Oscar- Tengo más dinero del que tú y tu linda mujercita podáis ganar en vuestra vida. La quiero a ella, quiero follarme a Alba, quiero follármela y correrme dentro de tu linda mujercita y dejártela preñada, ya que veo que tú eres incapaz de embarazarla. Alba es la vecina que con diferencia peor me ha tratado, siempre con sus aires de superioridad y de grandeza, pero ella es la que más me excita y me enamora, y me parece que ha surgido la ocasión para ello. Tú me vas a ayudar a que me folle a tu esposa.
-Estás loco -le dije.
-¿Loco? -dijo Oscar- Si no me follo a tu esposa te juro que voy a colgar en la red las fotos y vídeos que tengo de Alba, y has podido comprobar qué bien se ve su carita y todo su cuerpo.
-No serás capaz -contesté.
-Ponme a prueba -dijo mi odioso vecino.
Debo reconocer que un grado de excitación hasta ahora desconocido recorría mi cuerpo, pensar en que ese viejo degenerado, mi odiado vecino, hubiese visto a mi esposa desnuda, la hubiese visto masturbarse y que ahora quisiese acostarse con ella para embarazarla no hacía más que incrementar mi excitación.
-¿Me ayudarás? -No contesté
-¿Me ayudarás? -Sí, contesté débilmente.
-¿Me ayudarás a qué? -dijo Oscar en tono autoritario.
Y aún no sé por qué contesté:
-Sí Oscar, te ayudaré a que te folles a mi esposa y dejaré que la preñes ya que yo soy incapaz de hacerlo, te diré cuáles son sus días más fértiles para que la folles y embaraces.
-Muy bien -dijo Oscar- veo que has aprendido la lección, te voy a hacer el mayor cornudo de toda esta ciudad. Por cierto quiero que finalmente sepas dos cositas, una he gravado cómo te pajeabas viendo el vídeo de tu esposa, y otra también he gravado tu declaración de intenciones, así que si por algún motivo no llego a follarme a Alba te juro que colgaré todos los vídeos en la red para que lo vean vuestras familias, amigos, compañeros de curro, etc. ¿Entendido?
-Perfectamente -contesté.
-Pues ahora vete a tu casa, pajéate como el cabrón de cornudo que vas a ser, y empieza a pensar en un plan para que tu odiado y degenerado vecino se folle a tu linda mujercita. Por cierto dame tu número de teléfono móvil, te llamaré para ver tus progresos.
Baje a mi casa, Alba estaba preparando la comida.
-¿Tienes mal aspecto, te duele algo? -me dijo mientras me daba un piquito en la boca.
-Tengo que ir al baño -contesté.
Me encerré en el baño y comencé una frenética masturbación, mi móvil vibró con un mensaje: “¿te estás masturbando cornudito, voy a follarme a tu linda mujercita?”, era Oscar, y me corrí como un cerdo.
Según pasaban los días, la presión a la que me sometía Oscar llegó a resultar insoportable, llamadas a cualquier hora, mensajes, whatsapps, siempre haciendo referencia a su deseo de follarse a mi esposa Alba. Sus peticiones y humillaciones fueron creciendo. Tuve que contarle con pelos y señales cómo follaba mi mujer, luego tuve que entregarle un conjunto de sujetador y tanga usados de mi esposa para su deleite, llegándome a mandar Oscar una foto de su abundante corrida sobre la ropa íntima de Alba, incluso tuve que sacar fotos a mi esposa desnuda en la ducha y mandárselas a mi degenerado vecino, todo con la intención de que no subiese a internet las fotos y vídeos de Alba y mías.
Pero cuando más desesperado estaba y las amenazas de Oscar eran más frecuentes, la situación dio un giro radical…
Un día coincidimos en el portal de casa Oscar, yo y mi esposa dispuestos a coger el ascensor.
-Buenas tardes vecinitos, hola Albita cada día estás más guapa y apetecible.
-Buenas tardes -salude yo lacónicamente.
Mi esposa ni siquiera le saludó, simplemente le dirigió una mirada llena de desprecio.
Pasamos al ascensor, Oscar y yo al fondo con mi esposa delante de nosotros. Oscar se pegó literalmente a la espalda de Alba debido a la estrechez del elevador. Accionamos el aparato, durante el trayecto me percaté que mi esposa se agitó un par de veces, al llegar a nuestra planta Oscar se despidió de nosotros con un hasta luego parejita, ya nos veremos más tranquilamente.
Cuando entramos en casa, Alba se tiró encima de mí y comenzó a besarme. Su mano se deslizo hasta mi pantalón y comenzó a apretarme con mucha fuerza mi paquete. Su mano soltó el botón de mis vaqueros y comenzó a acariciar mi polla por dentro del slip.
-Últimamente me tienes bastante abandonada, quiero que me folles como cuando éramos novios -dijo Alba.
La cogí en volandas y fuimos a nuestro dormitorio, me desnudé dejando a la vista mi erección, la besé mientras mis manos acariciaban su culo por encima de la minifalda a tablas que llevaba mi esposa. Introduje mis manos por debajo de su mini y sobé a conciencia los cachetes del culito de Alba que dejaban al descubierto su tanga. La desnudé rápidamente dejando solamente a la vista su tanguita azul, uno de mis preferidos por cierto.
Nos tumbamos en la cama, y mi mano fue subiendo por sus piernas hasta alcanzar sus muslos, puse mi mano encima de su tanga. Estaba totalmente mojado, lo retiré hacia un lado e introduje dos dedos en el empapadísimo coño de mi mujer.
Ella por su parte tampoco estaba ociosa, con su mano agarró mi verga, bajó el glande y empezó a masturbarme acariciándome tanto mi húmeda polla como mis huevos.
-Estas muy caliente putita -le dije.
-¿Putita? -contestó Alba jadeando.
-Sí, eres una putita y zorra barata, ¿te gusta que te diga estas cosas?
-Si por favor, continúa -dijo Alba- nunca lo habías hecho y me excita mucho, estoy muy caliente fóllame.
-Las zorras como tú siempre están calientes y deseosas de polla -le dije- ¿Qué te ha puesto tan caliente puta?
-Me has punteado las nalgas con tu polla, y metido mano en el ascensor, me has sobado el culo delante del degenerado de Oscar, al sentir tus manos en mi culo me he mojado entera, la idea de que el vecino haya podido vernos me ha empapado -dijo mi mujer.
Por un instante me quedé atontado y me sentí preso de la excitación más absoluta. Oscar, el desgraciado de mi vecino, había metido mano a mi esposa en mi presencia y yo como un imbécil sin darme cuenta.
-No fui yo -le dije a Alba- fue Oscar quien puso su polla en tu culo, fue él quien te magreó las nalgas en el ascensor -le dije a mi mujer.
Alba hizo ademán de levantarse, pero incrementé el ritmo de la masturbación a mi esposa, pellizqué con una mano sus duros y tiesos pezones y con la otra acaricié a conciencia el clítoris de mi mujer, arrancando de ella grandes gemidos y jadeos.
-Te has dejado meter mano por el asqueroso vecino y no has dicho nada zorra asquerosa -le dije a mi mujer- No eres más que una puta barata.
Acto seguido me incorporé, me puse un preservativo y de un solo golpe introduje mi verga hasta los huevos en el coño de mi esposa. Mi esposa gemía de placer, sus tetas se bamboleaban a cada embestida mía, Alba jadeaba como una verdadera zorra.
-¿Te gusta puta?, ¿te gusta que te la metan hasta los huevos? -dije.
-Sí, soy una zorra que quiere polla, fóllame cabrón -contestó Alba.
-Así que te excita calentar a los vecinos, ¿verdad puta?
-Sí -gemía mi esposa- soy una puta -llegó a decir.
-¿Cómo es la polla de Oscar?, ¿la sentiste en tu culo?
-Sí -contestó Alba- era muy grande, gorda y dura, mucho más que la tuya.
-Zorra asquerosa -le dije- estás deseosa de que te folle el vecino -dilo puta.
-Sí -contestó jadeando Alba.
-¿Sí qué?, perra.
-Sí, quiero que me folle Oscar, que me parta con su enorme verga. Fóllame Oscar, dame duro, embarázame y haz un cornudo a mi marido.
-Zorra -dije yo y en ese instante Alba se corrió en un brutal orgasmo, se arqueó y posteriormente sus piernas rodearon mi espalda mientras mi mujercita gritaba- ¡Oscar, Oscar, Oscar fóllame y préñame! -Al oír sus palabras me corrí como un cerdo, la mayor corrida de mi vida llenó el preservativo dentro del coño de mi mujer.
Saqué mi verga de su coño, saqué el condón y ordené a mi esposa: limpia la verga puta barata, acaba tu trabajo como lo hacen las zorras. Alba se arrodilló delante de mí y mirándome a los ojos, con una cara de vicio que nunca antes había visto, empezó a limpiar mi polla, primero lamió el glande y luego se la introdujo en su boca mientras que con sus manos masajeaba mis testículos.
Al poco rato mi polla estaba nuevamente empalmada. Mi esposa me tumbó en la cama y comenzó a pajearme. Sus manos acariciaban mi verga y mis huevos.
-¿Te excita que otro hombre haya metido mano a tu mujercita delante tuyo? -dijo Alba.
-Sí, me gusta -contesté jadeando como un perro.
-¿Sabes que Oscar tiene una verga más grande y dura que la tuya? -continuó ella- ¿te gustaría que nuestro odioso vecino me follase y me diese lo que tú no sabes darme?
-Sí -contesté.
-¿Te gustaría que Oscar me dejase embarazada? -volvió a preguntar mi esposa.
-Sí -volví a contestar.
-Sí ¿Qué?
-Quiero ver cómo Oscar te folla, quiero ver cómo te mete su polla hasta los huevos, se corre dentro de ti y finalmente te deja embarazada.
-¿Te gustaría que Oscar te hiciese cornudo? -preguntó Alba.
En ese instante me corrí por segunda vez como un verdadero animal, grandes borbotones de leche cayeron sobre mi torso. Esa fue la mejor respuesta que supe darle a mi mujer.
Después del mejor polvo de nuestras vidas nos duchamos juntos, yo intenté nuevamente follar con Alba, mi grado de calentura y excitación era tremendo. Tenemos que hablar dijo mi esposa mientras nos enjabonábamos y el agua caliente corría sobre nuestros cuerpos.
- ¿No te habrás enfadado con lo que te he dicho? -dijo mi mujer.
-Por supuesto que no cariño -contesté.
Y acto seguido mi esposa me hizo una confesión para mi sorprendente.
-Quiero que no me interrumpas mientras hablo, por favor -dijo Alba- ¿lo prometes?
-Sí mi amor -contesté.
-Una de mis mayores fantasías que nunca te he contado es que me excita tremendamente pensar en que otro hombre en tu presencia me folle, no pienses que soy una degenerada, pero es así. Quiero que sepas que nunca te he engañado pero es una fantasía que hace que me moje.
En ese instante mi verga comenzó a ponerse dura de nuevo.
-Por otro lado -continuó Alba- nunca me habías llamado puta y zorra mientras tenemos sexo, pero escuchar esas palabras de tu boca me han hecho sentir cosas y sensaciones desconocidas, quizás te parezca una degenerada pero me ha gustado y excitado que me trates así en la cama. Ya sé que Óscar es un ser despreciable y odioso, pero no sé por qué me excita, cuando clava sus ojos en mí y me desnuda con la mirada hace que me moje entera, y cuando me has dicho que ha sido él quien me ha metido mano en el ascensor y no tú, y que me ha punteado el culo con su tremenda verga, me he excitado como nunca lo había hecho. Creo que estoy enamorada de él, por favor no te enfades -finalizó.
-No me enfado Alba, todo lo contrario. Debo reconocerte que alguna vez he fantaseado y masturbado pensando que te sorprendía con Oscar follando en nuestra cama. Me he dado cuenta de cómo te mira ese viejo verde y aunque me molesta no deja de excitarme. ¿Te has dado cuenta que desde su terraza se ve directamente la nuestra? Estoy convencido que te ha visto haciendo topless e incluso desnuda y se ha masturbado viendo tu cuerpo.
Tras esta confesión nuestros cuerpos se fundieron en un abrazo y por segunda vez en el mismo día follamos como locos.
A partir de ese instante nuestra vida sexual cambió totalmente, cuando follábamos fantaseábamos con Oscar, el degenerado y odioso vecino, en nuestra fantasía Alba deseaba que Oscar la follase con su tremendo miembro, que la tratase como a una verdadera puta, zorra y perra, que el asqueroso vecino la preñaba y se la llevaba a vivir con él, y yo con que Oscar me hiciese un gran cornudo follándose y preñando a mi querida mujercita.
Se había dado un gran paso…
El martes de la semana pasada, aprovechando que mi esposa estaba trabajando, subí al apartamento de Oscar. Le comenté la transformación que había sufrido mi mujer, sus sorprendentes revelaciones, e incluso Oscar tuvo la ocasión de escuchar una grabación mía y de mi mujer follando, en la cual, Alba entre gemidos y jadeos pedía que mi degenerado y vicioso vecino se la follase y la preñase.
Oscar se frotaba las manos y preso de una gran excitación me dijo:
-Muy bien cabrón, has hecho tu trabajo muy bien, me estás poniendo a tu esposa en bandeja y no voy a dejar pasar por alto esta ocasión. Voy a follarme a tu linda mujercita. Quién lo iba a decir, tan altiva con sus aires de suficiencia, mirando siempre por encima del hombro, y en realidad desea que su viejo vecino se la folle, la trate como a una zorra y le dé todo lo que su maridito es incapaz de darle. Ahora tenemos que buscar la ocasión propicia para correspondernos el uno al otro.
-El sábado que viene tenemos una boda de unos conocidos -dije totalmente sumiso.
-Fantástico, es la perfecta ocasión, escucha mi plan -dijo Oscar.
Y con mucha atención, totalmente empalmado le escuché.
Llegó el sábado, mi excitación durante toda la semana fue tremenda y mis masturbaciones pensando en que mi viejo vecino pudiese follarse a mi mujer eran cada vez más frecuentes.
Alba fue a la peluquería, volvió preciosa con su pelo recogido y comenzó a prepararse maquillándose con mucho cuidado. Para la ocasión me enseñó bastantes vestidos, pero finalmente pude convencerla que se pusiese un vestido azul, bastante escotado, con falda larga pero con abertura que dejaba ver bastante su muslo derecho y unos pantys de color carne. Realmente estaba preciosa y sobre todo muy deseable.
-Si me viese nuestro vecinito Oscar seguro que se pondría cachondo -dijo Alba riéndose con coquetería.
-Seguro que te follaba en nuestra propia cama -contesté.
-¿Te gustaría ver cómo me folla Oscar? -dijo mi mujer.
Me abalancé sobre Alba con la intención de follármela allí mismo, pero ella se retiró y dándome un piquito comentó, no podemos llegar tarde amor.
El día se me hizo eterno, estuve empalmado y preso de la excitación, sobre todo cuando veía como mi esposa bailaba con otros invitados y la abrazaban durante el baile, alguno incluso bajó su mano más de la cuenta acariciando el culo de Alba pero en absoluto me importó. Como parte del plan procuré que mi esposa bebiese más de la cuenta, no tolera mucho el alcohol, pero el champán hace que su líbido se dispare.
A eso de la una de la mañana convencí a mi mujer para que nos fuésemos. Con la excusa de ir al servicio llamé a Oscar. Mi viejo vecino nos esperaría en el portal de casa.
Durante el trayecto de vuelta a casa no paré de acariciar a mi esposa, introduje mi mano por la abertura de su falda, magreé sus muslos a conciencia y posé mi mano sobre su coño cubierto por el tanga y los pantys. Alba estaba totalmente empapada.
Paré el coche con la intención de continuar con mis caricias, pero Alba dijo:
-Aquí no impaciente, espera que lleguemos a casa.
Fruto del champán y mis caricias mi mujer estaba realmente muy caliente y excitada. Aparqué el coche y entramos en el portal, accioné el botón del elevador mientras me toqueteaba mi verga preso de la excitación. De repente se escuchó una voz.
-Hola parejita.
-Hola Oscar -contesté.
-Buenas noches Oscar -dijo mi esposa.
-Estas realmente preciosa Albita -dijo mi viejo vecino.
-Gracias -tartamudeó mi mujer mientras se ruborizaba.
-Ese vestido realza tus piernas y muslos, y ese escote hace que casi se te vean esas preciosas tetas. He tenido la oportunidad de verlas cuando haces topless en tu terraza.
Hace un par de meses yo le hubiese dado un par de hos... a Oscar y Alba le hubiese dicho cuatro cosas al indeseable de mi vecino, pero esa noche mi esposa bajo la mirada mientras yo noté como mi polla empezaba a empalmarse. En ese instante el ascensor llegó. Entramos los tres y Oscar se pegó a la espalda de mi mujer.
Yo no hice nada, me limité a observar. Oscar seguía alabando la belleza de mi esposa mientras de forma descarada el degenerado de mi vecino apoyaba su bulto contra el culo de mi mujercita.
Alba no dijo nada, me miró y yo no supe qué decir. Oscar empezó a refregar su paquete contra el culo de mi esposa. Envalentonado por nuestra pasividad las manos de Oscar se posaron en la cintura de Alba. Una de sus manazas fue descendiendo hasta la abertura de su falda sin que mi esposa hiciese nada. Envalentonado por nuestra pasividad, Oscar abrió un poco la abertura de la falda y posó su mano en el muslo de mi mujer. Alba no dijo nada, yo tampoco.
La manaza de Oscar subió por el muslo de mi esposa hasta desaparecer de mi vista, por sus movimientos noté que pugnaba por introducirse dentro de los pantys y tanga de mi mujercita. La otra manaza se deslizó por debajo de la axila de Alba atrapando uno de sus pechos. Alba empezó a gemir mientras yo comencé a apretarme mi paquete por encima del pantalón.
-¿Te gusta Albita?
Mi esposa no dijo nada pero un gemido salió de sus labios.
-Estás totalmente empapada zorrita.
En ese instante Oscar giró con su mano la cabeza de mi esposa y le propinó un gran morreo. Alba se giró y correspondió su beso. Yo no perdía detalle, mi degenerado vecino estaba con una mano debajo de la falda de mi esposa masturbándola, con la otra sobando las tetas de mi esposa, mientras ambos se besaban apasionadamente saboreando sus lenguas como dos novios.
-Voy a follarte como la puta caliente que eres -dijo Oscar.
En ese instante el ascensor llegó a nuestro piso, salimos los tres, yo detrás viendo como mi viejo y degenerado vecino metía mano a mi esposa apretando sus nalgas con fuerza. Alba no paraba de gemir y jadear.
-Abre la puerta cabrón de mierda -me dijo Oscar.
Abrí y pasamos. Oscar y Alba se abalanzaron el uno al otro, abrazándose y besándose con frenesí como dos enamorados. Las manos del vecino sobaban el cuerpo de Alba, sus tetas, su culo. Oscar separó las piernas de mi esposa e introdujo nuevamente su manaza debajo de la falda de mi mujercita, llegando sin ningún problema hasta su empapado coño.
-Vamos a vuestro dormitorio -dijo Oscar- voy a follarte Alba, en vuestra cama de matrimonio mientras hacemos al cabrón de tu marido un verdadero cornudo. Quiero que me pidas que te folle Alba, pídemelo zorra.
Alba no contestó, gemía y jadeaba como una perra.
-Pídemelo, suplica puta -insistió mi degenerado vecino.
Alba seguía sin contestar.
-Zorra suplica que te folle -volvió a insistir Oscar, mientras continuaba masturbando a mi mujercita.
-Fóllame Oscar, fóllame y móntame como a una yegua.
Oscar se rio.
-Vaya, vaya, cornudito mira lo que tenemos aquí, una verdadera putita deseosa de que alguien le dé lo que su maridito no le da. Tú Albita, tan arrogante, siempre con tus aires de superioridad y grandeza, siempre tratándome como a un degenerado y viejo verde y ahora suplicas que te folle cómo a una vulgar ramera. Es hora de que nos entreguemos haciendo el amor, putita.
Oscar cogió la mano de mi esposa y la restregó contra su enorme bulto. Mi vecino desabrochó los botones de su pantalón e introdujo la mano de mi mujer dentro de su bulto.
-¿Está dura y gorda verdad? -inquirió mi despreciable vecino.
-Sí -contestó mi mujer totalmente fuera de sí, estampando un impresionante beso a Oscar.
-Es más grande y dura que la del cabrón de tu esposo -dijo Oscar.
-Sí es la verga más grande que he tenido en mis manos -contestó totalmente excitada y entregada Alba.
En ese instante, Alba se arrodilló delante de mi detestable vecino e hizo ademán de mamar la verga de Oscar.
-Quieta ramera, te comerás mi verga cuando yo te lo diga -y dirigiéndose a mí me dijo- llévame a vuestro dormitorio cornudo cabrón, es hora de que tu esposa y yo celebremos nuestro amor.
Los tres entramos en nuestra habitación, Oscar sabía lo que se hacía y cómo humillarme si cabe aún más. Oscar se sentó en un butacón mientras se desnudaba, metió una de sus enormes manazas debajo de sus calzoncillos para masturbarse y empezó a darme órdenes:
-Desnuda a tu esposa para mí.
Quité los zapatos de tacón que llevaba puestos mi mujer, me puse detrás de ella y baje la cremallera de su vestido azul mientras mi mujer estaba totalmente pasiva. El vestido cayó a sus pies y lo eché a un lado. Alba se quedó semidesnuda delante de mi vecino, tan solo cubierta por sus pantys color carne, su tanga negra de encaje y su sujetador a juego.
Oscar se rio.
-Estás totalmente empalmada, eres una vulgar ramera -dijo.
Era cierto, una gran mancha de flujo manchaba el tanga y los pantys de mi esposa.
-Quítala el sujetador cornudo -ordenó Oscar.
Obedientemente, desabroché el sujetador de Alba. Sus pechos quedaron al aire sin ningún pudor, mientras Oscar rugía de placer.
-Qué tetas tienes Albita dijo, qué suerte tiene el marica de tu esposo.
A cada insulto, a cada humillación por parte de Oscar mi verga crecía más y más empapando mi bóxer.
-Quítala los pantys -exigió Oscar.
Como un autómata baje los pantys de Alba.
-Quítala el tanga y tráemelo de rodillas con la boca perro -me ordenó mi detestable vecino.
Alba quedó totalmente desnuda ante el degenerado. De rodillas y con la boca sumisamente llevé el tanga de mi mujer y se lo entregué al macho. Oscar lo olió y lamió.
-Huele y sabe a ramera -dijo con gran satisfacción- Alba, túmbate en vuestra cama de matrimonio.
Alba se tumbó en nuestra cama nupcial. Oscar se desnudó, su enorme pollón quedó a la vista. Sus veinte centímetros iban a penetrar la intimidad de mi esposa.
Oscar me ordenó sentarme al lado de Alba. Mi vecino se acercó y dijo:
-Cornudo quiero que cojas mi mano con la tuya y hagas que magreé a tu esposa.
Obedientemente cogí la manaza de Oscar, la puse en los tobillos de Alba y comencé a subirla por el cuerpo de mi adorable mujercita. La mano de Oscar guiada por mí sobó las piernas y muslos de Alba, luego sus nalgas y finalmente subieron por el vientre de mi mujer para agarrar alternativamente las tetas de mi esposa.
Una mueca desencajada de satisfacción cubría el rostro de mi odioso vecino.
-Qué tetas tienes puta, qué pezones y yo tu asqueroso vecino te las está ordeñando mientras el cornudín me ayuda -dijo Oscar humillándome con sus palabras y risotadas.
-Vas a comerme mi verga, me la vas a poner muy dura para que pueda follarte mientras pruebo tu coño, cerda -dijo Oscar a mi esposa.
En seguida Oscar se tumbó en nuestra cama matrimonial, mi esposa se acostó encima de él y comenzaron el 69.
Yo no perdía detalle, mi esposa lamía y chupaba la tremenda verga masajeando sus cojones, mientras el vecino chupaba y lamía el coño de mi esposa, estando en esa posición como 15 min., ensalivando y lubricando sus genitales alistándolos para follar.
-Para ya perra -dijo mi vecino- mi leche no es para tu boca sino para tu coño, abre las piernas de Alba -me ordenó el vecino.
Presuroso me levanté, Alba casi estaba a punto de correrse con el sexo oral que le estaba haciendo Oscar, la acosté boca arriba y abrí sus piernas, permitiendo que el macho se pusiese encima de ella.
-Coge mi verga, tú mismo, cornudo cabrón, vas a ser quien metas mi polla en el coño de tu esposa -ordenó Oscar.
No podía más, cogí la verga de Oscar y la froté en el sexo de mi mujer, después lentamente la introduje en el coño de Alba, el glande del pollón de Oscar se abrió paso por los labios vaginales del coño de mi mujer. Luego su tronco entró poco a poco en la vagina de Alba hasta que los cojones de Oscar chocaron con la entrepierna de mi esposa. En ese instante y sin llegar a tocarme me corrí como un cerdo manchando mi ropa interior.
Alba jadeaba de gusto, yo volví a cascármela como un mono. Oscar estaba fuera de sí con un metesaca brutal:
-Toma ramera de mierda, puta, a partir de ahora esta es la verga que te va a follar cuando quiera -dijo Oscar.
-Sí, soy tu hembra y tú mi macho -dijo Alba exhalando suspiros de placer.
-Qué prieta estás zorra, tu maridito es un pichafloja que no sabe follarte, díselo -dijo Oscar- llámale cornudo.
-Eres un cornudo pichafloja, nunca has sabido follarme, ha tenido que ser este viejo verde y degenerado quien me folle como un verdadero hombre y no tú -dijo mi mujer.
En ese instante Alba y yo nos corrimos, mi leche terminó de manchar mi pulcro traje preso de la excitación, del deleite de ver a mi esposa follar con el hombre que realmente amaba. Mi esposa totalmente abierta de piernas se arqueó y las cerró contra la espalda de su macho. Oscar por su parte continuaba follándose a mi mujercita, mientras por mi parte empecé a chupar y a introducir mi lengua alternando en los culos de los dos amantes, excitándome al saborear y sentir su misma estrechez y sabor.
-Voy a correrme, no aguanto más -dijo Oscar.
- ¿Dónde quieres que me corra? -me preguntó Oscar humillándome hasta límites por mí desconocidos- dime ¿Dónde quieres que me corra?
-Córrete dentro de mí -dijo mi esposa.
-Suplícame que la embarace -me ordenó.
-Préñala como los perros preñan a las perras -grite fuera de mí.
Con un rugido triunfal, Oscar se corrió dentro del coño de mi mujer, muchos trallazos de leche inundaron el útero de Alba, Oscar siguió dentro de mi mujer durante un rato más vaciando su semen en ella hasta que totalmente extenuado sacó su enorme pollón del coño de Alba. La leche salía de la vagina de mi esposa manchando su sexo, su entrepierna, su culo y las sábanas de nuestra cama de matrimonio.
Oscar me tiró sobre la cama y ordenó: perro cornudo, quiero que dejes bien limpio el coño de esa puta. Mi esposa abrió sus piernas y pude ver su coño bien abierto y mojado, introduje mi lengua en el sexo de Alba, lamí la leche de mi vecino, limpié el coño, los muslos y el ano de mi esposa a conciencia.
-Muy bien perrito -me dijo mi detestable vecino, y poniendo su verga a la altura de mi cara me ordenó dejársela totalmente limpia, la lamí y chupé, succioné y limpié con todo esmero.
Desde aquel instante nuestra vida cambió, convirtiéndose el vecino en el amante de mi esposa.
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