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Mi nuevo compañero (Parte 2)

Mi compañero Carlos y yo nos vimos todos los días después de nuestro primer encuentro, saliendo del trabajo me iba para su casa y él me llevaba a la mía por las noches, realmente sentíamos la necesidad de pasar tiempo juntos. Empezamos a descubrir que lo que más nos llenaba era cuando yo asumía el papel de Karla. Carlos deseaba una novia, una mujer que le diera su lugar como el hombre protector, deseaba sentirse amado y necesitado, cosa que nunca pudo lograr con su ex esposa ya que ella jugaba el papel de mujer moderna y liberal. Yo por mi parte estaba de acuerdo en jugar un rol pasivo, complacer a mi hombre así como dejarme querer y consentir por un hombre de más experiencia.



Apenas llegaba yo a su casa y Carlos me recibía con un gran beso y un abrazo, eso sin duda me hacía sentir querida. Me subía a la recamara de su ex, y buscaba algo que ponerme para lucir lo más femenina posible, aunque mi cabello corto y sin maquillaje hacían un poco complicada mi transformación, pero era parte del juego, Carlos no quería a una mujer biológica, sino la fantasía que representábamos el uno para el otro.



En el closet de su ex había muchas cosas lindas, zapatos, sandalias, medias, vestidos, faldas, blusas, ropa interior, de todo, básicamente solo nos hacía falta el maquillaje, peluca y que yo mejorara mi comportamiento haciéndolo más femenino.



Nuestro primer encuentro ocurrió un martes… el miércoles, el jueves y el viernes prácticamente después convertirme en Karla, empezaba el manoseo mutuo, los besos, el sexo oral a Carlos y por supuesto mi respectiva y deseada cogida. A los dos nos venía bien ese desfogue sexual, esa necesidad casi animal de saciar nuestros instintos.



El viernes al despedirnos, como ninguno de los dos trabajaba en sábado, nos pusimos de acuerdo para vernos desde temprano, yo le comenté a Carlos que podía estar en su casa desde las 07:00 am, lo cual no era complicado para mí porque yo entro a trabajar todos los días a esa hora. Carlos accedió a esperarme desde temprano.



Yo quería sorprender un poco a mi novio, así que busqué ir vestido lo más “unisex” posible para no despertar sospechas en casa. Así que me busqué una playera blanca con cuello en V que da la impresión de ser un escote, unos jeans skinny color azul claro sin ropa interior para que se me pegaran más al cuerpo, tampoco me puse calcetines y completé mi look con unos sneakers color negro.



Llegué a la casa de Carlos y al recibirme vió con agrado el look y me dijo.



- Compañero, que guapos estas!



- Me vestí así para ti.



- Me gustan tus pantalones ajustados.



- Abrázame y acaríciame las nalgas.



- Se sienten muy ricas!



- No traigo calzones.



- Que cabroncito me salió el señor. ¿Ya desayunaste?



- No, no tengo hambre aún.



- Bueno, te dejo un momento, deja me doy un baño rápido, está por demás decirte que estás en tu casa.



- Gracias amor, te espero.



Mientras Carlos fue a bañarse, yo fui por unos zapatos de tacón rojos, me sentía cómodo con mi ropa así que solo cambié los zapatos, encendí la tele en el cuarto de Carlos y lo esperé ahí. Carlos salió de bañarse con la toalla en la cintura y al verme comentó:



- Que lindo te ves entaconado, se ven bien con el color de tu pantalón.



- Sí, también me gusta.



Carlos en una actitud más varonil, se vistió con ropa informal pero masculina, era evidente quién jugaba el papel de activo y quién el de pasivo. Está demás contar que me deleité viéndolo vestirse, una vez que terminó de hacerlo me acerqué a él silbando:



- Fiu fiuuuu… papito!!!



- Ja ja ja… loco. (Respondió Carlos)



- No te había visto con ropa informal, o traes la ropa del trabajo o desnudo.



- Tienes razón, qué bueno que te guste. Cámbiate los zapatos, ponte tus tenis de nuevo.



- ¿Por qué? ¿No que si te gustaba?



- Es que te voy a llevar a desayunar fuera, nuestra primera salida ¿no te apetece?



- ¿Es en serio?



- Claro, aún es temprano, estoy pensando en que salgamos de la ciudad, no muy lejos, algún lugar donde nadie nos conozca.



- Tú eres el hombre, así que tú mandas y yo obedezco.



Me cambié los zapatos y salimos en su auto, como nos encontramos en la parte norte de la ciudad, para las 09:00 de la mañana ya estábamos fuera de la ciudad buscando donde desayunar. En la carretera Carlos me sonreía y me acariciaba las piernas, en verdad era un tipo agradable y lindo.



Entramos a un buffet, sin mayores muestras afectivas evidentes, éramos dos amigos comunes y corrientes. Nos sentamos cada uno al extremo opuesto de la mesa para no delatarnos juntos, pero ya saben, uno se da sus mañas cuando quiere ser coqueto, así que yo aprovechaba en levantarme por pan o jugo para los dos, demostrándole a Carlos que mi intención era atenderlo. Disimuladamente le guiñaba un ojo, o le sonreía pícaramente, era difícil no sentirse feliz al lado de ese hombre.



Salimos del restaurante y caminamos un poco por la plaza comercial, seguía siendo temprano y apenas abrían los negocios, así que no había mucho para ver, fuimos al baño a “lavarnos las manos” pero sólo buscábamos la oportunidad de darnos un buen beso.



Cuando decidimos regresar a casa, casi al salir de la plaza comercial estaban abriendo una estética, atendida por una chica travesti. Casi en automático, con el corazón a mil comenté a Carlos:



- Crees que me quiera maquillar?



- No seas cabrón.



- ¿Qué no te gustaría ver bonita a Karla? Además no hay casi gente.



- ¿Es en serio?



- Tienes razón, es una locura, perdóname.



Seguimos caminando rumbo al estacionamiento sin decir palabra, noté mucho desconcierto en el rostro de Carlos, quien antes de abrir el coche me preguntó:



- ¿Estás seguro?



- Me pareció buena oportunidad.



- Estás bien loco, vamos pues, pero tú le preguntas al travesti.



- Ok.



Entramos a la estética y como si nada le pregunté a la “chica”:



- Buenos días, ¿cuánto me cobrarías por maquillarme?



- ¿Maquillaje de mujer? (preguntó la chica para confirmar.)



- Sí, de mujer.



-Nos miró fijamente a los dos y me preguntó:



- ¿Traes ropa de mujer? ¿Traes peluca?



- No, nada.



- Les cobro $300 pesos por el maquillaje, también tengo pelucas.



Sorprendentemente para mí, Carlos preguntó:



- ¿Cuánto cuestan las pelucas?



- Les cobro $1,000 pesos por la peluca y el maquillaje.



- Me parece bien. (Contestó Carlos).



La chica cerró la puerta para que nadie entrara y se dispuso a maquillarme en la parte más alejada de la estética, ella comprendió muy bien la situación y se prestó a ayudarnos. Carlos y yo estábamos nerviosos, ya estábamos dudando de lo que estábamos haciendo. La chica viendo el nerviosismo de Carlos le comentó:



- Si gustas ve a dar una vuelta, me voy a tardar un poquito. ¿Traen coche?



- Sí. (Contestó Carlos)



- Ve y date una vuelta por ahí, en 30 minutos espéranos en tu auto, yo acompaño a tu amigo para que piensen que es una de mis amigas que vienen a visitarme y no tengan problema.



Carlos me miró como pidiendo mi aprobación, a lo que yo asentí con la cabeza. Carlos sacó dinero, pagó a la chica y salió de la estética. Cuando me quedé sola con la chica, pícaramente me preguntó:



- ¿Te quiere coger o ya te cogió?



- Ya me cogió!



- Se ve que es lindo contigo.



- Sí, es un amor.



- ¿Cómo quieres tu maquillaje?



- Pues no sé, con me vea femenina.



- ¿Pero que van a hacer? ¿Van a salir o algo en especial? Dependiendo lo que vayan a hacer sería el tipo de maquillaje, más que nada para que te dure bien todo el día.



- Ah, pues estaremos en casa todo el día.



- Ok. Te voy a dejar linda para que le den ganas de cogerte duro.



Una vez que terminó me mostró un par de pelucas que combinaban con el maquillaje, elegí una castaña a los hombros, me miré al espejo y me gustó lo que vi. Ya no parecía yo una caricatura femenina, por primera vez vi a la verdadera Karla.



Bueno, vamos con tu galán, y casi al salir la chica tomó un par de lentes oscuros y me los dio para que los usara en el camino. “Cortesía de la casa argumentó”. Salimos juntas de la plaza y en el estacionamiento nos topamos con algunas personas, pero extrañamente nadie nos tomó en cuenta, al parecer era una situación de lo más común.



Cuando entré al auto, la chica se despidió de nosotros y dirigiéndose a mi novio le dijo:



- Trátala bonito galán. Cojan mucho!



- Ja ja ja… (Reímos todos).



Después que la chica se fue, me quité los lentes y le pregunté a Carlos:



- ¿Cómo me veo?



- Quedaste preciosa.



- ¿De verdad?



- Sí. Luces muy femenina.



- Estoy nerviosa.



- Yo también. Nervioso y caliente.



Me puse los lentes y partimos de regreso a casa. En el camino Carlos no dejaba de chulearme, me agarraba la mano, las piernas, la entrepierna. El hombre estaba muy excitado. Aunque aún teníamos que resolver el tema de entrar a su casa sin que alguien me viera.



Llegando a su casa se estacionó y nos apresuramos en salir, yo me quité la peluca y me puse los lentes, así que no tuvimos tanto problema. Una vez adentro me volví a poner la peluca y le dije:



- Bájate el pantalón.



- ¿Para qué?



- Para darte tu premio.



- ¿No te quieres vestir completa primero?



- ¿Crees aguantar?



- jajaja No.



- Bájatelo. Voy por un vaso a la cocina.



- ¿Para qué quieres el vaso?



- Ya lo verás. Es sorpresa.



No quise arruinar el maquillaje, yo también quería lucir lo más pulcra posible así que solo lo masturbé. Carlos ya la traía durísima, y con la calentura que se cargaba no tardaron sus espasmos previos a la eyaculación, cuando sentí que estaba por venirse tomé el vaso para que su semen cayera dentro de él.



- ¿Ya ves mi rey? Ya traías la lechita a flor de piel.



- Ya me estás conociendo.



- ¿Para qué guardaste la leche?



- Ya te dije que es sorpresa. En lo que te repones voy a vestirme papito, ahora si la princesa se tiene que transformar.



En el camino a casa ya venía visualizando que ponerme, así que busqué una minifalda de mezclilla, los tacones rojos de la mañana para que hicieran juego con el labial, me puse una tanguita, un brasier que rellené con calcetas y una blusa escotada. Me miré al espejo, realmente lucía femenina, un look muy de putita, pero mi novio se lo merecía, me había dado unos de los mejores regalos de mi vida, así que era mi turno de pagarle.



Bajé a la sala, pensé encontrar desnudo a mi novio, pero había vuelto a vestirse, él me vio muy complacido, me recorrió con su mirada de arriba a abajo y de abajo hacia arriba… yo coquetamente me di la vuelta y moví las nalgas como una perrita contenta.



- Qué bien te ves!



- A mí también me gusta.



- Pensé que estábamos haciendo una pendejada, pero no te equivocaste.



- Estaba muerta de miedo, pero era más la calentura. Estar contigo en el desayuno realmente quería atenderte, ser tu mujercita.



- No te ofendas pero, te ves muy puta.



- No me ofendo, yo pensé lo mismo. Además, soy tu puta.



- Eso me gusta.



- Pon música, sácame a bailar.



Carlos buscó un CD y puso un poco de música romántica, nos abrazamos y más que bailar solo nos abrazamos y nos contoneábamos al compás de la música. No dijimos palabra por un buen rato, no hacía falta, éramos hombre y mujer.



- Me gustas mucho Carlos.



- Y tú a mi Karla. ¿Dónde habías estado escondida?



- No lo sé, tú descubriste a Karla muy dentro de mí.



Nos besamos y comencé a sentir las manos de mi hombre recorrer mis formas, yo acariciaba su pecho y frotaba su verga por sobre el pantalón. Carlos comenzó a acariciar mis nalgas, buscaba meter su mano por debajo de la minifalda para acariciarme directamente. Yo lo dejaba hacer, era mi deber complacerlo, había sido tan lindo, tan caballero, y además me gustaba sentirme deseada.



Fuimos al sillón, desabroche su cinturón y su pantalón, metí la mano al bóxer y saqué su verga, que está de más decir que estaba dura. La chupé lentamente para no estropear el maquillaje, ya había aprendido a chupar la punta, succionar la cabeza, lamer el tronco hasta la base y hacer lo mismo con ese par de huevotes que se cargaba.



Sentí que era momento de coger, mi colita me lo pedía desde temprano, así que le ayudé a bajarse totalmente el pantalón para que continuara sentado, lo quería cabalgar. Coquetamente me separé de él, levanté un poco la minifalda y me saqué la tanga y se la aventé en el rostro, él la tomó y aspiró su olor, subí la faldita hasta mi cintura y me subí en Carlos, puse la palma de mi mano frente a su barbilla y le dije “Escupe”. El obedeció y recibí una buena dosis de saliva, con ella me acaricié el ano, Carlos sonrió adivinando lo que seguía. Tomé su verga y la llevé a mi entrada, me abrí lo más que pude y comencé a clavarme sola, me dolía, hubiera sido mejor estar lubricada pero ya no quería más preámbulo.



Ahí estaba yo, maquillada, con mi peluca nueva, vestida como mujerzuela y totalmente clavada. Comencé a moverme lentamente, Carlos me sacó el relleno del brasier y comenzó a lamer mis pezones, lo hacía con urgencia, no me importaba, yo era suya, totalmente suya. Comencé a acelerar el ritmo, sentía en mi interior cada milímetro de esa hermosa verga. Carlos me detuvo y cambió de posición, me puso de rodillas en el sillón para cogerme de perrito.



- Ahora si mami, te voy a coger como la perrita que eres.



- Si amor, cógeme. Cógeme duro. Quiero sentir que me coge un macho.



Como ya tenía el culo bien abierto por los sentones, no tuvo ningún problema en metérmela de un solo golpe, sentí su vergota hasta los intestinos, y me gustaba.



- Así papito, que rica verga.



- Que puta eres. Eres una perra come verga.



- Si papi, dame más! Así, Así.



Carlos me tomaba por las caderas, luego por los hombros, luego me metía los dedos en la boca, los cuales yo chupaba imaginando que era su verga y que me tenía llena por mis dos agujeros.



- Me voy a venir Karla.



- Espera, vente en el vaso.



- Ya no aguanto. Aaaahhh… Aaaahhh!!



Y Carlos echó toda su leche nuevamente dentro del vaso, como sabía que era una sorpresa ya no preguntó para qué. Nos sentamos a descansar a tomar aire, y después de unos minutos abrazados le dije:



- Voy a cambiarme papito, ya son las 15:00 h, hay que preparar la comida.



- Pedimos algo, sushi o pizza.



- No amor, déjame atenderte, has de saber que cocino muy rico.



- Vaya, eso no me lo habías dicho.



- Déjame tener algo para sorprenderte de vez en cuando.



Subí a cambiarme y ahora me puse unos zapatos bajitos, y un vestido tipo los años 70s, algo así muy de ama de casa., obviamente el maquillaje y la peluca serían para todo el día.



Bajé y como buena ama de casa recogí el desorden y puse el vaso con semen en un lugar seguro, le pedí a Carlos que se vistiera, que de ninguna manera iba a atenderlo si no se comportaba como el hombre serio de la casa.



Busqué en el refrigerador y cociné un poco pollo con pasta, le pregunté si tenía algo de vino o quería comer con cerveza, a lo que respondió que tenía vino, que no me preocupara por eso, que en su casa podía faltar cualquier cosa menos vino.



Le pedí a Carlos que abriera el vino y se sentara a la mesa, llevé los platos, las copas, los cubiertos y comimos, a diferencia del restaurante ahora si pudimos comer sentados uno al lado del otro.



Pasamos un rato muy ameno, comimos rico, disfrutamos del vino y reímos mucho, éramos dos adultos que sabían perfectamente su rol, por unos momentos quisimos disfrutar de un momento en pareja como marido y mujer.



- ¿Oye Carlos?



- Dime amor.



- Quiero ir a la recámara, quiero ver una porno contigo como en nuestro primer encuentro. Lleva otra botella de vino y las copas, ya te alcanzo, voy a ponerme otra cosa más adecuada.



- Ok. Ponte linda.



Para la ocasión me puse la tanguita que había usado con la minifalda, unas medias a mitad del muslo, las zapatillas negras del primer encuentro y una especie de abrigo, el look se veía muy sensual al espejo, pero como siempre, la última palabra sería la de mi hombre. Antes de ir a la habitación de Carlos regresé a la sala por el vaso con semen.



Al entrar en la habitación de Carlos, él me esperaba desnudo en la cama, y aprobó mi look diciendo:



- Así me gustas más.



- Lo sé, sabes que me vas a coger, es por eso.



- Pues si no quieres que te coja no me provoques.



- ¿Quien dijo que no quiero que me cojas?



Dejé el vaso en el tocador de la recámara y me recosté junto a Carlos, comenzamos a ver la porno juntos, empezamos viendo porno hetero, gay y rematamos con porno de travestis. Esto último sentí que provocó más a Carlos quien me preguntó con seriedad.



- ¿A qué sabe la verga?



- Pues a verga, jajajaja.



- Es en serio, ahorita que vi a los hombres mamarle la verga a los travestis se me antojó mamártela, pero no sé si me guste.



- Pues tiene un sabor un poco fuerte, el olor es indescriptible, pero creo que es menos asqueroso que chupar un ano. Es más bien la vergüenza de reconocer que chupas vergas. Pero no pasa nada, no es algo que salgamos a gritar a los cuatro vientos, eso sucede aquí y aquí se queda.



- Eso sí, tienes razón.



- ¿Me la quieres chupar?



¿Me dejas?



- Solo recuerda que no se me para cuando estoy contigo, bueno, solo la primera vez cuando me masturbaste. Si no se me para te imaginas que estas chupando un clítoris.



Me quité el abrigo, la tanga y los tacones, únicamente me quedé con las medias puestas, me recosté nuevamente en la cama y Carlos comenzó a besarme, besó mis labios, mi cuello, los pezones y mi vientre, la sola idea de imaginar a ese hombre robusto y fuerte aproximándose a mi pene me hizo sentir poderoso, como si ahora yo fuera quien tenía el sartén por el mango. Mágicamente mi cuerpo reaccionó y una leve erección se hizo notar, Carlos acercó mi pene a su boca pero prefirió besar mis testículos, prosiguió con la base, y se metió mi flácida verga en la boca, me hacía cosquillas pero la situación me provocaba excitación, poco a poco una erección se hizo presente, y Carlos mamaba con más afán. Yo acariciaba su cabello y lo dejaba moverse a su ritmo, yo miraba su carita chupando, subiendo y bajando, al mismo tiempo que de reojo miraba el porno en la televisión.



- ¿Te gusta mi clítoris amor? Cómeme la concha! Es tuya, solo tuya! Qué rico lo haces papito.



Eso prendía más a Carlos y aceleraba el ritmo, cuando sentí que me venía, le pedí parar y fui por el vaso para eyacular, era muy morboso ver mi leche mezclándose con la de mi amante.



Me acerqué a Carlos y bajé hasta su verga para darle unas chupadas, no quería mamársela por mucho tiempo, más que nada quería ensalivársela toda para que me cogiera, así lo hice y le pedí que me cogiera piernas al hombro, así que me recosté boca arriba, pusimos una almohada bajo mi espalda baja, subió mis piernas y me la metió salvajemente.



- Eres una puta!



- Soy tu puta!



- Eres una perra!



- Soy tu perra!



- ¿Te gusta cómo me cojo?



- Si. Sabes que si, muévete así, así, no pares!



- Te entra toda!



- Sí, dámela toda.



- ¿Te gustó tu mamada?



- Mucho, mucho, cógeme, quiero verga.



Empecé a sentir como el calor nos invadía, Carlos estaba sudando, nuestros cuerpos resbalaban un poco pero el mete y saca no paraba, algo de su sudor caía en mi rostro, pero no importaba, solo importaba seguir cogiendo. Cuando Carlos sintió venirse, y sin que yo se lo pidiera fue por el vaso y descargó su leche. Esa acción me hizo sentir ternura por Carlos, mi novio y amante no sabía el para qué pero me seguía el juego. Casi llenamos medio vaso. Era hora de hacerle saber para que íbamos a usar el semen, así que le dije.



- Te toca servir el vino, hace calor.



- Sí ya está abierto, deja lo sirvo.



- Pero solo trae una copa.



Carlos llenó la copa y me la ofreció pero le respondí:



- Esa es para tí.



Le extendí la mano con el vaso de semen diciendo:



- Sírveme aquí.



Sin decir nada llenó el vaso, di un sorbo y después metí un dedo dentro del vaso para mezclarlo con el semen. Saque el dedo y lo chupé como si chupara una verga. Volví a meter el dedo para mezclar y lo ofrecí a Carlos, él como hipnotizado lo chupó. Di un sorbo a la mezcla y alternadamente ofrecía con mi dedo un poco a mi amante. Cuando quedó un poco menos de la mitad lo bebí todo. Extendí mi mano con el vaso para que lo llenara de nuevo. No dijimos nada, fue una situación morbosa que no necesitaba explicación.



Terminamos la botella, tomé unas toallas de papel del baño y me comencé a sacar el maquillaje, pedí permiso a Carlos de bañarme y lo hicimos juntos. No hablamos mucho, me vestí como cuando llegué y al igual que los otros días mi novio me llevó a la casa, una cuadra antes de llegar nos dimos un beso y nos despedimos. Había que volver a la realidad.



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Datos del Relato
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